¡¡Ya es viernes!! Una semana más (y van...) la cartelera se renueva. Llegan aires nuevos a los cines aunque, ciertamente, algunos nos suenan a 'ya vistos' por múltiples razones. No obstante, este fin de semana también se hace hueco alguna que otra película destacable (muy destacable). Mucho cine americano (y no precisamente del bueno, me parece) aterriza en nuestras salas junto a alguna que otra novedad nacional y europea.
Empecemos por una de las últimas cintas aspirantes a los pasados Oscar que llega con retraso a nuestros cines. Se trata de Tan fuerte, tan cerca (Extremely Loud and Incredibily Close), el último trabajo de Stephen Daldry, hacedor del Oscar a la Mejor Actriz (Nicole Kidman ganó el suyo por Las horas y Kate Winslet lo logró por El lector, ambas de Daldry) y que se desmarca del tono amargo de éstas, sus dos últimas cintas, para acometer un trabajo, a priori, excesivamente almibarado. A pesar de sus dos nominaciones al Oscar (Mejor Película y Mejor Actor Secundario para un revitalizado Max Von Sydow), Tan fuerte, tan cerca huele a sensiblera, lacrimógena e histéricamente cursi desde el mismo tráiler, con música de Alexandre Desplat para rizar el rizo. Narra la historia de un niño sensible y precoz que, tras la terrible pérdida de su padre en los atentados del 11-S, descubre un sobre con una llave perteneciente a su progenitor y se lanza en la búsqueda del secreto que esa llave puede descubrir. El niño protagonista es Thomas Horn, dicen que todo un descubrimiento (como en su momento también lo fue Jamie Bell en Billy Elliot), pero aparte de esto poco más se destaca desde una prensa especializada que la ha tachado de falsa y manipuladora, una película concebida exclusivamente para apretar las tuercas sensibles del espectador y hacerle romper por dentro, estallando en un mar de lágrimas, con los ojos bien puestos, eso sí, en fáciles y cantadas nominaciones a los grandes premios. En cierto modo, la fórmula les ha salido bien. No obstante, me alegro que no se salieran del todo con la suya y que la película no lograra más allá de esas dos testimoniales nominaciones al Oscar que obtuvo. Se pretendió lanzar a Tom Hanks, que interpreta al padre del protagonista, como posible candidato, pero francamente resulta una estrategia en exceso ridícula, no por Hanks, sino por lo testimonial de su intervención. La que sí que tuvo más opciones fue Sandra Bullock en la terna como secundaria. Después de su cuestionable Oscar principal de hace dos temporadas, a la actriz parece que se la empieza ya a tomar más en serio en esto de los grandes premios. No obstante, tampoco coló. En el reparto, además de los mencionados, encontramos en roles secundarios caras tan conocidas como las de Viola Davis, John Goodman o James Gandolfini, todos ellos aportando seriedad a un ejercicio excesivamente azucarado y, desgraciadamente viniendo de quién viene, olvidable.
Otra de las cintas que nos llegan de Estados Unidos resulta una auténtica tomadura de pelo. Se trata de Devil Inside, de William Brent Bell, cinta de terror con exorcismos de por medio que ahonda en el tan de moda estilo del falso documental. Ciertamente y, salvo algunas gloriosas excepciones, una fórmula manida a pesar de su moderna historia y que se encuentra felizmente agotada. Lo peor del asunto es que un gran estudio como Paramount, que la distribuye, llegue a pensar que esto de contar una historia de terror como si de un reportaje televisivo se tratara, con la cámara al hombro, desencuadres y demás pirotecnia narrativa, sea algo tan sugestivo que pueda llevar a seguir siendo rentable. ¡Por favor, paren de una vez! ¡Ya nos conocemos la historia! Y sí, seguro que saltamos una o dos veces en la butaca, pero no, no estamos dispuestos a pasar un miedo tan gratuito por tan poco. ¿Es que ya nadie va a contarnos una buena historia de terror sin recurrir a los lugares comunes del género? Porque, en esencia, la historia de Devil Inside no deja de ser tópica, por mucho que nos la cuenten al estilo [REC].
Pero para tópica, Contraband, de Baltasar Kormákur, de la que ya hemos hablado aquí en días anteriores. Vehículo de acción para el lucimiento exclusivo de la estrella Mark Wahlberg, Contraband obvia la historia humana de la cinta islandesa original en la que se basa, Reykjavík-Rotterdam (2008), de Óskar Jónasson, para erigirse en un espectáculo atronador de tiros, carreras y destrozos de mil tipos y todo para justificar lo que un hombre corriente puede llegar a hacer para proteger a su familia. Dice la crítica que, por lo menos, la película entretiene. Bueno, no está el horno para bollos, señores. El cine, seamos sinceros, está muy caro y la oferta es bastante suculenta como para dejarse uno llevar por los artificios más rimbombantes y huecos de un Hollywood en baja forma. No, gracias. Ni siquiera por ver lo mal que deben estar actores como Kate Beckinsale, Giovanni Ribisi o el mexicano Diego Luna recomiendo hacer el esfuerzo.
Retornemos a Europa, por favor, en busca de algo de calor. El primer punto de confortabilidad lo apreciamos en Francia, de donde llega Las malas hierbas (Les herbes folles), de la leyenda viva Alain Resnais, eso sí (para no perder la costumbre) con tres años de retraso. La película, en su pase en la Sección Oficial de Cannes en 2009 fue todo un éxito de crítica. Se trata de una comedia sentimental entre dos personajes maduros que establecen una relación del todo inesperada: ella (Sabine Azéma), una mujer a la que han robado el bolso, y él (André Dussollier), el hombre que lo encuentra. Siendo de Resnais poco podemos decir más a su favor, salvo señalar la lucidez de este absoluto maestro en el arte cinematográfico que rodó esta película con los ochenta y siete años ya cumplidos. ¡Ahí es nada! Ciertamente, Las malas hierbas se erige como una gran opción para este fin de semana si lo que se trata es de invertir bien el precio de una entrada.
También se estrena (¡por fin!) Tenemos que hablar de Kevin (We Need to Talk about Kevin), de Lynne Ramsay, película indispensable sobre todo por el excelso trabajo de su actriz protagonista, una Tilda Swinton en absoluto estado de gracia. Cuenta la historia de Eva, una mujer que en plena madurez toma la decisión de ser madre y las consecuencias que esto acarreará en su vida íntima, sobre todo cuando su hijo ya adolescente, el Kevin del título, comete un error imperdonable ante toda la comunidad y Eva se ve obligada a plantearse qué parte de la culpa recae sobre ella. Una película dura e intransigente, que destripa por completo al ser humano, haciendo hincapié en el análisis de la culpa, el arrepentimiento y la pérdida. La prensa especializada no se ha mostrado del todo satisfecha, hay quienes tachan la propuesta de Ramsay de excesivamente formal y con escaso contenido; sin embargo, en lo que todo el mundo coincide es en su rendición absoluta ante el trabajo que realiza Swinton, una nueva cota artística que alcanza, superando incluso su trabajo en la reciente Io sono l'amore. Nominada, entre otros, al Globo de Oro, Swinton se encuentra perfectamente arropada por un oponente en pantalla que vuelve a hacer méritos de gran actor después de una etapa ciertamente intrascendente en Hollywood: John C. Reilly.
Por último (esta semana voy a ser muy breve), Emilio Martínez Lázaro regresa a la gran pantalla con una de sus recurrentes comedias románticas a tres bandas. Después del paréntesis en el género que supuso Las 13 rosas, Lázaro recupera a algunos protagonistas de la secuela Los dos lados de la cama para dar forma a La montaña rusa. Y el resultado... en fin, lo de siempre. Si es que, Emilio, la 'fórmula' está ya más que desfasada. ¿Qué hace el Cine Español estrenando cosas así a estas alturas? El otro lado de la cama tuvo su aquél porque a la 'fórmula' se incorporaban canciones (y por la labor, excelente, de la práctica totalidad de su elenco). La montaña rusa no va a funcionar porque me cuentes la historia de una chica en busca del polvo perfecto que se lo monta a la vez con dos amigos de la infancia. No. Y ni aunque utilices a cómicos de contrastada eficacia como Ernesto Alterio o Alberto San Juan voy a pasar por el aro, porque resulta que me da a mi que ambos intérpretes se van a limitar a tirar de experiencia y van a acabar componiendo dos trabajos absolutamente reconocibles en sus respectivas trayectorias anteriores (con El otro lado de la cama siempre como obvio punto de comparación). Tampoco voy a tragarme la cosa ésta del trío por ver a Verónica Sánchez haciendo labores de protagonista en una comedia porque, a pesar de haber ganado bagaje y ser mucho mejor actriz de lo que empezó siendo (estaba maravillosa, por ejemplo, en Gordos), Sánchez no tiene el ángel y el poder de atracción que sí tenía la Ariadna Gil de Los peores años de nuestra vida. En definitiva, Emilio, los tiempos han cambiado y una comedia española ya no se sustenta sobre una 'fórmula' como la tuya. Lo sentimos.
Esto es todo en un fin de semana de estrenos bastante pobre, la verdad. Menos mal que nos queda la muestra de la maestría hecha cine de Resnais y la apoteósica composición de la Swinton para resalcirnos en este deplorable panorama de novedades. ¿Y vosotros cuál vais a ver? Me repito, lo sé, pero por si sirve de algo: Versión Original, siempre.
Un saludo, Sinvergüenzas!! ^^
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