Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

sábado, 9 de noviembre de 2013

"Blancanieves" y "Los amantes pasajeros" entre los títulos nominados a los European Film Awards.


Esta mañana se han dado a conocer los títulos nominados a las diferentes categorías de los premios que anualmente entrega la Academia del Cine Europeo, en el marco del recién comenzado Festival de Cine Europeo de Sevilla. Y en el Cine Español estamos de enhorabuena, pues nada menos que cuatro títulos de nuestra cinematografía concurren a las categorías más importantes. Las mejores noticias han ido a parar a la gran triunfadora en la temporada de premios del año pasado, Blancanieves (2012), de Pablo Berger, que ha logrado colarse entre las seis finalistas al premio a la mejor película. Compitiendo, eso sí, con fuertes oponentes como La vie d'Adèle - Chapitre 1 & 2 (La vida de Adèle), de Abdellatif Kechiche, La grande bellezza (La gran belleza), de Paolo Sorrentino, o La migliore offerta (La mejor oferta), de Giuseppe Tornatore.


Así mismo, Pablo Berger ha sido seleccionado como uno de los finalistas en la categoría de mejor director, donde aparte de medirse con los tres anteriores mencionados, también lo hará con el francés François Ozon, nominado por Dans la maison (En la casa) (2012). La competencia será dura y Blancanieves lo tendrá difícil para ganar en ambas categorías, no obstante, cuenta ya con un premio asegurado, el correspondiente al mejor vestuario (categoría no competitiva) y que este año ha ganado merecidamente Paco Delgado por su labor en Blancanieves.


Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, es la otra gran triunfadora española en las nominaciones a los Premios de la Academia del Cine Europeo, pues figura candidata en el apartado a la mejor comedia del año, nueva categoría este año y que, a buen seguro, ganará. Y aunque no fuera así, el manchego saldrá de la ceremonia, que se celebrará el próximo 7 de diciembre en Berlín, con el Premio al logro europeo en el cine mundial.


Ningún intérprete español ha logrado colarse entre los candidatos, pero Lo imposible (2012), de Juan Antonio Bayona, sí estará representada en la categoría de mejor actriz, donde ha sido nominada la australiana Naomi Watts, por un papel que ya la llevara a quedar finalista a los pasados Oscar.


Por último, el documental La plaga, de Neus Ballús, figura entre los candidatos al Premio Fipresci-Discovery. Y nada menos que dos cortometrajes españoles lucharán por el premio en su correspondiente categoría: Misterio, de Chema García Ibarra, y A Story for the Modlins, de Sergio Oksman.

MEJOR PELÍCULA
Oh Boy, de Jan-Ole Gerster (Alemania, 2012).
La vida de Adèle, de Abdellatif Kechiche (Francia, 2013).
Blancanieves, de Pablo Berger (España, 2012).
La gran belleza, de Paolo Sorrentino (Italia, 2013).
La mejor oferta, de Giuseppe Tornatore (Italia, 2013).
Alabama Monroe, de Felix Van Groeningen (Bélgica, 2012).

MEJOR COMEDIA EUROPEA
Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar (España, 2013).
Amor es todo lo que necesitas, de Susanne Bier (Dinamarca, 2012).
The Priest Children, de Vinko Bresan (Croacia, 2013).
Benvenuto Presidente, de Riccardo Milani (Italia, 2013).

MEJOR PELÍCULA DOCUMENTAL
Stop and Over, de Kaveh Bakthiari (Suiza, 2013).
The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer (Dinamarca, 20132).
L'image manquante, de Rithy Panh (Francia-Camboya, 2013).

MEJOR PELÍCULA DE ANIMACIÓN
The Congress, de Ari Folman (Israel-Alemania, 2013).
Jasmine, de Alain Ughetto (Francia, 2013).
Pinocchio, de Enzo d'Aló (Italia, 2012).

MEJOR DIRECTOR
■ Pablo Berger por Blancanieves (España, 2012).
■ Abdellatif Kechiche por La vida de Adèle (Francia, 2013).
■ François Ozon por En la casa (Francia, 2012).
■ Paolo Sorrentino por La gran belleza (Italia, 2013).
■ Giuseppe Tornatore por La gran oferta (Italia, 2013).
■ Felix Van Groeningen por Alabama Monroe (Bélgica, 2012).

MEJOR ACTOR
■ Tom Schilling, por Oh Boy (Alemania, 2012).
■ Toni Servillo, por La gran belleza (Italia, 2013).
■ Fabrice Lucchini, por En la casa (Francia, 2012).
■ Jude Law, por Anna Karenina (Reino Unido, 2012).
■ Johan Heldenbergh, por Alabama Monroe (Bélgica, 2012).

MEJOR ACTRIZ
■ Naomi Watts, por Lo imposible (España, 2012).
■ Keira Knightley, por Anna Karenina (Reino Unido, 2012).
■ Barbara Sukowa, por Hannah Arendt (Alemania, 2012).
■ Veerle Baetens, por Alabama Monroe (Bélgica, 2012).
■ Luminita Gheorghiu, por La postura del hijo (Rumanía, 2013).

MEJOR GUION
■ François Ozon, por En la casa (Francia, 2012).
■ Tom Stoppard, por Anna Karenina (Reino Unido, 2012).
■ Felix Van Groeningen y Carl Joos, por Alabama Monroe (Bélgica, 2012).
■ Giuseppe Tornatore, por La mejor oferta (Italia, 2013).
■ Paolo Sorrentino y Umberto Contarello, por La gran belleza (Italia, 2013).

PREMIO DI CARLO A LA MEJOR FOTOGRAFÍA
■ Asaf Sudry, por Fill the Void (Israel, 2012).

MEJOR MONTAJE
■ Cristiano Travaglioli, por La gran belleza (Italia, 2013).

MEJOR DISEÑADOR DE PRODUCCIÓN
■ Sarah Greenwood, por Anna Karenina (Reino Unido, 2012).

PREMIO FIPRESCI-DISCOVERY
Oh Boy, de Jan-Ole Gerster (Alemania, 2012).
Miele, de Valeria Golino (Italia, 2013).
Come duerme muere, de Gabriela Pichler (Suecia, 2012).
Call Girl, de Mikael Marcimain (Suecia, 2012).
La plaga, de Neus Ballús (España, 2013).

PREMIO AL MEJOR DISEÑADOR DE VESTUARIO
■ Paco Delgado, por Blancanieves (España, 2012).

PREMIO AL MEJOR COMPOSITOR
■ Ennio Morricone, por La mejor oferta (Italia, 2013).

PREMIO AL MEJOR DISEÑO DE SONIDO
■ Matz Müller & Erik Mischijew, por Paraíso: Fe (Austria, 2012)

PREMIO DEL PÚBLICO JOVEN
The Zigzag Kid, de Vincent Bal (Holanda, 2012).

