Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

sábado, 30 de marzo de 2013

La estrella de Tony Leblanc volverá a brillar en pantalla grande


El próximo 7 de mayo hubiera cumplido 91 años si un fallo cardiaco no nos lo hubiera arrebatado el pasado 24 de noviembre de 2012. La muerte del gran Tony Leblanc fue una de las más sentidas en el mundo de la profesión en un año en el que la interpretación española ha perdido a muchos de sus estandartes. Ante la muerte, siempre nos quedará el recuerdo y ante la pérdida de un intérprete, siempre nos quedarán sus películas. Por esa razón, la Filmoteca Española dedicará un ciclo este próximo mes de abril a la inigualable figura del actor madrileño, incluyendo en la programación del Ciné Doré, la proyección de algunos de los títulos que hicieron de Leblanc un mito de nuestra cinematografía.

Así que, tanto para los nostálgicos, como para los no iniciados en la trayectoria de este insólito e inigualable actor de nuestro cine, no hay excusa alguna para no acercaros por la calle Santa Isabel y pasar por taquilla, además a un precio de lo más alarmante (¡¡¡2,50€ por entrada!!!). Entre el generoso repertorio seleccionado para recordar a la figura de tan insigne intérprete, desde actoresSinVergüenza os queremos recomendar unos cuantos títulos cuyo pase en pantalla grande no deberíais dejar escapar.


  • Historias de la radio (1955), de José Luis Sáenz de Heredia. Viernes 5, 19:40h.
  • Los tramposos (1959), de Pedro Lazaga. Domingo 7, 20:15h.
  • El tigre de Chamberí (1957), de Pedro Luis Ramírez. Martes 9, 17:30h.
  • Don Lucio y el hermano Pío (1960), de José Antonio Nieves Conde. Miércoles 17, 17:30h.
  • 091, policía al habla (1960), de José María Forqué. Jueves 18, 17:30h.
  • El hombre que se quiso matar (1970), de Rafael J. Salvia. Martes 23, 22:00h.
  • El astronauta (1970), de Javier Aguirre. Sábado 27, 19:30h.
  • Torrente, el brazo tonto de la ley (1998), de Santiago Segura. Martes 30, 17:30h.

jueves, 28 de marzo de 2013

Elena Anaya ha finalizado "Todos están muertos"


El pasado 16 de marzo finalizó el rodaje de la esperada primera película de la cortometrajista Beatriz Sanchís, que llevará por título Todos están muertos. Co-producida entre España (a través de Avalon P.C.), Alemania (Integral Films) y México (Animal de Luz), la película nos contará la historia de Lupe y su madre mexicana Paquita. La primera, una treintañera con un hijo adolescente que ha dado la espalda a un pasado de gloria y lucha desde casa contra su agorafobia. La segunda, una mujer supersticiosa a la que acaban de pronosticar su muerte en poco tiempo, lo que la lleva a intentar arreglar a su familia para cuando ella no esté.


Esta comedia dramática, cuyo rodaje se ha llevado a cabo durante cinco intensas semanas en Madrid, aspira a ser uno de los platos fuertes del cine español de final de año gracias al protagonismo absoluto de la ganadora del Goya Elena Anaya, que bien podría gracias a esta cinta colarse en las quinielas para los próximos Premios Goya. A Anaya le acompaña en el reparto la veterana actriz mexicana Angélica Aragón, que dará vida a Paquita. Junto a ellas, destaca la participación de la reciente ganadora del Goya a la mejor actriz revelación Macarena García.


Según informa Avalon, la película ha pasado ya a su fase de postproducción, de la que se ocupará durante los próximos dos meses el importante montador español Nacho Ruiz Capillas y se anda trabajando ya en la banda sonora original. Todo parece indicar que Todos están muertos quedará lista para estrenarse en el último cuatrimestre de 2013. ¡Ojalá!

El Primer Goya a la Mejor Actriz Secundaria fue el Primer Goya de Verónica Forqué


Regresamos al año 1986 y echando un vistazo a la producción nacional nos damos cuenta de que sí, las tres finalistas al Goya a la mejor actriz secundaria fueron verdaderamente acertadas, pero que también hubo otros trabajos destacados que pasaron sin pena ni gloria por aquella Primera Edición de los luego tan importantes galardones. Ha llegado la hora de sacar del olvido no sólo los tres trabajos interpretativos que lucharon por aquél primer Goya, sino también a algunos de los que, para nada, hubiesen desmerecido tal honor. Repasamos las mejores actrices de reparto de 1986:


Y comenzamos por la intérprete que terminó triunfando en aquella primera entrega de premios, una joven Verónica Forqué, que ya ganaba su primer Goya en la edición inaugural gracias a El año de las luces, su segundo encuentro con Fernando Trueba, donde el director se sirvió del significativo timbre de voz de la actriz y de su sonrisa inocente y llena de ilusiones para crear de la nada a una enfermera jefe obligada, por los principios del régimen y los ideales que ella comparte, a ejercer una especie de sacerdocio en un preventorio para niños menores de 12 años, mientras la consumen por dentro unas fuerzas descomunales que le aprietan el vientre y le ahogan la garganta, ante las cuales reacciona a través de un hermetismo agrio y cortante, como tratando con ello de erradicar el latente pecado que amenaza con desestabilizar su apacible existencia. Los ojos acuosos de la Forqué se esmeraron al exponer generosamente y sin ningún tipo de tabú la represión sexual de esta mujer, visible sobre todo cuando mira a sus interlocutores varones con un fulgor erótico difícil de pasar por alto incluso detrás de esa pose gélida y autoritaria que caracteriza a su personaje a lo largo de toda su intervención. Es la de Verónica Forqué una composición realmente admirable, sobre todo por la valentía demostrada por la actriz al asumir el riesgo que suponía incorporar un personaje que podía ser fácilmente incomprendido y mal juzgado. Expuestos sin fisuras todos los recovecos que hacen de su Irene un personaje tan atractivo ya en la primera escena en la que aparece, debido al matizado retrato que ofrece de ella la intérprete, Verónica se limita desde entonces dejarse llevar por las líneas marcadas desde el guión, que la obliga a seguir fingiendo con autoritaria y distante curiosidad ante el resto de personajes mientras cae rendida en la desoladora verdad que esconde en su interior cuando queda a solas. En estos pocos, pero valiosos momentos, Trueba otorga a la Forqué sus mejores ocasiones de lucimiento, exhibiendo la actriz una vena dramática llena de una apacible emotividad que surge de la cercanía con la que está construido todo el personaje. El llanto desconsolado sobre la cama se convierte en una escena impagable debido a la desbordante desnudez con la que la actriz se adueña de ese momento privado y evoluciona corroída por la angustia y la desesperación que se han adueñado del alma de Irene. Esta presencia secundaria adquiere así una categoría superior dentro de la película, tanto que permanece en la memoria mucho tiempo después del visionado de la cinta. Es mérito absoluto de la estudiada candidez con la que la Forqué se adentró en los pormenores de su pequeño rol y nos los descubrió de par en par, con una fe ciega depositada tanto sobre su director como sobre sí misma y su enorme talento de actriz. El primer Goya a la mejor actriz de reparto de la historia cayó, merecidamente (¡qué duda cabe!), en sus manos y abrió las puertas de la cinematografía nacional a una Verónica Forqué que no tardaría mucho en consolidarse como una de las primeras figuras femeninas del cuadro interpretativo español de finales de los ochenta.


El año de las luces logró aquel primer año goyesco algo que, más tarde, llegaría a ser habitual en estos premios: dos actrices de reparto nominadas por la misma película. A Verónica Forqué, la acompañó en tremenda lid nada menos que Chus Lampreave, a la que Trueba también supo sacarle una interpretación de gran altura, incorporando a una maestra beata, autoritaria y fascista, de primario e intratable carácter, que reacciona ante cualquier tipo de provocación hecha una auténtica fiera, con impetuoso temperamento, dejando constancia de un mal íntimo y secreto guardado en su interior, que bien podría ser algún tipo de represión de índole sexual. Lampreave aparece agria, irracionalmente severa y hasta cierto punto castradora, dando forma a un personaje estereotipado que en sus manos adquiere la frescura y la garra de la que carecía sobre el papel: no hay ninguna intención por parte del guión en alcanzar una posible y necesaria humanización de su rol, pues siempre nos la muestran respondiendo al arquetipo que la ha visto nacer. Con tan poco material, no es de extrañar que el trabajo de la actriz caiga por momentos en una acusada sobreactuación, ya que lo único que parece interesar al realizador es mostrar la ignorante y ridícula crueldad del tipo de personaje al que representa su maestra Tránsito. Pero Lampreave ya era más lista que el hambre y dejó que en esos puntuales momentos de descontrol aflorara la maravillosa vis cómica que siempre le ha caracterizado, transformando sus escasas intervenciones en los momentos más altamente disfrutables, por divertidos, de la película. Así, se hace imposible pensar en otra actriz capaz de arrancar una carcajada mayor de la que ella consigue por sí sola al gritar "¡Esto es un motín!" o al forzar inesperadamente a todos a bailar una jota en mitad del campo para evitar que se siga bailando agarrados. La actriz hace del desmadre su arma arrojadiza para quedar impresa en nuestra memoria y utiliza la estricta rigidez que pedía a gritos su Tránsito para desplegar un registro abrupto y tajante, visiblemente impostado y a veces caricaturesco, sí, pero que nos daba una idea del inmenso repertorio dramático que llevaba consigo la gran Chus Lampreave. Que perdiera el primer cabezón de la historia en favor de su compañera de reparto poco importó al cabo del tiempo, pues logró asentarse con pies de plomo como una de las más populares y carismáticas actrices de reparto de nuestra industria.


La tercera en discordia vino a ser una de las más grandes y consagradas intérpretes de nuestro teatro y nuestro cine: la gran María Luisa Ponte, que participaba además en tres de las cintas nominadas. Su candidatura la ganó gracias a El hermano bastardo de Dios, de Benito Rabal, donde la portentosa intérprete ejecutaba con sobriedad y con no poca entereza las escasas escenas que protagonizaba, desplegando una arrolladora energía en la primera parte de su intervención para, inesperadamente, encogernos el alma con la sobrecogedora reacción de su personaje ante la terrible noticia que contiene una de las cartas que recibe del frente de batalla. Inesperadamente porque, teniendo en cuenta lo previsible que resulta tal hecho dentro del argumento, María Luisa logra con su trabajo superponerse al texto y marcarse todo un recital en poco menos de un minuto. Inmensa es la palabra. Teniendo en cuenta el triunfo final (3 Goyas) de El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez, en la que también participaba con un pequeño (injustamente pequeño) papel, resulta extraño que la Academia no eligiese esta actuación para incluirla como una de las tres finalistas al premio a la mejor actriz secundaria y sí seleccionase a tal efecto su trabajo en El hermano bastardo de Dios, quizás también quedaron fuertemente impresionados por esa trágica y dolorosa escena que antes mencionábamos.

Las Olvidadas.


Entre los olvidos más flagrantes de aquél año se encuentra el de la veterana actriz de culto, musa de Luis Buñuel, Margarita Lozano, a la que tras varios años alejada de nuestra cinematografía, recuperó Manuel Gutiérrez Aragón en La mitad del cielo, donde encarnaba a esa abuela vigorosa y sumamente tierna, con no pocos poderes mágicos, que se convierte en un pilar esencial dentro del argumento de la película, sin lugar a dudas uno de los elementos esenciales de la misma. En su piel, Margarita Lozano realizaba un trabajo sereno y deslumbrante, dotado de una magia y un encanto inolvidables, y lograba que todas sus escenas se erigieran en algunos de los momentos más bonitos y hermosos de La mitad del cielo. Con sabiduría y sin alardes de ningún tipo, la Lozano se comía la pantalla ella solita, logrando que lo estrambótico y surrealista de su personaje pasase por resultar fascinante y conmovedor y que el espectador sintiese desconsolado la pena inmensa de su desaparición a poco más de la mitad de la película. Un auténtico regalo de esta diva al cine español que los responsables del film se encargaron de “ensuciar” al doblar la voz (bronca y de timbre característico) de la intérprete, razón que quizás justifique su ausencia dentro del grupo de actrices nominadas al Goya a la mejor interpretación femenina de reparto. Un “crimen” doble que a pesar de todo no afecta a la enorme consideración debida a esta actriz ni tampoco al sublime trabajo logrado en La mitad del cielo.


Pero Lozano no fue la única gran actriz olvidada aquél año. Es obligado acordarse también de Rafaela Aparicio. Su participación en el film de Trueba se quedó en muy poca cosa debido al esquemático dibujo que presentaba su personaje ya en el libreto original y, claro está, por las escasas ocasiones de lucimiento de las que disponía. No obstante, la actriz, fiel a su estilo, supo aprovechar la ocasión y robar para sí unos cuantos planos en la piel de esa vieja gruñona, cocinera del preventorio, esposa del conserje al que da vida Manuel Alexandre, cuya relación es lo más destacado de su intervención en la cinta, ya que entre los dos nos proporcionan un delicioso espectáculo de hiriente y amoroso sentido del humor, beneficiado por la adorable compenetración existente entre la pareja de intérpretes, que ya quisieran para sí otras parejas 'de hecho' más jóvenes del cine español. A diferencia de Emilio, el rol de Rafaela queda en mera comparsa de su marido, objeto constante de las burlas de éste ante las que la Aparicio siempre reacciona refunfuñona, llamándole "mamarracho", en un recurso cómico que por reiteración acaba funcionando perfectamente siempre. La hondura, así como la gracia y el desparpajo otorgados por la Aparicio a sus cortas intervenciones sacan al personaje del segundo plano invisible en el que se habría quedado en manos de otra actriz. Una nominación al Goya como actriz de reparto por El año de las luces para una intérprete de su valía no habría estado nada mal y mucho menos si se debe a un trabajo cómo este.


