Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Menudo jolgorio: se estrena "3 bodas de más" en pleno puente.

¡¡¡Ya es puente!!! Y como cada vez que se produce una festividad, los estrenos de la semana se adelantan del viernes al jueves, sin lugar a dudas, para aprovechar el tirón comercial que supone, para las recién llegadas a la cartelera, el disfrutar de un día más de exhibición durante el largo fin de semana. El Cine Español lanza a la palestra una de las comedias más esperadas de los últimos meses, además de una cinta de animación, que se anticipa a la próxima temporada navideña y, aprovechando que los niños no tendrán cole, tratará de hacer caja entre el aluvión de estrenos internacionales que se dejan caer por las marquesinas también hoy.

La peli del finde.


Director experto como ningún otro del panorama actual en la comedia bizarra y gamberra, suyas son Spanish Movie (2009) y Promoción fantasma (2012), Javier Ruiz Caldera regresa al género para reírse desde dentro de esa vertiente edulcorada que siempre ha sido la comedia romántica. En 3 bodas de más asistiremos a la bochornosa odisea de Ruth, una joven investigadora de una universidad, que asiste a las sucesivas bodas de sus ex, de los que fueron sus "hombres de su vida", sin que ella consiga encontrar a su media naranja. Acompañada de su nuevo becario, Ruth volverá a encontrarse con sus ex, un alérgico al compromiso, un surfista pasado de rosca y un transexual convertido en pibón, en el día más importante de sus vidas. Un cóctel explosivo para Ruth, que tendrá que enfrentarse a su pasado y decidir con quién quiere compartir su futuro.

Protagonista de una macroentusiasta campaña promocional, no en vano el grupo Atresmedia se encuentra detrás del proyecto, 3 bodas de más ha levantado auténtico furor allá donde se ha proyectado, llegando a ser calificada por muchos como la mejor comedia española del año. Hoy, por fin, saldremos de dudas, mientras tanto, su protagonista, Inma Cuesta, ya figura en muchas quinielas para ser una de las cuatro finalistas al Goya a la mejor actriz del año. No está sola, la secundan un ramillete bastante atractivo de secundarios: Quim GutiérrezMartín RivasPaco LeónMaría BottoRossy de Palma (atención a ésta porque parece ser que promete), Berto RomeroLaura SánchezBárbara Santa Cruz y Joaquín Reyes, entre otros. Dando lustre al que podría ser uno de los últimos taquillazos de nuestra cinematografía del año y que ha obtenido nada menos que 20 candidaturas previas a los Goya.


La recepción crítica de la película no ha podido ser más unánimemente positiva. Ahí está lo que escribe Manuel Yánez Murillo en Fotogramas: "Javier Ruiz Caldera se consagra aquí como un orfebre de la rítmica y la comicidad: a cámara lenta, pasada de vueltas, en clave pop o en plan sensible, el film no deja ni un gag a medio cocinar"Andrea G. Bermejo en Cinemanía: "afortunado cruce entre Bridget Jones, Julia Roberts a la fuga y Hugh Grant sin luto"; Adrián González Viña en El Antepenúltimo Mohicano: "el desarrollo es previsible una vez los personajes están establecidos y no es muy difícil adivinar cómo va a terminar la peripecia sentimental, pero el camino está puntuado de sana mala leche, chistes en todo momento y una bienvenida autoconsciencia. Ahí radica la grandeza de la película, es su apuesta por hacer reír en todo momento y de muchas formas"; o Sergio de Benito en Cinema ad hoc: "3 bodas de más se contempla en todo momento con una agradable sonrisa y no resulta para nada inferior a los modelos en los que se inspira".

El peque se va de marcha.


Producción de bajo presupuesto de Extra Extremadura de Audiovisuales, dirigida por toda una autoridad en el género como Maite Ruiz de Austri, directora de larga tradición en la animación nacional, pues debutó co-dirigiendo junto a Carlos Varela y Juan Bautista Berasategi La leyenda del viento del norte (1992), de cuya secuela, El regreso del viento del norte (1993) se encargó ella misma, ya en solitario, ganando para sí el Goya relativo al mejor filme de animación. Otro Goya más en la misma categoría, por ¡Qué vecinos tan animales! (1998) y nuevas candidaturas por sus siguientes filmes, La leyenda del unicornio (2001), Animal Channel (2008) y El tesoro del rey Midas (2010), la avalan ante la llegada a las salas de esta, su séptima película, con 9 candidaturas previas a los Goya, siendo una finalista cantada en el apartado de animación. Su estreno justo antes del puente de diciembre significa todo un acierto de cara a sumar espectadores, aunque tenga una dura rival en Frozen, de Chris Buck y Jennifer Lee, el último estreno Disney acontecido precisamente el pasado viernes.


Según su directora, la película está pensada para niños, con edades comprendidas entre los 6 y 8 años, no para toda la familia. El filme es un proyecto de animación tradicional sobre los derechos humanos de los niños y cuenta como un grupo de científicos muy inteligentes, muy locos y muy sabios, buscan un instrumento que ayude a convertir la Tierra en un planeta pacífico, feliz y luminoso. Como tienen la seguridad de que tal instrumento existe en alguna parte, deciden que uno de ellos salga en su busca. El elegido es Lucius Dumb, un científico jovencito, tímido y bondadoso. En su camino Lucius conoce a El Profesor y El Comandante, un par de simpáticos extraterrestres que han tenido una avería en su nave y que necesitan una fuente de energía positiva muy potente para recargar sus baterías.

Que Dios nos coja confesados.


Con 11 candidaturas a los Goya, Tierra de María supone la vuelta a la dirección de Juan Manuel Cotelo, responsable del documental religioso La última cima (2010), un auténtico éxito sin precedentes en el género que llegó a recaudar casi un millón de euros y fue visto por cerca de 150.000 espectadores. Ahora, mezclando realidad y ficción, Cotelo tratará de repetir el éxito abordando la figura de María. La sinopsis oficial reza de la siguiente forma: "Érase una vez, Dios. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Adiós, Padre Nuestro. Hasta nunca, seres celestiales. Si no os vemos, no os creemos. Hemos decidido vivir como si no existierais. Sin embargo… millones de personas siguen hablando con Jesucristo, a quien llaman “Hermano”. Y con la Virgen María, a quien llaman “Madre”. Creen que todos somos hijos de Dios y por eso le llaman “Padre.” El Abogado del Diablo recibe una nueva misión: investigar, sin miedo, a quienes aún confían en las recetas del Cielo. ¿Son unos estafadores? ¿Unos estafados? Si descubre que sus creencias son falsas, seguiremos como hasta ahora. Pero… ¿y si no fuera un cuento de hadas?".