PREMIO HONORÍFICO
■ Catherine Deneuve

PREMIO AL LOGRO EUROPEO EN EL CINE MUNDIAL
■ Pedro Almodóvar

PREMIO AL MEJOR CORTOMETRAJE
Butter Lamp, de Hu Wei (Francia/China)
Cut, de Christoph Girardet y Matthias Mueller (Alemania)
Death of a Shadow, de Tom Van Avermaet (Francia/Bélgica)
Houses with Small Windows, de Bülent Öztürk (Bélgica)
Jump, de Petar Valchanov y Kristina Grozeva (Bulgaria)
Letter, de Sergei Loznitsa (Rusia)
Misterio, de Chema García Ibarra (España)
Morning, de Cathy Brady (Reino Unido/Irlanda)
Nuclear Waste, de Myroslav Slaboshpytskiy (Ucrania)
Orbit Ever After, de Jamie Stone (Reino Unido)
A Story for the Modlins, de Sergio Oksman (España)
Sunday 3, de Jochen Kuhn (Alemania)
Though I Know the River Is Dry, de Omar Robert Hamilton (Reino Unido)
The Waves, de Miguel Fonseca (Portugal)
Zima, de Cristina Picchi (Rusia)

Ha muerto Amparo Rivelles, máxima estrella de nuestro Cine Clásico.


El jueves nos dejaba la que podríamos calificar como la gran estrella del Cine Español clásico. Con 88 años de edad, Virgen de los Desamparados Rivelles Ladrón de Guevara, que así se llamaba, que pasará a la Historia como Amparo Rivelles, moría en la Clínica de la Concepción, en Madrid, donde llevaba ingresada varios días. Premio Nacional de Teatro en 1996, la Rivelles vivía retirada de la profesión desde el año 2006, consciente o no de significar para el campo de la interpretación en España una intocable e intachable autoridad. Fue una de las más grandes damas del teatro que ha parido este país, pero su enorme popularidad se la brindó el cine, donde desarrolló una extraordinaria labor, siendo considerada casi desde sus inicios como una de las más importantes y queridas estrellas de la gran pantalla, uno de los pocos casos que se han dado en nuestra industria equiparables en fulgor y perpetuidad a las generadas en Hollywood.


Madrileña de nacimiento, Amparo Rivelles era hija de los actores Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara y hermana, por lo tanto, de Carlos Larrañaga por parte de madre. Debutó muy joven en el teatro, a la edad de 13 años, en la compañía de su madre, y en el cine con 15 dando vida a la protagonista titular de Mary Juana (1940), de Armando Vidal. El éxito llamó inmediatamente a la puerta de la jovencísima intérprete, que por aquél entonces se acreditaba Amparito Rivelles, y comenzó así una carrera fulgurante que la convirtió en una de las principales figuras del celuloide español de la década. Contratada en exclusiva por Cifesa, a la usanza hollywoodiense, productora que la erigiría pronto como su primera y más importante actriz, la Rivelles asistió a un encumbramiento artístico impensable dentro de la cinematografía española y sólo comparable al protagonizado por Imperio Argentina en la década anterior. Tenía 16 años y ya enlazaba protagonista tras protagonista en algunas de las obras más importantes de la productora: como el melodrama Alma de Dios (1941), de Ignacio F. Iquino, basada en una zarzuela original de Carlos Arniches; la adaptación de Enrique Jardiel Poncela Los ladrones somos gente honrada (1942), también de Iquino, que se erige ahora como uno de los mejores títulos de su realizador; o Malvaloca (1942), otra adaptación teatral, de los hermanos Álvarez Quintero, debida a Luis Marquina, con la Rivelles emparejada ya con el astro de la pantalla del momento, Alfredo Mayo.


Debido al encanto y la desenvoltura exhibidos por la joven intérprete, en pleno auge, dando vida en la gran pantalla a jovencitas cándidas y alegres, casi siempre virginales y frágiles, se ganó merecidamente una enorme popularidad en la España de la época, avalada por nuevos y destacados empeños protagónicos en películas que, vistas hoy, se desmarcan casi siempre del nivel medio de calidad exhibido por la plana mayor de la producción nacional, a lo que ayuda (y mucho) la labor de la intérprete, sin duda un torbellino interpretativo de la mejor ley, que lograba actuaciones sólidas y concisas. Sobre todo, en los melodramas algo folletinescos que la hicieron mito, como El clavo (1944), de Rafael Gil, donde sorprendía en la piel de una mujer autosuficiente de los hombres; o La fe (1947), también Gil, como una joven ansiosa por hacerse monja. Ambas películas suponen dos vehículos diseñados a la medida del talento de la estrella. Pero también pudo lucirse a base de bien en películas de corte histórico, como Eugenia de Montijo (1944), de José López Rubio, o La leona de Castilla (1951), de Juan de Orduña, como la vengativa viuda del revolucionario Juan de Padilla.

Fuenteovejuna (1947).

Ninguna de las actrices que frecuentaron los platós cinematográficos resisten la comparación hoy en día con Amparo Rivelles, actriz talentosa y desbordante donde las haya, principal reclamo a día de hoy para visionar también algunos títulos que protagonizó de mediana calidad, meros trabajos alimenticios en los que la actriz, no obstante, jamás decepcionaba, ofreciendo siempre, como mínimo, interpretaciones aplicadas: Un caballero famoso (1942), de José Buchs, el sugestivo thriller Angustia (1947), de José Antonio Nieves Conde, o La calle sin sol (1944), drama, de nuevo, a las órdenes de Rafael Gil, con argumento de Miguel Mihura. Como no podía ser de otra manera, casi siempre fue la actriz escogida para protagonizar las frecuentes adaptaciones de obras literarias de prestigio, cuya superioridad a nivel de calidad se debe sobre todo a la alta categoría de los textos adaptados: la divertida y fresca Eloísa está debajo de un almendro (1943), también de Gil, o Fuenteovejuna (1947), de Antonio Román, sobre el original de Lope de Vega, en su momento casi una superproducción que brindó uno de los mejores trabajos de la actriz para el cine, como constata el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la mejor actriz que ganó ese año, premio que también valoraba su interpretación en La fe.

La herida luminosa (1956).

Accedió a la década de los cincuenta asentada en una posición de constatado prestigio que siguió cimentando, protagonizando películas de igual signo que en la década anterior. Dio vida, por ejemplo, a Isabel la Católica en Alba de América (1951), de Juan de Orduña, que rodó en avanzado estado de embarazo, y participó en la atmosférica adaptación literaria de La herida luminosa, de José María Sagarra, dirigida por Tulio Demicheli en 1956. Sin embargo, su asiduidad a la platós decreció enormemente en esta década, lo que no menguó la popularidad adquirida, a pesar de acometer ya un cometido injustamente corto en la coral El batallón de las sombras (1957), de Manuel Mur Oti, y terminar la década frecuentando con asiduidad papeles que no la merecían, como en El amor que yo te dí (1960), de Demicheli, especie de mejunje entre el policíaco y el folletín decimonónico; o Un ángel tuvo la culpa (1960), de Luis Lucia, en un empeño menos lucido que los habituales. Pero para entonces, la estrella ya había viajado a México con motivo de una gira teatral e, inesperadamente, la actriz se instalaría en el país azteca y se establecería profesionalmente durante casi veinte años, conquistando allí también la cúspide tanto en el teatro como en la televisión, donde protagonizó durante prácticamente toda la década de los sesenta innumerables telenovelas. 

