Una vez hecho el anuncio de los candidatos, toca analizar qué ha estado bien y qué se podría mejorar de las nominaciones a los XXVIII Premios Goya. En un año como este 2013, en el que las cifras de taquilla cosechadas por la producción nacional invitan al desconsuelo, en el que, además, aquéllos títulos que más han gozado del favor del público, los más rentables, tampoco han dejado un gran sabor de boca en el respetable, generando en los espectadores la incómoda sensación de que nuestro cine "no levanta cabeza"; y que, para más inri, aquéllos títulos ensalzados por la crítica, los que poseían verdaderas cualidades para lograr virar la desafortunada opinión de la platea nacional, han pasado sin pena ni gloria por la cartelera, con vidas comerciales ínfimas y deplorables, del todo inmerecidas, muchas veces por las malas y erróneas condiciones en las que se ha producido su distribución; el que la Academia haya decidido pecar de perezosa y encumbrar con sus nominaciones a algunos de esos hits taquilleros que, reconozcámoslo, no colmaron las expectativas, no es un buen punto de partida para acometer la entrega de estos Premios Goya en su 28ª edición.
Quizás, dentro de lo malo, el que La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo, sea la cinta que más nominaciones acumula (incluidas las de mejor película, director y guión original) es un signo de la escasa voluntad de riesgo por parte de unos académicos que, en vista de las poco entusiastas críticas despertadas por el grueso mayor de los títulos con más tirón comercial del año, han optado por beneficiar a la película que menos recepción negativa sufrió a su llegada a las salas. La gran familia española no es, ni de lejos, una mala película, pero le quedan grandes las 11 nominaciones recibidas. Sin embargo, si de lo que se trataba era de premiar la comercialidad, 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, uno de los grandes éxitos de taquilla del último mes del año, reúne mejores virtudes que la cinta de Sánchez Arévalo, aunque carezca de cierto componente de 'seriedad' (léase, 'tradición') que sí posee la primera, mucho más acorde con los gustos de una Academia que, vuelve aquí, a dejar constancia de un alarmante conservadurismo.
Aunque, siguiendo esta línea de pensamiento, la película de David Trueba, Vivir es fácil con los ojos cerrados, reúne muchas de las cualidades que suelen gustar a los académicos, amén de otras tantas que terminan por redondear uno de los mejores títulos del año. Su principal problema radica en que su recorrido comercial fue ínfimo. Aún así, sus 7 nominaciones hablan muy bien de las votaciones de unos académicos que, por suerte también, han sabido valorar como se merecían dos títulos, de pobres taquillajes, tan buenos como Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, la tercera con mayor número de nominaciones (8), y La herida, de Fernando Franco, con 6 candidaturas, que suponen los únicos oasis de arrojo y ruptura con los arcaicos convencionalismos del resto de las nominaciones. Claramente, la presencia de estos tres títulos es debida, sobre todo, a la excelente acogida mediática que recibieron durante su presentación en el Festival de San Sebastián (los dos últimos, con presencia en el palmarés incluida).
Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia, con 10 nominaciones ejemplifica, más que ninguna de las películas nominadas, la tendencia de los académicos a votar como lo mejor del año a aquello que más dinero ha recaudado. Algo de lo que también se ha beneficiado, ¡qué duda cabe!, Zipi y Zape y el club de la canica, de Oskar Santos, con 4 nominaciones. Sin embargo, en esta cuestión, surge una doble paradoja. La primera, que ninguna de las candidaturas de Las brujas de Zugarramurdi pertenece al grupo de las 'grandes' (película, director, guión), con lo que los académicos parecen querer decir que, aunque valoran muy positivamente el esfuerzo técnico, estimándolo garantía de recaudaciones millonarias y, por lo tanto, susceptible de ser premiado, no lo consideran condición sine qua non para hablar de una cinta en términos de 'buena película'. La segunda paradoja atañe a Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, el título de mayor recaudación este año, pero también uno de los menos valorados por crítica y público, opinión que parece compartir la Academia, que sólo lo ha nominado en un apartado: diseño de vestuario.
