viernes, 10 de febrero de 2012

Vuelven Spielberg, Washington y Watling.


¡¡Ya es viernes!! Y como cada fin de semana, la cartelera se renueva. La películas más antiguas o menos llamativas dejan las salas libres para que las ocupen las novedades que han logrado hacerse un hueco entre las complicadas fechas de estrenos. Hay muchas que se quedan fuera, por distintos motivos, muchas veces por razones ajenas a la calidad intrínseca de la propuesta por desgracia. Y nosotros, espectadores fieles, nos vemos obligados casi siempre a elegir pagar entrada entre cintas a veces poco sugerentes. Este fin de semana nos llegan dos bombazos estadounidenses que esperan y ansían captar el mayor número de espectadores posible (más por sus euros que por otro motivo) y alguna que otra propuesta de menor renombre que tratará de hacerse notar aún disponiendo de menor presencia en las marquesinas. 


Empiezo el repaso con uno de esos, a priori, taquillazos: El invitado (Safe House), del sueco de origen chileno Daniel Espinosa, y que cuenta entre sus grandes bazas con la presencia protagónica de los actores Ryan Reynolds y, sobre todo, un Denzel Washington volviendo al registro oscuro que tan buena jugada le supuso en Training Day (2001), Oscar incluido. La historia va de un peligroso ex agente de la CIA (Washington) al que debe custodiar un agente novato (Reynolds), pero el piso franco en el que se encuentra será atacado por un grupo de mercenarios y ambos deberán huir y colaborar para averiguar quién quiere eliminarlos. Suena bien, ¿eh? No. Tiene pinta de ser uno más de los productos insustanciales manufacturados por Hollywood (ello se deduce también de la terrible campaña promocional que estamos padeciendo) y creo, en mi humilde opinión, que sólo con ver el tráiler ya nos podemos ahorrar el precio de la entrada. Sin embargo, me quedo loco con las críticas vertidas sobre la película, no siendo la reacción tan devastadora como a mí me cabía suponer, puesto que se alaba no ya sólo el nervio de Espinosa sino también y, mucho, los trabajos interpretativos. Una de dos, o los "expertos" se han vuelto locos o a mí me dominan los prejuicios.


El otro bombazo taquillero es lo último del inefable Steven Spielberg, Caballo de batalla (War Horse), que además de su nombre en los créditos, cuenta con el aval de haber recibido 6 nominaciones a los ya muy próximos Oscar, entre ellos una a la mejor película. La peli está basada en una novela infantil, que también se llevó al teatro, y que cuenta la historia de la entrañable (no podía ser de otra manera tratándose de Spielberg) amistad existente entre un chico y un caballo, a los que separará la I Guerra Mundial, pero cuyos destinos volverán a cruzarse durante la contienda. Aparte de la, por todos conocida, buena mano del director tras la cámara (me confieso devoto suyo o, al menos, de buena parte de su filmografía, aunque siempre le achaque esos imperdonables y almibarados finales), entre los atractivos de la película se cuenta la presencia en el reparto, parece ser que en un rol secundario, de la extraordinaria actriz británica Emily Watson a la que recuperamos en una producción importante tras unos años desaparecida en producciones de poco calibre o escasa exportación fuera de sus islas nativas. La crítica parece darle la razón a mi intuición y aunque señalen que la cursilería haga acto de presencia, ésta no empaña la que muchos incluyen ya dentro de las obras mayores del Rey Midas.

El último de los estrenos americanos de la semana realmente es un re-estreno y no es otro que la versión en 3D del sonrojante Episodio I de La guerra de las galaxias. La amenaza fantasma (Star Wars. Episode I: The Phantom Menace), de George Lucas, que a falta de ideas nuevas para seguir forrándose, ahora le ha dado por relanzar en nuevo formato una película cuyo nacimiento jamás debía haberse producido. En fin, cosas del dólar.

De Francia nos llegan también dos películas. Una de ellas no es otra que la representante del país vecino a los Oscar de este año, que viene avalada también por 6 nominaciones a los Premios César y multitud de elogios por parte de la crítica. Declaración de guerra (La guerre est déclarée), de Valérie Donzelli, quizás sea una de las propuestas más interesantes del fin de semana. Sorprendió en el pasado Festival de Cannes con su conmedora historia sobre una pareja, simbólicamente llamados Roméo y Juliette, que han de enfrentarse a la terrible enfermedad que afecta a su hijo pequeño. El acierto de la cinta parece estar en hablar de una experiencia a todas luces dolorosa y difícil a través de un tono del todo esperanzador y positivo, sin sobrecargar las tintas en los elementos más trágicos de la historia. Los protagonistas no son otros que la misma directora y guionista y su compañero en éste último apartado, Jérémie Elkaïm.

