viernes, 8 de noviembre de 2013

De este lado del verano tenemos un bodrio, del otro mejor no hablar.


Tras un primer paso en la dirección de largometrajes tan fallido y poco consistente como fue Tú eliges (2009), se esperaba que en su segunda intentona Antonia San Juan hubiera aprendido algo del error y Del lado del verano supusiera, de algún modo, una evolución en su faceta de realizadora. Nada más lejos de la realidad. Al menos en la primera, la San Juan supo brindarle un merecido lucimiento a una actriz altamente desaprovechada por nuestra industria, Neus Asensi, que salvaba como podía (o como la dejaban) la parte que le tocaba de la función. En Del lado del verano, ni eso. Porque este pretendido reflejo de la idiosincrasia y del espíritu vital inherente a los habitantes de las islas, se nos antoja más un chapucero cóctel de elementos trágicos y dramáticos que, por acumulación, se torna pronto en una caricatura de los mismos, erigida por su propia creadora casi más como un juguete de su personal vanagloria, que en un homenaje a sus paisanos, que poco orgullosos deberían sentirse de serlo tras ver Del lado del verano.


Drogas, alcoholismo, cáncer, homosexualidad, SIDA, homofobia, machismo, esquizofrenia, infidelidad y tantos otros elementos catalizadores de mil y un dramas se entremezclan en la trama de esta película, que pone sus miras en las relaciones disfuncionales de una familia de clase media canaria, donde cada uno de sus miembros posee una tara social concreta. La verosimilitud brilla por su ausencia no sólo por tremendo planteamiento, sino también por la forma exagerada e impúdica con la que tales deficiencias se pasean incólumes por la pantalla. De este modo, el más que rebuscado drama surge en la cinta de San Juan de manera extravagante y del todo inconexa, pues no hay atisbo alguno por parte del texto por justificar mínimamente, con algo cercano a la sensibilidad o a la lógica, tremendo mejunje de tragedias personales, más influida la directora por la estrambótica y exacerbada concepción del melodrama del peor Pedro Almodóvar, que por la armonía y la calidez tonal de los clásicos de Douglas Sirk. O, en otras palabras, la célebre telenovela venezolana Topacio (1984) resulta el colmo de la originalidad melodramática y la mesura narrativa, comparada con este segundo largometraje de Antonia San Juan.


El ridículo alcance y resultado de la parte trágica se ve reforzado por la comicidad extravagante con la que la directora entremezcla todo el cotarro, basada en un cansino ejercicio de contrastes entre lo que se ve y lo que se oye, pues todo el fatídico humor que desprende Del lado del verano surge por la acumulación en los diálogos de un sin fin de tacos y barbaridades mil o, ya llegados casi al final, por la entusiasta intención de la directora y guionista por rizar el rizo de lo dramático, hundiéndose en la parodia y rozando lo escatológico. No hay, ni siquiera, un trabajo de puesta en escena que merezca tal denominación, pues toda la farsa se desarrolla a través de un lenguaje acartonado, funcional de puro aséptico, que bebe terrible y penosamente de parámetros televisivos, lo que denota que el fiasco producido por su ópera prima no debe ser achacable a la impericia de una debutante, sino a la, ahora sí, constatada incompetencia de Antonia San Juan para construir como es debido una obra cinematográfica. Quedando finalmente Del lado del verano como la gran favorita a obtener el título, de dudoso honor, de ser la peor película española del año.


Ni tan siquiera en la dirección de actores es capaz la habitualmente actriz de sacar algo que justifique el precio de la entrada. A Macarena Gómez le confiere altas dosis de lucimiento, pero al mismo tiempo la hace lidiar con unos parlamentos con molesto tufillo a libro de filosofía barata, algo que, unido al artificioso acento canario y al falso afectamiento que luce en todo momento, terminan poniendo en evidencia la poca credibilidad de la actriz en un registro que se aleje de los roles alocados que la han hecho famosa. Eduardo Casanova está forzado y antinatural, terrible de puro desentonado, por lo ampuloso de cada una de sus apariciones. Luis Miguel Seguí jamás intenta sacar a su personaje del plano bidimensional, consiguiendo con su caricatura de ese tartamudo que echemos verdaderamente en falta el cine de Mariano Ozores. El abanico de actrices secundarias actúan cada una de ellas en registros bien distintos, redundando así en la insostenible disparidad del conjunto y, muchas de ellas, mereciendo la cárcel por sus nada trabajados personajes, incorporados desde un espontaneísmo sucio y chabacano. Sólo Secun de la Rosa puede salvarse de la quema, aunque más por simpatías subjetivas de este servidor que por llevar a cabo un trabajo verdaderamente digno. Para terminar, como no podía ser de otro modo, la directora se reserva para sí misma las más cuantiosas dosis de lucimiento, de su verborreica y deslenguada vis cómica por un lado, y, el colmo del despropósito, de su histriónico y crispado registro trágico, tan inservible como todo lo demás para conferir emoción a una película incongruente y desatinada. Solo para incondicionales (que ya es mucho).


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Ninguno.

5 comentarios:

Benigno dijo...

Me parece muy dura la crítica. Una crítica con un trazo menos elegante del que caracteriza este blog. Siento la opinión, y lo digo desde el respeto. Hay frases que me parecen muy destructivas.

Unknown dijo...

Gracias por el comentario y la apreciación. Siento que te haya causado impresión y es cierto que hay mil maneras de poder decir una misma cosa. Un saludo.

Anónimo dijo...

Para gustos no hay nada escrito. Eso dicen. Comprendo que a usted no le guste pero antes de decir lo que piensan los canarios debería preguntarles no cree?? Como canario me ha gustado. No es una maravilla de película pero hay otras en este momento proyectándose en los cines que son peor. Es una película con mucho humor negro que a no ser que seas canario no comprendes. lógico que usted no la entienda....

Anónimo dijo...

Más que una crítica es un ensañamiento terrible... Ni tan buena, ni tan mala es esta "Del lado del verano".

Anónimo dijo...

Si conociera usted a mis tías, se daría cuenta de que la exageración no es tal y, en ocasiones, Antonia San Juan se queda corta. La escena del coche cuando el marido sube a casa de la hermana del personaje que hace San Juan me pareció tan real que me trajo a la mente imágenes infantiles de mi familia hablándose de esta manera.
El problema es que, si esto no se ha vivido, puede parecer que se caricaturizan los personajes, tal y como los que hemos vivido de pequeños estas situaciones familiares, hacemos ahora de mayor en cenas de amigos para reírnos de las barbaridades que hemos oído a madres y tías. No es para menos cuando una madre te dice cosas como "no cruces la carretera que te mata un coche y como te mate, luego te mato yo para que aprendas" o "te doy una paliza que te desfiguro y cuando venga tu padre de trabajar no te va a reconocer" o, hablando con mujeres de la familia, "Ay, cuando estaba pelando las papas, hice cataplum y caí desmayada en el piso..." (mintiendo, claro está) o, de las que más me gusta, "ayer soñé que me criticaste con Mari y que te llamaba para cagarme en mi p**a madre" (queriendo decir "sé que me criticaste y te voy a poner en tu sitio").
Es cierto que se destacan de manera evidente todo esto, que para mí es parte del pasado, pero no es una invención de Antonia San Juan. Quizás la aglomeración de elementos trágicos pueda ser excesivo, y de hecho me lo pareció.