Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Gabino Diego ganó su Goya por no decir ni "mu" en "¡Ay, Carmela!"


Mala cosecha la del 1990 para el Cine Español. Tan mala que, tras visionar la mayor cantidad de títulos estrenados a lo largo del año que daba inicio a la nueva década, no nos queda otra que hablar del decepcionante nivel medio en la calidad de la producción cinematográfica de nuestro país. Razón por la que se entiende, primero, el que la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España tomara la decisión de reducir el número de candidatos en todas las categorías competitivas de los Premios Goya, volviendo de los cinco que habían venido siendo nominados en las dos anteriores entregas, a los tres con los que se iniciaba la entrega de cabezones en las dos primeras ediciones. Y, segundo, se comprende que solo un número bastante reducido de títulos lograra aspirar en alguna categoría de los Premios Goya, obteniendo además dos de ellos la friolera de 15 nominaciones, lejos de toda duda, las dos películas más redondas de las estrenadas por nuestra industria aquel 1990: ¡Átame!, de Pedro Almodóvar, y ¡Ay, Carmela!, de Carlos Saura. El reparto de premios puede considerarse injusto debido al desprecio acaecido hacia la primera, que se fue de vacío, con respecto a la segunda (13 en total), pero en lo que respecta a la categoría relativa al mejor actor secundario, no está de más señalar el acierto de la Academia por preferir el carismático trabajo de una joven promesa frente a la labor de un verdadero monstruo de la interpretación en un papel que, literalmente, lo desaprovechaba.


Evidenciando así su firme predilección por aupar cuanto antes a las emergentes estrellas de nuestro raquítico star system, la Academia entregó su quinto Goya al mejor actor de reparto a un joven Gabino Diego, que había tenido la fortuna de caer en los brazos de Carlos Saura, para el que incorporó al mudo Gustavete en ¡Ay, Carmela!, empeño que el actor ejecutó de maravilla y es que su cara de lelo encajaba a la perfección con la descripción del personaje. Pero al mismo tiempo el joven actor aportó a su trabajo un extraordinario patetismo y una insondable carga de emotividad, obteniendo una actuación fuertemente conmovedora, propiciada por la tierna y candorosa inocencia exhibida por Gabino Diego a lo largo de todo el metraje, razones más que suficientes para justificar el aplauso generalizado de toda la industria, llegando a ser nominado a los Fotogramas de Plata como mejor actor de cine y como mejor actor de reparto a los Premios del Cine Europeo, categoría en la que ganaría luego este correspondiente Goya de la Academia Española de Cine, robándoselo limpiamente a un grande como Francisco Rabal. El Goya le situó como uno de los jóvenes intérpretes más cualificados de cara al futuro dentro del panorama cinematográfico nacional, aumentando considerablemente el nivel de ocupación de la recién instaurada estrella, un aumento de categoría y prestigio artísticos del que daría testimonio la misma Academia, que le volvería a incluir entre los candidatos a sus premios Goya en las dos siguientes ediciones.


Favorito al premio más por su trayectoria que por su trabajo específico en ¡Átame!, Francisco Rabal tuvo que lidiar en su primera nominación al Goya con la deficiencia que acarrean todos los personajes de ¡Átame!, y por extensión casi todos los que conforman la filmografía de Pedro Almodóvar: el servir como meros pretextos a los intereses estilísticos y narrativos del realizador, con lo cual los intérpretes encargados de darles vida en pantalla disponen de poco margen de maniobra a la hora de incorporarlos. Tras el visionado de ¡Átame! a uno le queda la molesta sensación en el cuerpo de que ha asistido a un desaprovechamiento gratuito de Francisco Rabal. En un personaje poco desarrollado, absolutamente lineal y, hasta cierto punto, caricaturesco, la enorme presencia de este actor, emblema por antonomasia del Cine Español, se desborda completamente del plano anecdótico en el que está dibujado su Máximo Espejo, pidiendo a gritos un mayor tratamiento y lucimiento para este director recluido en una silla eléctrica y enamorado hasta las trancas de su actriz protagonista. Rabal responde con la convicción natural a la que nos tiene acostumbrados, dentro de las limitadas líneas en las que se le permite jugar, construyendo un personaje que salva la caricatura lasciva y degenerada a través de la tierna y compasiva mirada que el actor dirige hacia su objeto de deseo. Eso y la contundente fuerza expresiva que es capaz de transmitir, incluso preso de una nula movilidad corporal, únicamente a través de la inteligente transparencia de su rostro, convierten su intervención en ¡Átame! en un disfrutable espectáculo, no exento de humor, ese tan absurdo y delirante que suele caracterizar las réplicas escritas por el manchego y a las que Francisco Rabal aplica no poca sorna e ironía en sus locuciones. Con todo, supone un trabajo aplicado y con suficiente gracia y espontaneidad como para llamar la justa atención de los Académicos, pero también es un empeño demasiado esquemático y desagradecido, injustamente olvidado por la trama hacia el final del metraje y, en definitiva, muy por debajo de la categoría artística de este maestro.


Como tercero en discordia, casi sin ninguna opción al premio frente a los anteriores, se encontraba Juan Echanove, que volvía a ser finalista, justo un año después y también como secundario, gracias al thriller A solas contigo, de Eduardo Campoy, donde el actor echaba por tierra su bien cimentada imagen de chico bobalicón para meterse en la piel de un astuto y cruel asesino en constante acoso de una testigo ciega. La sangre fría exhibida por el intérprete en la espléndida y lograda secuencia del ascensor supone el clímax neurótico de un estupendo trabajo interpretativo que se desarrolla durante toda la película a un gran nivel, destacando por méritos propios sobre el resto del reparto gracias a la austeridad empleada por el actor y a la estudiada y admirable minuciosidad con la que Juan Echanove matiza y recalca cada una de sus intervenciones, decorando con su trabajo situaciones que, sobre el guión, carecen de la originalidad o el efecto sorpresa deseados, imponiéndose de este modo, casi sin esfuerzo, en lo mejor de una de las pocas películas remarcables estrenadas en esa temporada. Por suerte, la Academia no pasó en alto su trabajo en A solas contigo, logrando sumar Echanove una tercera nominación a los Premios Goya que daba fe de la vertiginosa admiración que toda la industria llegó a sentir por este intachable profesional en muy poco tiempo.

Los Olvidados.


Razón principal por la que interesarse por el visionado de La sombra del ciprés es alargada, última realización del español afincado en México Luis Alcoriza, basada en la primera novela de Miguel DelibesEmilio Gutiérrez Caba se impone pronto como lo mejor de una función aséptica y académica, de cierta atmósfera pero lánguido alcance, interpretando el papel del profesor Don Mateo Lesmes, el hombre encargado de tutelar la infancia huérfana del niño protagonista de la obra. Con su participación, supeditada a la desequilibrada interpretación del cuadro infantil, Gutiérrez Caba apenas ha de efectuar esfuerzos extras para destacar, decayendo además notablemente el interés de la película en la segunda parte, cuando la narración asiste a la vida adulta de Pedro. El veterano intérprete acomete con una estoica sencillez la personalidad de su rol, un tipo estricto y de moral pesimista que, no obstante, se muestra siempre amable y comprensivo en el trato con sus alumnos. Con su maestría acostumbrada, Gutiérrez Caba logra dar en la diana de la actitud represora de su rol, interpretando desde la austeridad corporal y gestual la convicción sombría que de la vida posee el personaje, siendo desconcertante el que este ejercicio de precisión pasara inadvertido ante los ojos de una Academia que, sin embargo, nominó al filme en la categoría al mejor guión adaptado. 






