"¿Quieres que se haga justicia o demostrar que tienes razón?". Para cuando uno de los personajes secundarios de Tesis sobre un homicidio, de Hernán Goldfrid, le hace esta pregunta al protagonista, es ya bastante tarde para que uno, en primera persona, sea capaz de responder, mentalmente, a semejante cuestión de manera objetiva. Lo mismo le ocurre al personaje interpretado por Ricardo Darín, que en esas, decide responder con el silencio y una mirada incómoda, que delata el orgullo, el amor propio completamente atacado, herido. A nosotros, ahí, nos duele también el orgullo. Tal es la identificación que sentimos con ese abogado retirado, ahora prestigioso profesor de Derecho Penal, que obsesionado con un crimen ocurrido en la universidad, decide investigar por su cuenta, convencido que el asesino es uno de sus propios alumnos y que su motivación no es otra que ponerle a prueba. Tesis sobre un homicidio acierta de pleno al optar por contarnos la historia desde el sujestivo y muy subjetivo punto de vista de un personaje que, admitámoslo desde el principio, de no estar interpretado por quien lo está, no alcanzaría tremendo efecto en el espectador. Darín, sobrio, impecable, infinitamente matizado, proverbialmente expresivo, es el alma, el motor y la estructura base de Tesis sobre un homicidio. Sin la magistral capacidad de la estrella argentina para, tras los primeros minutos de metraje, haber desaparecido por completo dentro de su hermético personaje sin dejar en ningún momento de traspasar la pantalla, conectar con el espectador y que éste empatice hasta el paroxismo con su rol, toda la trama de la película parecería ridícula por su obviedad. Y no queremos decir con esto que estemos ante una película obvia, aunque hay que reconocer que su giro final no es nada espectacular, al modo habitual de otras cintas del mismo género venidas desde USA, algo que también, este humilde servidor agradece, por su manifiesta honestidad.
Así, nos inmiscuimos en Tesis sobre un homicidio llevados de la mano de un inconmensurable Darín y lo primero que nos llama la atención es una puesta en escena que rebosa sentido, lógica y no poca clase. A excepción de algún inserto algo videoclipero, donde literalmente nos metemos en la mente del protagonista, toda la película está planteada en lo formal de manera sobria, con algunas soluciones de cámara funcionales, sí, pero muy efectivas, y otras verdaderamente geniales (se me viene a la cabeza, la prodigiosa panorámica horizontal que establece un sugestivo juego con Darín, entrando y saliendo continuamente de campo mientras registra al completo toda su casa). Sobre esto, destaca la creación de un clima claramente oscuro, a pesar de la luminosidad de una fotografía convenientemente gélida, que enmarca toda la trama dentro de los márgenes del thriller psicológico, alejándolo del más que manido y facilón judicial o policíaco, dejándonos bien claro que cada detalle, cada nuevo descubrimiento, cada prueba incriminatoria hacia ese alumno aventajado al que da vida un correcto y verborreico Alberto Ammann (¿lo de su confusión de acentos es una marca dada por el director?), todo en la película, ocurre según el punto de vista de su protagonista, todo surge de su imaginación, de lo que él quiere ver o mirar o, en otras palabras, de lo que el director y su guionista quieren que veamos o miremos. Sólo dejándonos llevar por esta premisa, engatusados por Darín, causará Tesis sobre un homicidio el efecto deseado.
Basada en la novela de Diego Paszkowski, Patricio Vega compone un guión que posee sus mejores bazas en la confrontación intelectual de los dos antagonistas. Sus duelos verbales acerca de la justicia, sus pros, sus contras, sus vacíos, su ética, resultan realmente admirables. Planificados con poderosos planos secuencia, estos cruces entre Darín y Ammann adquieren el ritmo y el brío del que, por desgracia, carece casi el resto de la película. Y no es que Tesis sobre un homicidio sea lenta. Su problema radica en que, llevados por la pregunta con la que iniciábamos este artículo, sus responsables también se ponen de parte del protagonista, buscan tener razón, y se detienen de manera algo excesiva en mostrar y explicar cada uno de los detalles. Lo mejor que podríamos decir a este respecto de la película es que resulta sumamente minuciosa, está escrupulosa y concienzudamente detallada, juega a querer ser una especie de tesis en sí misma. Lo que no tiene tanto en cuenta es la existencia de un recurso literario (también audiovisual) de enorme efectismo para contar sin contar, para evitar la redundancia, llamado elipsis. Es este el mayor 'pero' de una película del todo interesante, bien conducida en lo formal por su director y que ofrece otro nuevo espectáculo interpretativo de ese monstruo cinematográfico llamado Ricardo Darín.
Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Película Extranjera de Habla Hispana*.
- Mejor Película**.
- Mejor Actor**: Ricardo Darín.
- Mejor Guión Adaptado**: Patricio Vega.
- Mejor Música Original**: Sergio Moure de Oteyza.
- Mejor Dirección de Fotografía**: Rodrigo Pulpeiro.
- Mejor Dirección Artística**: Mariela Rípodas.
- Mejor Montaje**: Pablo Barbieri.
- Mejor Sonido**: Jesica Suárez.
* Si es la elegida por Argentina como su candidata a los Premios Goya.
** Como co-producción España-Argentina, podría tener posibilidades.
Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Película Extranjera de Habla Hispana*.
- Mejor Película**.
- Mejor Actor**: Ricardo Darín.
- Mejor Guión Adaptado**: Patricio Vega.
- Mejor Música Original**: Sergio Moure de Oteyza.
- Mejor Dirección de Fotografía**: Rodrigo Pulpeiro.
- Mejor Dirección Artística**: Mariela Rípodas.
- Mejor Montaje**: Pablo Barbieri.
- Mejor Sonido**: Jesica Suárez.
* Si es la elegida por Argentina como su candidata a los Premios Goya.
** Como co-producción España-Argentina, podría tener posibilidades.
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