La película, cuya presencia en salas se puede pedir directamente a través de la web oficial de la película por todos aquellos espectadores que deseen que se estrene en su ciudad, tiene previsto desembarcar en 16 salas. Además, más de 20 países han mostrado su interés en hacerse con esta producción. El guión de Mary’s Land (Tierra de María) es obra del propio Juan Manuel Cotelo junto a Alexis Martínez y está protagonizada por Carmen Losa, el propio Cotelo, Emilio RuizLuis RoigLucía RosElena SánchezCristina RuízRubén Fraile y Clara Cotelo.


Entre las críticas que hemos podido encontrar por la web, destaca la escrita por Sergio F. Pinilla para Cinemanía, donde señala que "las impolutas, poderosas y unívocas imágenes de Cotelo encuentran su fundamento en una doctrina de la Iglesia pelín avasalladora, erigida para las élites". También, en Cinema Bites han mostrado su repulsa: "documental que jugando con el código de las películas de espías trata de dar respuesta a la pregunta de si sigue estando Jesucristo entre nosotros y como nos podemos comunicar. Los fundamentos que sigue para responder a esta pregunta son pobres o muy pobres y escogidos “al dedillo” (...) convirtiéndose más en un vídeo de adoctrinamiento que un interesante acercamiento a la figura de Jesucristo a través de múltiples puntos de vista. Sin lugar a dudas servirá más para reafirmar creencias que aprender nada nuevo".

Hasta aquí este breve repaso a los estrenos cinematográficos españoles de esta semana. Me despido hasta el martes (a lo mejor, hasta el lunes), que esta vez soy uno de los afortunados que disfrutará de un largo puente de descanso, que para una vez que me toca... Sed buenos e id algo al cine, anda.

¡¡Un saludos, Sinvergüenzas!!

Goya 1990 al mejor actor para Andrés Pajares en un inaudito y arriesgado registro dramático por "¡Ay, Carmela!".


Frente a la escasa entidad alcanzada por la gran mayoría de trabajos interpretativos masculinos en categoría protagonista, resulta obvio que los dos máximos aspirantes a hacerse con el Premio Goya equivalente al mejor actor principal de 1990 fuesen los dos actores protagonistas de las dos mejores películas estrenadas durante aquel curso cinematográfico. Ambas, además, nominadas en 15 categorías. Incluso vistos con ojos actuales, resulta difícil decantarse por un trabajo en detrimento del otro, a tal grado de excelencia llegaron sus dos intérpretes. Sin embargo, sorprende comprobar la no presencia entre el trío finalista del ganador de la respectiva Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, por una película que además tuvo el honor de ser la tercera cinta en discordia junto a las dos grandes favoritas en las categorías principales (Mejor Película y Director), y considerando además al certamen donostiarra ya como una admisible antesala de lo que pudiera acontecer en los Premios de la Academia.


Con una trayectoria como la que le había convertido en estrella de la comedia chabacana y necia de los ochenta, resultó toda una sorpresa el que Carlos Saura le ofreciera el papel protagonista de la adaptación que preparaba de la obra ¡Ay, Carmela! nada menos que a Andrés Pajares. Si la elección del intérprete por el director podía llegar a ser discutida en un principio, una vez visionada la cinta, es justo reconocer el buen tino de Saura, pues se hace impensable poner otro rostro y otra voz al personaje creado por Sanchís Sinisterra: Paulino, un titiritero ambulante republicano que se ve de pronto atrapado en el bando franquista durante la Guerra Civil junto a su mujer y al muchacho sordomudo al que tienen acogido, iniciando entonces un incierto viaje entre bambalinas con el único propósito de sobrevivir. Sin asomo alguno de esa vena humorística de chascarrillo que le había hecho rotundamente popular, Pajares asumía con pasmosa facilidad los resortes tragicómicos de la obra original y elaboraba un trabajo interpretativo sobrio, sereno y muy conciso, demostrando de este modo poseer la capacidad de ser un excelente actor dramático y permitiéndose el lujo de explorar nuevos registros dentro de sí, que luego expuso en pantalla de manera admirable, ahondando de una forma íntima y sumamente veraz en el lado más patético de su personaje, haciéndonos partícipes así del insondable miedo que le tiene poseído a lo largo de la práctica totalidad del metraje. En resumidas cuentas, no queda otra que aplaudir y quitarse el sombrero ante este feliz cambio de registro protagonizado por un actor que parecía estar ya en horas bajas, fatalmente encasillado. El reconocimiento fue unánime por parte de la prensa especializada y los premios no tardaron en llegar: el Festival de Montreal le dio el premio relativo al mejor actor, la revista "Fotogramas" le nominó como mejor actor de cine, el Círculo de Escritores Cinematográficos le premió con la medalla al mejor actor y la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas de España le declaró el mejor actor protagonista del año entregándole su preciado Goya, en dura pugna con el Antonio Banderas de ¡Átame!.


Y es que, sin temor a exageraciones, el protagonismo que Pedro Almodóvar regaló al ya considerado uno de sus actores fetiche, suponía la constatación del poderío cinematográfico del intérprete, erigiéndose desde ese momento en su mejor actuación. En ¡Átame!, Banderas es Ricki, un joven recién salido de un centro psiquiátrico cuyo único motor existencial es conseguir conquistar a la chica de la que se encuentra locamente enamorado y fundar una idílica familia con ella. Para ello, su personaje no dudará en recurrir a un brutal y desquiciado secuestro a través del cual darse a conocer a la "afortunada" destinataria de tan admirables sentimientos. Dentro de este personaje tan marcadamente primario, Banderas superaba las constatadas limitaciones dramáticas que siempre le habían acompañado, refugiándose en una sobriedad presencial y gestual realmente admirables, inmiscuyéndose sin pudores en la desequilibrada personalidad de Ricki y dejándola escapar ante las cámaras con una convicción y solidez descomunales, logrando dar una clamorosa verosimilitud a un personaje que brilla especialmente por la dedicación irracional que muestra hacia cada uno de sus actos, sin permitirse la mínima vacilación, el mínimo juicio moral, sobre el alcance de los mismos. A diferencia del cómodo convencionalismo en el que podría haber caído el actor en su incorporación de Ricki, el personaje aparece desde el primer momento impregnado de un halo amoroso e inocente que el actor no abandona nunca a lo largo de su actuación, con lo cual consigue que el espectador entienda y, hasta cierto punto, comparta cada una de sus decisiones. La cercanía y notable honradez con la que Antonio Banderas se manifiesta en cada una de sus intervenciones, la ternura rayana a un infantilismo encantador que despliega en los momentos más comprometidos emocionalmente de su personaje, y la imponente, abrumadora carga expresiva que despierta la profunda y penetrante mirada del intérprete, suplen satisfactoriamente la acusada deficiencia de registros que solía lastrar algunos de sus trabajos anteriores, aunque aquí también se manifieste en algún que otro momento clave (el poco convincente llanto que le asalta tras ser repudiado despectivamente en el baño por Marina, por ejemplo). No obstante, suponen errores menores que no pueden competir con la desenvoltura y la valentía exhibidas por el actor a lo largo de toda su actuación, sin lugar a dudas, la más completa y estudiada de cuantas había llevado a cabo en su carrera, en la que pocas veces se le había permitido el lujo a Banderas de exprimirse emocionalmente de una manera tan constringente, dejando escapar de su ser una hondura sentimental, verdaderamente pura, sin añadidos de ninguna clase, que da forma a un trabajo magnífico, que con todo merecimiento le hizo sumar su segunda nominación al Goya, ahora ya como actor principal, además de proporcionarle el Fotogramas de Plata al mejor actor de cine, concedido también por su labor protagónica en La blanca paloma (1989), de Juan Miñón, y Contra el viento (1990), de Francisco Periñán.