Imagen promocional de La madrastra (1974).

Pero la Rivelles también tuvo tiempo para el cine en su etapa mexicana, de la que se pueden destacar la comedia negra El esqueleto de la señora Morales (1959), de Rogelio A. González, o los folletines Cuando los hijos se van (1968), de Julián Soler, y Remolino de pasiones (1968), de Alejandro Galindo. Cuando regresó a España, lo hizo con la consideración ya casi de una heroína nacional para dejarnos a todos boquiabiertos al incorporar, con notable divismo, a una ex-prostituta en La madrastra (1974), de Roberto Gavaldón, papel que la alejó definitivamente en la memoria colectiva de la adorable imagen que la había hecho famosa en la posguerra y es que se atrevía incluso a mostrar sus pechos. El público español la reverenciaba ya casi como a una diosa en aquéllos convulsos años setenta y aclamó notablemente su participación protagonista en la serie Los gozos y las sombras (1982), que dejó constancia de la enorme altura artística de su mito y le hizo obtener un Fotogramas de Plata a la mejor actriz de televisión en 1983. En los ochenta, salvo rodar en México una adaptación de La casa de Bernarda Alba (1982), de Gustavo Alatriste, y enfrentar un papel secundario en Soldados de plomo (1983), de José Sacristán, se dedicó por completo a potenciar su carrera teatral, protagonizando montajes en el Teatro Alcázar de Madrid como “El hombre del atardecer” (1981), de Santiago Moncada, El caso de la mujer asesinadita (1984), de Mihura y Álvaro de la Iglesia, o Hay que deshacer la casa (1985), de Sebastián Junyent.

Hay que deshacer la casa (1986).

Es precisamente la adaptación de ésta última el motivo de la vuelta al cine en 1986 de Amparo Rivelles, de la mano de José Luis García Sánchez, en un trabajo bonito, lleno de frescura, donde la mítica intérprete se muestra sumamente natural y cercana, rebosando simpatía y complicidad en cada una de sus intervenciones, bordándolo tanto como lo había hecho sobre las tablas que la Academia de Cine no tuvo otra que elegirla como la mejor interpretación femenina protagonista en la primera edición de los Premios Goya, haciendo pasar a la historia a Amparo Rivelles también como la primera actriz en lograr un reconocimiento que, con el tiempo, alcanzaría no poco prestigio. Frecuentó poco el cine tras su Goya, pero aún le dio tiempo a volver a ser nominada, ahora ya en la categoría secundaria, por su siguiente empeño para la gran pantalla, acaecido tras otro breve paréntesis de tres años. Tuvo lugar gracias a su inmerecidamente corta participación en la estupenda Esquilache (1989), de Josefina Molina, en la que la Rivelles se quedaba grabada a fuego en la memoria del respetable con la única y sobrecogedora escena que protagonizaba, convertida en un singular duelo verbal con su oponente Fernando Fernán Gómez.

Esquilache (1989).

En los noventa, la televisión y las tablas fueron los exclusivos testigos del arte de tan inolvidable maestra de la interpretación. Para el cine, ya sólo volvería a acometer dos empeños más, el primero de ellos del todo equivocado, quizás el único verdaderamente olvidable de los ejecutados por la actriz en nuestro cine: secundar a la tonadillera Isabel Pantoja en su segundo protagonismo fílmico, El día que nací yo (1991), de Pedro Olea. El siguiente, mucho más recomendable, una breve intervención en la cinta medieval Mar de luna (1995), de Manuel Matji, cuyo reparto encabezaba una ya talludita Emma Penella, de la que se puede decir que había recogido el testigo de la Rivelles, como gran estrella de nuestro cine, allá por la década de los 50. Mar de luna lleva tiempo siendo el testamento cinematográfico de Amparo Rivelles, sobre todo desde que anunciara su retirada de la actuación hace ya unos años. Ahí perdimos la esperanza de volver a asistir a un nuevo come back tan sonado como el que se marcó en los años setenta. Ahí perdimos la esperanza de asistir a un nuevo recital interpretativo de una de las más excelentes actrices que ha dado este país. Ahora, cuando aún no nos hemos recompuesto de la noticia de su desaparición, nos alegramos de que sea posible revisar a fondo su envidiable filmografía para comprobar orgullosos que si el cine americano tuvo a Ingrid Bergman, el nuestro tuvo a Amparo Rivelles.

viernes, 8 de noviembre de 2013

De este lado del verano tenemos un bodrio, del otro mejor no hablar.


Tras un primer paso en la dirección de largometrajes tan fallido y poco consistente como fue Tú eliges (2009), se esperaba que en su segunda intentona Antonia San Juan hubiera aprendido algo del error y Del lado del verano supusiera, de algún modo, una evolución en su faceta de realizadora. Nada más lejos de la realidad. Al menos en la primera, la San Juan supo brindarle un merecido lucimiento a una actriz altamente desaprovechada por nuestra industria, Neus Asensi, que salvaba como podía (o como la dejaban) la parte que le tocaba de la función. En Del lado del verano, ni eso. Porque este pretendido reflejo de la idiosincrasia y del espíritu vital inherente a los habitantes de las islas, se nos antoja más un chapucero cóctel de elementos trágicos y dramáticos que, por acumulación, se torna pronto en una caricatura de los mismos, erigida por su propia creadora casi más como un juguete de su personal vanagloria, que en un homenaje a sus paisanos, que poco orgullosos deberían sentirse de serlo tras ver Del lado del verano.


Drogas, alcoholismo, cáncer, homosexualidad, SIDA, homofobia, machismo, esquizofrenia, infidelidad y tantos otros elementos catalizadores de mil y un dramas se entremezclan en la trama de esta película, que pone sus miras en las relaciones disfuncionales de una familia de clase media canaria, donde cada uno de sus miembros posee una tara social concreta. La verosimilitud brilla por su ausencia no sólo por tremendo planteamiento, sino también por la forma exagerada e impúdica con la que tales deficiencias se pasean incólumes por la pantalla. De este modo, el más que rebuscado drama surge en la cinta de San Juan de manera extravagante y del todo inconexa, pues no hay atisbo alguno por parte del texto por justificar mínimamente, con algo cercano a la sensibilidad o a la lógica, tremendo mejunje de tragedias personales, más influida la directora por la estrambótica y exacerbada concepción del melodrama del peor Pedro Almodóvar, que por la armonía y la calidez tonal de los clásicos de Douglas Sirk. O, en otras palabras, la célebre telenovela venezolana Topacio (1984) resulta el colmo de la originalidad melodramática y la mesura narrativa, comparada con este segundo largometraje de Antonia San Juan.