Vicky Peña llevaba cinco años alejada de las cámaras cinematográficas cuando el director Jaime Camino la llamó para dar vida a la mismísima Carmen Polo de Franco en Dragón rapide, película en la que, figurando en los créditos con su nombre aún sin abreviar, la actriz logró una convincente creación de la esposa del futuro dictador español, a pesar de contar con pocos minutos para el lucimiento. Quizás fuese ésta la razón por la que su contenida, aplicada y estudiada interpretación fue pasada por alto por la Academia. Con su cuello de jirafa, su boca grande y su cabeza pequeña, Vicky Peña demostró aquí que se encontraba perfectamente dotada para iniciar un seguro y exitoso porvenir cinematográfico como actriz de carácter, después de foguearse su trayectoria en todo tipo de roles en el marco televisivo. En Dragón rapide conseguía, con muy pocos elementos, reflejar la comprensión, el cariño y el conocimiento exhaustivo que profesa su personaje hacia su marido y del que carecía el film mismo. Carmen Polo fue probablemente la persona que mejor conoció al dictador y la química que la actriz establece con Juan Diego, su oponente en pantalla, evidencia una relación afectiva basada más en la lealtad a unos votos matrimoniales que al amor romántico, aportando ese pequeño toque de humanidad que a todas luces pedía una historia como Dragón rapide.


Es justo recordar en este apartado el primer encuentro de una de las actrices de teatro más importantes de nuestro país con el director Vicente Aranda. Hablamos de Margarita Calahorra, que debutaba con Aranda aquel 1986 con una pequeña pero lucida intervención en Tiempo de silencio, como la madre iletrada de la joven gitana muerta tras practicársele un aborto en pésimas condiciones. Su personaje, la Ricarda, se pasea durante todo el film detrás del cuerpo de su hija, al que desea dar tierra como Dios manda cuanto antes, así llora y se lamenta desconsoladamente no sólo en el lúgubre velatorio, sino también junto a la puerta del tanatorio donde han trasladado el cadáver para practicarle una autopsia. Es tan desangelado ese llanto y tanto dolor expresa, que la Calahorra convierte a su personaje en uno de los puntos clave de la película de Aranda, cobrando vital importancia al final, cuando retenida en la comisaria, su testimonio libera al protagonista de la prisión. Hay que alabar la decisión de Aranda de otorgarle a ella este trágico y bonito personaje, que bien podría haberla llevado a luchar por el Goya a la mejor actriz de reparto.


Y si pudieron competir dos actrices por El año de las luces, también la crónica sobre la Guerra Civil a través de la mirada de un niño que fue El hermano bastardo de Dios podía haber obtenido una doble nominación en esta categoría y es que, con muy pocas escenas a su favor, Terele Pávez supo apoderarse de ellas y resultar de lo mejor de una película en la que daba vida a un personaje harapiento y enloquecido, una mujer borracha que vagabundea por las calles maldiciendo y blasfemando y que, para salir del apuro económico en el que se encuentra, no tiene reparos en vender a uno de sus hijos a una familia pudiente. Le ofrecían poca cancha para poderse lucir en la piel de Ramona, pero la Pávez supo hacerse notar en la única escena importante que protagoniza: en la tienda de alimentación, cuando con el dinero que ha sacado de la venta de su hijo puede por fin saldar la deuda que allí tiene. Con lo dada que sería posteriormente la Academia a nominar en la categoría secundaria a intérpretes con empeños tan o más pequeños que el suyo en El hermano bastardo de Dios, bien hubiese podido la Pávez ser una de las primeras finalistas en la categoría en la edición inaugural de los Premios Goya.


Como también podría haberlo sido Julieta Serrano. Y es que aquél año Pedro Almodóvar volvió a ficharla para otro papel secundario en su descompensada película Matador, donde la actriz demostró lo bien que casaba dentro del universo personal del director manchego, de nuevo en un registro de mujer madura, fría y cruel, con notables desequilibrios interiores, que los ojos perspicaces de la actriz lograron exponer sin titubeos de ninguna clase, comiéndole la película a los verdaderos protagonistas. No fue nominada al Goya pero ganó, no obstante, el premio a la mejor actriz en el Festival de Cine Fantástico de Oporto, a pesar de la escasa extensión de su participación en la película.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Belén Rueda y Mario Casas, abuela y padre gracias a Piñeyro


Justo ayer presentaban a los medios el rodaje de Ismael, cuando llevan rodando más de un mes en localizaciones de Barcelona. Se trata del nuevo proyecto del argentino Marcelo Piñeyro, muy admirado en nuestro cine por aquella excelente adaptación al cine de la obra de Jordi Galcerán, El método (2005). Ahora vuelve a nuestra cinematografía para contarnos la historia de Ismael, un niño de color, que tras escaparse de casa y coger un tren en Atocha, llega a Barcelona y llama a la puerta de Nora (50 años, madrileña, residente en Barcelona desde hace 35) diciendo que es su nieto. Los dos van en busca del padre del niño, Félix (el hijo de Nora), un joven educador social, embarcándose en un viaje en el que todos los personajes tratarán de saldar cuentas con el pasado.


Lo sorprendente del proyecto es el cambio de roles que va a suponer para su pareja protagonista, a la que dan vida Belén Rueda y Mario Casas. Para Rueda, que hereda un papel que hasta hace bien poco iba a protagonizar la gran Victoria Abril, barajándose luego también el nombre de Cecilia Roth, significa su acceso a papeles de mujeres de su edad, alejándose así del habitual registro casi de madura y atractiva femme fatale al que parecía predestinada tras su último film: El cuerpo (2012), de Oriol Paulo, y el regreso a un cine intimista y realista, alejado de los productos meramente de género que ha venido protagonizando hasta ahora. Para Casas, Ismael representa la oportunidad perfecta para convencer con un personaje descrito como un ser difícil y complejo, lejos de su habitual registro de 'chico guapo y rebelde'. Que Piñeyro ande detrás de las cámaras es, a priori, garantía de éxito para ambos, pues de sobra es conocida su buena mano con los actores.


El reparto de este drama que cuenta en la producción con el aval publicitario que supone estar respaldado por Antena 3 Films, se completa además con las estimulantes presencias de dos veteranos de la categoría de Sergi López y Juan Diego Botto, además de los desconocidos Ella Kweku y el niño Larsson do Amaral.

El vuelo de "Los amantes pasajeros" desciende, pero no tanto.

Según leemos hoy en la web BoxOffice España, Los amantes pasajeros han frenado su descenso en la taquilla este último fin de semana con respecto al anterior, cayendo sólo un 48% y recaudando cerca de los 456.000€ en su tercera semana de carrera comercial. Presente aún en 308 salas, la película de Pedro Almodóvar se ha visto afectada por las malas críticas obtenidas (entre las que estamos nosotros) y el más que definitorio boca-oreja, que transmite la sensación de que la película no gustado del todo. Es posible, que la llegada de las vacaciones relaje aún más esta tendencia a la baja en la taquilla por ofrecer la posibilidad de verla a todos aquéllos que (por tiempo) aún no lo hayan hecho. Es sólo una conjetura, lo que es lamentablemente cierto es que la película se encuentra ya en un terreno claramente desfavorecido en lo que a remontada se refiere. El acumulado de recaudación, que alcanza los 3,93 millones de euros, todavía hace estimar a los más optimistas que la película podría obtener un dato final entre los 5,2 y los 5,5 millones.


La buena noticia es que, mientras en nuestro país ha descendido a la sexta posición del ránking de las más vistas, en Italia, donde se estrenó el fin de semana pasado, ha entrado directamente al cuarto lugar de la tabla, con una recaudación estimada en cerca de los 900.000€, casi a 3.285€ por sala. Una pequeña buena noticia para su productora, El Deseo, pues se pronostica ya una recaudación total en Italia de casi 3 millones. La próxima semana comprobaremos si las vacaciones en España le sientan bien a estos amantes y consiguen salvar definitivamente la histórica caída libre que venían padeciendo en nuestro box office.

"Los últimos días" vs "G.I. Joe". ¿Duelo mortal?

¡¡Ya es viernes!! Ya, ya sé que no es viernes, pero para muchos como si lo fuera porque hoy comienzan un larguísimo puente una serie de (muchos) afortunados (entre los que no me encuentro, como hace tanto tiempo me viene pasando, con la fe y la devoción que me embargan a mí en estas fechas...). Por ello, como muchos españolitos hoy disfrutan de unas ¿merecidas? vacaciones, es lógico que la industria del cine adelante los estrenos de la semana al miércoles, que hay que lavarle la cara a las marquesinas y ofrecer novedades cinematográficas como premio a tan ansiado descanso laboral. Y, sobre todo, hay que aprovechar que estando todo el maldito país desplazado, al boca-oreja le costará esta semana más que ninguna antes cumplir su decisiva misión. De todos modos, no son muchos los estrenos que aterrizan esta semana de vacaciones en las carteleras nacionales y es que algunos de ellos ya se adelantaron al viernes pasado, aunque hay que felicitarse por la llegada a las salas de una de las películas españolas más esperadas del año.

La peli del (largo) finde.


Ya está aquí. Tras unos largos meses de pre-campaña (recuerdo haber visto por primera vez el tráiler en una sala de cine en un pase de El artista y la modelo, de Fernando Trueba, allá por el pasado noviembre de 2012), llega a las salas comerciales Los últimos días, el regreso a nuestra cinematografía de los hermanos Álex y David Pastor, tras su debut en el largometraje en USA (avalados por la todopoderosa compañía de los Weinstein) Carriers (Infectados) (2009). Como en aquella, Los últimos días vuelve a navegar por un futuro (o presente) apocalíptico, donde una misteriosa epidemia, parecida a la agorafobia pero con resultado mortal, se extiende a nivel mundial, haciendo que las personas no puedan salir al exterior, viéndose obligados a refugiarse en los edificios y demás sitios cerrados. Marc un informático atrapado en su empresa tratará de encontrarse con su chica a través de la línea del metro y túneles improvisados bajo una inhóspita Barcelona. De entrada, hay que congratularse de que el género de ciencia-ficción parezca empezar a arraigarse en nuestra cinematografía, donde el cine de género en general (salvo el fantástico, con más larga tradición) ha sido siempre terreno vetado a nuestros cineastas, algo que la nueva hornada de realizadores (con una cultura audiovisual eminentemente influenciada por la industria americana) parece querer desterrar para siempre. ¡Bienvenidos sean! Claro, que para hacer buen cine de género (y no serie B o Z) hay que contar con los medios suficientes, algo que a tenor de las imágenes con las que nos han bombardeado, Los últimos días parece cumplir, aunque ya se haya alzado alguna que otra voz que nos haga pensar lo contrario. A la espera de que se hagan públicas las opiniones de los expertos en los medios oficiales, los que ya la han visto coinciden en que estamos ante un producto de estupenda y admirable factura, con una premisa argumental ciertamente atrayente y cuyo interés no decae a lo largo de un metraje gozoso y pleno de aciertos, valgan como ejemplos las opiniones publicadas ya en la Revista Acción o en la web La noche amercina. Para actoresSinVergüenza, aparte de que como amantes del cine patrio que somos, ardemos en deseos de visionar el que parece estar llamado a ser uno de los títulos del año por excelencia (con unos más que previsibles buenos resultados en taquilla y, también, posibles candidaturas a los próximos Premios Goya), nuestros grandes ganchos para ir al cine son un atractivo reparto, que encabeza nuestra estrella de la semana, el aspirante a estrella indiscutible del año, Quim Gutiérrez, cuyo trabajo en la cinta de los Pastor ha obtenido (hasta el momento) notables adeptos, aunque la opinión generalizada es que la película pertenece indiscutiblemente al gran Jose Coronado, que parece sacarse de la manga otro de esos anti-héroes de vuelta de todo que tan bien le salen y con cuyo concurso en Los últimos días se erige en el intérprete abanderado de la nueva ola del cine de género en nuestro país, pues no olvidemos que ganó el Goya gracias a una de las mejores muestras recientes de thriller, No habrá paz para los malvados (2011), de Enrique Urbizu, y justo hace unos meses estrenaba otro ejemplo más, El cuerpo (2012), de Oriol Paulo. Junto a ellos, colorean esta lucha por la supervivencia dos de las mejores (y más desaprovechadas) actrices jóvenes del panorama actual, aunque parece ser que en roles poco desarrollados que les proporcionan escaso o nulo lucimiento: Marta Etura (¿eterna chica de la película/novia del protagonista? Productores españoles, ¡hagan algo ya!) y Leticia Dolera (confiamos que tras el éxito de Rec3, Génesis (2012), de Paco Plaza, despegue de una vez su filmografía y este sea sólo el primer y tímido primer paso).

¿Bienvenido, Mr. Marshall?


Como viene siendo habitual, no, desde luego. Y es que una vez pasada la euforia de la intensa campaña de premios (Oscar en cabeza), comienzan a llegar a nuestras salas todos aquéllos títulos desechables y execrables procedentes de USA, además con un número inalcanzable de copias, copando absolutamente todas y cada una de las salas españolas, impidiendo una competencia justa para otras cinematografías (la nuestra, sin ir más lejos). Por ello, se estrena ahora G.I. Joe: Retaliaton (G.I. Joe: La venganza), de Jon Chu, temible, innecesaria y convencional secuela que sólo sirve para recordarnos lo tan acabado que anda ya el mito de Bruce Willis (aquél que muchos veneramos tras Pulp Fiction), ahora al servicio del vil metal secundando a una pandilla de mediocres y asesinables intérpretes de la talla de Channing Tatum o Dwayne 'The Rock' Johnson. Efectivamente, G.I. Joe tiene su público bien predefinido, lo que esperamos es que su abultada llegada a las salas no colapse la taquilla y nuestra apuesta para este fin de semana, Los últimos días, logre aventajar a tan todopoderoso blockbuster en rendimiento por copia.

Si hace unas semanas teníamos que hablar de un innecesario acercamiento a la creación literaria con el estreno de Anna Karenina, ésta retomamos el tema de las oportunistas revisiones de grandes clásicos de la literatura con la llegada a los cines de Great Expectations (Grandes esperanzas), con la que Mike Newell vuelve a llevar a las pantallas la inmortal novela de Charles Dickens. En estilo, forma y espíritu, esta nueva versión parece ganarle por goleada a la última, falsamente moderna e insoportablemente apastelada revisión que llevó a cabo con notable laxitud el mexicano Alfonso Cuarón allá por el año 1998, con una pareja protagonista de lo más sosa: Ethan Hawke y Gwyneth Paltrow. Pero esta mera comparación no hace de la cinta de Newell una gran película, pues toda la brillantez formal de la cinta sólo sirve para considerarla una adaptación muy correcta y estimable que no resiste un envite comparativo con la que sigue siendo la mejor adaptación cinematográfica de esta historia: Cadenas rotas (1946), del imprescindible David Lean. El único punto de interés, por tanto, lo ofrecen las colaboraciones de dos intérpretes británicos de alta categoría: Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter, que muy probablemente se comerán con patatas a la joven y casi desconocida pareja de (guapos) protagonistas.

El último de los títulos que accede hoy a las carteleras lo hace con nada menos que tres años de retraso y se trata de otra adaptación literaria, esta vez debida a Italia, dispuesta a exportar sus éxitos culturales a toda costa. Ahora le ha tocado el turno a otro famoso best-seller procedente del país de la bota, La solitudine dei numeri primi (La soledad de los números primos), de cuya adaptación se ha encargado Saverio Costanzo. Echando un vistazo a las críticas vertidas por la prensa especializada, esta puesta en imágenes de la novela de Paolo Giordano, ya que ha tardado tres años en llegar a nuestras pantallas, bien podrían haberse ahorrado los trámites y los papeleos. Según opiniones recogidas en Filmaffinity, Carlos Boyero, de El País, habla de ella en los siguientes términos: "Un relato caótico y desprovisto de la menor capacidad de emoción (...) sucesión de dislates tan retorcidos como pobremente expresados". Y Luis Martínez, de El Mundo, dice: "Una bobería. (...) Si la novela ha convencido a tantos es, sin duda, por su habilidad para, hablando de alguien ajeno, en realidad, ocuparse del que lee. Como tantas. Pero no hay ni rastro de esto tan básico sobre la superficie de la pantalla.". Pues eso, sólo recomendable para fans acérrimos de la novela original (entre los que no me encuentro).

Hasta aquí nuestro repaso a los estrenos en este inicio de puente. ¡Qué disfrutéis todos mucho (malditos) de estos días de descanso yendo mucho al cine! Yo no sé si podré si quiera, aunque de hacerlo, mi apuesta es clara: cae fijo Los últimos días. ¿Y vosotros, cuál vais a ver? Recordar: mejor la VOSE.

¡¡Un saludo Sinvergüenzas!!

martes, 26 de marzo de 2013

Finaliza el rodaje de "Anochece en la India", con papelón para Juan Diego.


Gracias al blog oficial de la película nos enteramos que justo ayer mismo finalizaba el rodaje de Anochece en la India en Dholpur (India), road movie con la que el veterano director de documentales, realizador también en la pequeña pantalla, Chema Rodríguez, da el salto al largo de ficción. La película, cuyo rodaje se dividió en dos fases (la primera, entre junio y julio de 2012, en localizaciones de Bucarest (Rumanía),  Turquía, y Sevilla; y la segunda, entre febrero y marzo de 2013, en el desierto de Tabernas (Almería) y Dholpur), será una coproducción internacional entre España, a través de Producciones Sin Un Duro y Jaleo Films, Rumanía (Strada Film) y Suecia (Atmo) y cuenta con la participación de Canal Sur TV y la colaboración del Ministerio de Cultura – ICAA, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, CNC (Rumanía), SFI y FiV (Suecia), y Eurimages.

En ella, Rodríguez adapta para la gran pantalla la historia de Lorenzo del Amo que ya recogiera el director en su libro "Anochece en Katmandú" (2003) y que se convierte en la pantalla en una extraordinaria aventura protagonizada por Ricardo, quien decide viajar a la India por tierra, como hacía en los viejos tiempos, cuando llevaba hippies a Oriente con su furgón cruzando Europa, Turquía, Irán y Pakistán. Pero la situación ahora es muy distinta. Ricardo ha pasado los últimos diez años de su vida en una silla de ruedas aquejado de una enfermedad que ha alcanzado su fase final. Quiere viajar a la India y reencontrarse con Gadhali, su gran amor, para lo cual cuenta con la estimable ayuda de Dana, su asistenta rumana. De entrada, desde actoresSinVergúenza olemos muy, pero que muy bien, la pintaca de la película.


El reparto de esta historia es, sin duda, uno de los platos fuertes de la misma y es que, nada menos, que el todolopuede Juan Diego apechuga con el papel protagonista, en lo que se vislumbra desde este mismo momento como un nuevo y descomunal despliegue interpretativo del veterano intérprete. Y nos apresuramos a pronosticar que, de estar la película preparada antes de que finalice el presente año, bien podría granjearle a la estrella su novena nominación a los Premios Goya. Pero Anochece en la India no sólo supondrá el retorno de Juan Diego a la primera línea de la actualidad cinematográfica, acarreando con su primer gran protagonista desde que estrenara la estupenda Vete de mi (2006), de Víctor García León; sino que también significará el debut en nuestra cinematografía de la estrella rumana Clara Voda, experimentada actriz de cine y teatro, protagonista de uno de los más recientes éxitos del cine en su país, exportado internacionalmente gracias a la consecución del Oso de Plata en el Festival de Berlín: Si quiero silbar, silbo (2010), de Florin Serban. Completa el cast un desaparecido Javier Pereira, que accede con Anochece en la India a un proyecto verdaderamente importante tras dejar frustradas las expectativas que muchos pusimos en él como "nueva gran promesa del cine patrio" cuando encadenaba protagonistas en películas destacadas de la producción española como Frío sol de invierno (2004), de Pablo Malo, Heroína (2005), de Gerardo Herrero, o la generacional Tu vida en 65 minutos (2006), de María Ripoll.

Carmelo Gómez parece estar "Lejos del mundo"


Acabamos de ver el primer tráiler de lo que será la décimo sexta película como director del productor Gerardo Herrero, que cuenta en su nómina nada menos que con la cinta ganadora del Oscar por Argentina El secreto de sus ojos (2009), de Juan José Campanella. Lo último de Herrero tras la cámara llevará por título Lejos del mundo y fiel a su decidida labor de nexo entre España y Latinoamérica, vuelve a ser una coproducción, en este caso con Colombia, con la financiación de Tornasol Films, Foresta Films y Ennowa Films. Rodada íntegramente en localizaciones de Cartagena (Colombia), la película adquiere el aspecto de un thriller acerca de un hombre recién salido de la cárcel que viaja a un hotel de la costa regentado por un viejo compañero que tiene una gran deuda con él desde hace tiempo. Cuando el dueño del hotel no le paga la deuda completa decide alojarse allí indefinidamente como medida de presión pero, por una serie de circunstancias, el ambiente idílico del hotel acabará transformándose en una pesadilla. Por semejante sinopsis, uno puede generarse lógicas expectativas que las imágenes del tráiler acaban echando por tierra y es que, a priori, la nueva película de Herrero tiene pinta de telefilme, por lo que aparenta ser una dirección bastante plana y con diálogos altamente artificiosos, algo verdaderamente mosqueante cuando hablamos de un director consagrado, que encima había recuperado parte del crédito perdido tras su última aparatosa y estimable cinta, Silencio en la nieve (2011).


En el reparto, destaca sobremanera la presencia de un grande de nuestra cinematografía como es Carmelo Gómez, perdido últimamente dentro de la producción convencional de nuestro país, sin sumar ningún título especialmente destacado o interesante a una trayectoria reciente que merece a todas luces un enfoque diferente y a la que poco va a ayudar este nuevo trabajo a las órdenes de Herrero (ya trabajaron juntos en la mencionada Silencio en la nieve), en lo que parece ser en un desgraciado, por funcional, papel secundario. Y es que el tráiler no deja dudas acerca de que el protagonismo en Lejos del mundo se lo lleva, por completo, un elenco de intérpretes colombianos, aunque también parezca gozar de cierta relevancia la presencia de la joven y televisiva Úrsula Corberó.

Lejos del mundo tiene prevista su salida a los cines para el próximo mes de junio, así que no tendremos que esperar mucho para comprobar con nuestros propios ojos si el tufillo a bodrio que se desprende de su primer tráiler oficial resulta o no justificado. Por el bien de Herrero y por el nuestro, sufridos y bienintencionados espectadores, esperemos equivocarnos. Juzguen ustedes mismos:


Quim Gutiérrez, el aprendiz de estrella


El miércoles llega a los cines una de las más esperadas (y publicitadas) películas españolas del año, Los últimos días, de David y Álex Pastor, un más que previsible bombazo de taquilla que terminará de encumbrar dentro de nuestro raquítico star system a su máximo protagonista, el barcelonés Quim Gutiérrez. Por ello, nos acercamos a la trayectoria de este, aún joven, intérprete, uno de los actores que más van a dar que hablar en el presente año, pues su rostro va a ser casi omnipresente en las carteleras de nuestro país gracias a su participación en otros tres títulos cuyos estrenos están previstos para el último cuatrimestre de este 2013.

Para los que no vivimos en territorio catalán, el rostro rudo y áspero de un joven (todavía mucho más) Quim Gutiérrez, con orejas de soplillo y dentadura separada, nariz prominente y perturbadora mirada, nos descolocó por primera vez allá por la primavera del año 2006, cuando presentó nada menos que dos títulos en la Sección Oficial del Festival de Málaga. Pero para sus paisanos, Gutiérrez hacía tiempo que se había convertido en toda una estrella gracias a la pequeña pantalla, donde había grabado la friolera de 193 episodios de la serie Poble Nou (1994), siendo todavía un niño, y otros 63, ya más entrado en años, del éxito El cor de la ciutat (2000-2005), su verdadero pasaporte a la fama. Entre una y otra, numerosas intervenciones episódicas en otras series y espacios televisivos, así como también varios cortometrajes. Los dos títulos que le presentaron a nivel nacional en aquel lejano Festival de Málaga de 2006 dejaron claro que no estábamos ante un intérprete recién llegado, que aquél joven de bonita y sugerente voz tenía a sus espaldas un amplio rodaje interpretativo. Por un lado, Sin ti (2006), de Ramón Masllorens, nos ofreció a un intérprete que lograba enternecernos en la piel de ese chaval con un escaso margen de visión, todo optimismo e inocencia y que sólo gracias a su saber hacer lograba no pasar inadvertido frente al torrente interpretativo exhibido por la protagonista del film, una magnífica Ana Fernández. Los que no le conocíamos, teníamos nuestras dudas: ¿era un actor novel? AzulOscuroCasiNegro (2006), de Daniel Sánchez Arévalo, las respondió de cuajo. No, no estábamos ante un recién llegado. La opera prima de Sánchez Arévalo permitió a Gutiérrez encajar con insospechado aplomo e inusitada precisión un personaje difícil, árido, complejo, con mil y un matices, que un novel no habría sabido resolver de forma tan sobresaliente como él hizo, ni siquiera echando mano de la tan socorrida frescura y naturalidad que ayudan a colorear algunos debuts ante las cámaras. Frescura y naturalidad que tampoco faltaron en la puesta en pie de ese Jorge, un joven en medio de una enorme crisis existencial, que se debate entre su deber (como hijo, como hermano, como amigo, como portero de una finca) o hacer realidad sus verdaderos anhelos. Este protagonismo absoluto permitió a Gutiérrez explorar múltiples registros ante la cámara, todos ellos expuestos con perfecta caligrafía, dando de sí un trabajo de silencios, de sensaciones y emociones detrás de las esquinas, escondidos en la eficacia de sus gestos, en la calma de sus acciones y en la gravedad de una voz ciertamente cautivadora, por lo que nadie pudo discutir que el Goya al mejor actor revelación recayese aquel año en sus manos.