Junto a ellos, quedó finalista también Imanol Arias, quien tras un breve paréntesis después de abordar la figura mítica de El Lute, había regresado a la pantalla grande para protagonizar el thriller A solas contigo, de Eduardo Campoy, por el que lograba esta, su tercera nominación al Goya como actor principal, en una edición en la que Imanol ya no podía presumir de partir como favorito en las quinielas, pues frente a él competían dos pesos pesados interpretativos. No obstante, el trabajo de Imanol Arias no resultaba en modo alguno desmerecedor de una pugna goyesca, aunque tampoco estuviese a la altura de su feroz trabajo en El Lute (1987), de Vicente Aranda. En esta ocasión, daba vida a un teniente de la Marina encargado de custodiar a una indefensa y atractiva ciega, testigo de un asesinato, precisamente el de uno de sus mejores amigos y compañeros, y lo hacía echando mano de esa incuestionable galanura que le abriera las puertas cinematográficas en sus inicios, ahora favorablemente enriquecida por un sólido corpus interpretativo. Sobrio y conciso, el intérprete supo neutralizar aquella languidez de sus comienzos a través de una conveniente rigidez gestual y corporal, que apoyaba estupendamente la naturaleza castrense de su personaje y que lograba abandonar, sabiamente, en los contados momentos de intimidad del mismo. A pesar de este rasgo positivo, el trabajo de Imanol no logra superar la fría corrección, permitiendo de este modo que sean sus compañeros de reparto, Juan Echanove y Victoria Abril, los que le roben limpiamente la función.


Los Olvidados.



Tarde, pero a tiempo, la industria del cine supo rendirse a los pies del veterano Fernando Guillén, que desde mediados de los ochenta en adelante, había comenzado a abordar papeles dignos de su intachable categoría interpretativa, como en La teranyina (La telaraña), de Antoni Verdaguer, donde asumió, ahora ya sí con todas las de la ley, la categoría artística que un intérprete de su talla merecía, acarreando con el papel protagonista de esta aplicada y esmerada recreación histórica ambientada, de manera impoluta, a principios del Siglo XX. En esta adaptación de la novela de Jaume Cabré, Guillén se encargaba de dar vida al viejo y hosco presidente de una todopoderosa fábrica textil que se ve afectada de manera particular ante la insurrección que desencadenó en la población obrera la bien llamada Semana Trágica de Barcelona. Su Julià Rigau representa a esa parte de la población española, patriota y conservadora, que no sólo veía con buenos ojos la participación de España en la Guerra de Marruecos, sino que además, como empresario, veía en tal hecho una oportunidad de oro para hacer negocio. Dominado todo su trabajo por una actitud castrense y totalitaria, Fernando Guillén no precisa de mucho más para erigirse pronto en lo mejor de una función que domina por completo, aún no hallándose encuadrado en el plano, tal es la capacidad de penetración que logra en el minucioso y estricto dibujo de su rol. Acompañado de una perenne cojera, Guillén frunce el ceño, afila la mirada y proyecta desde la firmeza y tirantez corporal toda la despótica y obcecada actitud de su personaje, sirviéndose de manera espléndida de su hermosísimo aparato vocal para otorgar a sus intervenciones la necesaria y necia tiranía que significarán la perdición de su personaje. Puede achacarse en su contra la bidimensionalidad de un papel que, a priori, parece de una sola pieza, pero hay que señalar la esforzada labor del intérprete por remarcar el carácter ambicioso e implacable del mismo, haciéndose obligado señalarle como el gran olvidado al Goya al mejor actor principal en la quinta edición de los Premios de la Academia.


Casi al mismo nivel de injusticia se encuentra el olvido de Mulie Jarju, por Las cartas de Alou, de Montxo Armendáriz. Nacido en la República de Gambia, pero inmigrante en nuestro país desde hacía tiempo, donde trabajaba como escayolista a la vez que participaba en un grupo teatral de Mataró, Mulie Jarju fue el hombre escogido por Montxo Armendáriz para sostener sobre sus hombros todo el peso de Las cartas de Alou, película cuya trama bien podría ser la misma historia vital de su actor protagonista, dando vida a un senegalés que entra en nuestro país de manera clandestina y emprende todo tipo de trabajos, desde Almería hasta Barcelona, pasando por Madrid, mientras logra asentarse definitivamente en España consiguiendo los papeles de residencia. Todos los tópicos puestos al servicio de esta historia de marcado signo social, que nos ofrece un retrato superficial sobre los avatares de un inmigrante africano en nuestro país. Ganadora en el Festival de San Sebastián de la Concha de Oro relativa a la mejor película, Jarju también abandonó el Kursaal con la correspondiente Concha de Plata al mejor actor, algo de lo que seguramente tuvo mucha culpa la entusiasta y afanosa labor llevada a cabo por el intérprete en la película. Exhibiendo sin pudor una sonrisa altamente contagiosa, Mulie Jarju lograba dotar a la didáctica puesta en escena de Armendáriz de una calidez especial, así como también resultar terriblemente empático desde el inicio del filme hasta el final, transmitiendo con su actuación un agradecido positivismo, incluso cuando las adversidades son el leit motiv de la narración. Alguien podría decir que el actor se interpreta a sí mismo y no le faltaría razón, pero la naturalidad y la desenvoltura que demuestra, incluso en los momentos románticos o los más tensos, por no hablar del dramatismo seco de otros, los menos, deberían servir para considerarle entre los olvidados al Goya de aquella edición, convirtiéndose en uno de los pocos casos de ganadores en San Sebastián que no figuraron entre los favoritos de la Academia, caso aún más flagrante por ser Las cartas de Alou una de las cintas que más nominaciones obtuvo (concretamente 8).