El ridículo alcance y resultado de la parte trágica se ve reforzado por la comicidad extravagante con la que la directora entremezcla todo el cotarro, basada en un cansino ejercicio de contrastes entre lo que se ve y lo que se oye, pues todo el fatídico humor que desprende Del lado del verano surge por la acumulación en los diálogos de un sin fin de tacos y barbaridades mil o, ya llegados casi al final, por la entusiasta intención de la directora y guionista por rizar el rizo de lo dramático, hundiéndose en la parodia y rozando lo escatológico. No hay, ni siquiera, un trabajo de puesta en escena que merezca tal denominación, pues toda la farsa se desarrolla a través de un lenguaje acartonado, funcional de puro aséptico, que bebe terrible y penosamente de parámetros televisivos, lo que denota que el fiasco producido por su ópera prima no debe ser achacable a la impericia de una debutante, sino a la, ahora sí, constatada incompetencia de Antonia San Juan para construir como es debido una obra cinematográfica. Quedando finalmente Del lado del verano como la gran favorita a obtener el título, de dudoso honor, de ser la peor película española del año.


Ni tan siquiera en la dirección de actores es capaz la habitualmente actriz de sacar algo que justifique el precio de la entrada. A Macarena Gómez le confiere altas dosis de lucimiento, pero al mismo tiempo la hace lidiar con unos parlamentos con molesto tufillo a libro de filosofía barata, algo que, unido al artificioso acento canario y al falso afectamiento que luce en todo momento, terminan poniendo en evidencia la poca credibilidad de la actriz en un registro que se aleje de los roles alocados que la han hecho famosa. Eduardo Casanova está forzado y antinatural, terrible de puro desentonado, por lo ampuloso de cada una de sus apariciones. Luis Miguel Seguí jamás intenta sacar a su personaje del plano bidimensional, consiguiendo con su caricatura de ese tartamudo que echemos verdaderamente en falta el cine de Mariano Ozores. El abanico de actrices secundarias actúan cada una de ellas en registros bien distintos, redundando así en la insostenible disparidad del conjunto y, muchas de ellas, mereciendo la cárcel por sus nada trabajados personajes, incorporados desde un espontaneísmo sucio y chabacano. Sólo Secun de la Rosa puede salvarse de la quema, aunque más por simpatías subjetivas de este servidor que por llevar a cabo un trabajo verdaderamente digno. Para terminar, como no podía ser de otro modo, la directora se reserva para sí misma las más cuantiosas dosis de lucimiento, de su verborreica y deslenguada vis cómica por un lado, y, el colmo del despropósito, de su histriónico y crispado registro trágico, tan inservible como todo lo demás para conferir emoción a una película incongruente y desatinada. Solo para incondicionales (que ya es mucho).


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Ninguno.

Ópera prima mal planteada y menos conseguida.


Con una secuencia de apertura del todo desequilibrada en su concepción y montaje, también en sus resultados, se abre esta ópera prima del catalán Joan Cutrina, experimentado productor de, principalmente, documentales, que inicia su andadura en el cine de ficción proponiendo un relato basado en una historia real y utilizando los estilemas característicos del cine policiaco, para contarnos la historia de tres amigos, antaño miembros de una misma banda criminal de barrio, que tras ochos años han tomado caminos diferentes: uno acaba de salir de prisión tras todo ese tiempo y quiere rehacer su vida sin meterse en líos, el segundo es el capo de una banda de criminales que colabora con la policía local  y el último se ha hecho policía y trabaja para el departamento de crimen organizado. La idea de explorar el cambio en las relaciones de tres personajes tan antitéticos, pero de pasado compartido, no deja de resultar interesante, como lo es también (por muy manido que esté) el clásico argumento de hombre salido de prisión que busca empezar de cero, aunque siente la tentación de volver a las andadas pululando a su alrededor. Alpha habría ganado muchos puntos si su director y guionista (Antoni Solé) hubieran apostado porque su película profundizara y desarrollara ambos conflictos. Probablemente, no hablaríamos ahora de una ópera prima malograda. Porque en un evidente caso de error de perspectiva, los responsables de Alpha confieren toda la importancia a las tramas criminal y policial, en detrimento de las, digamos, más sociales, tratando de construir un thriller de carácter urbano al que se le notan demasiado las costuras. Por no hablar de los patrones.


Con un estilo visual claramente inspirado en el Heat (1995), de Michael Mann, poco más brinda esta cinta al género que no hayamos visto antes (y mejor) y cuyo principal problema radica en el texto que la sustenta. Clichés (en el dibujo de los personajes, en la sucesión de acontecimientos, en la naturaleza del contexto en el que todo sucede) y situaciones cuyo desarrollo y resolución responden a esquematismos completamente estereotipados se dan la mano en la trama criminal, mientras la inverosimilitud campa a sus anchas por la policial (con líneas de diálogo y réplicas que producen sonrojo por su infantilismo, como si las hubieran escrito niños de primaria jugando a "policías y ladrones"), logrando que toda la puesta en escena orquestada por Cutrina haga aguas y que, incluso, los insertos de la escueta y anecdótica trama social carezcan del empaque emotivo que necesitaban. Esto y unos giros argumentales de manual, que no ofrecen al espectador más que la sempiterna cantinela en su cabeza de "lo veía venir", dan al traste con la función de manera fatídica casi a mitad del metraje, por lo que llegados al impactante y bien rodado "palo" final, con fuego cruzado incluido, a uno le da por pensar en el mal encauzado potencial de su director, digno de empresas mejor hilvanadas que esta.


Este tenso tiroteo cerca del final resulta, no obstante, una gran sorpresa, cuando a lo largo de toda la película Cutrina había evidenciado una falta considerable de tino precisamente en la creación del clima y la atmósfera internas, primero por la cansina utilización de una selección de temas musicales para nada idóneos en lo que a acompañar las imágenes se refiere, que si no aportan un exceso de ruido verdaderamente incómodo, restan alcance tonal a las imágenes, llevando al espectador a sentir la emoción contraria a la deseada. Segundo, por una indefinición alarmante en su concepción visual, donde se conjuga una planificación sobria y con clase, exquisita unas veces, con otra nerviosa e histérica, que aturde y pierde la atención del espectador, mezclados por algunos desmayos, como ralentís metidos con calzador que, aparte de remitirnos a los visibles referentes cinematográficos de los que bebe la película, solo logran producirnos una tensa molestia ante la constatación de la ambiciosa pretensión del director. 


En el campo interpretativo, todo el elenco se ve doblemente limitado: por un material de base tan poco sustancioso y por una planificación más pendiente de hacer constar el dominio y el oficio del director detrás de la cámara, que en permitir que se cuele por la pantalla algo de auténtica verdad. Porque, eso sí, aunque todo parezca jugar en su contra, los actores se muestran voluntaristas y, cual niños, se creen a pies juntillas sus superficiales personajes. Miquel Fernández resulta ser el más desaprovechado de todos, al conferirle la historia tan pocas opciones de lucimiento. Sobrio y sereno, el actor pone en evidencia las ignoradas posibilidades que poseía su trama. Juan Carlos Vellido compone con estoicismo y solemnidad su personaje, levantándolo del lugar común y confiriéndole una grata empatía. El trabajo de un esforzado Álex Barahona llega a ser el más llamativo de los tres, pero más por la obcecada intención del intérprete para, primero, convencer en un registro dramático a pesar de su físico y, segundo, dotar de verosimilitud a su parte del pastel, esto último totalmente en vano. Las cortas intervenciones de unas emotivas Irene Montalà y Xenia Tostado no caldean una función en la que, para colmo de despropósitos, Adolfo Fernández desperdicia una magnífica oportunidad para componer un malo de altura, acometiendo su trabajo desde una televisiva complacencia. Eso sí, ver al cocinero Sergi Arola en su improbable intervención no tiene desperdicio.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Actor Secundario: Juan Carlos Vellido.
- Mejor Actor Revelación: Álex Barahona.
- Mejor Sonido: Jaume Meléndez y Benjamin Mahoney (efectos).

Éramos pocos y parió la abuela: siete estrenos españoles para el finde.

¡¡¡Ya es viernes!!! Y hoy, segundo fin de semana de noviembre, toca llevarse las manos a la cabeza ante el aluvión de estrenos que tenemos por delante. Nada menos que siete películas de nacionalidad española (sí, sí, habéis leído bien) desembarcan en la cartelera dispuestas a emprender la siempre incierta (tratándose de cine hecho aquí) carrera comercial. Algunos de ellos pisarán las salas por tiempo limitado (ya se ha dicho) y con un número muy inferior de copias, con lo que tendremos que aprovechar los futuros siete días para ir al cine y no perderse ni una. Pero, antes de proceder al despiece de las novedades, una reflexión: ¿por qué si la media de estrenos españoles por semana viene siendo de dos películas, de pronto nos lanzan siete un solo viernes? Realmente, no hay cuota de mercado disponible para tantos títulos y más (lamento decirlo) siendo españoles. Hay que ser realistas: coincidir con un macropublicitado estreno como el de Séptimo es tirarse de cabeza al vacío y sin red.

La peli del finde.



El único de todos los títulos que llegan hoy que puede rascar algo del pastel podría ser Stockholm, segunda película (primera en solitario) de Rodrigo Sorogoyen, que después de un tour festivalero de lo más variado y prestigioso (Málaga, Toronto, Londres, Bruselas, Valladolid), llega avalada por ser una de las ganadoras del pasado Festival de Málaga, con 3 premios (y de los gordos: dirección, actriz y guión novel). Está claro que Stockholm podría encontrar su público de manera fácil, a pesar de que su distribuidora, Yedra, la lanza en sólo 15 salas, y es que parece destinada a ocupar un lugar privilegiado, casi de película de culto, para una determinada generación de espectadores, románticos, desencantados y desorientados treintañeros principalmente. Con un presupuesto mínimo, supone la primera aventura en la producción de Caballo Films y es una de las primeras y más representativas películas de la alternativa de moda a las subvenciones oficiales, llamada crowdfunding


Calificada en su recorrido festivalero como una pequeña gran joya, Stockholm ha, literalmente, encandilado a la crítica especializada, que no solo ha alabado el trabajo de Sorogoyen y la obra en sí, sino que además se reservan muy buenos comentarios para el trabajo de su pareja protagonista: Javier Pereira y la ganadora de la Biznaga de Plata en Málaga, Aura Garrido. Andrea G. Bermejo escribe en Cinemanía: "pequeña película con sorpresa y una gran Aura Garrido"; Mirito Torreiro dice en Fotogramas: "una dirección de actores que para sí querrían directores mucho más curtidos, que hace que Garrido, sobre todo, pero también Pereira se luzcan a modo. Y (...) una espléndida elegancia en la construcción del espacio, en los movimientos de cámara, que permiten avizorar, ojalá, a un director"; en El Mundo, podemos leer, en la crónica de Luis Martínez del mencionado festival: "puntúa el riesgo, la crudeza y el esmerado trabajo de Aura Garrido (...) sencillamente inmensa. Por dolida".


'Cause this is thriller, thriller night!!!


Director que debutara hace unos años con el compacto thriller 25 kilates (2009), un título a rescatar urgentemente del olvido, Patxi Amezcua regresa al género para su segunda película, aunque esta vez se aleja del policíaco y aborda el lado psicológico de una trama ciertamente inquietante: un padre y sus dos hijos juegan a ver quién llega primero a la calle desde un séptimo piso: si el padre en el ascensor o los niños por las escaleras. Cuando el padre llega a la planta baja, resulta que los niños no aparecen, no hay ni rastro de ellos. A partir de ahí, comienza la búsqueda frenética de un padre y una madre por encontrar a sus hijos. ¿Dónde están? ¿Qué les ha ocurrido? ¿Por qué a ellos? Telecinco Cinema ha puesto toda la carne en el asador y espera lograr con esta cinta su hit taquillero del año, que Fox sitúa en 301 cines. La mastodóntica campaña de promoción no debería errar, como no lo hizo en Argentina, país co-productor, donde la película recaudó algo más de cinco millones y medio de dólares (algo más de 33 millones en pesos). Sin embargo, a pesar del protagonismo de una pareja de actores con no poco prestigio y tirón en taquilla, como son Ricardo Darín y Belén Rueda, las no tan entusiastas críticas podrían causarle un flaco favor.


En La Gaceta, diario de Argentina, señalaban (con algún que otro spoiler incluido, lo menciono para que no leáis toda la crítica): "la media hora inicial de Séptimo es estimulante porque el thriller se construye con las piezas adecuadas (...) Y de pronto, en el punto clave, la película frena en seco. El guión del navarro Amezcua y de Alejo Flah, deja de bordear los lugares comunes para caer en ellos". Mientras, en el Diario Clarín, le otorgaban la mayoría del mérito conseguido por la película al trabajo de su estrella masculina: "la tensión y la intriga se mantienen hasta ese click en el que uno sabe más que el otro. Allí donde el realizador Patxi Amezcua se la juega (...). Pero más importante aún, es de los que sin Darín resultarían algo insustanciales". En nuestro país, Noel Ceballos, en Fotogramas, ha sido algo más complaciente: "el director Patxi Amezcua ejecuta una serie de sutiles variaciones sobre una escenografía mínima, logrando fundir la arquitectura del edifcio con la progresiva angustia de un Darín aplicado a lo que, en esencia, es su one-man show".


El habitual productor Joan Cutrina debuta en la dirección de largometrajes de ficción con este thriller policíaco para contarnos la historia, basada en hechos reales, de tres amigos que se ven obligados a separarse tras un atraco frustrado. Ocho años más tarde, la vida los vuelve a unir por azar a pesar de haber tomado caminos muy distintos. Eric sale de prisión tras ocho años de encierro durante los que ha perdido lo que más quería; Toni ha decidido dejar de vivir al margen de la ley y se ha convertido en policía; por último, Tom es el capo de una banda de criminales que actúa con la complicidad de la policía de la ciudad. Su distribuidora, Splendor Films, la saca con 30 copias (todas en soportes digitales), lo que no está mal siendo una cinta de un muy ajustado presupuesto.


Contiene, a priori, elementos que pueden gustar al público de las multisalas, sin embargo, su carácter de independiente puede echar por tierra sus aspiraciones comerciales. Eso y una recepción crítica más bien fría, como constata la firmada por Toni Vall en Cinemanía, sobre la que concluye: "bien rodada aunque diezmada por ramalazos de convencionalidad". Mientras, en la web Cine Maldito, la defienden a ultranza: "una propuesta española, en definitiva, que va por libre y que arrastra tras de sí los ademanes de los mejores patrones plásticos que el thriller policiaco nos ha podido ofrecer". Nuestra opinión, no obstante, va más en consonancia con la primera. A pesar de esto, la película juega la baza de presentar liderando el reparto a un trío de actores sin desperdicio: Miquel Fernández, Álex Barahona y Juan Carlos Vellido, que están secundados por Irene Montalà, Xenia Tostado y Adolfo Fernández.


De forma inesperada, conocíamos esta semana el estreno también este viernes de Frontera, primer largo de ficción de Manuel Pérez Cáceres, que viene a ser la primera producción española producida e interpretada por un grupo de presos reales en colaboración con profesionales del cine. Impulsada por la productora Corneluis Films y transFORMAS, entidad dedicada a la formación y creación artística en contextos de exclusión social y resolución de conflictos, Frontera es la conclusión de un proceso de investigación y creación en torno al concepto de “frontera” que la Asociación Transformas ha estado desarrollando desde 2009 bajo el título ‘Yo_frontera_territorio’ y se engloba dentro del proyecto integral teatroDENTRO. Su sinopsis no puede ser más sugerente: un grupo de teatro ensaya una versión de "12 hombres sin piedad" cuando los interrumpe una alarma. Nos encontramos dentro de la prisión de Quatre Camins de Barcelona y la señal indica el aislamiento de los módulos. El grupo, integrado por seis presos y ocho personas del exterior, permanecerá aislado por una epidemia de origen desconocido. La falta de información y el temor a un posible contagio pondrá a prueba su fortaleza y cambiará para siempre sus vidas.



Presente en la Sección Zonazine del pasado Festival de Málaga, de donde salió ganando una Biznaga de Plata al mejor actor para el preso en la vida real, actor no profesional, Christian Dolz, Frontera aterriza en las salas con sólo 13 copias para todo el ámbito nacional y dejó a los expertos sensaciones encontradas a su paso por el certamen andaluz. En Cine Maldito advierten que: "la cinta capta nuestro interés rápido y nos mantiene intrigados casi todo el tiempo, pero llegado el tramo final es inevitable preguntarse hacia dónde quiere ir realmente su director", mientras en Cinema Bites nos ofrecen algo de esperanza: "la cinta en cambio creo que tiene problemas de estructura (...). Poderosas interpretaciones, un mensaje que subyace actual y en cierto sentido polémico son las cualidades de esta película".

La "divina" comedia.


Compañera de la anterior en la citada sección paralela del Festival de Málaga, Esto no es una cita juega la baza de apostar por uno de los géneros predilectos del gran público, la comedia romántica, y está narrada de manera convencional, lo que explica que también fuera una de las grandes vencedoras de aquél palmarés, con dos premios: el del público y el relativo a la mejor actriz. Segundo largometraje del director, tras una abultada trayectoria en la ficción televisiva, medio en el que ha seguido trabajando tras el fiasco de su ópera prima Proyecto Dos (2008), Guillermo Fernández Groizard posee un caballo ganador con esta historia sencilla en la que Roberto y Paula, compañeros de oficina, comienzan una relación, llena de altibajos, para olvidar a sus respectivos ex. Las risas parecen estar aseguradas, aunque su distribuidora, Pirámide, no haya querido (o podido) arriesgar demasiado, sacando a la luz sólo 11 copias (todas digitales).


Todo parece apuntar a que su paso por la cartelera será fugaz, algo que va en consonancia (por desgracia) con la naturaleza de una cinta como ésta, de bajo presupuesto y sin pretensiones, que entusiasmó a la crítica a su paso por el Festival de Málaga. "Divertidísima comedia romántica de acertadísimo reparto, diálogos picantes, divertidos, irónicos", leemos en Cinema Bites, mientras en Making Of ofrecen incluso prometedoras esperanzas hacia su pareja protagonista: "Esto no es una cita es una comedia ágil cuyo ingrediente principal es el diálogo y el elenco que hacen posible esta película. Virginia y Darío forman un dúo espectacular, cómico, distendido, ligero, perfecto". No por otra razón, tanto Virginia Rodríguez (premio a la mejor actriz en Málaga) como Darío Frías (premio al mejor actor en el Festival de Alicante) figuran desde hace meses en todas las quinielas a los próximos Premios Goya en las categorías revelación. Junto a ellos, los más conocidos Fernando Cayo, Alexandra Jiménez y María Garralón, máximos representantes de la obligada galería de divertidos personajes secundarios que deben poblar las películas pertenecientes al género. 


A través de su propia productora, la más conocida por su trabajo como actriz, Antonia San Juan regresa a la pantalla grande no solo ante las cámaras, sino también reincidiendo en su faceta de guionista y realizadora, tras la decepcionante experiencia que supuso su debut como directora, Tú eliges (2009). Para la ocasión, la San Juan vuelve a localizar su película en las Islas Canarias, para construir un retrato de la peculiar forma de ser de los isleños a través de la historia de una familia, cuya vida rutinaria se ve alterada cuando el padre fallece. Drama y tragedia se dan la mano con el particular sentido del humor de su creadora en esta película que llega por fin a las salas tras todo un año viajando alrededor del mundo por distintos festivales (Alicante, Barcelona, Londres, Sydney, San Francisco), de donde volvió con el Premio del Público en el Festival de Cine Gay y Lésbico de Barcelona, así como los relativos a la mejor película y a la mejor actriz en el Festival de Alicante.




Con papel casi protagonista para Macarena Gómez, secundada por el televisivo Luis Miguel Seguí (también productor del filme), Secun de la Rosa y el célebre (también por la pequeña pantalla) Eduardo Casanova (junto a un ramillete de actrices desconocidas por el gran público), Del lado del verano es, ¡qué duda cabe!, un nuevo ejercicio de exhibicionismo por parte de la San Juan, que se reserva para ella altas dosis de lucimiento. Ensalzada por un público que le es fiel, la crítica probablemente la condene, a tenor de lo avanzado ya en las páginas de Cinemanía: "habrá a quien le parezca un detalle baladí, pero para hacer una buena película no basta con tener algo que contar. Se precisa de un guión, un mínimo de competencia en la puesta en escena, actores dignos y diálogos conseguidos. Nada de esto se da cita en Del lado del verano". Varapalo crítico el que se avecina también dada la opinión recogida por la película en el extranjero, concretamente en la web australiana SBS, donde titulan "un melodrama que vale la pena perderse".

Finde 'Metacine'.