En un desconcertante alarde de coherencia, la Academia ha dado alas a las opciones que poseía la cinta que ellos mismos habían escogido para representar a España en la carrera por el Oscar. Y, primero desoyendo las templadas críticas recibidas por 15 años y un día a su llegada a las salas (acompañadas de una, aún más fría recepción en taquilla), y, más tarde, haciendo caso omiso de la reaccionaria oposición recibida por la cinta de Gracia Querejeta cuando fue la beneficiada de cara a los Oscar; los académicos han premiado a la película con 7 nominaciones (película y dirección, entre ellas), lo cual no ha hecho más que echar leña sobre el caldeado fuego acerca del rancio y academicista gusto cinematográfico que (parece) aún hoy impera entre los académicos. Sin embargo, la incongruencia está servida: ¿puede ser tenida como una de las cinco mejores películas del año una cinta que no compite también por el premio al mejor guión?
Aciertos.
- El repartido número en las nominaciones. Nada menos que 23 películas optan a alguna de las categorías. Este año, a diferencia de los anteriores, cuando dos o tres títulos acumulaban 14, 15 y hasta 18 nominaciones (caso de Blancanieves, de Pablo Berger, el año pasado), copando entre ellos la plana mayor de las candidaturas y dejando una porción bastante exigua del pastel para el resto; los votos de los académicos se han repartido entre numerosos títulos, dando como resultado el que las distancias (en número de nominaciones) que distan entre ellos no sean insalvables y el reparto de cabezones se vislumbre sin un favorito realmente claro.
- La inclusión en las categorías interpretativas de Tito Valverde (protagonista) y Maribel Verdú (secundaria), por 15 años y un día. Si la cinta de Querejeta merecía alguna nominación, eran estas. Sin duda, dos de los mejores trabajos interpretativos vistos en una pantalla de cine este año.
- Susi Sánchez, nominada a la mejor actriz secundaria por 10.000 noches en ninguna parte. Susceptible de ser candidata también por 15 años y un día, las opciones de Sánchez parecían escasas con la competencia directa que suponía la Verdú en la misma categoría. Sin embargo, en una feliz y sorprendente decisión que alaba a la Academia, la intérprete ha logrado su primera nominación por el que debe contarse ya como su mejor trabajo para el cine hasta la fecha, uno de los más sobrecogedores e imponentes del año.
- Terele Pávez, compitiendo por quinta vez a un Goya que ya va siendo hora que gane.
- Las 4 candidaturas de Todas las mujeres. Con la nominación de Eduard Fernández (protagonista) como la única segura, ha sido toda una grata sorpresa el que la película de Mariano Barroso haya sumado otras tres: una para su punzante, teatral y brillante guión y otras dos para su espléndido reparto femenino, representado en los Goya por Nathalie Poza (secundaria) y María Morales (revelación).
- Las 3 de Stockholm. Aunque desde aquí le hubiéramos dado muchas más, la película de Rodrigo Sorogoyen, ha validado las más claras opciones con las que contaba: su director (novel) y su pareja protagonista, Aura Garrido (protagonista) y Javier Pereira (revelación).
- Inma Cuesta, nominada a la mejor actriz protagonista por 3 bodas de más. La actriz alicantina ha confirmado las quinielas que la daban por segura nominada a la categoría interpretativa que, de lejos, más reñida se presentaba. Hasta seis y siete actrices presentaban opciones más que serias de ser finalistas y todas lo merecían. La Academia ha sabido reconocer el espectacular cambio de registro llevado a cabo por Cuesta en la película de Ruiz Caldera.
- Neus Ballús, nominada a la mejor dirección novel por La plaga. Nominada a los Premios del Cine Europeo, La plaga ha sido una de las pocas cintas españolas presentes en casi todos los ránkings de la crítica con lo mejor del año. Susceptible de ser nominada en la categoría de documental, al final sólo opta al Goya a la mejor dirección novel, que se traduce en un magnífico reconocimiento por parte de una Academia habitualmente ciega ante trabajos como éste.