Por último, no está de más destacar también entre los olvidados dignos de mención al catalán Ramón Madaula, quien tras trabajar a las órdenes de Fernando Fernán Gómez en El mar y el tiempo (1989), acometía un empeño realmente lucido dentro del abultado reparto de La teranyina (La telaraña), siendo obligado hablar de su participación en calidad de protagonista. Incorporando a un joven obrero, ferviente idealista, que es engañado y engatusado por sus camaradas para acometer actos revolucionarios, Madaula consigue erigirse pronto en el héroe anónimo de una función en la que su personaje no tardará mucho en representar el papel de “cabeza de turco”. El emergente actor se hace pronto con el beneplácito del público, que conecta con su entusiasta indignación ante los abusos de la clase política y empresarial, para terminar lamentando su ilusa valentía. Sobrio y entregado a la causa, la sensación de verdad que irradia el intérprete es fuerte, sobre todo en los violentos interrogatorios que le toca protagonizar y, ya al finalizar, en la desconsolada tristeza que recorre su trabajo, expresada de manera intensa en su mirada, al percatarse y resignarse su rol de su condición de juguete barato. Todo ello, junto con el premio al mejor actor de cine otorgado por la Asociación de Actores y Directores de Cataluña (AADC), nos invita a hablar de Ramón Madaula como de uno de los olvidados al Goya al mejor actor de 1990 por La telaraña.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

El regreso de una diva fuera de lo común: Rossy de Palma.



No hay en el mundo muchas cinematografías que puedan presumir de haber aupado al estrellato figuras como la de Rossy de Palma. Personaje absolutamente icónico de una peculiar e intransferible época de nuestra cultura reciente, por todos conocida como 'La Movida', la actriz retorna esta semana a lo grande, como no podía ser de otra manera tratándose de ella, al Cine Español, con un personaje secundario en la esperada comedia 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, en un cometido que a buen seguro hará las delicias de todos los aficionados que venían preguntándose donde estaba metida tras tantos años lejos de nuestras pantallas, en los que, sin embargo, ha venido evidenciando una clara preferencia por su trayectoria ante las cámaras en otras cinematografías. Ahora, dando vida a la madre de la protagonista, Inma Cuesta, De Palma promete resarcirnos de tan injusto abandono, proporcionándonos una de las interpretaciones más descaradamente divertidas que se recuerdan en nuestro cine, tanto que se la cuenta ya entre las actrices con más puntos para ser una de las finalistas a los próximos Premios Goya en la categoría de reparto.

Con María Barranco y Antonio Banderas, en Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988).

Natural de Palma de Mallorca, Rossy de Palma se dio a conocer a mitad de la década de los 80 en ciertos ambientes de 'La Movida Madrileña' con el nombre artístico de Rosy Von Donna, gracias al éxito obtenido con el grupo musical del que formaba parte, Peor Imposible, con el que llegaría a grabar varios LP's y a realizar una gira por Italia junto a míticas bandas del momento, como Gabinete Caligari o La Frontera. Descubierta por la inquieta personalidad de un Pedro Almodóvar en auge, De Palma debutó oficialmente en el cine con una surrealista y estrambótica entrevista al personaje que interpretaba Eusebio Poncela en La ley del deseo (1987), breve participación de la que nacería un personaje casi mítico de nuestra cinematografía, el de la virginal Marisa de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), la exitosa comedia loca de Almodóvar a la que De Palma aportó una altivez de inesperada eficacia cómica y su singular rostro, que muy prontamente le valdría el apelativo de 'picassiana', se terminó imponiendo en una de las marcas señeras del cine del manchego.

Don Juan, mi querido fantasma (1990).

Finiquitada su carrera musical, Rossy De Palma, conocida también fuera de nuestras fronteras gracias al éxito internacional obtenido con Mujeres al borde de un ataque de nervios, que le valió además una nominación como mejor actriz secundaria a los premios otorgados por la Crítica de Nueva York, encarrila su carrera como actriz, que vuelve a contar con un nuevo y divertido empeño secundario para Almodóvar en ¡Átame! (1990) y que conoce continuidad también sobre las tablas, donde debutaría precisamente con una adaptación de la película del manchego "Entre tinieblas" (1992), a cargo de Fermín Cabal. En el cine, debido a un físico que no se prestaba a ser catalogado fácilmente, no tarda en quedar encasillada en personajes pintorescos, obteniendo, por ejemplo, un jugoso y desquiciado personaje de ágil y acróbata devora-hombres en la decepcionante comedia Don Juan, mi querido fantasma (1990), de Antonio Mercero, y haciendo pronto sus pinitos en cinematografías foráneas, como la italiana, donde participaría en Nel giardino delle rose (1990), de Luciano Martino, con la estrella Giancarlo Giannini, y Alcune signore per bene (1990), de Bruno Gaburro.

Con Verónica Forqué, en Kika (1993).

En España, intervino en la costumbrista comedia, de tono alocado, Los gusanos no llevan bufanda (1992), de Javier Elorrieta, demencial híbrido entre la comicidad norteamericana y la española, con un reparto improbable que recogía intervenciones de auténticos y venerables mitos del cine como Anthony Perkins y Roddy McDowall, de auténtica capa caída. Peor aún fue su concesión al humor de baja estofa que representaba Aquí el que no corre vuela (1992), de Ramón Fernández, en medio de un elenco con varias presencias de famosos presentadores de televisión, lo que delataba la naturaleza y pésimo objetivo de la propuesta. De Palma tuvo a bien refugiarse en el cine francés, donde debutó con Sam Suffit (1992), de Virginie Thévenet, para luego efectuar un cameo en la ópera prima de Álex de la Iglesia, Acción mutante (1993) y ser rescatada del oprobio por su mentor, que le volvió a brindar un papel a la medida de sus posibilidades en Kika (1993), donde Rossy de Palma por fin pudo disfrutar de las verdaderas dosis de lucimiento que merecía, incorporando a esa chacha lesbiana de indiscutible penetración en la memoria cinéfila y que le valió, aparte del premio de la Crítica de Nueva York a la mejor actriz secundaria, nominaciones en la misma categoría a los Premios de la Unión de Actores y a los Goya.

El porqué de las cosas (1995).

Tras participar en el desapercibido debut de Dunia Ayaso y Félix Sabroso, Fea (1994), retornó a la cinematografía italiana para prestarse a una caricaturesca colaboración en la execrable parodia Chicken Park (Pollo Jurásico) (1994), de Jerry Calá, surgida a raíz del éxito del multimillonario filme de Steven Spielberg. Pero, como prueba fehaciente de la rotunda fascinación que su característico perfil había provocado en todo el planeta, Rossy de Palma se marcó el tanto de figurar dentro de uno de los emblemáticos y abultadísimos repartos del gran director Robert Altman, que la escogió personalmente para formar parte de esa ácida crónica al mundo de la alta costura que fue Pret-a-porter (1994), ganando, junto al grueso del reparto, un merecido premio por parte de la influyente National Board of Review. Para, acto seguido, ser incluida dentro de otro gran reparto, esta vez a la española (o a la catalana), en la adaptación que Ventura Pons llevó a cabo de la novela de Quim Monzó El perquè de tot plegat (El porqué de las cosas) (1995), sarcástica y magnífica película de sketches que sigue siendo una de las mejores obras del realizador.

Con Chus Lampreave, en La flor de mi secreto (1995).

Regresó a Italia para intervenir en Peggio di così si muore (1995), de Marcello Cesena, antes de regresar al universo almodovariano para un pequeño papel en La flor de mi secreto (1995), en una itervención gritona, exagerada y grandilocuente, retrato afilado y a la vez mimoso de la mujer inculta y primaria, en la que De Palma demostraba las enormes posibilidades de aprehensión que poseía sobre tipos completamente ajenos a ella. Con muy poco margen para una exhibición personal e individual, la actriz logra destacar gracias al ritmo imprimido a sus pocas intervenciones, cargado de una campechanía exultante, una extrovertida ligereza y una comicidad genial, que elevan sus escenas a los altares de la eternidad cinematográfica. Nuevamente candidata a los Premios de la Unión de Actores en la categoría secundaria, Rossy de Palma sumó su segunda y, hasta la fecha, última nominación a los Premios Goya por La flor de mi secreto antes de acceder a una más que merecida condición de protagonista con Un cos al bosc (Un cuerpo en el bosque) (1996), de Joaquim Jordà, thriller social con la actriz en un inesperado papel de una atípica teniente de la Guardia Civil que, literalmente, borda con notable sobriedad en la que, posiblemente, sea la interpretación más depurada y perfecta que ha llevado a cabo la actriz para la gran pantalla, haciéndose obligado incluirla dentro de las grandes olvidadas al Goya de aquélla edición.

Un cos al bosc (Un cuerpo en el bosque) (1996).

Después, la pudimos ver brevemente en Metalmeccanico e parrucchiera in un turbine di sesso e di politica (1996), comedia dirigida por la prestigiosa Lina Wertmüller, y en un curioso cameo en la gamberra Airbag (1997), de Juanma Bajo Ulloa, antes de asaltar definitivamente la cinematografía gala con la co-producción con España La femme du cosmonaute (La mujer del cosmonauta) (1997), de Jacques Monnet, secundando a nuestra Victoria Abril en una comedia hecha a la medida de la estrella. Su recibimiento en el cine francés no pudo ser más entusiasta, pues con su siguiente filme, Hors jeu (Fuera de juego) (1998), de Karim Dridi, volvía a ostentar la condición de protagonista, marcándose otra divertida composición y ganando el premio a la mejor actriz en el Festival de Locarno.

Hors de jeu (1998).

Nuevos papeles de colaboración se sucederían para finalizar la década de los noventa, en la co-producción con Gran Bretaña Talk of Angels (Pasiones rotas) (1998), de Nick Hamm, y en la extraña y metafórica The Loss of Sexual Innocence (Adiós a la inocencia sexual) (1999), del interesante Mike Figgis, antes de formar parte del cuarteto femenino protagonista de la comedia de enredo Esa maldita costilla (1999), de Juan José Jusid, insustancial co-producción española con Argentina que no hacía otra cosa que desaprovecharla. A su regreso a Francia, la esperaban nuevos papeles secundarios, en Nag la bombe (1999), de Jean-Louis Milesi; en el drama protagonizado por nuestra Ángela Molina L'origine du monde (2001), de Jérôme Enrico; en la comedia de humor bestia Le Boulet (El embolao) (2002), de Alain Berberian y Frédéric Forestier; o en la burda parodia Double Zero (Espías super secretos) (2004), de Gérard Pirès.

Le Boulet (El embolao) (2002).

Sus prestaciones al cine de fácil consumo y más rápido olvido nos hicieron olvidar la sensación del desaprovechamiento artístico al que se estaba prestando Rossy de Palma y llegamos a acostumbrarnos a verla aparecer por la pantalla casi como un lustroso guiño cinéfilo. Como en la insoportable comedia People Jet Set 2 (People) (2004), de Fabien Onteniente, la italiana Tu la conosci Claudia? (2004), de Massimo Venier, Les aristos (2005), de Charlotte De Turckheim, o su incorporación a nuestra industria, para intervenir de forma simplemente decorativa en el fallido musical 20 centímetros (2005), de Ramón Salazar. A partir de aquí, De Palma comenzaría a espaciar notablemente sus intervenciones para el cine, no participando en ningún título digno de mención hasta su reencuentro con Pedro Almodóvar en Los abrazos rotos (2009), en una colaboración ciertamente nostálgica de aquél humor esperpéntico que tanto hizo por su carrera en sus comienzos.

Con Penélope Cruz, en Los abrazos rotos (2009).

Y, después de una nueva concesión al humor de brocha gorda francés en No pasarán (2009), de Emmanuel Causé y Eric Martin, pareció reconducir al fin su carrera con su intervención en el musical absolutamente kitsch uruguayo Miss Tacuarembó (2010), de Martín Sastre, y dando vida a una andrógina cantante en Gigola (2010), drama francés de temática homosexual dirigido por Laure Charpentier. Este año, al fin, se ha prodigado en la gran pantalla más de lo que nos tenía acostumbrados, con una participación en la mexicana No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, comedia de tono cosmopolita dirigida por Manolo Caro; la holandesa &Me, de Robert ter Hall, cinta romántica protagonizada por nuestra Verónica Echegui, y 3 bodas de más, la cinta que nos la devuelve al cine español en toda su plenitud, mientras rueda de nuevo a las órdenes de Caro la comedia Amor de mis amores, confiando que su retorno a nuestra cinematografía sea recibido con todos los honores que merece la figura de una artista de exclusividad incalificable, una actriz a todas luces singular, definitivamente única.

3 bodas de más (2013).

martes, 3 de diciembre de 2013

Crítica de "Diamantes negros": imperfecta pero necesaria denuncia.


