Este viernes llega a los cines españoles una de las películas más presentes en la pasada temporada de premios finalizada con la entrega de los Oscar el pasado 26 de febrero, We Need to Talk about Kevin, de Lynne Ramsay, que debe su presencia en tan sugestiva competición únicamente al trabajo de su protagonista, la londinense Tilda Swinton, una actriz rara de cojones. Debe ser ésa característica lo que ejerce sobre mi una indudable atracción no ya sólo hacia su trabajo, sino también hacia su persona. Es andrógina, posee un físico extraño: demasiado alta, demasiado huesuda, con rasgos demasiado desvirtuados... Posee y potencia una imagen atípica dentro del Star System cinematográfico internacional. Sin duda, no hay otra actriz como ella. Es única. Es peculiar. Y su labor ante las cámaras es un reflejo fiel de una personalidad diferente, muy poco complaciente y conformista, con los dos ojos siempre puestos en la calidad, pero no en el resultado final de la obra en sí, sino en la calidad artística de la misma, en inmiscuirse, implicarse y desaparecer en proyectos y personajes que la permitan crecer más como artista que como actriz. Por ello, ahora que llega la cinta que casi la cuela entre las finalistas al Oscar de este año, "tenemos que hablar de Tilda".