lunes, 11 de noviembre de 2013

"Esto no es una cita", una divertida "screwball" dialogada.


Cimentada sin pudores de ningún tipo sobre el esquema clásico y, por reiteración, tan manido de la comedia romántica, Esto no es una cita, segunda vez en la dirección de largometrajes de Guillermo Fernández Groizard, logra desmarcarse de las comedias "al uso" pertenecientes al género por una manifiesta falta de pretensiones. Porque Esto no es una cita es una comedia romántica que no aspira a sentar cátedra, ni tan siquiera intenta abarcar más allá de lo que el sencillo planteamiento de su trama le permite. A saber, Esto no es una cita va de una pareja de compañeros de trabajos, ambos en la treintena y con un historial sentimental decepcionante, que deciden darse una oportunidad juntos en eso tan idealizado y anhelado por todos que es el amor. Y nada más. Y nada menos. Porque a pesar de tan escueta y previsible premisa, la película de Groizard demuestra pronto que a veces basta con poco para conseguir mucho.


De este modo, a través de un ritmo dinámico y eficaz, esta divertida y entrañable película avanza sin titubeos atravesando los mil y un lugares comunes inherentes al género, pero haciéndolo con una fresca y descarada autonconsciencia, resultando siempre honesta en sus propuestas y brindándonos, de paso, una gratificante vuelta de tuerca a nuestras expectativas, pues a pesar de que seamos conocedores expertos en la materia, Esto no es una cita se permite el lujo de desmarcarse en su forma de los parámetros de la comedia romántica moderna, tan apegada ella a la sensiblería de postal, adquiriendo los usos de la screwball comedy, al menos en lo que al manejo y resolución de muchas de las situaciones se refiere, en las que la aparición del disparate se produce siempre de manera natural, nada forzada y, por ello, consiguiendo un efecto cómico de altura.


Totalmente dialogada (lastre que debe achacarse al origen teatral del texto), el humor que destilan los diálogos contiene la suficiente negrura como para terminar de derrumbar los mitos romanticisitas en los que la cinta, por fortuna, nunca llega a caer. Desternillantes gags verbales y chistes eficaces precisamente por la ausencia de eso tan difícil de evitar que es "querer hacer reír" y que beben de la cotidianidad por todos reconocible, son los puntos fuertes que maneja esta comedia que, eso sí, acarrea la tara de hallarse sustentada en una puesta en escena meramente funcional y al servicio del trabajo de los intérpretes, más cercana en su concepción a cualquier sitcom televisiva que a un producto estrictamente cinematográfico. Importa poco cuando la hilaridad y la carcajada se suceden de forma tan continuada y contagiosa, pero mucho si nos atenemos a su perdurabilidad, a la vigencia de sus virtudes en el futuro.


Entre estas últimas resulta obligado señalar las entonadas interpretaciones de todo el elenco, donde los intérpretes secundarios cumplen con entusiasta entrega sus estereotipados cometidos: Fernando Cayo se pasea por la pantalla con un divertido porte de galán cautivador, Alexandra Jiménez triunfa añadiendo al suyo un muy disfrutable punto de locura y Jorge Pobes acierta al mantener su actuación apegada a una estimulante coherencia con la realidad. Pero la función pertenece con todas las de la ley a su pareja protagonista: Darío Frías asimila convenientemente los cánones de la comedia disparatada y consigue un trabajo consecuente con ello, ocurrente y desinhibido, incorporando no poca ternura al retrato de su atribulado antihéroe. Virginia Rodríguez, por su parte, tira por la borda el arquetipo de heroína presente siempre en este tipo de películas y nos regala una actuación cargada de ironía, compacta y precisa, que encuentra en su oposición con la desenvoltura de Frías el mejor complemento para seducirnos. Ambos, por igual, merecen llegar a la final por el Goya revelación.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Guión Original: Pablo Flores.
- Mejor Actor Revelación: Darío Frías.
- Mejor Actriz Revelación: Virginia Rodríguez.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Y mejor BSO, Adiós Sprinfield si que es revelación