Ninguneada en el pasado Festival de Málaga (es la cuarta película salida de dicho certamen que llega a las salas hoy, lo cual implica una buena noticia), donde compitió en la sección paralela Zonazine sin obtener recompensa alguna por parte del Jurado, este filme mezcla elementos de historia, narrativa y películas caseras para contar la insólita historia de Maxime Stransky, actor, revolucionario, falsificador, productor en Hollywood y colaborador cercano de Josef Stalin. Es, en definitiva, la odisea personal de alguien que se atrevió a soñar y fue devorado por sus sueños: amigo de Sergei Eisenstein, Stransky fue actor en el Moscú de los 20, y eventualmente se convirtió en un personaje digno de leyenda: espía, participe en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, ejecutor de la operación Borodino – durante la cual obtuvo los planos de la bomba atómica –, tuvo dos familias (una rusa y otra estadounidense) y vivió muchas otras anécdotas. Maxime presta su voz a las aventuras narradas y se deja ver como un héroe imperfecto, uno de los personajes más extraordinarios del siglo XX de quien casi nadie, hasta ahora, había tenido noticias más allá del telón de hierro. La película es un relato de ficción maquillado de documental y está producido por la productora valenciana independiente Los Sueños de la Hormiga Roja. Sólo 6 copias se ponen en circulación para salas.


Con un reparto en el que no figura ningún intérprete conocido por el gran público (Jordi Collado, Marisa Ibañez, Anthony Senen, Valentí Piñot, Joan Raga y Victoria Cuevas), posee un interminable palmarés que cuenta con premios en festivales tan diversos como el de Nevada, el de Honolulu, el Sunscreen Film Festival o el de México, y supone el regreso a la dirección del director Valentí Figueres, padre del documental sobre la Guerra Civil Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera (2009), que tan buenas críticas recogió en su día. Las de la presente tampoco han sido nada desdeñables, lo que nos invita a intuir que se trate de un filme absolutamente de culto, que no habría que dejar pasar si se posee verdadera curiosidad cinematográfica. Así, en Cinemanía, Carlos Marañón describe la película como "un acierto en lo experimental, una traba en lo recreativo (...). Juguete de metacine para degustar con vodka soviético". Por su parte, en Cine Maldito, opinan que estamos ante "una cinta estimable e interesante, nacida sin vocación comercial pero sí con una evidente pasión por su material de estudio, pasión que Figueres logra transmitir al espectador en sus mejores momentos".

Hasta aquí este superficial repaso a los estrenos de este fin de semana cargadito, como nunca antes, de gran cantidad de títulos, muchos de ellos condenados a una existencia invisible en las marquesinas. Ojalá me equivoque (por lo menos con algunos que otros).

¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!!

jueves, 7 de noviembre de 2013

¡¡Cuidado, spoiler: "Al final todos mueren"!!


El fin del mundo como tema que dé origen a una película no es algo, a estas alturas, nada original. Lo original en el planteamiento de Al final todos mueren es que esta idea de base sirve de pretexto para edificar cuatro historias (cinco si contamos el prólogo y el epílogo) sobre algo nada manido en el cine con tremenda temática: cómo seres del todo anónimos, gente como ustedes o como yo, se enfrentan a sus consabidas últimas horas de vida, a la más que evidente extinción de la raza humana. Desde aquí, la propuesta colectiva de Al final todos mueren se erige en un atractivo mosaico de sensaciones, dependientes cada una de los distintos puntos de vista de sus creadores y, claro está, de los tonos y géneros empleados por cada uno de ellos para contarnos su particular "historia anónima del fin del mundo". Como podrán suponer todos aquellos iniciados, la cohesión entre los diferentes episodios es mínima, a nivel ya no sólo narrativo (salvo algún que otro nexo o punto de unión que no desvelaremos aquí), sino también de puesta en escena y alcance final.


¿Supone esto acaso un obstáculo insalvable para el disfrute del espectador de Al final todos mueren? Desde luego que no, pero la disparidad de resultados entre los cuatro episodios (cinco, si me apuráis) hace palidecer la percepción del conjunto como obra total, que, como toda cinta formada por sketches o cortometrajes independientes, se resiente de los altibajos de ritmo y forma a la que la someten sus cuatro (o cinco) manos creadoras y responsables. Es obligado referirse, por tanto, a cada uno de ellos por separado, debido a la ausencia de uniformidad. El habitualmente actor Javier Botet firma el primero de ellos, proponiéndonos un oscuro y tremendista cuento de terror sobre un asesino dispuesto a terminar su obra (asesinar a 100 chicas) antes de que el inoportuno meteorito impacte contra La Tierra. Logra, con muy pocos elementos, generar tensión e intriga en el respetable, aunque le cueste arrancar precisamente por el equivocado uso de un narrador en off que confiere al episodio un tono casi lírico que juega en contra de la creación de ese clima insano. Al final, se produce el milagro y las imágenes logran infundar algo parecido al miedo, pero el director opta por cerrar la historia en su punto álgido, llevando su corto de lo efectivo a lo efectista.


Con el mal rollo en el cuerpo da comienzo el segundo episodio, dirigido por Roberto Pérez Toledo, que en un tono agridulce nos cuenta cómo una serie de jóvenes, en un espacio reducido, aprovechan los últimos días de vida que les quedan para encontrar el amor (y algo más que eso). Sin llegar a ser nunca una comedia romántica al uso, esta pieza desborda ternura y tristeza a partes iguales, soliviantadas ambas por un finísimo humor y un tenue romanticismo, que invitan ambos a congratularse ante su visionado. Y, aunque se halla en exceso dialogado, es éste el episodio quizás más sensible (que no sensiblero) de todos, gracias a la cariñosa mirada con la que su director filma a sus criaturas, capaz de escrutar desde una óptica no exenta de mimo los interiores atormentados y dolorosos de sus personajes, algo que ya evidenciaba (y muy bien) en la mágica joya que fue su ópera prima en el largometraje: Seis puntos sobre Emma (2011). El resultado final no llega a brillar a la altura deseada, sobre todo, por la desigualdad en la dirección de actores, de entre los que es obligado mencionar la credibilidad y entereza aportadas por Andrea Duro, el encanto exhibido por Laura Díaz y la fragilidad expuesta por Alejandro Albarracín.


El thriller es el género escogido por Pablo Vara para el tercer episodio, donde durante una reunión de unos amigos aparece una joven desconocida herida de muerte, portando cinco salvoconductos para la supervivencia ante el cada vez más próximo meteorito. El dilema moral entre si deshacerse o no de la desconocida hubiera sido un excelente punto de partida para un conflicto cargado de no poca tensión e incertidumbre, pero Vara no aprovecha esta vertiente y tira por otro lado, lo que dota a su capítulo de una incómoda monotonía e indefinición en su inicio, a lo que ayudan los desafortunados golpes de efecto de la banda sonora y la desentonada interpretación de su elenco, del que es justo salvar a Manuela Vellés, que mantiene al personaje en sintonía siempre con los giros argumentales que pueblan la trama, que se viene arriba casi al final y gana la adhesión del respetable por su manifiesta toma de partida por la vía salvaje y menos complaciente.