Rodada en 1988, pero estrenada en 1990, la adaptación que Horacio Valcárcel y Antonio Mercero llevaron a cabo de la novela de Miguel Delibes, El tesoro, puso en bandeja para un experimentado Álvaro de Luna un nuevo empeño de hombre primario, un aldeano iletrado que ve peligrar su dignidad y la de todo su municipio con la llegada de unos arqueólogos dispuestos a desenterrar el tesoro celtibérico que ocultan las tierras que rodean al pueblo. Con una colosal contención, De Luna infunde algo parecido al terror desde un estudiado estatismo corporal y una parquedad gestual sobrecogedora, no exenta de la asimilación pertinente de ademanes típicamente rurales y de una contundencia y solidez en el talante, lo que da la idea justa de la cerrazón y el primitivismo moral que embargan la existencia de su rol, que emerge pronto como un avezado cabecilla en la salvaje tarea de defender lo que todo el pueblo considera que les pertenece. Rotundo incluso en la actuación de los brutales actos de violencia de su personaje, El Papo, con el lastre que podía suponer incorporar a un personaje anclado a una aparatosa pata de palo y a una muleta, un ajustado y soberbio De Luna volvía a dejar claro con El tesoro su extraordinaria categoría artística, en un empeño que podría haberse tachado de estereotipado de no ser por el grado oportuno de miseria y barbarie que incorpora el intérprete al dibujo del mismo. Razones de peso para incluirle en la lista de los olvidados al Goya en aquella edición.


Incorporando con estudiado porte y distinción a un empresario erudito, Jordi Dauder hubiera merecido también figurar candidato a aquel Goya al mejor actor secundario gracias a La teranyina (La telaraña), monumental fresco histórico orquestado por Antoni Verdaguer y enmarcado, aunque no directamente, en la histórica Semana Trágica de Barcelona a principios del Siglo XX. Dauder mantiene la compostura de manera incólume a lo largo de la práctica totalidad del metraje, en consonancia con el segundo plano al que recluye la narración a su personaje, un tipo maquinador e intrigante cuya verdadera implicación en la trama principal no conoceremos hasta el final, cuando sin perder ni un ápice de la clase con la que había venido decorando la función, nos la desvelará orgulloso, aunque también taimado, pues en la batalla por el poder, ganar más que un premio conlleva la condena de suscitar envidias y desconfianzas varias. Así, Dauder da forma a un esmerado, detallado e impoluto trabajo interpretativo que le hizo merecedor del Premio Sant Jordi al mejor actor del año.


Con mucho menor tiempo en pantalla que su compañero de reparto, José Soriano volvía a merecer ser incluido entre los olvidados a un Goya, por tercer año consecutivo y ya en la categoría de reparto, gracias al corto empeño llevado a cabo en El tesoro, de nuevo a las órdenes de Antonio Mercero. Daba vida al aprovechado vecino descubridor, con malas artes, del tesoro del título, tras lo cual tratará de sacar tajada económica pese a quien le pese. Sorprende en su trabajo la sencillez con la que un actor tan ajeno a la mísera y primaria condición de ser de la gente del campo manchego retratada por Delibes en su novela, logra aclimatarse a la misma y dar voz en su persona al mezquino carácter de un personaje que, en su ignorancia, desvela sin darse cuenta la más ruin ambición. Parco y macizo en su trabajo corporal, exento de la habitual ternura a la que nos tenía acostumbrados con sus anteriores papeles para el cine, Soriano lograba, con tan solo tres secuencias, convencer en este registro duro y despreciable.


Es curioso que una de las películas más nominadas en la quinta edición no obtuviera mención alguna para los miembros de su reparto. El veterano actor teatral Albert Vidal hubiera merecido algún tipo de reconocimiento, aún admitiendo lo excesivamente breve de su participación en Las cartas de Alou, de Montxo Armendáriz, finalmente ganadora de dos Premios Goya (al guión y a la fotografía). Incorporando al padre de Carmen, la chica de la que se enamora el inmigrante protagonista, Vidal compone uno de los pocos personajes amables de la cinta, con notable sencillez y agradable desenvoltura, hasta su última secuencia donde evidencia el malestar contrariado del carácter de su personaje a través de una contención gestual eficaz y el uso magnífico de su voz. Significan pequeñas virtudes que dotan a su interpretación en particular, y a la película en general, de una ajustada pulcritud.

¿Trabajar para vivir o viceversa?


Las cintas con historias cruzadas suelen cargar siempre con el lastre de poseer alguna parte de su entramado argumental por debajo del nivel medio de los otros. No ocurre esto en Temporal, debut en la dirección de largometrajes del premiado realizador publicitario y televisivo José Luis López González 'Catxo', que parte de un sólido y bien ajustado guión, obra y gracia de Andrés Arias Pablo Caballero, para retratar ante la cámara distintas realidades de la precaria condición laboral a la que se ven expuestos una serie de personajes anónimos, donde ninguno de los conflictos o miserias que les salpican a cada uno de ellos llega en ningún momento a atentar contra el interés y el alcance global de toda la función. Mérito, en primera instancia, de un texto que sabe beber muy bien de la realidad circundante y la consigue plasmar de manera harto reconocible para el espectador; pero que además logra transformar en un alambicado estudio de personajes, los mil y un tópicos que se puedan contar del muchas veces llamado "trabajo basura", gracias a un generoso y detallado dibujo en la descripción de sus personajes.


De este modo, se logra en Temporal trascender la mera anécdota y la molesta sensación de déjà vu que puede acarrear el visionado de algunas de las situaciones que se plantean, siendo arrastrados por la desbordante carga de verosimilitud que se desprende de unos diálogos, en algún que otro momento excesivamente ideológicos, sí, pero sensitivamente hiperrealistas, honestos y convenientes, que funcionan a la perfección por su visceral acumulación, sin apenas espacios rellenados con silencios, subrayando así, de manera magnífica, el reflejo que pretenden ser estas historias mínimas de la sociedad mercantil y autómata a la que nos han empujado a vivir dados los intereses, principalmente económicos, de unos pocos. El Temporal del título no sólo alude a la inestable situación laboral de la mayoría de los personajes de la cinta, ni tan siquiera se refiere a la catártica lluvia del último tramo del filme, sino que atañe más al maremagnum emocional que sacude a unos personajes desposeídos de vida personal, de descansos, de dignidad, de humanidad y hasta de una identidad propia, dentro de un sistema regido únicamente por la superación de los objetivos.


Y tal y como sucedía en otros ilustres ejemplos de nuestro cine reciente que también hablaron sobre el tema, Temporal lanza su punzante radiografía a través de un efectivo humor negro, que nace tanto de la arquetípica representación de la que hacen gala algunos personajes, como de las cotidianas situaciones que rozan el surrealismo (la tronchante primera demostración con la aspiradora). Y todo ello lo efectúa Catxo a través de una puesta en escena en la que se hace patente su pasado como publicista, pues Temporal acusa no poco componente estético en la elaboración y creación de los encuadres, desposeyendo en gran medida con ello la carga trágica de las historias y dotándolas de un lirismo a menudo preciosista, que no empaña las virtudes del resto de elementos, desde una fotografía que no duda en cambiar sus intenciones atendiendo a la funcionalidad dentro del relato de cada una de las historias, hasta un montaje en el que Catxo, su artífice, evidencia su dominio para a través de él generar atmósferas sin perjudicar, más bien al contrario, el trabajo de los intérpretes.


Todos, absolutamente todos los miembros del abultado reparto están magníficos, pero es obligado mencionar, por partes, las labores individuales de algunos de ellos, literalmente, brillantes. Como ese Adrián Lastra capaz de desprender una inesperada comicidad para, acto seguido, encogernos con la espléndida exposición que efectúa de la desazón de su personaje. Aunque para sorpresa la de Maggie Civantos, derrochando un arrollador encanto en todas sus intervenciones, recorridas todas ellas por una embelesante frescura. Tanto como la que transmite Natalia de Molina, espléndida en un papel inmerecidamente corto. Violeta Pérez vuelve a hacer evidente, de nuevo con un papel demasiado pequeño, por qué se habla de ella entre la crítica especializada en términos de desaprovechamiento artístico, dada la precisión con la aporta tanta franqueza a su cometido. Melani Olivares pone la carga dramática a la película con no poco estoicismo, dando de sí un trabajo demoledor por doloroso y conmovedor. Por último, Nuria Mencía ha de lidiar con el papel más desagradecido de la función a nivel narrativo, pero el más jugoso a nivel interpretativo, exhibiendo con desenvoltura digna de estudio todas las aristas de su ambivalente personaje. En definitiva, otro apartado este, el de la interpretación, que se torna en uno de los pilares fundamentales que sostienen a gran nivel el resultado final de una película valiente y necesaria, indigna de la oscura suerte comercial que a buen seguro tendrá.



Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Dirección Novel: José Luis López González "Catxo".
- Mejor Guión Original: Andrés Arias y Pablo Caballero.
- Mejor Actor Secundario: Adrián Lastra.
- Mejor Actriz Secundaria: Melani Olivares.
- Mejor Actriz Secundaria: Nuria Mencía.
- Mejor Actriz Secundaria: Violeta Pérez.
- Mejor Actriz Revelación: Maggie Civantos.
- Mejor Canción Original: "Temporal", de Leiva.
- Mejor Dirección de Fotografía: Curro Ferreira.
- Mejor Montaje: José Luis López González "Catxo".
- Mejor Sonido: Antonio Mármol.

viernes, 22 de noviembre de 2013

El cine social protagoniza el finde: se estrenan "La por (El miedo)" y "Temporal".

¡¡¡Ya es viernes!!! Y, de nuevo satisfechos por la avalancha de personas que acudieron esta semana a los cines Yelmo y Cinesa con motivo de la simbólica reducción en el precio de sus entradas, volvemos a centrar nuestras miras en las novedades que llegan hoy a la cartelera, que en lo que respecta a nuestra cinematografía, solo son dos y, para no faltar a la tradición, de estreno reducido. 

La peli del finde.


Presente en la Sección Oficial de la pasada Seminci de Valladolid, La por (El miedo), es lo último del veterano director barcelonés Jordi Cadena, adaptación cinematográfica de la novela juvenil "M", de Lolita Bosch, la misma autora de la que partió el texto de su película inmediatamente anterior, la aplaudida Elisa K (2010), dirigida junto a Judith Colell. Ahora vuelve en solitario para contarnos la historia de Manel, un joven que tiene 17 años y nunca habla con nadie de lo que pasa en su familia. Nunca habla de que, por las mañanas, cuando su padre se levanta, él ya está despierto. Nunca habla de los morados que su madre tiene en diferentes partes del cuerpo. Ni tampoco habla del miedo que él, su madre y su hermana pequeña sienten cuando están en casa con su padre. Por eso a Manel le gusta ir al instituto, porque mientras está allí no está en casa.


Cine de denuncia social sobre un estigma que aún lastra nuestra sociedad, el tema de la comúnmente conocida como violencia de género, la película fue acogida con cierta tibieza emocional en sus pases en el marco de la Seminci, aunque más que por un mal acabado final de la misma, pudiera deberse al particular tratamiento visual de la que hace gala. Protagonizada por el joven y televisivo Igor Szpakowski, al que acompañan en los papeles principales los veteranos Ramón Madaula (éste, en una aplaudida interpretación) y Roser Camí, así como la niña Alícia Falcó, el filme es distribuido por Splendor Films con sólo 12 copias digitales (nueve de ellas en su versión original en catalán y las otras tres con subtítulos en castellano).

El crítico de El País, Jordi Costa, la califica como "una miniatura sobresaliente, estremecedora, cuyo desenlace acompañará al espectador como una infección hasta mucho después de terminada la proyección". Mientras, para Mirito Torreiro, en Fotogramas, "Jordi Cadena da un verdadero curso acelerado de buen gusto en la composición del encuadre, de saber exprimir de sus actores (todos bien, pero Camí y Szpakowski se lucen con personajes de más entidad) lo mejor que llevan dentro (...). Extraordinario ejemplo de madurez narrativa, película necesaria en estos tiempos de 50 mujeres muertas al año a manos de sus maridos, su crescendo dramático, mesurado, impecable, y su clausura sin concesiones permanecen en la retina mucho después de que se enciendan las luces".


Por el contrario, en Cinema Bites, no parecen tan entusiasmados y comentan que "el concepto se asimila, se aprecia y funciona, sobre todo en sus acertadísimos cuarto de hora finales, pero un paupérrimo tratamiento de la imagen y el sonido así como una realización y fotografía que recuerda a los spots que emiten por televisión restan calidad a una película que podría haber sido muy superior". En la misma línea, en Cine Maldito, concluye que "su parte final (...) hace tambalear el tono. No obstante el buen hacer de la dirección (sólo hay que fijarse en la puesta en escena, el uso del sonido, las miradas y silencios que lo dicen todo…) termina por rescatar y rematar una buena cinta, ahora sí, llena de buenas intenciones como bien hecha".

Historias mínimas.


Sólo una copia pone en circulación Blur Producciones de la independiente Temporal, de José Luis López 'Catxo' y que podrá verse durante toda la semana en la sala Artistic Metropol de Madrid por el módico precio de 3€. Ópera prima de bajo presupuesto, en torno a los 650.000€ y que se rodó durante cinco semanas del año pasado en Madrid, con guión obra de Andrés Arias Pablo Caballero, Temporal nos mostrará veinticuatro horas en la vida de cinco personajes anónimos, que no se conocen entre sí, y cuyo único vínculo es haber encontrado trabajo a través de la misma empresa de trabajo temporal.


Entre el drama y la comedia social navegará esta producción que cuenta con un reparto coral en el que figuran nombres conocidos, como los de Adrián Lastra, Melani Olivares, Luis Callejo y la recién descubierta para el cine Natalia de Molina, acompañados por rostros menos conocidos como Nuria Mencía, Maggie Civantos, Alfonso Torregrossa, Imán Padellano y la muy desaprovechada por el cine Violeta Pérez.

Desde Cinema Bites alaban la propuesta señalando que "Catxo realiza un film coral, en el que cada personaje calca un estereotipo de la realidad laboral que vivimos, lo que hace que prácticamente todo el mundo se pueda identificar con alguno o varios de los personajes. Dicha radiografía es tan sincera que en muchos momentos la historia parece ser incluso más un documental que una historia de ficción". En el mismo tono, en la Cope, escriben que “Catxo debuta con buen pie en el cine con esta tragicomedia negra de historias entrecruzadas (...). Presenta una atractiva galería de personajes (...) todos ellos magníficamente interpretados (...). Queda así una notable disección social e intimista, desgraciadamente cerrada a la trascendencia, pero que da continuidad a otras buenas películas españolas de temática laboral".