Miguel Alcantud posee indiscutibles créditos como realizador por su trayectoria televisiva, pues se ha puesto al frente de numerosos capítulos de series de gran éxito como El internado o Águila roja. Por la cinematográfica, se estrenó detrás de las cámaras hace ya unos cuantos años con un thriller del todo fallido llamado Impulsos (2002), que bebía claramente de la fórmula impuesta por el éxito de Seven (1995), de David Fincher, y reincidió en el género con la co-producción entre España y Gran Bretaña Anastezsi (2007), vista aquí en el marco del Festival de Málaga, pero inédita en salas comerciales. Con Diamantes negros, Alcantud se aleja del thriller para poner en pie, con llamativa y admirable humildad, la historia de dos adolescentes malienses que sueñan con convertirse en grandes estrellas de eso capaz de fascinar a más de medio mundo que es el fútbol, y que son captados por las mafias que operan a espaldas de las normas impuestas por la FIFA y traídos a España con la falsa promesa de fichar por algún equipo grande.


Diamantes negros funciona a la perfección como un nuevo y doloroso relato de 'sueños rotos', en este caso, los de unos inocentes y entusiastas menores de edad que, creyendo estar a punto de ver cumplido su gran sueño, emprenden el viaje sin valorar las posibles consecuencias negativas, para ellos y para sus familias, que tal aventura les pueda procurar. Engañados y obligados a dar de sí lo mejor que tienen, en el terreno de juego, y a adaptarse y acomodarse a un estilo de vida, el europeo, que en nada se parece al que están acostumbrados, mientras esperan a que suenen las trompetas. La puesta en escena de Alcantud acierta en pleno al no cargar las tintas en el componente dramático que puede desprenderse de situaciones como las presentadas en la trama, adoptando la función los patrones del documental para observar con respetuosa mirada el procesamiento emocional y la toma de conciencia que llevan a cabo los dos protagonistas, frente a un sistema que, más que como a personas, les trata como a mercancías. Diamantes negros desprende luz y optimismo en su primera parte, ayudada por las naturalizadas interpretaciones de su pareja protagonista, Setigui Diallo Hamidou Samaké, para, en la segunda, cuando los sueños dejan paso a la realidad y la mentira desvela su verdadero rostro, tornarse en una película amarga, cruda y desesperanzada.


Por el contrario, como película-denuncia de una realidad verdaderamente incómoda, Diamantes negros peca de resultar, por momentos, maniqueísta, pues jamás ofrece un retrato hondo y profundo de los tres ejes responsables del devenir de los protagonistas, a pesar de las simbólicas y logradas interpretaciones de sus tres intérpretes -Guillermo Toledo, Carlo D'Ursi y, sobre todo, Carlos Bardem-. Al final de la función, lo único que conoceremos de ellos es que sus actos están regidos únicamente por sus ambiciones económicas, mientras en el otro lado del campo sus incautas víctimas no dejarán de sufrir a causa de ellos. El alcance final de la consabida crítica a tales prácticas, equiparables al comercio de esclavos, deviene por esta razón en un ejercicio frustrado y frustrante, desde el punto de vista racional, pues uno acaba teniendo la impresión de que en Diamantes negros, más que mostrarnos con honesta imparcialidad la fatídica realidad que se oculta bajo el bien llamado negocio del fútbol, se quiere obligarnos a tomar partido, soslayando además parte de la información que completa y redondea la historia. A este respecto, cabe mencionar la precipitada resolución de una de las tramas, con el empleo de una elipsis, a modo de parche, como recurso atropellado para no embrollarse en dar mayores explicaciones.


Sin embargo, la impresión final es agridulce. Por un lado, Diamantes negros no alcanza nunca la altura emocional que debiera, tratando además un tema de sabor inequívocamente humano, pero es obligado agradecer a Alcantud, primero, la solvencia técnica con la que construye todo el filme, a través de un lenguaje limpio y sencillo, eficaz de puro directo, donde sobresale el estupendo montaje de Pablo Blanco, dinámico y efusivo, que no sincopado, y que aporta realismo y verosimilitud a las secuencias futbolísticas propiamente dichas, hasta ahora enemigas del séptimo arte; y segundo, su valentía, por atreverse a hablar sin tapujos o rodeos sobre una problemática impunemente escamoteada para la opinión pública en base a los intereses económicos y mercantilistas de unos pocos, pero en demasía poderosos. Diamantes negros podrá ser tachada en el futuro de no ser una película redonda, de caer en algunos tópicos y no brillar especialmente desde sus moderados resultados, pero lo que nunca podrá reprochársele es el no poseer la voluntad de ser notablemente franca en sus ambiciones y leal con aquello que denuncia.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Guión Original: Miguel Alcantud.
- Mejor Actor Secundario: Carlos Bardem.
- Mejor Actor Revelación: Carlo D'Ursi.
- Mejor Dirección de Producción: Rafael Álvarez.
- Mejor Montaje: Pablo Blanco.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Crítica de "Viral", de Lucas Figueroa: terror, más que "teen", infantil.


He de confesar mi absoluta atracción por el género de terror, influenciada por mi natural y facilona tendencia al canguelo rápido. Quería dejar claros ambos puntos antes de proceder al análisis de un título como Viral, ópera prima de Lucas Figueroa, porque de este modo lograré transmitiros de manera mucho más acertada el efecto que su visionado ha ocasionado sobre mi. Tomando como excusa el encierro voluntario al que un joven, con urgentes apuros económicos, se somete en el monumental edificio de unos conocidos grandes almacenes madrileños, para participar en un desquiciado concurso a través de diversas redes sociales, Figueroa pone en pie una trama que bebe de manera bastante obvia del clásico esquema de "casas encantadas" que tantos y tan loables títulos ha propiciado al género; aderezando la fórmula con reconocibles toques procedentes de ese género en sí mismo que ha llegado a ser el terror oriental.


La mezcla parece funcionar bastante bien en la primera parte de la cinta, cuando a la peripecia transmedia del protagonista se le van sumando dispersos y funcionales apuntes que van introduciendo poco a poco el necesario componente de misterio que haga avanzar la función y que, si se es tan aprensivo como este servidor, generan una atmósfera en verdad inquietante, aunque ninguno de estos elementos brille especialmente por una ejecución original o imprevisible. Brilla, eso sí, la manifiesta voluntad de estilo ofrecida por un realizador que se esfuerza por demostrar que conoce el oficio y se esmera en planificar su película con resultones planos secuencia, envolventes movimientos de cámara y atractivas transiciones, que logran seducirnos por su buen acabado formal y técnico, mientras esperamos ansiosos en la butaca el devenir de los intrigantes acontecimientos, tal y como debe procurar un producto destinado, como este, al mero entretenimiento.