Para terminar, es de alabar el que toda la función se cierre con el capítulo firmado por David Galán Galindo, divertidísima y tronchante pieza sobre un freak que decide pasar sus últimas horas de vida rodeado de sus amados cómics en la tienda de su propiedad y en la que se ha colado una joven embarazada a punto de dar a luz. Diálogos inteligentes y referenciales se dan la mano en este particular duelo cargado de no poca ironía y hasta de un componente algo naif, que por su disparatado desarrollo da en la diana del respetable. Eso y las brillantes composiciones de sus dos protagonistas: una socarrona Elisa Mouliaá y un adorable, literalmente espléndido Ismael Fritschi, incorporando uno de los mejores personajes de comedia surgidos en el Cine Español reciente, merecedor (desde ya) de una película para él solo. Al final, el humor y el optimismo terminan siendo la mejor arma ante el anunciado fin del mundo, como también demuestran las breves pero magníficas piezas de apertura y cierre firmadas por Javier Fesser, cargadas del mejor de los absurdos. Lejos de toda duda, Al final todos mueren termina por dejarnos un agradable sabor en la boca y un confortable recuerdo en la memoria, auspiciado por las virtudes de cada una de sus historias (unas más que otras, claro está) que por unos defectos aislados que, por lo menos, hablan de un esperanzador talento en la nueva hornada de directores que nos está por llegar.



Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Actor Revelación: Ismael Fritschi.
- Mejor Actriz Revelación: Elisa Mouliaá.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

"Zipi y Zape y el club de la canica" protagoniza el mejor mantenimiento en la taquilla este finde.

Parece que el disponer de un día más de fiesta ha animado a la gente a ir al cine el pasado fin de semana. Qué pena que este próximo, el día festivo, propiamente dicho, caiga en sábado. El caso es que, con respecto a la semana anterior, la taquilla española ha registrado un aumento de, nada menos, que del 33,8%, algo que no está nada mal teniendo en cuenta las conclusiones publicadas esta semana por un estudio de participación y acceso a la cultura, indicador publicado por la Comisión Europea (CE) basado en datos de asistencia a espectáculos culturales, lectura o el visionado de programas de televisión, según el cual el 42 % de los españoles reconoce que no ha ido al cine en el último año por falta de recursos económicos. Vale, sí, mucha de la asistencia a las salas este pasado fin de semana se la ha llevado el mastodóntico estreno de la americana Thor: el mundo oscuro, de Alan Taylor (casi dos millones y medio de € recaudados), mientras nuestras producciones logran sobrevivir, algunas de manera incluso sorprendente.


Como Zipi y Zape, el club de la canica, de Oskar Santos, que tras cinco semanas en cartel, perdiendo espectadores de forma escalonada a lo largo de las semanas posteriores a su estreno, ha logrado aumentar en un 0,1% sus ingresos en taquilla este fin de semana. Ocupa la séptima posición en el ránking de las más vistas: el que no se consuela es porque no quiere. Suma, por tanto, otros 492,838€ entre los 308 cines que aún la proyectan, llegando a un acumulado de 4.298.804€, lo que la convierte en una de las cintas españolas más taquilleras del año, tal y como esperaban sus responsables desde Atresmedia Cine. Todo ello gracias al carácter marcadamente familiar de un producto que, no obstante, no convenció a la crítica.


Presente en 132 salas, el estreno del finde, Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, no ha logrado auparse al Top10 de las películas más vistas del fin de semana, quedándose en el puesto número 11, con una recaudación inferior a la esperada (y deseada) de tan solo 271.085€. El excelente boca-oreja de la película y las buenas críticas recibidas podrían jugar a su favor, en lo que a un buen mantenimiento en la taquilla se refiere.


Si con Zipi y Zape ha dado resultado, la enorme campaña promocional de Atresmedia Cine con Grand Piano, de Eugenio Mira, parece no estar dando sus frutos. En su segundo fin de semana en cartel, la película desaparece del Top10 y cae del 9 al 13, recaudando sólo 159.326€, un 29,5% menos que en la semana de su estreno. Suma una recaudación total de 459,028€, una cifra raquítica dadas las pretensiones comerciales de la película y que nos hacen pensar que la mayoría de malas críticas cosechadas están surtiendo efecto.


Con presencia todavía en 196 salas, después de seis semanas de carrera comercial, sigue sumando espectadores Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia. Este fin de semana, en concreto, recauda 133,606€ más, un 43,8% menos con respecto a la semana anterior, cayendo del puesto número 8 al 15 de las más vistas, pero lleva ya un acumulado de 4.608.004€, lo que la convierte en una de las cintas más taquilleras del año en el Cine Español.


Una semana más, siete, lleva en los cines la animada Justin y la espada del valor, de Manuel Sicilia, que pierde sólo un 21,7% de lo recaudado el finde anterior, con 44.703€ más que sumar a una recaudación total que supera holgadamente los dos millones de euros: 2.260.125€. No está nada mal para una producción cuyo target de público estaba tan limitado. Permanece en la posición número 20 del ránking, bajando desde la 16.


En el puesto número 23, cayendo desde el 19, se encuentra Tots volem el millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella), de Mar Coll, que este segundo fin de semana de exhibición pierde un 36,9% de lo recaudado la semana pasada, 20.927€, logrando un promedio por cine de 721€. En total, suma 67.631€. Una lástima que una de las mejores películas del año apenas sea accesible al gran público.


Tampoco el despliegue interpretativo del protagonista de Todas las mujeres, de Mariano Barroso, parece haber llamado mucho la atención de los espectadores. Con sólo 17 cines proyectándola en toda España, la película suma en su tercer fin de semana otros 17.545€, un 42,9% menos que la semana anterior. Eso sí, logra una de las mejores recaudaciones por copia de la tabla (1.032€) y se mantiene firme en el puesto 25, con un acumulado de 136.376€.


El momento de La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo, parece haber pasado, después de 8 semanas de su estreno. Se desploma del puesto número 20 al 27, recaudando sólo 13.764€, un 56,9% menos respecto al fin de semana pasado. Pierde presencia en 68 pantallas, manteniéndose en cartel sólo en 32 cines, recaudando tan solo 430€ por complejo. Eso sí, lleva ya un acumulado de 2.974.225€, lo que hace indicar que podría cerrar su carrera comercial superando los 3 millones.


Es una pena que otra de las grandes películas del año, Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, haya tenido una respuesta comercial tan fría. Tras cuatro semanas de su estreno, sólo se mantiene en cartel en 10 cines de toda España, logrando entre todos una recaudación de 4.893€, un 33,3% menos que la semana pasada. Lleva recaudados 139.831€, escaso taquillaje para una película imprescindible.


Casi tanto como La herida, de Fernando Franco, que lleva cinco semanas de recorrido comercial con fatídicos resultados, dada la enorme calidad de la película. 108.878€ de recaudación total ha logrado tras sumar este fin de semana 3.496€ más, eso sí, sólo entre los 3 cines que aún la proyectan.


El otro estreno del finde, la cinta colectiva Al final todos mueren, se ha colado en el puesto número 52 del ránking, con sólo 1.131€ recaudados entre los ocho cines que la programan. Cifra que, probablemente, no aumentará mucho más, dada su anunciada retirada de las marquesinas con la llegada de los nuevos estrenos el próximo viernes.


El éxito del cine catalán del año, una de las películas más vistas en internet de forma legal, Barcelona, nit d'estiu, del debutante Dani de la Orden, se queda en el puesto 54 de las más vistas, recaudando 760€ entre los dos cines que aún la proyectan, logrando un acumulado de 176.037€ tras 9 semanas de exhibición.

Fuente: Box Office Mojo