Termino aquí este habitual repaso a los estrenos españoles de ficción de la semana recordando que, tal día como ayer, hace seis años, nos dejaba una de las figuras más representativas y trascendentales de nuestra cinematografía, en particular, y de nuestra cultura, en general: el gran actor, escritor y director Fernando Fernán Gómez. Esta misma semana se procedía a la eliminación de su nombre en la fachada del teatro madrileño y centro cultural que tan distinguidamente lo lucía al final del Paseo de Recoletos. Flaco homenaje a la memoria de tan insigne personalidad por parte de un Ayuntamiento indigno de ser el responsable de la gestión cultural de nuestra capital.

¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!!

jueves, 21 de noviembre de 2013

Quiniela a los Premios Goya 2014 (IV): Mejor Actor.

Pocas sorpresas deparará también la categoría al mejor actor protagonista y es que podríamos aventurar ya, sin miedo a equivocarnos, tres de los cuatro finalistas definitivos. La cuarta plaza para estos Premios Goya será la más reñida, pues a ella aspiran algunos trabajos estrenados en salas comerciales relativamente pronto y que cuentan con el obstáculo que supone la selectiva memoria de los académicos; así como también otros adscritos a un género tan poco premiable como es la comedia.

1. Javier Cámara, por Vivir es fácil con los ojos cerrados.
2. Antonio de la Torre, por Caníbal.
3. Eduard Fernández, por Todas las mujeres.
4. Javier Pereira, por Stockholm.
5. Mario Casas, por La mula.
6. Álex González, por Alacrán enamorado.
7. Ricardo Darín, por Tesis sobre un homicidio.
8. Quim Gutiérrez, por ¿Quién mató a Bambi?
9. Ernesto Alterio, por ¿Quién mató a Bambi?
10. Javier Cámara, por Ayer no termina nunca.
11. Ricardo Darín, por Séptimo.





Favorito a ganar la Concha de Plata en San Sebastián, Javier Cámara tiene asegurada su sexta nominación al Goya este año gracias a Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, por un trabajo de enorme aprehensión, que invita a descartar a cualquier otro actor para tal empeño, incapaces todos de abordarlo de forma tan sobresaliente como él lo hace. Cámara parece haber nacido para interpretar a este personaje, pues resulta un intérprete especialmente dotado para reflejar sin coartadas ante las cámaras todo el patetismo de sus criaturas, sin caer nunca en convencionalismos pueriles o en falsas y amaneradas caricaturas, estériles siempre de emoción. El actor está literalmente espléndido a lo largo de todo el filme, sin alardes desorbitados, desde una agradecida y primorosa contención, plasmando con una naturalidad cercana a la espontaneidad todos los claroscuros de un personaje eminentemente ingenuo.


Con toda la crítica rendida a sus pies y la alta expectación que ha despertado en el público el que se denomina ya como su mejor trabajo para el cine, el Antonio de la Torre de Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, es el otro gran favorito en todas las quinielas. Radicalmente demoledor en su esterilizada y minuciosa exposición del carácter retraído y autosuficiente de su personaje, a través de una conveniente contención y una solidez apabullante, De la Torre sustenta toda su actuación en el magnífico partido que de su expresiva y contundente mirada líquida extrae el director para que los pensamientos, las dudas y hasta los miedos del personaje traspasen la pantalla y, llegado el caso, congelen el ánimo del respetable. Todo ello, además, protegido por una descollante naturalidad, sin subrayados ni estridencias del todo innecesarios, lo que ayuda a implantar la conseguida condición de absoluto personaje anónimo, de ser otro tipo más del montón, que sobrevuela al protagonista, añadiendo con esto un componente aún más sobrecogedor a la historia. Literalmente devorado por la personalidad de su personaje, De la Torre termina confeccionando una actuación de implacable y árido efectismo en el respetable, razón más que suficiente como para creer que será uno de los cuatro nominados al Goya.


Habitual en las nominaciones desde que irrumpiera en el cine hace solo 14 años, lleva ya acumuladas siete, de las que dos se materializaron en sus correspondientes cabezones. Además, conduce con mano diestra, segura y fascinante la desequilibrada película de Mariano BarrosoTodas las mujeres, logrando una actuación en absoluto estado de gracia. El intérprete se permite el lujazo de pasearse sin tapujos por todos los vericuetos de su personaje, ahondando incluso en los más desagradables, y hacerlo además desde una sublime precisión, matizando y depurando hasta el extremo cada uno de los rasgos (físicos, psíquicos y emocionales) de su personaje, logrando que tan impresentable protagonista no solo nos resulte simpático sino que, para más inri, nos induzca a no poca compasión. Eso sí, en su pletórica exhibición interpretativa colabora el sugestivo juego dialéctico y la química mutante que logra establecer con todas sus oponentes. Probablemente no sea el favorito al premio, pero sus opciones de colarse entre los cuatro nominados no menguarán fácilmente.



Apuesta personal nuestra, el trabajo de Javier Pereira en Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen, debería con toda justicia llegar a la final por el Goya de este año, pues en ella el intérprete se marca la que, con diferencia, se debe contar ya como su mejor interpretación para el cine, desplegando primeramente un contagioso encanto, derrochando sensualidad a través de una mirada de fingida inocencia y una sonrisa que, cual zorro, se sabe arma infalible para conseguir sus propósitos; para luego desvelar sus cartas atropelladamente y acabar estampando en la pantalla la idiosincrasia necia e incongruente de un auténtico capullo. Un empeño que Pereira, literalmente, borda, en uno de los mejores títulos del año y que no debería pasar inadvertido para los académicos.

A principios de año nadie lo hubiera dicho, pero tras ganar la Biznaga de Plata al mejor actor en el Festival de Málaga, Mario Casas se aupó a todas las quinielas para los próximos Goya gracias a La mula, película de la que su labor se alza como el gran pilar sobre el que sostenerse. Absolutamente empático y convincente en la piel de ese descreído e inocente cabo, supone el mejor empeño interpretativo del actor hasta la fecha. Su acemilero se nos presenta imprevistamente matizado siempre, incluso allí donde hubiera sido fácil salir airoso tirando de tics y viciados hábitos interpretativos, Casas responde con notable entereza y no poco encanto. ¿Valorará la Academia el logrado esfuerzo interpretativo de la estrella o le subestimará por su consabido estatus de 'chico guapo'? No obstante, el temprano estreno de la película dentro del primer semestre del año hace peligrar las opciones de un Mario Casas que, además, tiene previsto otro importante y sugestivo empeño dramático a finales de año.

El que Alacrán enamorado, de Santiago A. Zannou, fuera incluida dentro de la terna de las cuatro películas pre-seleccionadas por la Academia a los Oscar ha dado alas a las opciones de su protagonista de cara a una justa nominación al Goya al mejor actor. A pesar del también temprano estreno de la película, Álex González tiene a su favor el haber superado las expectativas, gracias a la admirable y convincente labor que realiza del protagonista de la cinta, detallando con aplomo minucioso todo el arco emocional que recorre su personaje a lo largo de la película. Sin duda, una excelente noticia que invita a concebir no pocas esperanzas en un actor perteneciente a una generación de intérpretes, en general, poco solventes en papeles tan rigurosos como éste. Por contra, su juventud y su atractivo físico son un lastre para tomar en serio sus opciones al Goya, a lo que hay que sumar la implacable competencia que suponen pesos pesados del calibre de los arriba mencionados.