Pero pronto nos sentiremos desangelados. La estimulante puesta en escena ostentada por Viral en sus primeros minutos comienza a plegarse a la más que deprimente convencionalidad y los sustos, elemento del todo necesario para sostener el clima de todo filme de terror que se precie de serlo, aparte de limitarse a los socorridos juegos de luces y sombras y a los más que manidos golpes de efecto procedentes de la banda sonora, se suceden por la trama de forma discordante, no obteniendo con ello el efecto esperado y sacándonos del disfrutable estado tensional en el que nos habíamos adentrado tras los primeros fuegos de artificio; recorriendo el resto de la película, tal vez demasiado pronto, con una indiferente sensación de déjà vu, en el mejor de los casos, cercana al aburrimiento complaciente, en el peor. En medio de esta matanza de nuestras expectativas surgen varios aspectos que restan más valor, si cabe, a la función y en los que no habríamos llegado a reparar o, al menos, no les habríamos dado tanta importancia, de seguir 'con el miedo el cuerpo': lo pobre y mal encauzada que se halla en el filme la publicitada crítica al consumismo efímero de la sociedad actual, así como también el escaso y hasta estéril alcance que consigue Viral del poder actual de las redes sociales.


Todo ello, además, servido por una descripción de personajes en exceso plana y bidimensional, acabando todos ellos anulados por las necesidades intrínsecas de una galería de personajes absolutamente típica del genero. Por ello, casi resulta digno de alabanza las correctas prestaciones de su pareja protagonista, Juan Blanco y Aura Garrido, que cumplen con entusiasmo en sus consabidos cometidos de 'héroe a la fuerza' y 'chica de la peli', respectivamente. Pero para colmo de males, en la deseada gran traca final, Viral nos obsequia con un estrambótico cóctel en el que tienen cabida algunas de las constantes más usuales y archiconocidas del cine de terror, degenerando la propuesta a un batiburrillo de estupefacta digestión, para más inri, excesivamente explícito a través de un recurso tan pueril como es el flash-back, metido con calzador. Por si fuera poco, la resolución definitiva acontece demasiado precipitada y el final, inequívocamente abierto para dar cabida a la segunda parte (pues Viral nace como primer capítulo de una planeada trilogía), más que generarnos ganas por asistir a un nuevo episodio, nos hace pensar que, tal y como quieren hacer creer al protagonista, nos han estado tomando el pelo.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Canción: "Viral", de Magí Torras, Álvaro Gango, David Lafuente, Dani Fernández, Blas Canto  y Carlos Marco.
- Mejor Montaje: Lucas Figueroa.
- Mejor Sonido: Nacho Arenas, Sergio Testón y Rodrigo García.
- Mejores Efectos Especiales: Ignacio Carreño e Israel Fornes.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Diciembre nos obsequia películas para ¿todos los públicos?

Bueno amigos, llegó diciembre. El último mes del año. Llegaron el frío y las nieves. Llegó la temporada de compras masivas de regalos. Llegó el mes de las comidas de empresa. Llegó el mes de los mercadillos callejeros situados en cualquier plaza céntrica de la ciudad. Llegó el mes de las colas, en las administraciones de lotería y en los hipermercados. Llegó el mes en el que se hará raro no ver a alguien con alguna estúpida peluca plantada en la cabeza tomándose la típica foto, la típica estampa, con los luminosos adornos que decorarán las calles. Sí, parezco Ebenezer Scrooge. Pero no nos llamemos a engaño. Diciembre también es el mes de las quinielas, las de los Goya. Ya hemos conocido la lista definitiva de películas candidatas a la 28ª edición de los Premios de la Academia y la competición, sin ninguna favorita realmente clara, está que arde. Además, este año, la temporada de premios se inicia precisamente este mes de diciembre, con el anuncio antes de las vacaciones navideñas de los candidatos a los recién creados Premios Feroz, otorgados por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (a la que tengo el honor de pertenecer), y que nacen con el sano y sugerente propósito de convertirse en los Globos de Oro españoles, la verdadera antesala a los Premios Goya. Y, a pesar de la cercanía del anuncio de las nominaciones a los Goya el próximo 7 de enero, el Cine Español no se prodigará mucho por la cartelera este mes de diciembre. Sólo cinco títulos de ficción tienen previsto su estreno a fecha de esta publicación en las salas comerciales este mes, eso sí, algunos de ellos han venido levantando expectativas desde hace tiempo.

3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera.


Director experto como ningún otro del panorama actual en la comedia bizarra y gamberra, suyas son Spanish Movie (2009) y Promoción fantasma (2012), Ruiz Caldera regresa al género para reírse desde dentro de esa vertiente edulcorada que siempre ha sido la comedia romántica. En 3 bodas de más asistiremos a la bochornosa odisea de Ruth, una joven investigadora de una universidad, que asiste a las sucesivas bodas de sus ex, de los que fueron sus "hombres de su vida", sin que ella consiga encontrar a su media naranja. Acompañada de su nuevo becario, Ruth volverá a encontrarse con sus ex, un alérgico al compromiso, un surfista pasado de rosca y un transexual convertido en pibón, en el día más importante de sus vidas. Un cóctel explosivo para Ruth, que tendrá que enfrentarse a su pasado y decidir con quién quiere compartir su futuro.


Protagonista de una macroentusiasta campaña promocional, no en vano el grupo Atresmedia se encuentra detrás del proyecto, 3 bodas de más ha levantado auténtico furor allá donde se ha proyectado, llegando a ser calificada por muchos como la mejor comedia española del año. El próximo 5 de diciembre saldremos de dudas, mientras tanto, su protagonista, Inma Cuesta, ya figura en muchas quinielas para ser una de las cuatro finalistas al Goya a la mejor actriz del año. No está sola, la secundan un ramillete bastante atractivo de secundarios: Quim Gutiérrez, Martín RivasPaco León, María Botto, Rossy de Palma (atención a ésta porque parece ser que promete), Berto Romero, Laura Sánchez, Bárbara Santa Cruz y Joaquín Reyes, entre otros. Dando lustre al que podría ser uno de los últimos taquillazos de nuestra cinematografía del año y que ha obtenido nada menos que 20 candidaturas previas a los Goya.

El extraordinario viaje de Lucius Dumb, de Maite Ruiz de Austri.