Con o sin el cabezón bajo el brazo, las expectativas generadas en torno al futuro interpretativo más inmediato del intérprete eran difíciles de superar. Quizás por ello, Gutiérrez replegó velas, se alió con su mentor cinematográfico y participó en la vuelta al cortometraje de Sánchez Arévalo que llevaba por título Traumalogía (2007), además de regresar a la pequeña pantalla, ahora ya a un proyecto de alcance nacional, la estimable y desapercibida serie criminal Génesis: en la mente del asesino (2007). Cuando volvió al cine, lo hizo para encabezar uno de los grandes proyectos cinematográficos de los últimos años, la recreación del famoso Levantamiento del 2 de mayo madrileño con la que José Luis Garci se marcaba su película más cara. El proyecto, a todas luces muy sugestivo, permitió a Gutiérrez demostrar que su rostro adusto podía aclimatarse a personajes de cualquier época, siendo de los pocos que salió airoso, gracias a un trabajo pleno de naturalismo, del descalabro general al que terminó condenada Sangre de mayo (2008). Así, lo que parecía una garantía de posicionamiento en la industria a corto plazo (un trabajo protagónico en una gran producción a las órdenes de uno de los más reputados directores de la industria), se acabó convirtiendo en un lastre en la filmografía del joven actor, que tardó dos años en presentar nueva película.


Y cuando por fin vimos Una hora más en Canarias (2010), comedia musical de David Serrano, tardamos más de lo acostumbrado en salir de nuestro asombro. Cierto que no estábamos ante una gran película, de hecho se echaban en falta muchos más gags de los presentes y mucha más originalidad en el planteamiento y en el desarrollo de muchas situaciones para destacar mínimamente dentro del género de producción nacional. Pero no es menos cierto que Quim Gutiérrez nos dejaba literalmente atónitos desplegando una descacharrante vis cómica, heredera de los grandes galanes de la comedia americana de los años 30, aunque también visiblemente influida por los despistados y casi inocentes hombrecillos grises que tan bien personificó Hugh Grant en la comedia romántica de los años noventa. Estas referencias parecían bien asumidas por Gutiérrez, que se sacó de la manga un nuevo prototipo de galán romántico a la española algo atolondrado y, por primera vez en mucho tiempo, sumamente atractivo, demostrando que sin ser guapo a la manera convencional, lograba fascinar y enamorar a una cámara que nos lo ofrecía como el intérprete idóneo para abanderar el cambio que se estaba produciendo dentro del star system patrio.


Algo que terminó ratificando Primos (2011), su siguiente, esperado y desternillante encuentro con Sánchez Arévalo, que permitió a Gutiérrez (con la ayuda estimable de sus compañeros en el reparto, unos geniales y nominados al Goya Raúl Arévalo y Adrián Lastra) regalarnos un despliegue cómico de gran altura, donde al galán inocente de su anterior trabajo incorporaba con descarada brillantez un registro que se balanceaba entre el patetismo más negro y la ternura más nostálgica, dejando bien claro que Quim Gutiérrez jugaba en la liga de los intérpretes todo-terreno, esos que son capaces de pasar de un determinado rol a otro distinto casi sin despeinarse. Da fe de ello su protagonismo en el thriller psicológico La cara oculta (2011), de Andrés Baiz, un trabajo meramente alimenticio que, no obstante, permitió al actor mostrarse convenientemente perturbador, abordando de este modo un nuevo perfil interpretativo sumamente estimulante.


Debe ser que el talante de Gutiérrez no encaja con las necesidades de directores consagrados, pues a su poco relevante experiencia junto a Garci, hubo de sumar una más que equivocada labor a las órdenes de José Luis Cuerda, en Todo es silencio (2012), donde la acostumbrada solvencia y carisma del actor brillan por su ausencia, resultando un trabajo en exceso desvaído. Por suerte para todos, el recuerdo que esta interpretación dejara en el espectador se diluirá en cuanto el próximo miércoles aterrice en las salas Los últimos días, donde Gutiérrez vuelve a cambiar de registro para apuntarse el primer héroe de su todavía corta filmografía. La cinta, que promete batir récords de taquilla, amenaza con convertir a su protagonista en ídolo de masas el mismo año en el que su figura se perfila como una de las más destacadas dentro del panorama interpretativo español, algo en lo que aventaja al resto de compañeros de generación. Primero por poseer un físico ampliamente moldeable, que le garantiza el acceso a una nómina de personajes mucho mayor y evidentemente más rica que otros 'guapos' de nuestro cine reciente. Y segundo por disponer de una materia prima interpretativa suficientemente sólida, que promete buenos resultados en cualquier registro, aunque vayan a primar los roles decididamente cómicos: su nuevo trabajo a las órdenes de Sánchez Arévalo, en la que promete ser la comedia del año, La gran familia española, por la que bien podría ganarse una nueva nominación a los próximos Premios Goya; su participación en la disparatada trama que acaba de rodar Santi Amodeo bajo el título de ¿Quién mató a Bambi?; o la menos atrayente, a priori, Tres bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, donde su presencia aparenta ser una mera comparsa para el lucimiento de la guapa Inma Cuesta. Mientras nuestras pesquisas se van despejando, de lo que no tenemos duda alguna es que con Quim Gutiérrez, este 2013, ha nacido toda una estrella, quizás el más preparado de la nueva hornada de actores surgidos mayoritariamente de la televisión a mediados de la década pasada y que, parece, viene a ocupar el trono vacío que dejaron vacante la generación de los noventa, capitaneada por Eduardo Noriega, Tristán Ulloa o Alberto San Juan, entre otros.


lunes, 25 de marzo de 2013

Santi Amodeo ya sabe "¿Quién mató a Bambi?"


Nos hemos enterado a través de su blog en rtve.es que Santi Amodeo acaba de concluir el rodaje en Sevilla de su cuarta y esperada película, ¿Quién mató a Bambi?, la vuelta por la puerta grande del realizador y guionista al terreno de la comedia, género en el que debutó dirigiendo junto a Alberto Rodríguez El factor Pilgrim (2000) y que no había vuelto pisar en sus sucesivos trabajos tras la cámara, ya en solitario, en las intimistas Astronautas (2003) y Cabeza de perro (2006). Para este nuevo trabajo, el director sevillano ha contado con un presupuesto algo más holgado de lo que acostumbra y con un reparto de campanillas, en el que destacan un experto en el género como Ernesto Alterio y uno de los rostros más destacados de nuestro star system actual, Quim Gutiérrez, a los que acompañan jóvenes féminas como Clara Lago y la televisiva Úrsula Corberó. Todos ellos muy bien arropados por los recientes ganadores del Goya Julián Villagrán (secundario) y Joaquín Núñez (revelación).


¿Quién mató a Bambi? nos cuenta la insólita aventura de dos jóvenes amigos que tienen que encontrar la manera de que el presidente de la compañía en la que trabajan, suegro de uno de ellos, regrese sano y salvo a su casa, ya que por extrañas circunstancias se encuentra encerrado semidesnudo en el maletero de su coche. Al mismo tiempo, un empresario acuciado por las deudas y su socio intentan un secuestro exprés, aunque por una serie de desafortunadas coincidencias acaban secuestrando a su padre por equivocación. Ambos secuestros acabarán entrecruzándose y originando multitud de problemas a sus protagonistas en una cinta que promete humor por las cuatro esquinas.


La película, producida por Rodar y Rodar, en lo que supone su primera incursión en un género distinto al fantástico (son los responsables de Los ojos de Julia, de Guillem Morales), cuenta con la participación de TVE, AXN y Televisión de Cataluña y tiene prevista su llegada a las salas el próximo otoño,  siendo distribuida por Sony Pictures en España, imaginamos que con los ojos bien puestos en los Premios Goya, donde aspirará a rascar alguna que otra nominación.

"A puerta fría" nos estampa el precio del mercado


Da igual que en los créditos finales de A puerta fría, el último largometraje del catalán Xavi Puebla, se señale que nada de lo que cuenta la película tiene que ver con la empresa de electrónica que presta su imagen a la trama de esta, admirable e incómoda, cinta. Poco importa que los protagonistas sean representantes comerciales de Grundig, Samsung o Sony si en todas las empresas cuecen habas. Cuando el precio a pagar por el cierre de un contrato o pedido supone la pérdida o el derrumbe de la moral, de esa pequeña parcela de dignidad humana que todo ser debería proteger contra viento y marea, es cuando surge la incomodidad de asistir al carpetazo definitivo de lo que conocíamos, sustituido con el advenimiento de los nuevos tiempos por una realidad enferma, por fría y mercantilista. Esto es lo que le sucede al protagonista de A puerta fría, un veterano comercial del sector de la electrónica que no anda por su mejor momento, ni laboral ni personal, y que ha de jugarse su futuro más inmediato en una feria de ventas en el aséptico marco de un hotel de eventos.

Pero no sólo el escenario (único) es aséptico en A puerta fría, porque Puebla, muy acertadamente, decide filmar la particular e inesperada bajada a los infiernos de su protagonista desde una prudente distancia, casi documental, confiriéndoles a sus imágenes una más que agradecida austeridad, que invitan al espectador a no tomar partido, a simplemente observar con atención cada paso de ese vendedor por ese lugar pensado para convenciones y a rellenar, de paso, cada elemento no mostrado, cada cosa no dicha. Sólo al final se permite el realizador acercarse verdaderamente al alma de su criatura, en un primerísimo primer plano sobre su actor protagonista, para hacer un necesario hincapié en el horripilante dilema moral que transita por su alma y en la estupefacción, el desconcierto y el natural rechazo de ese hombre ante los "nuevos tiempos". Unos nuevos tiempos en los que interesan más el número de ventas acumuladas que el propio comprador, no hablemos ya del intermediario, ese comercial que probablemente habrá dedicado más de la mitad del tiempo de su vida laboral a una empresa que, cuando disminuye la facturación, no dudará en considerarte prescindible. Por ello, resulta apropiado el enfoque estético que Puebla ha elegido para su película, ya que esa fotografía tan gélida, como de diseño minimalista, ese ritmo pausado de unas imágenes sumamente sugestivas, reforzado por un montaje verdaderamente invisible, aportan la idea justa de impersonalidad y escasez de calor humano con la que se trata desde las altas esferas a los empleados de a pie.

La impasibilidad y apatía de la puesta en escena de Puebla dan fe de la enorme inteligencia del realizador, dotado de una más que evidente capacidad autoral, que parece querer dar forma a un discurso eminentemente anti-capitalista, muy poco común en nuestra cinematografía y del que sería su anterior película (Bienvenido a Farewell-Gutmann) una clara antecesora. A puerta fría acaba siendo un paso adelante respecto a aquélla y es que Puebla ha logrado contenerse en su labor como guionista y ha sustituido la explicitud de la primera por un uso magistral de la elipsis y de la sugerencia en la que ahora nos ocupa, permitiendo que los personajes hablen más con los ojos que con los labios, para así poner en pie un contundente drama que, desde la frialdad de sus imágenes, nos retuerce el alma para estamparnos en la cara la degradante y mísera condición humana. Estamos ante una obra sumamente adulta, atípica por desgracia dentro del panorama cinematográfico español de la actualidad, más pendiente de construir a través de sus imágenes un discurso y un mensaje que de recuperar el dinero invertido en su puesta en pie; más interesada en hacer dudar, cuestionar, pensar y debatir al espectador que de meramente entretenerle. A puerta fría, a pesar de sus defectos, que los tiene (como algunos desvanecimientos de guión referidos al personaje de Inés), brilla por ser, ¡qué duda cabe!, una de las más crudas, precisas y descarnadas películas sobre la podredumbre de este primer mundo, lo que la convierte también en una de las más desoladoras.


A ello ayuda una magnífica labor de conjunto de todo el reparto al completo donde, sorprendentemente, el resultado menos óptimo lo logra un servicial y acomodaticio trabajo de la superestrella Nick Nolte, al que le roban literalmente la película un inolvidable plantel de secundarios españoles: José Luis García Pérez, que acarrea con estoicismo y seriedad con el papel más desgraciado de la función; José Ángel Egido, aportando desde una férrea compostura los ligeros y reconfortantes únicos toques de humor de todo el film; y, por encima de ellos, un sobresaliente Héctor Colomé, poniendo en práctica el dicho 'menos es más' y dejando patente la grandeza de un actor que el Cine Español anda desaprovechando últimamente. El lado amable llega con la luminosa aparición de María Valverde, a la que Puebla extrae un trabajo eficazmente matizado y detallado, que se alza desde ya en la prueba evidente de la buena evolución interpretativa de la joven actriz. Pero A puerta fría pertenece por derecho propio a ese eficaz y siempre eficiente secundario, por fin máximo protagonista, llamado Antonio Dechent. Justo ganador del premio al mejor actor en el pasado Festival de Málaga y uno de los grandes olvidados en las nominaciones de los recientes Premios Goya, el trabajo de Dechent roza lo sublime transmitiendo verdad desde la nada, poniéndose la naturalidad por bandera y traspasando la pantalla para ahogarnos con la angustia y la desesperación que inundan su mirada. Contagiado por ese espíritu áspero e insensible que recorre toda la película, Dechent nos lanza sin medias tintas toda la bajeza moral de su personaje, invitándonos a recorrer junto a él los rincones más incómodos de esa bajada a los infiernos, de ese desapacible viaje al lugar donde el deber hace tambalear los cimientos de la dignidad.