Como con Mario Casas, las opciones de Ricardo Darín por Tesis sobre un homicidio, de Hernán A. Golfrid, pasan por otro protagonismo de la estrella argentina en uno de los títulos más taquilleros del año, Séptimo, de Patxi Amezcua. Eso, el estreno demasiado anticipado de la cinta y la condición de co-producción entre España y Argentina, lo que puede provocar que la película no entre en la competición por los galardones ordinarios. No obstante, quede constancia del sobrio, impecable, infinitamente matizado, proverbialmente expresivo trabajo llevado a cabo por Darín, alma, motor y estructura base de Tesis sobre un homicidio, demostrando una magistral capacidad para, tras los primeros minutos de metraje, desaparecer por completo dentro de su hermético personaje sin dejar en ningún momento de traspasar la pantalla, conectar con el espectador y que éste empatice hasta el paroxismo con su rol.


Si existiera la categoría de mejor actor de comedia, Quim Gutiérrez sería a día de hoy uno de los favoritos indiscutibles a alzarse con el premio gracias a ¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo, donde el actor nos desvela un pulso cómico de la mejor ley, sustentado en una comicidad histriónica altamente efectiva en gran consonancia con el tono exagerado y disparatado de la función. La pega, de cara a una posible nominación a los Goya, es que, salvo gloriosas excepciones, la comedia nunca ha figurado entre las debilidades de una Academia que, además, ya cuenta con el trabajo de Javier Cámara en Vivir es fácil con los ojos cerrados como la mejor representación del género.


Lo mismo se podría decir de las opciones de Ernesto Alterio por la misma película, aunque es obligado señalar que de colarse entre los cuatro finalistas, sería con todo el merecimiento del mundo, pues, aunque evidencia cierta desorientación en algunas escenas de transición, la estrella logra estamparnos luego un jocoso y sádico recital de primera, de esos que elevan el listón de cualquier función. Lo tiene difícil Alterio, aunque confiamos en que disponga en años sucesivos de mejores oportunidades para ganarse esa tan merecida tercera nominación al Goya que se le viene resistiendo desde hace unos años.

Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet, aterrizó en la cartelera demasiado pronto para la temporada de premios, pero Javier Cámara se marcaba en ella una actuación deslumbrante, expresando mucho a través de muy pocos elementos, haciéndose sublime, componiendo una interpretación sosegada y pragmática, convenientemente medida y ajustada en un cadencioso crescendo dramático que se erige en la mejor actuación del actor para el cine, hasta el momento. Tiene a su favor, además, la sensación de que la Academia le debe un Goya después de nominarle hasta cinco veces de manera infructuosa, pero el proverbial despliegue efectuado por la estrella en Vivir es fácil con los ojos cerrados eclipsará por completo el aquí comentado.


Tras su mal recibido estreno (a nivel crítico), Séptimo parece propiciarle pocas opciones de ser finalista al ajustado y completo trabajo de Ricardo Darín, que logra con su actuación transmitirnos de manera palpable, casi visceral, desde el desconcierto inicial de su personaje hasta el coraje de un hombre capaz de tirar por la borda toda su existencia con tal de recuperar a sus hijos, exponiendo ante la cámara a lo largo de ese viaje la angustia, el miedo, la rabia y la desesperación que van sucediéndose en el ánimo de su criatura. Logrando él solo generar en el espectador el verdadero leit-motiv para asistir sin pestañear a toda la función. Si la Academia hubiera de elegir entre los dos empeños de la estrella argentina de este año, éste de Séptimo debería quedar descartado.

ATENTOS A:


Mañana mismo aterriza en las salas comerciales La por (El miedo), lo último de Jordi Cadena, visto en Valladolid y que trae consigo un aplaudido trabajo protagónico de Ramón Madaula, en un registro duro y contundente, como padre maltratador, de esos que tan del gusto académico son.


Historia melodramática para el protagonismo de un Mario Casas que se intuye supondrá un cambio de registro importante en el actor. Ismael se encuentra además dirigida por un excelente director de actores, Marcelo Piñeyro, ¿convencerá todo esto a la Academia?


Presente en la Seminci, de donde salió beneficiado de buenos comentarios críticos, el trabajo de Eduardo Noriega en el thriller psicológico Presentimientos, de Santiago Tabernero, no llegará a las pantallas hasta enero, lo cual podría dificultar sus opciones de lograr su tercera nominación al Goya.



Tras el mal recibimiento suscitado entre la prensa por Blockbuster, de Tirso Calero, en su presentación oficial en el presente Festival de Gijón, las esperanzadoras opciones que merodeaban al veterano y gloria del cine nacional Manuel Zarzo parecen desinflarse. La película tendrá un estreno limitado a partir del 29 de noviembre, momento en el que discerniremos qué posibilidades tiene Zarzo de llegar a la final.





Quiniela a los Premios Goya 2014 (IV): Mejor Actriz.

Como ya señalábamos en la anterior quiniela, la categoría a la mejor actriz en los Premios Goya suele deparar pocas sorpresas pues son pocos, por desgracia, los trabajos femeninos puramente protagonistas los que se dejan ver por nuestras pantallas cada curso cinematográfico. A este mes de noviembre, son dos las favoritas indiscutibles, a las que resulta casi imposible no mencionar incluso entre la ganadora final del Goya. El tercer y cuarto puesto parecen rifárselo solo entre tres candidatas, a las que habría que sumar una más de entre los estrenos pendientes del mes de diciembre.

1. Marian Álvarez, por La herida.
2. Nora Navas, por Todos queremos lo mejor para ella.
3. Aura Garrido, por Stockholm.
4. Candela Peña, por Ayer no termina nunca.
5. Maribel Verdú, por 15 años y un día.
6. Ingrid Rubio, por La Estrella.
7. Carmen Maura, por Las brujas de Zugarramurdi.
8. Ariadna Gil, por Sola contigo.


Ni que decir tiene que ser la última Concha de Plata a la mejor actriz es sinónimo de posicionarse como la gran favorita al Goya del año. Marian Álvarez parecía no tener competencia alguna en esta categoría, pero tras la Seminci y el premio ganado por Nora Navas la incógnita se cierne sobre la condición de favorita indiscutible que poseía el mes pasado la protagonista de La herida, de Fernando Franco, quien además ha ganado el premio correspondiente a la mejor actriz en el festival Cinespaña de Toulouse. Presente en absolutamente todos los planos de un filme que reposa adecuada y confiadamente en su labor, Álvarez desborda la pantalla exponiendo sin tapujos, pormenorizadamente y de manera harto dolorosa y empática, el infierno interior que subyuga a su personaje. Hay quienes todavía sostienen que los responsables de la cinta podrían proponerla en la categoría revelación, lo cual incluso favorecería sus opciones al Goya, pues ahí sí que no conocería competencia alguna. No obstante, lo justo es reconocer que su revelación ya se produjo hace unos años con Lo mejor de mí (2007), de Roser Aguilar, y que un trabajo de esta envergadura debe optar al Goya en la "categoría reina".


Desde Valladolid, con la Espiga de Plata bajo el brazo a la mejor actriz, Nora Navas se ha impuesto como la otra gran favorita a ganar el Goya de este año. Su cabezón por Pa negre (Pan negro) (2010), de Agustí Villaronga, queda aún muy reciente en la memoria de los académicos, lo que podría restarle opciones. No obstante, merecería ganar (tanto como Marian Álvarez) por marcarse un magnífico trabajo en Todos queremos lo mejor para ella, de Mar Coll, donde Navas está en absoluto estado de gracia, recayendo también sobre ella todo el peso de una película que, ciertamente, no sería lo mismo sin su labor. Ya en la primera secuencia, con su cojera perfecta y el tartamudeo oportuno, la intérprete nos bosqueja un aplicado y preciso retrato de su personaje, que a lo largo de los siguientes minutos logrará desarrollar y desplegar ante la cámara con absoluta libertad, haciendo fácil lo difícil, logrando que las rarezas de su comportamiento nazcan y se expongan ante nosotros con pasmosa naturalidad, no siendo capaces en ningún momento de advertir de qué mecanismos o de qué métodos surge tal prodigio interpretativo, llegando incluso a brindarnos de manera magistral la exposición escrupulosa, medida y esmerada del desconcierto que embarga a su personaje. Es tan sublime el grado de perfección alcanzado por la actriz, que incluso hay momentos del filme en el que el cambio de registro ambiental, del drama a la comedia o viceversa (pues la cinta coquetea con ambos por igual), lo marca el propio trabajo de Nora Navas.


Ha llegado tarde a las salas, pero lo ha hecho a tiempo como para posicionar a su protagonista entre las favoritas en la carrera por los Premios Goya. Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen, aparte de ser uno de los mejores títulos del año, viene de ser uno de los triunfadores del ya lejano Festival de Málaga, donde Aura Garrido se alzó con la Biznaga de Plata a la mejor actriz. Había ganas de visionar su trabajo y, una vez visto, es justo reconocer que la joven actriz merece figurar entre el cuarteto finalista al Goya y es que Garrido lidia con el arco dramático más complicado de los dos únicos personajes de la función y logra al final una actuación gigantesca, de puro perfecta, porque el comportamiento esquivo de su personaje al inicio no es sólo una pose, sino que encierra siempre algo enfermizo y endémico, algo que vertebra toda su actuación y que Garrido logra transmitir a lo largo de todo el metraje, por mucho que también, y al mismo tiempo, nos obsequie un esmerado y detallado transcurrir de emociones y actitudes, hilvanadas con sensatez y armonía. Como en Málaga, deberá vérselas con su compañera de premio interpretativo en el certamen para conseguir una plaza en la final por el Goya. No obstante, y hasta la llegada a las salas de los títulos previstos para diciembre, el tercer puesto es suyo con toda justicia.


Única candidata segura desde principios de año, Candela Peña ha ido perdiendo posiciones a medida que han ido viendo la luz los previos trabajos reseñados y aún corre el riesgo de perder posiciones ante la aplastante fuerza de algunos que todavía han de pisar la cartelera. Y todo porque el estreno de su película se produjo con demasiada antelación para el calendario académico. Sería una lástima porque su heróico, demoledor y desgarrador tour de force, principal gancho indiscutible de Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet, supone la mejor interpretación de su carrera, aún jugando peligrosamente, en algunos momentos, con una afectación excesiva. Un mal menor que no impidió que ganara la Biznaga de Plata a la mejor actriz en el Festival de Málaga. A su favor también cuenta el hecho de que, haga lo que haga, siempre cuenta con el beneplácito de una Academia que la ha premiado ya en tres ocasiones. 


Actriz siempre susceptible de ser nominada, la que con toda seguridad sea la mayor estrella femenina del momento en nuestro cine, ganó opciones en las anteriores quinielas gracias a que 15 años y un día sea la definitiva seleccionada por la Academia para representarnos a los Oscar. Sin embargo, todo hace pensar que lo tendrá difícil este año para sumar su décima nominación. Con su segundo Goya todavía reciente y la sombra de poder ser propuesta también en la categoría secundaria, lo cierto es que el peso y la calidez que aporta su presencia dentro de la película de Gracia Querejeta nos invitan a pensar en su presencia entre las actrices protagonistas del año. Todo hace indicar que en esta categoría le tocará pelear por la cuarta plaza y es que una interpretación como la que lleva a cabo en 15 años y un día, ajustadísima, de muchos matices, y apechugando con un arriesgado monólogo en un largo plano secuencia, merecería llegar a la final.


Presente en el cuarteto favorito del mes pasado, Ingrid Rubio ha abandonado este mes su puesto de honor y es que sus opciones de llegar a la final son remotas; primero, por el alto y comentado nivel en los trabajos que la preceden y el de los que aún nos está por llegar y, segundo, por el escaso bombo suscitado por La Estrella, de Alberto Aranda, cinta que pasó más desapercibida por las carteleras de lo que realmente merecía. Sobre todo por el protagonismo exhultante, arrollador y entregado de una fantástica Ingrid Rubio. Sólo ella, su fresca fotogenia y su radiante exposición de talento, justificaban el visionado de la película. Como la Estrella del título, la actriz se marca uno de los mejores trabajos cinematográficos de toda su carrera, recorrido por una frescura contagiosa, que hace irresistibles sus puntuales momentos cómicos, y una implicación emocional con su rol pasmosa, puesta de manifiesto a lo largo de todo el metraje y cuyo punto álgido es la trágica y brillante transición emocional que protagoniza en una de las clases de flamenco y en la que el trabajo metódico de la actriz queda sensacionalmente oculto tras la plasmación vívida de los pensamientos del personaje. Una interpretación luminosa y desenvuelta que no desmerecería figurar entre las favoritas a los próximos Premios Goya.


Reciente Premio Donostia, la Academia podría aprovechar la racha de homenajes a Carmen Maura y adjudicarle una nueva nominación en la categoría principal, donde no ha vuelto a quedar finalista desde que ganara su tercer Goya por La comunidad (2000), de Álex de la Iglesia. Su cometido en Las brujas de Zugarramurdi está lejos de ser protagónico, pero la clase y la maestría de una actriz de su categoría se imponen pronto en uno de los puntos fuertes de una función que, a buen seguro, acumulará nominaciones por doquier. Si los Académicos tienen el día juguetón, muchos votos irán a parar también a Carmen Maura.


Protagonista absoluta de un filme que pasó sin pena ni gloria por las carteleras, a pesar del interés que podría despertar su trama y su tono de thriller psicológico, Ariadna Gil es, sin duda, lo mejor de una función desperdiciada. Y es que lleva a cabo en Sola contigo, de Alberto Lecchi, un admirable y generoso ejercicio de exposición dramática, del todo introspectivo. La condición de co-producción entre Argentina y España suma peros a sus opciones, junto a la media calidad de la película. No obstante, la vuelta de una de nuestras mejores actrices a la categoría principal de los Goya siempre es bien recibida, sobre todo si se trata de Ariadna Gil.

ATENTOS A:



Tras su presentación oficial en el reciente Festival de Cine Europeo de Sevilla, el trabajo de Inma Cuesta en la alocada comedia Tres bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, ha levantado elogios desde la prensa especializada y se la cuenta ya entre las favoritas al Goya. ¿Podrá una actuación cómica imponerse sobre las dramáticas en la lucha por el Goya? Antecedentes hay.


Otra habitual en las quinielas es Belén Rueda. Descartadas sus opciones de aspirar al Goya por el flojo thriller Séptimo, de Patxi Amezcua, la actriz aún guarda en la recámara Ismael, de Marcelo Piñeyro, melodrama sentimental que llegará a las salas a finales de diciembre y donde sus dosis de lucimiento parecen estar garantizadas.


De la Seminci salió Marta Etura ganando elogios por su trabajo en Presentimientos, de Santiago Tabernero. La película supone el regreso de la actriz a papeles de verdadera consistencia, algo que justifica el que se encuentre en todas las quinielas. Con estreno previsto para el 24 de enero, aún queda por despejar la incógnita de si la cinta concursará en esta edición de los Premios Goya.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Nacen los Premios Feroz, la antesala a los Premios Goya.



A partir de este año, la carrera a los Premios Goya gozará de un nuevo y sugerente incentivo: la concesión de los Premios Feroz, otorgados por la recién nacida Asociación de Informadores Cinematográficos de España, que, vía comunicado de prensa, acaba de hacer público su intención de reconocer con estos premios, de carácter anual, el mérito y la calidad de la producción cinematográfica española del año.

Los galardones, que se entregarán durante la celebración de una gala que tendrá lugar en las primeras semanas del año, previa a la celebración de los Goya, pugnan por convertirse en la antesala oficial a los Premios Goya,, al igual que los Globos de Oro lo son de los Oscar.

Las votaciones, que comenzarán en diciembre, se realizarán en dos vueltas, la primera para designar los candidatos, que serán anunciados durante el mes de diciembre, y la segunda, para elegir los ganadores, anunciados durante el transcurso de la gala.

Para competir por los premios, es requisito imprescindible que las películas aspirantes estrenadas en el año anterior a la entrega de los premios hayan realizado pases para la prensa previos a su estreno comercial, al menos en la ciudad Madrid y/o Barcelona. En su defecto, la película debe haber sido puesta a disposición de los socios para su visionado 'on-line' igualmente con anterioridad a su estreno comercial. Para la presente edición, podéis consultar la lista de películas elegibles aquí.



La distribución de premios se articula en 11 categorías:
- Mejor película dramática
- Mejor comedia
- Mejor dirección
- Mejor actriz protagonista
- Mejor actor protagonista
- Mejor actriz de reparto
- Mejor actor de reparto
- Mejor guión
- Mejor música original
- Mejor tráiler
- Mejor cartel

Además, se entregarán dos premios adicionales designados por el Comité Organizador de los galardones: el Feroz de Honor, a toda una carrera, y el Premio Especial, a la película que, a su juicio, hubiera merecido una mejor carrera comercial.

Quiniela a los Premios Goya 2014 (IV): Mejor Actriz Secundaria.

Con solo una favorita realmente clara, la categoría a la mejor actriz secundaria va a ser hasta el último momento una de las más difíciles de predecir, entre otras cosas porque estamos ante una categoría en la que el "todo vale" se ha impuesto siempre en la selección de los trabajos finalistas. Razón por la que siempre, en ediciones anteriores, se ha echado en falta la nominación de algunos trabajos interpretativos injustamente olvidados. Los recientes estrenos de octubre, sobre todo de Todas las mujeres y Todos queremos lo mejor para ella, nos ofrecen varias candidatas muy potentes a tener en cuenta, aunque no lo suficiente como para aventurarnos a apostar cien por cien por sus posibilidades. 

1. Terele Pávez, por Las brujas de Zugarramurdi.
2. Valeria Bertuccelli, por Todos queremos lo mejor para ella.
3. Susi Sánchez, por 15 años y un día.
4. Nathalie Poza, por Todas las mujeres.
5. Rosana Pastor, por La herida.
6. Marta Larralde, por Todas las mujeres.
7. Petra Martínez, por Todas las mujeres.
8. Verónica Echegui, por La gran familia española.
9. Belén López, por 15 años y un día.
10. Àgata Roca, por Todos queremos lo mejor para ella.
11. Susi Sánchez, por La fotógrafa.
12. Macarena Gómez, por Las brujas de Zugarramurdi.
13. Aura Garrido, por Los ilusos.
14. Clara Segura, por Todos queremos lo mejor para ella.
15. María Molins, por Hijo de Caín.
16. Carmen Machi, por La Estrella.



Un mes más, Terele Pávez sigue presidiendo el ránking de las favoritas en esta categoría. Álex de la Iglesia le ha brindado una más que golosa oportunidad para convencer a los académicos con su bruja en Las brujas de Zugarramurdi, con la que pone en evidencia la maestría, el poderío y la grandiosidad de esta intérprete única, que vuelve a dejarnos alucinados dentro de ese registro malsano, sucio y déspota al que tan frecuente ha sido en sus trabajos para el cine, esta vez dándole una vuelta de tuerca y encarnando a una espeluznante malvada con una insondable ironía. Nadie debe poner en duda que es la favorita indiscutible al premio y, que de resultar finalmente nominada, el Goya a la mejor actriz secundaria debería ser para ella.



Desde una práctica y cómoda sencillez, Valeria Bertuccelli arroja luz al cómputo global de Todos queremos lo mejor para ella, de Mar Coll, erigiéndose con su desinhibida y cálida creación en el bálsamo equivocadamente utópico de la protagonista. Si el mundo fuera justo, la estrella argentina debería colarse entre las cuatro finalistas al premio, pero todo hace pensar que la joya de Mar Coll apenas recibirá nominaciones para su actriz protagonista y su directora.


Conforme va pasando el tiempo, las opciones de la gran Susi Sánchez de lograr su primera nominación al Goya se van reduciendo y solo el hecho de que 15 años y un día, de Gracia Querejeta, haya sido la cinta escogida por la Academia para luchar por el Oscar sigue manteniendo vivas sus posibilidades. La actriz, que se pasea estoica y confiada por la puesta en escena de la película, robando planos sin parar, hasta el emocionante y sensible clímax que supone su enfrentamiento cara a cara con su ex-marido, personaje que interpreta Fernando Valverde, ha brindado este año otro trabajo maravilloso en la invisible La fotógrafa (ver más abajo), por el que sí que merecería quedar finalista al Goya.

Todas las mujeres, de Mariano Barroso, posee notables argumentos para rascar, por lo menos, una nominación en esta categoría. Quizás, del ramillete de actrices que secundan a Eduard Fernández, sea Natahalie Poza la que parta con mayor ventaja, al resultar su intervención absolutamente impagable, mostrándose la intérprete excelsa como esa psicóloga desconcertada ante la historia del protagonista. Con una estimulante entereza y no poca ironía, Poza se vuelve inolvidable en la película y no resultaría nada desproporcionado verla figurar entre las cuatro finalistas.


Poco le permite La herida, de Fernando Franco, lucirse a la estupenda Rosana Pastor, que ejecuta con emotiva y cauta precisión su papel de madre desorientada, que no alcanza a comprender la actitud de una hija con la que parece no tener nada en común. Pocas dosis de lucimiento, como decíamos, que podrían no ser impedimento para que la actriz sumase su cuarta nominación al Goya, sobre todo cuando se ha demostrado la predilección que siente la Academia hacia su persona, habiéndola nominado con anterioridad por empeños, a priori, tan notorios como el que aquí desempeña.

Junto con Poza, la que mayores parabienes anda recibiendo desde el estreno de Todas las mujeres está siendo Marta Larralde, actriz a la que le ha costado hacerse notar dentro de la industria, pero que hace tiempo viene mereciendo una justa revaloración a todos los niveles. Una nominación al Goya en esta categoría podría ser un buen comienzo, sobre todo por la agradecida naturalidad con la que lleva a cabo toda su intervención en la película, haciendo con su trabajo que lo impostado de algunos momentos en los que participa, resulte siempre cargado de verosimilitud.


Reconocimiento goyesco lleva ya años mereciendo Petra Martínez, a la que la Academia ha llegado a olvidar en múltiples ocasiones por trabajos que rozan la perfección y que se cuentan como los mejores ofrecidos por una actriz para nuestro cine en los últimos años (La soledad, Nacidas para sufrir, Mientras duermes). Su participación en Todas las mujeres no está a la altura de estos, pero sí destila mala uva con una clase y elegancia desbordantes, razones más que suficientes para que la Academia la incluya, de una vez por todas, entre las finalistas al Goya.


Ser la única protagonista femenina de un reparto coral como el de La gran familia española debe tener alguna ventaja. Y no es otra que el de lograr destacar de forma natural en cada secuencia que se te dedique. Pero no solo eso, porque Verónica Echegui vuelve a dar una lección de naturalidad y frescura con su papel en la película de Daniel Sánchez Arévalo, demostrando que merece ser considerada, con toda justicia, una de las mejores y más preparadas actrices de su generación, el problema es que a día de hoy sus opciones pasan más porque la cinta arrase en el reparto de candidaturas que porque su trabajo destaque por méritos propios. La competencia es dura y este año no parece ser el de Verónica Echegui.


Figurar en el reparto de la película seleccionada para los Oscar ha reforzado las opciones de Belén López de cara a los Goya. Como con Echegui, las opciones de Belén López de resultar finalmente nominada dependen de si 15 años y un día se posiciona como una de las películas más nominadas, lo que sin duda la beneficiaría. Apechugando con el personaje menos descrito de toda la función, la sevillana se impone pronto en uno de los motores de la misma, inyectando a sus intervenciones un hálito de vida indispensable para sacar al personaje del plano lineal en el que podría haber quedado e insuflarle un emotivo y sensible subtexto que refuerzan y justifican el carácter distante y varonil de su rol. Recordemos que aún sigue en el aire si los productores de la cinta, en una pirueta para no perder votos, decidirán proponer su candidatura en la categoría revelación.


También la productora de Todos queremos lo mejor para ella podría lanzar la candidatura de Àgata Roca como revelación, debido al tenue eco suscitado por la actriz en toda su trayectoria, al menos a nivel nacional. Ante esta incógnita, lo que debe quedar claro es que las opciones de la intérprete son fuertes, sobre todo por ofrecer un trabajo que ha sido alabado incluso por la crítica especializada, algo no muy frecuente tratándose de un empeño tan reducido, que pone en evidencia el desperdicio cinematográfico al que se encuentra sometida, dada la agudísima y soterrada vis cómica con la que afronta la práctica totalidad de su participación en la piel de esa neurótica hermana.


Ya lo dijimos en su correspondiente crítica y llega el momento de repetirse. Susi Sánchez merece aspirar al Goya a la mejor actriz secundaria este año, sobre todo, por el fabuloso trabajo que llevaba a cabo en La fotógrafa, de Fernando Baños Fidalgo. Y es que sólo su presencia caldea en muy poco tiempo el nivel empático de la cinta, logrando además, con pocas pero decisivas escenas, componer un personaje de lo más potente, una mujer herida que busca venganza en su inefable verdugo, a través de un matizadísimo y ejemplar trabajo de exposición interpretativa, sin artificios, sobrio y contenido y que permanece en todo momento feliz y sentidamente apegado a una radiante naturalidad. Lejos de toda duda, el mejor y más premiable trabajo cinematográfico que este servidor le ha visto a la actriz hasta la fecha.


Divertido y resuelto trabajo el desempeñado por Macarena Gómez en Las brujas de Zugarramurdi, por la que lleva ya unas semanas sonando fuerte en las quinielas. Lo tendrá difícil al coincidir con su compañera de reparto, la favorita indiscutible, Terele Pávez. Y porque, además, su trabajo, lejos del disfrute que puede ocasionar visionarla en su registro más desquiciado, poco más ofrece que sea digno de mención, sobre todo comparado con la abultada competencia que la precede en este ránking.


En nuestra primera quiniela para esta categoría, Aura Garrido se imponía como la única opción viable para componer la lista de nominadas. El tiempo ha pasado, pero su trabajo en Los ilusos, de Jonás Trueba, sólo ha perdido opciones al Goya precisamente por encontrarse en un film distribuido solamente a través de canales de arte y ensayo. Por lo demás, seguimos recordando con no poca admiración el honesto y sencillo trabajo desempeñado por la actriz, sin duda, la presencia más luminosa y magnífica de una de las, seguramente, mejores películas del año. Su aparición en Los ilusos se produce para generar poesía visual dentro de la película y la actriz, rebosante de naturalidad, se hace inolvidable. No obstante, está claro que sus verdaderas opciones a los Goya de este año se encuentran en la categoría principal.


Clara Segura es otra de esas intérpretes cuyo nombre lleva sonando en las quinielas a los Premios Goya desde hace varias ediciones sin obtener resultado. Este año no parece que vaya a ser diferente, pero su trabajo en Todos queremos lo mejor para ella, de Mar Coll, bien merece contarse en este ránking, pues la actriz exhibe en él su talento sin complejos, llegando incluso a resultar deseable tras esa apariencia de madre de familia distendida.


Es poco probable que a estas alturas del año (y con todo lo que hemos comentado más arriba) el trabajo de María Molins escale posiciones que la beneficien de cara a una nominación al Goya gracias a Hijo de Caín, de Jesús Monllaó. No obstante, no queremos dejar pasar la oportunidad de recordar lo formidable de su presencia en la cinta, en un estupendo y matizadísimo empeño, tremendamente empático siempre, añadiendo a su participación una formidable carga dramática.


Por último, reseñar a una de las habituales en todas las quinielas que, como viene siendo habitual también (por desgracia), probablemente tendrá que esperar a futuras ocasiones para conseguir una más que merecida nominación al Goya. Hablamos de Carmen Machi, quien en La Estrella, de Alberto Aranda, se involucra con sobriedad en la piel de su ama de casa maltratada y sortea con éxito el cliché inherente a su personaje y, al mismo tiempo, logra desprenderse moderadamente del personaje televisivo que la hizo famosa y en cuyos brazos podría haber sido fácil caer en determinados pasajes. Dar vida en la pantalla a una mujer víctima de la violencia de género puede sumar puntos a su favor, pero el alcance mediático y comercial de la película fue tan reducido que, nos tememos, Machi no figurará entre las finalistas.

ATENTOS A:


Este mismo viernes aterriza en la cartelera la cinta de bajo presupuesto Temporal, de José Luis López "Catxo", que ofrece la posibilidad a la televisiva Melani Olivares de efectuar un, a priori, sorprendente y dramático cambio de registro, lo que podría hacerla figurar entre las favoritas a la categoría.


Tres bodas de más, la comedia de Javier Ruiz Caldera, tras su paso triunfal por el Festival de Sevilla ha despertado notables expectativas por el regreso al Cine Español de Rossy de Palma, cuyas cortas intervenciones se cuentan entre los grandes aciertos cómicos de la función y que podrían regalarle a la actriz su tercera nominación al Goya, la primera lejos del universo Almodóvar..