¡¡Ya es viernes!! Y yo llego un poco tarde hoy, lo reconozco. Lo siento, de verdad. Es lo que tiene el deber y el trabajar... En fin. Vamos a lo que realmente nos interesa. ¡¡Los estrenos!! Este fin de semana llegan a los cines seis títulos. No está nada mal un poco de sosiego después de la acumulación de películas de la semana pasada. Seis películas muy, muy esperadas. De dos de ellas ya he venido hablando esta semana en diferentes posts. Pero ahora llega el momento de entrar a repasar los estrenos como se merecen.
Se estrena (¡por fn!) Los idus de marzo (The Ides of March), el nuevo largometraje como director de George Clooney, sin lugar a dudas uno de los títulos clave del pasado año, que logró una mísera candidatura al Oscar en el apartado de guión adaptado y cuatro nominaciones a los Globos de Oro, incluyendo mejor película y director. Lo que nos cuenta Clooney es la historia de un joven director de comunicación de la campaña electoral de un gobernador a las primarias del Partido Demócrata. Este trabajo enfrentará al joven idealista con los bajos fondos de la política y todos sus principios amenazarán con derrumbarse. Basada en la pieza teatral de Beau Willimon, Farragut North, Los idus de marzo ha sido calificada ya como una de las mejores películas políticas de la historia. Un auténtico oasis en medio del desierto del cine comercial actual. Puede que, estéticamente, no sea tan sugerente como Buenas noches, y buena suerte (2005), la mejor película del Clooney director, pero Los idus de marzo posee una contundencia expresiva absolutamente demoledora. Es sólida y elegante, recuerda a títulos del cine clásico que, sin renunciar al estilo, ametralleaban la conciencia del espectador a través de un implacable mensaje. Y a esto hay que sumar una de las mejores armas con las que cuenta el Clooney director: una dirección de actores soberbia. Clooney es buen actor. Muy bueno. Prácticamente podríamos decir que es uno de los mejores con los que cuenta el cine americano del momento. Y como tal sabe manejar los recursos de sus intérpretes. Claro que tampoco es tonto el tío y ha ido a fichar a un elenco que, sólo por los nombres, ya merece ovaciones. El papel protagonista se lo ha dado al actor de moda y no por su cara bonita sino porque también es el mejor actor de su generación, Ryan Gosling (que estuvo nominado al Globo de Oro por su trabajo); se ha reservado para sí mismo el rol del antagonista, el prometedor candidato; y ha cerrado el círculo entregando papeles secundarios a pesos pesados de la talla de los magníficos Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman (candidato al BAFTA por su interpretación). La cosa no acaba ahí porque, además, tengo que ponerme de rodillas ante Clooney por traernos con su película también a la estupenda Marisa Tomei. No tengo duda alguna: Los idus de marzo es, desde ya, una película cuyo visionado se me hace imprescindible.
Como no hay bien que por mal no venga (¿o era al revés?), el cine USA nos obsequia también este fin de semana con dos bodrios paridos por su fábrica de hacer películas. Y los dos anunciados por doquier a bombo y platillo, como si se tratara de dos películas que no nos podemos perder. Una de ellas es Esto es la guerra (This Means War), del desastroso McG, de la que ya hablé hace unos días como excusa para poder meterme con su actriz protagonista, la 'novia de América' Reese Witherspoon. El argumento es una tontería infinita: dos agentes secretos, amigos desde la infancia, se declaran la guerra mutuamente cuando descubren que ambos están saliendo con la misma chica (Witherspoon, ¡Santo Cielos!). Esta excusa argumental (por llamarla de alguna manera) sirve para que McG demuestre su don para la pirotecnia y el ruido, haciendo de una premisa de comedia romántica, una cinta de acción trepidante... Con lo que imagino que dará como resultado una estupidez de infinito alcance. En Internet dicen que es 'la peor película del año'. Creo yo que no andan muy equivocados. ¿Realmente existe alguien que esté interesado en ver a dos tíos buenos pegarse mamporros, destrozando mobiliario urbano por doquier, por una rubia mona? Parece ser que sí, que hay muchos, de lo contrario no entiendo por qué Hollywood sigue perpetrando absurdeces de este calibre.