Producción de bajo presupuesto de Extra Extremadura de Audiovisuales, dirigida por toda una autoridad en el género como Maite Ruiz de Austri, directora de larga tradición en la animación nacional, pues debutó co-dirigiendo junto a Carlos Varela y Juan Bautista Berasategi La leyenda del viento del norte (1992), de cuya secuela, El regreso del viento del norte (1993) se encargó ella misma, ya en solitario, ganando para sí el Goya relativo al mejor filme de animación. Otro Goya más en la misma categoría, por ¡Qué vecinos tan animales! (1998) y nuevas candidaturas por sus siguientes filmes, La leyenda del unicornio (2001), Animal Channel (2008) y El tesoro del rey Midas (2010), la avalan ante la llegada el mismo día 5 de esta, su séptima película, con 9 candidaturas previas a los Goya, siendo una finalista cantada en el apartado de animación. Su estreno justo antes del puente de diciembre significa todo un acierto de cara a sumar espectadores, aunque tenga una dura rival en Frozen, de Chris Buck y Jennifer Lee, el último estreno Disney acontecido precisamente este pasado viernes.


Según su directora, la película está pensada para niños, con edades comprendidas entre los 6 y 8 años, no para toda la familia. El filme es un proyecto de animación tradicional sobre los derechos humanos de los niños y cuenta como un grupo de científicos muy inteligentes, muy locos y muy sabios, buscan un instrumento que ayude a convertir la Tierra en un planeta pacífico, feliz y luminoso. Como tienen la seguridad de que tal instrumento existe en alguna parte, deciden que uno de ellos salga en su busca. El elegido es Lucius Dumb, un científico jovencito, tímido y bondadoso. En su camino Lucius conoce a El Profesor y El Comandante, un par de simpáticos extraterrestres que han tenido una avería en su nave y que necesitan una fuente de energía positiva muy potente para recargar sus baterías.

Mary's Land (Tierra de María), de Juan Manuel Cotelo.


Con 11 candidaturas a los Goya, Tierra de María supone la vuelta a la dirección de Juan Manuel Cotelo, responsable del documental religioso La última cima (2010), un auténtico éxito sin precedentes en el género que llegó a recaudar casi un millón de euros y fue visto por cerca de 150.000 espectadores. Ahora, mezclando realidad y ficción, Cotelo tratará de repetir el éxito abordando la figura de María. La sinopsis oficial reza de la siguiente forma: "Érase una vez, Dios. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. Adiós, Padre Nuestro. Hasta nunca, seres celestiales. Si no os vemos, no os creemos. Hemos decidido vivir como si no existierais. Sin embargo… millones de personas siguen hablando con Jesucristo, a quien llaman “Hermano”. Y con la Virgen María, a quien llaman “Madre”. Creen que todos somos hijos de Dios y por eso le llaman “Padre.” El Abogado del Diablo recibe una nueva misión: investigar, sin miedo, a quienes aún confían en las recetas del Cielo. ¿Son unos estafadores? ¿Unos estafados? Si descubre que sus creencias son falsas, seguiremos como hasta ahora. Pero… ¿y si no fuera un cuento de hadas?".


La película, cuya presencia en salas se puede pedir directamente a través de la web oficial de la película por todos aquellos espectadores que deseen que se estrene en su ciudad, tiene previsto desembarcar en 16 salas el próximo 5 de diciembre. Además, más de 20 países han mostrado su interés en hacerse con esta producción. El guión de Mary’s Land (Tierra de María) es obra del propio Juan Manuel Cotelo junto a Alexis Martínez y está protagonizada por Carmen Losa, el propio Cotelo, Emilio Ruiz, Luis Roig, Lucía Ros, Elena Sánchez, Cristina Ruíz, Rubén Fraile y Clara Cotelo.

Gente en sitios, de Juan Cavestany.


Después de mucho oír y leer sobre ella y sus excelencias, llegará a las salas Gente en sitios, rodada sin presupuesto y cámara en mano. Un "relato caleidoscópico" que recorre la comedia, el drama, el relato social, el terror y el surrealismo con el denominador común de "la irreductible poesía de la condición humana frente las embestidas de lo extraño y lo caótico". Vista tanto en el Festival de Toronto como en el de San Sebastián, así como también en el reciente de Sitges, aplaudida de manera entusiasta por absolutamente toda la crítica, Gente en sitios, del veterano periodista, guionista y dramaturgo Juan Cavestany, se estrenará en las marquesinas concretamente el día 20 de diciembre y será distribuida por Cameo.


Director de dos productos adscritos a los parámetros más industriales como fueron El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004) y Gente de mala calidad (2008), Cavestany movió su siguiente filme principalmente por internet, Dispongo de barcos (2010). Ahora, su Gente en sitios se ha convertido en la película-evento española del año. Y lo sorprendente es que, propuesta en sólo 4 candidaturas a los Premios Goya, ninguna corresponda a algún miembro de su abultado reparto, pues Gente en sitios ofrece además el aliciente de contar con el reparto de estrellas más grande visto hasta ahora en una producción nacional, entre los que se cuentan Eduard Fernández, Maribel Verdú, Coque Malla, José Ángel Egido, Raúl Arévalo, Luis Callejo, Carlos Areces, Santiago Segura, Antonio de la Torre, Tristán Ulloa, Eulalia Ramón, Martín Rivas, Ernesto Alterio, Irene Escolar, Julián Villagrán, Adriana Ugarte, Diego Martín, Alberto San Juan, Javier Gutiérrez, Roberto Álamo Clara Sanchís, entre otros.

Ismael, de Marcelo Piñeyro.


Con 19 candidaturas a los Goya desembarcará justo el día de Navidad, el 25 de diciembre, coincidiendo con una más que beneficiosa festividad nacional de cara a su estreno en la taquilla, este melodrama de Antena 3 Films y Zeta Audiovisual, que nos contará cómo Ismael Tchou, un niño de 10 años de madre africana, se fuga en AVE rumbo a Barcelona para encontrarse con su padre, al que no conoce. Su única pista es una dirección de un apartamento en la ciudad condal, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre Alika. Una vez allí, consigue encontrar el edificio, pero en el apartamento sólo encuentra a Nora, una elegante mujer de unos 50 años que resulta ser la madre de Félix Ambrós, es decir, su desconocida abuela.


Distribuida nada menos que por la todopoderosa Sony, algo que (aparte de la publicidad extra que desde sus respectivos medios televisivos obtendrá) le garantiza una adecuada y envidiable salida comercial, el riesgo de esta producción tampoco es tan grande si tenemos en cuenta que su protagonista cuenta con un más que contrastado tirón en taquilla y que esta cinta promete el tan ansiado cambio de registro de un actor que necesita demostrar cuanto antes su preparación para afrontar papeles que le alejen de su imagen establecida si quiere permanecer con pies de plomo en la industria. Nos referimos, claro está a Mario Casas, quien podría ganar gracias a este filme su primera nominación al Goya. A Casas le acompañan en el reparto Belén Rueda, Sergi LópezJuan Diego Botto y Mikel Iglesias, además de las revelaciones de la modelo Ella Kweku y el niño Larsson do Amaral.