- Las nominaciones de La herida al mejor montaje y al mejor sonido. Categorías habitualmente destinadas a ensalzar producciones de gran virtuosismo formal, este año figura en ambas esa maravilla llamada La herida. Y no es para menos, la película de Fernando Franco tiene en el sonido uno de sus elementos narrativos por excelencia, conductor de muchas de las emociones que acarrea el visionado de la misma. Por su parte, el montaje de David Pinillos logra acompasar las imágenes a la misma respiración de su protagonista, lo que repercute favorablemente en la exposición de la naturaleza enfermiza del personaje.
- Pat Metheny, nominado a la mejor música original por Vivir es fácil con los ojos cerrados. Sin lugar a dudas, la mejor de las bandas sonoras del año, que no sólo sirve para acompañar de manera luminosa y entrañable a las imágenes, sino que además se erige en fiel reflejo siempre de las emociones que sacuden a los personajes.
- Pau Esteve Birba, nominado a la mejor dirección de fotografía por Caníbal. La perturbadora sensación que se aloja en el espectador tras el visionado de la cinta de Martín Cuenca le debe mucho a la caravaggista luz creada por Pau Esteve Birba, donde los clarocuros destilan un ingrávido naturalismo.
- Y, por supuesto, los esperados duelos interpretativos contendientes en las categorías principales: Marián Álvarez y Nora Navas, en la femenina, y Antonio de la Torre, Javier Cámara y Fernández, en la masculina. Difícil elegir.
Errores.
- ¿Zipi y Zape y el club de la canica nominada a mejor guión adaptado?
- La nominación de Juan Diego Botto al mejor secundario por Ismael, en detrimento del espléndido despliegue que lleva a cabo en la misma cinta Sergi López o de otro catalán, el apoteósico Ramón Fontserè de Vivir es fácil con los ojos cerrados.
- ¿Berto Romero nominado al mejor actor revelación? Aún reconociendo la puntual gracia y el, en general, buen resultado obtenido por el cómico televisivo en su primera incursión cinematográfica, ¿en serio los académicos consideran que no había otros candidatos más adecuados para un premio de esta envergadura? A nosotros se nos vienen unos cuantos a la cabeza y sin pararnos a pensar demasiado, ¡eh!
- 3 bodas de más nominada a mejor vestuario y mejor maquillaje y peluquería. Lo mismo, en esta última categoría, para La gran familia española y, sobre todo, Grand Piano (!). Para una nominación que sí que merecía Zipi y Zape...
- La ausencia, en las categorías técnicas de, precisamente, Grand Piano.
- ¿Alacrán enamorado nominada a mejor dirección artística?
Olvidos.
- Una magnífica película como Tots volem el millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella), de Mar Coll, sólo compite en un apartado (el más cantado: mejor actriz), cuando debería haber estado presente en las categorías más importantes (película, dirección y guión).
- La por (El miedo), de Jordi Cadena, es, entre las ignoradas este año por la Academia, uno de los casos más flagrantes. Su guión adaptado y las interpretaciones de su trío protagonista, Ramón Madaula (secundario), Roser Camí (revelación) y Igor Szpakowski (revelación) son más dignos de nominación que muchos de los finalistas.
- La revelación femenina del año, Bárbara Santa-Cruz, con tres películas estrenadas, tampoco figura entre las finalistas.
- El cine indie o, directamente, al margen de la industria brilla por su ausencia entre los finalistas. Ninguna nominación para títulos tan loados y redondos, verdaderos soplos de aire fresco a nuestra anquilosada producción cinematográfica, como: Los ilusos, de Jonás Trueba, Gente en sitios, de Juan Cavestany, Ilusión, de Daniel Castro, o el documental Arraianos, de Eloy Enciso Cachafeiro.
- Tras ensalzarla en ediciones anteriores, la Academia demuestra su animadversión hacia el cine de Isabel Coixet al no nominar en ningún apartado Ayer no termina nunca. Puede que no sea la mejor película de la directora catalana, pero hubiera merecido figurar entre los finalistas a alguna categoría mucho más que otros títulos.
- En el terreno interpretativo, Petra Martínez sigue sin convencer a la Academia. Este es otro año más (y van...) en el que la magnífica actriz, tras ofrecer un portentoso trabajo (en Todas las mujeres, como secundaria) vuelve a ser ignorada por los académicos.
- La ganadora del Goya en la categoría secundaria del año pasado, Candela Peña no ha podido ver hecho realidad su deseo (manifestado en la gala del año pasado) de ser nominada este año por su papel protagonista en Ayer no termina nunca. Lo merecía, sin duda, pero la competición estaba tan reñida... ¡ay, si hubieran aumentado el número de candidatos de cuatro a cinco en todos los apartados, como han hecho en la categoría a la mejor película!
- Como ella, también merecían ser nominadas la Belén Rueda de Ismael, la Elena Anaya de Pensé que iba a haber fiesta e, incluso, la Ingrid Rubio de La Estrella.
- Tampoco Àlex Brendemühl ha logrado estar nominado por El médico alemán. Wakolda y eso que es una de las interpretaciones más perfectas del año. ¿Tendrá más suerte el año que viene con su retrato del rey Amadeo de Saboya en el filme, de corte histórico, Estel fugaç que prepara Luis Miñarro?
- A pesar del amplio número de nominaciones recibidas por Las brujas de Zugarramurdi, solo una es para un miembro de su reparto: ni Enrique Villén (secundario), ni Jaime Ordóñez (revelación), las dos grandes bazas, además de Pávez, con las que contaba la cinta en materia interpretativa, se han colado en la final.
- La gran familia española cuenta con tres actores nominados, pero se echa mucho en falta la nominación a Miquel Fernández (revelación), uno de los grandes aciertos de la película.
- Los amantes pasajeros merecían que, al menos Carlos Areces se salvase de la quema y fuera candidado como mejor actor secundario.
- Llegamos a creer que sería posible, pero al final la Academia ha desaprovechado la oportunidad de dar la bienvenida al cine español a Rossy de Palma por todo lo alto, tal y como merecía, con una nominación por 3 bodas de más (secundaria).
- Otros dos destacados actores revelación este año, tampoco nominados, han sido Francesco Carril, por Los ilusos, y Darío Frías, por Esto no es una cita.
- Otras tres destacadas actrices revelación este año, tampoco nominadas, han sido Virginia Rodríguez, por Esto no es una cita, Esther Rivas, por Casting, y Rut Santamaría, por 10.000 noches en ninguna parte.
Las cifras de los Goya, 28ª edición:
- De dos en dos: Antonio de la Torre repite doble candidatura este año (actor protagonista y actor secundario), además consecutiva a las dos que ya obtuvo el año pasado. ¿Volverá a perder ambas o ganará de una sentada su segundo y tercer Goya? Carlos Bardem también figura doblemente nominado: mejor actor de reparto y mejor guión adaptado. El guionista Alejandro Hernández compite contra sí mismo, por los guiones de Caníbal y Todas las mujeres, lo mismo que el técnico de sonido Jaime Fernández, nominado tanto por La gran familia española como por La herida (sumando hasta siete nominaciones en su trayectoria). Y Juan Ramón Molina, que también tiene dos nominaciones a los mejores efectos especiales: por La gran familia española y por Las brujas de Zugarramurdi. Estas suponen su décimo cuarta y décimo quinta nominaciones, respectivamente.
- La Verdú ha logrado su décima nominación, convirtiéndose este año en la actriz más nominada en la historia de los Premios Goya, hito que hasta ahora compartía con Victoria Abril, nominada en nueve ocasiones.
- Eduard Fernández no es el actor más nominado pero va bastante bien encaminado. Con esta suma su octava nominación al Goya, las mismas que también tiene Javier Bardem. El rey en la materia, no obstante, sigue siendo Juan Diego, con nueve.
- Javier Cámara ostenta otro récord, el de ser el actor que más veces ha aspirado al Goya sin conseguirlo. ¿Caerá el cabezón a la sexta?
- Tito Valverde ha obtenido este año su segunda nominación, ¡veinte años después de la primera! Eso sí, en aquélla ocasión ganó el Goya al mejor actor secundario por Sombras en una batalla.
- Todos los compositores candidatos este año a la mejor música original lo hacen por primera vez. Sólo Emilio Aragón ya había sido candidato anteriormente por la canción de su debut como director, Pájaros de papel (2010).
- El director de fotografía Kiko de la Rica suma este año su quinta nominación por Las brujas de Zugarramurdi. Ya tiene el Goya, lo ganó el año pasado por Blancanieves.
- El editor Nacho Ruiz Capillas es nominado este año por séptima vez por La gran familia española. Lo ganó a la primera, por el efectivo montaje de Los otros (2001), de Alejandro Amenábar. Por cierto, que la última vez que estuvo nominado lo hizo en doble candidatura, una en solitario, por Ágora (2009) y otra junto a David Pinillos, por Gordos (2009), contra quien competirá este año: Pinillos está nominado por La herida, en la que supone su tercera nominación al mejor montaje, habiendo ganado el Goya como director novel por aquella delicia que era Bon Appétit (2010). Lo mismo que este año puede ocurrirle al director de la película por la que Pinillos es candidato, Fernando Franco, habitual montador, nominado el año pasado por su espléndido trabajo en Blancanieves.
- También Pablo Blanco, el cuarto en discordia en la categoría de montaje, es un contumaz acaparador de nominaciones. Esta es su sexta, por Las brujas de Zugarramurdi, habiéndolo ganado ya en dos ocasiones: por Airbag (1997) y No habrá paz para los malvados (2011).
- El diseñador de vestuario Paco Delgado obtiene este año su cuarta nominación al Goya, por Las brujas de Zugarramurdi. Nominado al Oscar el año pasado por Los miserables (2012), lo ganó en la edición anterior por Blancanieves.
- Siete nominaciones al Goya son las que, con esta, suma Lala Huete, por el vestuario de Vivir es fácil con los ojos cerrados. Lo ha ganado en tres ocasiones: por La niña de tus ojos (1998), compartido con Sonia Grande, por El embrujo de Shanghai (2002), y por El Greco (2007).
- Las hermanas Ana y Belén López Puigcerver optan a su tercer Goya por el maquillaje y la peluquería de Grand Piano. Por su parte, Ana ha sido nominada en otras dos ocasiones más, ganándolo por Mar adentro (2004).
- El técnico Nacho Royo-Villanova figura nominado por novena vez gracias al sonido de Caníbal y sólo lo ha ganado una vez, por No habrá paz para los malvados. Su compañero de nominación, Pelayo Gutiérrez, también suma con esta su novena nominación, habiéndolo ganado en tres ocasiones: por El otro lado de la cama (2002), Te doy mis ojos (2003) y Obaba (2005).
- Pero nada comparado con las 16 nominaciones que atesora en su currículum Carlos Faruolo, este año nominado por La gran familia española. Lo ha ganado tres veces, por Berlín Blues (1988), por Tango (1998) y por Celda 211 (2009).
- El diseñador de efectos visuales Félix Bergés obtiene, por Zipi y Zape, su décimo cuarta nominación en dicho apartado. Posee ya siete Goyas, por El milagro de P. Tinto (1998), La comunidad (2000), 800 balas (2002), La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003), Frágiles (2005), Ágora (2009) y Lo imposible (2012).
4 comentarios:
Pues lo de Candela Peña es una pena pero era lo que en el fondo deseaba que ella fuera la que se cayera de la lista antes que Aura o Inmma.
Pero sí con su caída Ayer no termina nunca se va de vacío, fuera de los actores podría haber conseguido fotografía.
Es un año muy rarete, con lo bueno y malo que eso conlleva y parece que con Gracia volvemos a lo de Garci de hace unos años o incluso Trueba con El baile de la victoria.
Echo de menos a Francesco Carril por Los ilusos, Rossy de Palma, Ramon Fontseré, Carlos Areces y Bárbara Santa-Cruz.
Hombre, comparar el 'caso Gracia Querejeta' de este año con el 'caso José Luis Garci' en ediciones pasadas son palabras mayores, creo yo... jajajaja!! Aunque entiendo por dónde vas y comparto tu opinión. Otro año, las 7 nominaciones a la peli de Querejeta habrían pasado inadvertidas, pero este 2013, al no existir una gran cantidad de títulos verdaderamente redondos, resultan demasiado controvertidas.
La Verdú es la Meryl Streep española. La actriz con más nominaciones a un Goya debería tener su reconocimiento.
De momento, Premio Málaga-SUR en el próximo Festival de Málaga, ahí es nada... :-D
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