Es mucho más interesante el otro bodrio que nos regala la fábrica de sueños, esta vez a través de, nada más y nada menos, que Disney. Y debe ser un regalo maravilloso, sino ¿para qué iban a sacar copias en 3D? Simple y llanamente, para sacarnos los cuartos. Se trata de John Carter, de Andrew Stanton, adaptación a la gran pantalla de la primera novela fantástica de Edgar Rice Burroughs, La princesa de Marte, que cuenta la historia de John Carter, un veterano de la Guerra Civil norteamericana (1861-1865) que habita en Marte y allí se verá inmerso en otro tipo de guerra. La Disney ha echado la casa por la ventana y ha invertido 250 millones de dólares en el proyecto. Y todo para crear monstruitos, extraterrestres y bichitos por ordenador. Porque, seamos sinceros, es lo único que nos venden de esta película. Sí. A nivel efectos visuales y sonoros, John Carter tiene una pinta fascinante. Cierto que debe ser una pasada el aparato técnico de esta cinta, sobre todo contemplado con las dichosas gafitas. Pero... ¡Ay, siempre hay un pero! ¿Existe algo más en John Carter que pueda merecer el precio de una entrada? Francamente, para los que no nos dejamos impresionar con tanta facilidad por el derroche digital con el que nos acribillan los productos made in Hollywood, creo que John Carter tiene poco que aportarnos. La crítica especializada la ha tachado de vacía y la han comparado con la hierba pisada. Vamos, que dentro de ese deslumbrante envoltorio, John Carter no posee absolutamente nada: ni guión, ni personajes, ni subtramas, ni intención artística alguna. No hablemos ya de la interpretación, pues sólo con ver el tráiler uno ya presiente que los muñecos creados por ordenador lo hacen infinitamente mejor que los actores de carne y hueso, algo en verdad preocupante acerca de la mano del director con los actores puesto que, entre el plantel de secundarios hallamos a gente de conocido dominio y talento como Willem Dafoe, Samantha Morton y Thomas Haden Church. De todos modos, hay un punto que resulta ser muy mosqueante en John Carter y es que el director sea el mismo de la maravillosa Wall·E (2008), co-director a su vez de Buscando a Nemo (2003) y Bichos, una aventura en miniatura (1998). ¿Quién te mandaría Andrew Stanton a aceptar los designios de la todopoderosa Disney? Esperemos, no obstante, que John Carter sólo suponga un inconsciente paso en falso en la carrera del realizador y que, por su bien, vuelva al seno de Pixar cuanto antes.
Cruzamos el charco y volvemos a Europa, la vieja Europa, que siempre tiene algo que ofrecernos que es capaz de reconciliarnos no ya sólo con el Cine, sino también con nosotros mismos. Más o menos ésto es lo que promete en su campaña publicitaria el nuevo título francés que ha logrado colarse en nuestra cartelera. Se trata de Intocable (Intouchables), del dúo Olivier Nakache y Eric Toledano. Estamos ante el film más taquillero en la Historia del Cine Francés, estuvo diez semanas consecutivas en el Nº 1 del box-office del país vecino (y ya sabemos cómo son allí con su cine... ¡ojalá tomáramos aquí ejemplo algún día!), logrando más de 18 millones de espectadores. Como consecuencia, obtuvo 9 nominaciones en la pasada edición de los Premios César, cosiguiendo sólo uno, el de mejor actor para uno de sus dos protagonistas (ambos nominados): Omar Sy; en detrimento del mismísimo ganador del Oscar de este año, el Jean Dujardin de The Artist. ¡Toma ya! La historia va de un adinerado hombre maduro (el indispensable François Cluzet) que, tras quedar tetrapléjico en un accidente, contrata como cuidador a domicilio a un inmigrante recién salido de la cárcel (Sy). La película se centra en este choque cultural y social y en cómo dos personas tan sumamente diferentes acaban creando una relación de absoluta necesidad. Contiene, como vemos, un mensaje positivo de altos vuelos, de esos que reconcilian a la platea con la vida misma y, me temo, estará contado según los usos y abusos de Hollywood. No digo con esto que sea mala, no, solamente señalo que a pesar de sus buenas intenciones, Intocable tiene pinta de ser tópica y, lo peor de todo, resultar un producto perfectamente calculado para amasar dinero, en la medida en que lo entienden los franceses. Intocable es efectiva, sí, a tenor de las críticas positivas que se han vertido sobre ella, pero también destila cierto olorcillo a efectismo, a poco espontánea y demasiado planeada y planteada, lo cual me provoca recelos. Seguramente, de verla, acabaré llorando a destajo y mis emociones confundirán a mi juicio cinéfilo y harán que la valore en mucha más alta estima de la que, luego con el tiempo para calmar las aguas, la recordaré.
Y entramos ya en la recta final de este repaso con los dos títulos españoles que se cuelan en las salas este fin de semana. Uno es la esperada, sobre todo después de su pase en la sección oficial del pasado Festival de Berlín, Dictado, de Antonio Chavarrías, interesante realizador nacional que aborda, por primera vez, el fantástico con esta película. A simple vista, parece un topicazo de los grandes. Lo importante del asunto es que la cosa no va de lo que parece. Ciertamente me encuentro muy intrigado al respecto y me debato entre si darle o no una oportunidad. La crítica, en su mayor parte, se ha mostrado a favor de la propuesta, señalando que Chavarrías lleva su relato fantástico un poco más allá de a donde llevaron los suyos Bayona o Balagueró, entrando en el terreno de lo social (un lugar muy frecuentado por el cine de Chavarrías), lo que hace de esta historia un cuento aún más terrorífico. La película va de una niña (elemento típico en el género) que, tras quedarse huérfana, va a vivir a casa de unos amigos de sus padres, donde su presencia perturbará al hombre hasta límites insospechados. La pareja protagonista, Juan Diego Botto y Barbara Lennie, realizan un excelente trabajo y se alzan como uno de los motivos por los que acercarse al cine a ver la propuesta de Chavarrías.
Por último, llega a las salas una de las cintas nominadas en la última edición de los Premios Goya con tres candidaturas, entre ellas la de mejor dirección novel y mejor actriz de reparto para Maribel Verdú, que interpreta a una de las tres mujeres sobre las que gira el argumento de De tu ventana a la mía, de Paula Ortiz, película de historias cruzadas sobre el fracaso en el amor, la soledad y los sueños truncados. Junto a la Verdú, están también la guapa Leticia Dolera y la veterana Luisa Gavasa, dando vida a las mujeres protagonistas, muy bien arropadas por secundarios de todo tipo como los televisivos Fran Perea y Pablo Rivero o los veteranos y estupendos Álex Angulo y Carlos Álvarez Novoa. Calificada por algunos como hermosa, lo cierto es que visualmente, la propuesta de Paula Ortiz se nos presenta absolutamente fascinante y sugestiva; huele a cine poético, esencialmente femenino, con cierto toque al famoso realismo mágico de la literatura latinoamericana. Es posible. Posee imágenes bellas, sin duda, ya no sólo por la preciosa fotografía, sino también compositivamente. Pero... ¿habrá algo más? ¿Contará realmente Paula Ortiz algo con sustancia, algo que sea absolutamente consistente? Creo que para resolver mis dudas tendré que acercarme al cine. Me supone mucho menos esfuerzo si pienso en la Verdú, ¡para qué nos vamos a engañar!, y es que la presencia de la actriz justifica por sí sola el precio de una entrada. ¿O no?
Menudo fin de semana nos espera. Tengo bastantes títulos pendientes de semanas pasadas y ésta, para seros sinceros, sumo otros cuantos. ¡¡Necesito más tiempo libre!! Bueno, sin prisa y con buena letra, poco a poco iré dando cuenta de todos. La cuestión es disfrutar del Cine, que para eso se inventó. ¿Cuál vais a ver vosotros? Sé que lo sabéis (y también que a muchos os importa un rábano), pero apostad por la Versión Original!!
Un Saludo Sinvergüenzas!! ^^
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