Con dos años de retraso (ya se sabe cómo funciona la distribución y exhibición dentro de la ‘comunitaria’ Unión Europea) llega también de Francia The French Kissers (Les beaux gosses), de Riad Satouff, sin dejar muy claro por qué el título para su distribución en España no se traduce al castellano en lugar de al inglés, si la cosa iba de no respetar el original. Puede que la respuesta sea que así, con título en inglés, se aumenten las opciones de llegar a una mayor tipología de público. De todos modos, dejo el debate para otra ocasión y me centro. A ver, la peli va de un adolescente bastante feo al que únicamente le mueven sus impulsos y anda ansioso por salir con alguna chica. Vamos, que a simple vista parece un cruce entre American Pie (1999) y Supersalidos (2007), lo que la crítica ha destacado es que se aleja de ellas precisamente por el humor del que hace gala, no podría ser de otra manera siendo como es una película francesa.

De Europa vienen también los últimos dos estrenos extranjeros del fin de semana. De Hungría llega The Turin Horse (A Torinói ló), de Béla Tarr, cinta que ganó en el pasado Festival de Berlín el Premio Especial del Jurado y obtuvo 3 nominaciones en la última edición de los Premios del Cine Europeo. La historia comienza un 3 de enero de 1889, día en el que el filósofo Friedrich Nietzsche se lanzó llorando al cuello de un caballo agotado y maltratado por su cochero para, después, desmayarse. Después de este episodio, el filósofo dejó de escribir, hundiéndose en la locura y el mutismo. La película nos cuenta la vida de ese cochero, su hija y el caballo. La crítica advierte que ésta es una película difícil, dura y con la que el espectador ha de comprometerse sí o sí si no quiere pasar el rato más aburrido de su vida. La tachan de experiencia cinematográfica e, incluso, señalan que no es apta para el público convencional. Ahí es nada, avisados quedamos.


Y vuelve también Tom Tykwer, el director de Corre, Lola, corre (1998), ahora con Three (Drei), un drama centrado en la historia de una pareja de alrededor de los cuarenta que, de forma separada, cada uno de sus integrantes se enamoran del mismo hombre. Dicen que ésta es la película que nos devuelve al realizador en su más pura esencia o, al menos, se trata de la cinta en la que más podemos reconocer al autor alemán, desvinculado ya de sus escarceos comerciales con El perfume (2006) y The International (2009). Imagino que, como todo el cine de Tykwer, ésta también debería ser de indispensable visionado para sus admiradores, que no es mi caso.

La cinematografía patria ofrece dos suculentas propuestas para este fin de semana. La primera es la cinta de animación Papá, soy una zombie, de Ricardo Ramón y Joan Espinach, sobre la vida de una adolescente gótica que vive en una funeraria y que un buen día se convierte en muerta-viviente con una meta en la vida-muerte: luchar contra el mal. La premisa no carece de atractivo y encima sobrevuela la influencia de Tim Burton por toda la película. Que sea española y de animación puede echar atrás a muchos, sin embargo, el género en nuestro país goza de muy buena salud y los críticos han elogiado no sólo las intenciones sino también la propuesta definitiva, que es una de las aspirantes al Premio Goya en la categoría de película de animación.


 Y termino ya este repaso con la gran apuesta española del fin de semana, probablemente una de las películas más esperadas. Hablo de Lo mejor de Eva, la vuelta de ese interesantísimo director llamado Mariano Barroso. La vuelta también de esa estupenda actriz llamada Leonor Watling. La trama, sobre el papel, no parece gran cosa. Va de una juez (Watling) que se enfrenta al proceso judicial más importante de su carrera: el asesinato de una joven de Europa del Este, en el que está implicado un poderoso empresario. La presencia de un irresistible testigo (Miguel Ángel Silvestre), gigoló de profesión y amigo de la víctima, la sitúa frente a un espinoso dilema: resistirse o dejarse seducir. ¡Tachán! La cosa parece ir de sacar a los dos protagonistas literalmente en bolas, aprovechando el tirón comercial que siempre ha tenido el sexo y recuperando la costumbre impuesta hace ya mucho tiempo en el cine patrio. De todos modos, la crítica ha sido benévola con el resultado y, junto a la buena mano de Barroso en el género thriller, han destacado el competente trabajo actoral de su pareja protagonista.


Nada más, que no es poco. Creo que iré a ver la de Spielberg y, si acaso, si el bolsillo, las ganas y el frío gélido de Madrid me lo permiten, también a la Watling. ¿Y vosotros? Veáis la que veáis, siempre, en Versión Original Subtitulada.


Un saludo, sinvergüenzas! ^^

0 comentarios: