Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

sábado, 6 de abril de 2013

La Academia premió a la gran estrella del cine español de los 40 y olvidó a la de los 30.


Regresamos a la ceremonia inaugural de los Premios Goya para cerrar definitivamente el repaso a las mejores actuaciones cinematográficas del curso 1986. Y lo hacemos echando un vistazo a la última categoría interpretativa que todavía no habíamos abordado: mejo actriz principal. Categoría que pone de manifiesto el temprano gusto de los académicos por incluir entre sus finalistas a los ganadores de los prestigiosos premios de interpretación del importante Festival de San Sebastián, así como la costumbre de encumbrar encumbrar empeños en nada deslumbrantes con el fin de homenajear a históricos y relevantes mitos de nuestra cinematografía, aunque a tal efecto, tres finalistas por categoría, daba poco margen de maniobra.


El primer año de los Goya se inició la particualarísima relación entre estos galardones y una de las grandes actrices de nuestra cinematografía: Victoria Abril, que figuró finalista gracias a su vuelta al cine de su mentor Vicente Aranda con Tiempo de silencio, en un personaje de jovencita enamorada que sobre el papel podía ser tachado de discreto, pero que la Abril se encargó de acometer con esa peculiar gracia y naturalidad suyas, logrando que su Dorita se impusiera como un reclamo necesario para el visionado de la película. A pesar de lo poco que le permiten lucirse, la Abril se hace suyo todo el metraje y permanece en la memoria del espectador en virtud a la excelsa sencillez y a la desmesurado pragmatismo de un trabajo, en verdad, terriblemente ajustado. No es de extrañar, por tanto que se colara entre las finalistas a un Goya aquella primera edición y que ganara además el premio de la Asociación de Directores Cinematográficos a la mejor actriz.


Tampoco cabe nada que reprochar a la segunda finalista: Ángela Molina. Su regreso al mundo alegórico de su mejor director, Manuel Gutiérrez Aragón, el protagonismo de La mitad del cielo, se alza pronto como el mejor papel que la haya podido caer en gracia a una actriz de su categoría y esto lo supo la Molina desde el principio, pues pasados los primeros minutos de su intervención uno ya es consciente de que está asistiendo al más depurado, íntimo y perfecto de los trabajos llevados a cabo por la intérprete hasta ese momento. Una dicción pormenorizada, que no se tuerce ni pierde fuelle por mucho que las emociones se desborden por el texto o los gestos de la actriz. Unos gestos que se vuelven necesarios y, por lo tanto, únicos y que, sin recurrir al fácil aspaviento, permanecen en el plano de un sereno realismo, asentando sobre la tierra seca y el asfalto árido a esa Rosa trágica, a la que la suerte parece dar la espalda continuamente. La Molina logra que la fragilidad sólo se cuele por sus ojos y que lo que domine el conjunto sea el ímpetu de un cuerpo que se antepone al dolor y apechuga con entereza en las situaciones más adversas. Un verdadero tour de force que permite al espectador quedarse absolutamente fascinado por el maravilloso talento de una actriz que saldaría ese 1986 ganando muy merecidamente la Concha de Plata a la Mejor Actriz del Festival de San Sebastián, un tercer Fotogramas de Plata y colándose entre las tres finalistas a unos primerizos Premios Goya que, con permiso de la ganadora, hubiera tenido que ser para ella con toda justicia.


Pero no, aquel año imperó la Ley de la Deuda y la Academia optó por entregar su primer Goya a la mejor actriz a una veternada del calibre de Amparo Rivelles, que volvía al cine aquel 1986 tras una larga temporada dedicada exclusivamente al teatro. Es precisamente la adaptación de uno de sus últimos éxitos teatrales, Hay que deshacer la casa, de José Luis García Sánchez, la que le hizo ganar el Goya, en un trabajo bonito, lleno de frescura, donde la mítica intérprete se mostraba sumamente natural y cercana, sin ningún tipo de resabio teatral de algún modo esperado dada la naturaleza de la historia, rebosando simpatía y complicidad en cada una de sus intervenciones como esa mujer acomodada que se reencuentra con su hermana tras muchos años sin verse para repartirse las pertenencias de sus padres y que tiene que lidiar no sólo con los recuerdos (tiernos y dulces, unas veces, otras duros y ásperos), sino también con la frustración encubierta que acarrea como mujer madura a la que ya ni su marido ni sus hijos tienen en cuenta. Gracias a haber representado el papel sobre las tablas, la Rivelles literalmente lo borda en Hay que deshacer la casa y mantiene un mano a mano a gran altura con su compañera de reparto, Amparo Soler Leal, cada una de ellas actuando en un tono diferente, lo que aporta el contraste perfecto para que la historia de estas dos hermanas, primordialmente dialogada, no pierda interés en ningún momento. No obstante, en una década donde el star system español comenzaba a renovarse y un trabajo tan remarcable como éste podría haber caído fácilmente en el olvido, la Academia la eligió como la mejor interpretación femenina protagonista en la primera edición de los Premios Goya, haciendo pasar a la historia a Amparo Rivelles como la primera actriz en lograr un reconocimiento que, con el tiempo, alcanzaría no poco prestigio, en lo que suponía, ¡qué duda cabe!, no sólo un premio a su labor en el citado filme de García Sánchez, sino un merecido homenaje a la enorme categoría artística de una de las más grandes figuras del teatro español y latinoamericano.

Las Olvidadas.

Sin embargo, si de lo que se trataba era de dar un Goya a la mejor actriz para recompensar toda una trayectoria, tampoco hubiera sido exagerado tomar como excusa el regreso a la pantalla grande que efectuó la primera gran estrella de nuestro celuloide: la inolvidable y mítica, Imperio Argentina. Tras casi veinte años sin acometer un papel en una película (la última vez había sido un secundario en el drama Con el viento solano (1966), de Mario Camus), dio por concluido tan largo paréntesis cuando José Luis Borau nos la devolvió para inmortalizar en el cine a la "tata" que todos habíamos soñado tener en su maravillosa película Tata mía. Los críticos especializados remarcaron que la que llegó a ser la primera figura femenina del star system nacional en los años 30 no había perdido ni un ápice de su talento y frescura durante tan larga ausencia. Vista hoy, su interpretación protagonista resulta una experiencia inigualable, sólo comparada con la que pueden ofrecer las grandes damas del Hollywood clásico: toda la maestría, la sabiduría y el arte de la más grande actriz que ha dado este país puestos al servicio de un personaje tierno, pícaro y extremadamente inteligente. Imperio hace suyo cada plano y evoluciona delante de la cámara con esa gracia y ese saber estar que sólo conocen las mejores, logrando engatusarnos como esa vieja astuta y descarada, por mucho que su papel en la película nada más exija de su presencia que el lucimiento sin parangón de una artista sumamente carismática. Esa sonrisa suya bien valía por sí misma un Premio Goya, por eso resulta incomprensible que la Academia la dejase fuera de la categoría a la mejor actriz.


Algo que se extiende también a su compañera de reparto en Tata mía, el trabajo con el que Carmen Maura logró depurar formidablemente su alcance dramático. Y es que figurar en el mismo reparto que Imperio Argentina y no achantarse ni quedar reducido a escombro es todo un logro y ya sólo por eso esta mujer debía haber figurado como una de las nominadas. Pero es que, además, la Maura realiza en la cinta de Borau una composición perfecta de su personaje, al que otorga numerosos matices que lo hacen inolvidable. La actriz, tratando una vez más de desmarcarse del cliché al que había quedado unida tras sus primeros protagonismos a las órdenes de Fernando Colomo, se impuso a su imagen de chica moderna abordando a su Elvirita, monja huidiza por el fervor que le producen los hombres, con una lucidez no carente de cierta ironía y logrando un trabajo perfectamente calculado y concienzudo, destacado por casi todos los críticos como una de las creaciones interpretativas más importantes del año. Una actuación simplemente ejemplar.

El año 1986 nos ofreció, quizás, la ocasión más clara que ha disfrutado Amparo Soler Leal en su trayectoria para ser nominada a un Premio Goya. Fue gracias al drama de origen teatral Hay que deshacer la casa, de García Sánchez, para cuya adaptación se contó con sólo una de las actrices que habían interpretado el original sobre las tablas, la Rivelles, mientras que Soler Leal sustituía a Lola Cardona. Todos los parabienes fueron a parar a la Rivelles, incluido aquel primer Goya a la mejor actriz y, sin embargo, el trabajo de Soler Leal en la película tampoco desmerece en absoluto tamaño reconocimiento. Da vida a Ana, esa hermana liberal y liberada que vive en París y que regresa momentáneamente a la casa de sus padres para repartirse con la otra todas sus pertenencias y, de paso, recordar viejos tiempos y cerrar heridas abiertas hace mucho. La actuación de Amparo Soler Leal es enérgica y espontánea, dinámica y fresca, gracias a la enorme naturalidad que siempre han desprendido los trabajos de la actriz, incluso aquellos más arriesgados y comprometidos dramáticamente. Ejerce el contrapunto perfecto a la sobriedad representada por la Rivelles y entre ambas se genera una batalla maravillosa de talentos que tiene su punto álgido en ese intercambio de reproches al que se prestan ambos personajes en su visita al cementerio.


Otra veterana intérprete teatral que pudimos disfrutar en el cine aquel curso sería Asunción Balaguer, a la que su propio hijo le brindaría la oportunidad de desempeñar en pantalla grande su primer papel protagonista en El hermano bastardo de Dios. Aún supeditada al protagonismo infantil de su nieto, el luego también actor Liberto Rabal, se agradece que la participación de Asunción Balaguer sea todo lo extensa que es, pues apechuga con espléndida ternura con esa abuela amorosa y delicada, una buena mujer con un corazón enorme que toma de la actriz esa voz cándida y experta para erigirse en un elemento imprescindible de la película. El duelo interpretativo entre Rabal y Balaguer se salda con un empate técnico, aunque la actriz le gana la partida a su marido en lo que a emotividad y empatía con el espectador se refiere, sobre todo en la dramática escena en el hospital, cuando ante el mal estado de su hijo, su personaje arremete contra el doctor desesperada. Toda la serenidad y dulzura de la que había hecho gala la intérprete desaparecen de un segundo al otro para dejar paso a un terrible dolor y a una pesada incertidumbre que la actriz muestra sin tapujos con la ayuda inestimable de un sabio uso de su aparato vocal, que aporta la dosis justa y necesaria para transmitirnos el estado amargo, casi trágico, por el que atraviesa su bonito personaje, regalo magnífico de Benito Rabal a su espléndida madre.



También fue un regalo, esta vez de un gran amigo como Fernando Fernán Gómez, un personaje clave que marcaría el retorno parcial a la pantalla a finales de la década de la estupenda María Asquerino: el de Florentina, la esposa doliente y amorosa y no poco avariciosa del protagonista de Mambrú se fue a la guerra, que le permitiría ganar el premio a la mejor actriz del Festival de Cine de Cartagena de India y, aunque la nominación al Goya no se materializara, lo que ha quedado para la Historia es una interpretación soberbia, digna de la enorme categoría de una actriz sublime, que se enfrenta a cada intervención con el estoicismo y la entereza de las más grandes, para sacarle el máximo partido a un personaje que siempre transita por una peligrosa ambigüedad moral y al que el espectador jamás logra odiar aunque lo merezca. Y es que sin el oficio de la Asquerino, no habría ternura ni empatía posible en una película en cierto modo fallida.


Por último, estando una cinta de Pedro Almodóvar en la lista de las posibles candidatas, nos es obligado incluir entre las olvidadas a la absoluta protagonista de ella. Assumpta Serna tuvo el honor de convertirse en “chica Almodóvar” con el papel principal de Matador, gracias a la que la Serna se ganó el derecho a ser considerada una actriz de largo alcance, porque dentro de la uniformidad global de la película, entre sus aciertos se cuenta ese trabajo sosegado y austero de la actriz, encarnando con sublime distinción y atractivo a esa pérfida mujer y repulsiva devoradora de hombres, una auténtica mantis religiosa que la Serna acomete con arrebatadora sensualidad y no poca frialdad dando para la Historia del Cine una imagen imperecedera de una atuéntica sádica sexual, logrando quizás la interpretación más redonda de su trayectoria hasta la fecha y, sin lugar a dudas, el punto de inflexión que ya venía pidiendo a gritos una carrera artística bastante zigzagueante, auspiciado por la creciente atención internacional que ya comenzaban a tener los trabajos de Pedro Almodóvar. No la nominarían al Goya, pero se le abrieron de par en par las puertas de otras cinematografías, destacando la norteamericana.

viernes, 5 de abril de 2013

El monstruo de Ricardo Darín se mide al mismísimo demonio (y no es Alberto Ammann).

¡¡¡Ya es viernes!!! Como cada semana, hoy toca hablar de los estrenos. Y hoy aterrizan en las salas platos para todos los gustos. Que dejen o no buen sabor de boca, eso lo decidiréis vosotros mismos (ya me contaréis). Así, a bote pronto (¡qué me gusta esta expresión!), el menú no tiene desperdicio (para criticar, ¡que sigo siendo maligno!). Sin más preámbulos, vamos a entrar en materia. Aunque hoy, y sin que sirva de precedente, invierto el orden de los factores, porque sí.

¿Bienvenido, Mr. Marshall?

Pues no sé muy bien qué deciros, amigos míos. Porque esta semana el paquete de estrenos extranjeros que nos llegan a las salas me deja un poco en terreno de nadie. Vamos a empezar por la bomba taquillera que se prevé va a ser Evil Dead (Posesión infernal), de Fede Álvarez. Partamos de la base de que estamos ante un producto absolutamente mainstream, es decir, concebido desde algún avispado despacho hollywoodiense para amasar dinero a raudales en las taquillas. ¿Esto es algo negativo? Bueno, según se mire. Si partimos de la base de que asistimos ante una película que sólo busca nuestros más que queridos cuartos y pasamos por el aro en pos de un más que asegurado entretenimiento, no. Recordemos también que no estamos ante una película original y que, aunque no lo digan abiertamente en su publicidad, Posesión infernal es un remake. ¿Es esto malo? Bueno, según se mire también. De todos es conocida la escasez de ideas en la Fábrica de Sueños, por ello, como industria que es (ante todo), no es reprobable el que acuda (una y otra vez, ¡qué cansinos!) a viejas (y contrastadas) fórmulas de éxito para seguir sacando tajada y seguir manteniendo el negocio en pie. Que el original (de mismo título, dirigido por Sam Raimi en 1981) del que parte esta película sea un clásico del género de terror (clásico con todas sus consecuencias: intocable para unos, sobrevalorado para otros), puede lastrar un poco la imagen de la nueva versión o, por el contrario, invitar a fans acérrimos y a ignorantes del pasado a pagar el alto coste en taquilla a partir de hoy mismo. Si supera o no al original es un tema que no admite debate alguno: una copia es siempre una copia. Cierto es que los tiempos han cambiado y los espectadores del siglo XXI nada tienen que ver con los del principio de aquélla gloriosa década de los 80, la pérdida de la inocencia cinematográfica obliga, por tanto, a llevar a cabo una reconstrucción del original, adaptando detalles a los gustos actuales de un público al que ya no es tan fácil impresionar. En lo que se refiere a la recepción de Posición infernal, versión 2013, de primeras parece haber convencido a los amantes del género, según podemos leer en algunas opiniones recogidas en webs como Terror Weekend o La cabecita de Banaca, pero no es oro todo lo que reluce, vaya por adelantado un ejemplo: el crítico Richard Roeper, del Chicago Sun-Times, un amante confeso del género, la ha masacrado. A mí, personalmente, me parece que estamos ante la típica película gore que abusa del efectismo externo (sonoro, de montaje, maquillaje y efectos digitales) para provocar terror en el espectador. Y, seamos sinceros, el cine nos ha demostrado muchas veces que el miedo puede generarse sin tantos aditivos. Lo que me escama y me invita a la reflexión es la presencia en los créditos de la incisiva y genial guionista Diablo Cody, a la que le debemos los originales de dos de las mejores cintas de Jason Retiman, Juno (2007) y Young adult (2011). ¿Tan mal anda el gremio de guionistas en Hollywood para que una tía que tiene un Oscar acepte participar en la construcción del guión de un remake?

El otro estreno estadounidense llega precedido por una recepción singular en el pasado Festival de Berlín, en donde participó en la Sección Oficial a concurso. Se trata de Side Effects (Efectos secundarios), vuelta al ruedo del hiperactivo Steven Soderbergh, que esta vez centra su objetivo en el mundo de la psicofarmacología a través de una historia en la que una joven se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra para contrarrestar la ansiedad que le provoca la liberación de la cárcel de su esposo. Saludada con una notable división de opiniones a su paso por la Belinale, donde no disgustó del todo aunque tampoco entusiasmó (a tal efecto, echad un vistazo a las opiniones publicadas por los críticos españoles Carlos Boyero, en su crónica oportuna para El País, o Luis Martínez, en la suya para El Mundo), desde actoresSinVergüenza lanzamos una baza a favor de un director que, si bien hace tiempo  que no logra deslumbrarnos con sus últimas películas, siempre se ha caracterizado por ser uno de los más versátiles realizadores en el Hollywood actual  y, reconozcámoslo, casi es imposible hablar de una mala, mala de verdad, película de Steven Soderbergh. Además, gana un plus gracias a su excelente labor en la dirección con los actores. Para esta nueva aventura ha vuelto a llamar a Catherine Zeta-Jones, a la que ya le extrajo su mejor trabajo para el cine en Traffic (2000), que secunda a un (parece ser) recuperado Jude Law, con un papel por fin afín a su enorme categoría, y a una pareja de jóvenes estrellas: la nominada al Oscar Rooney Mara y el sex-symbol Channing Tatum, al que el director ya había dirigido en Magic Mike hace apenas un año.

También desde el otro lado del Atlántico, aunque ahora desde México, llega esta semana a las carteleras la película con el reparto más estrambótico que ha pasado en mucho tiempo por las marquesinas. Atentos: un acabadísimo Andy García ejerciendo de estrella de la función, una Eva Longoria intentando colarse en las grandes superproducciones y abandonar de una vez los anuncios de champú, un directamente perdido y mal aconsejado Peter O'Toole, una ¿recuperada? Catalina Sandino Moreno, de la que tras su nominación al Oscar nunca más se supo (al menos, algo que mereciera la pena saber o ver), y un largo etcétera de actores y estrellas mexicanas que nunca se vieron en otra como ésta. ¡Pobrecitos! La película en cuestión lleva por título Cristiada (2012) y se la debemos a Dean Wright, habitual coordinador de efectos especiales que ha decidido lanzarse a la dirección de largometrajes con esto. Pongámonos en situación. La película (si así se la puede llamar, porque tiene pinta de superproducción para la tele) nos lleva al México de 1926, cuando estalla una violenta guerra civil. En esas, nuestro (enajenado) protagonista, un Andy García que hace las veces de general retirado sin dejar de ser Andy García, con el apoyo de su esposa (Eva Longoria y su mantilla), decide unirse al bando revolucionario y transformar a un grupo irregular de rebeldes, sin líder que les gobierne, en una fuerza heróica, capaz de defender con valentía la causa de la justicia. ¡Toma ya! Lo peor de todo es que la película está basada en hechos reales, la verdadera y desconocida por estos lares Guerra Cristera o Guerra de los Cristeros, provocada a causa de la rebelión que sufría la Iglesia Católica por parte del Gobierno nacional. Una pena, ciertamente, porque semejante episodio histórico bien merecía una revisión cinematográfica de otro calibre o nivel. Sistemáticamente despreciada por la crítica especializada, ahí están las publicadas en el Washington Post y en el New York Post, lo cierto es que ver a la Longoria con mantilla (como puede apreciarse en el póster) a lo mejor sí que vale el precio de una entrada.

Los críticos tampoco se han mostrado muy benévolos con la canadiense Upside Down (Un amor entre dos mundos), del argentino Juan Diego Solanas. La han tachado de vacía y de fracaso, e incluso arremeten contra su actor protagonista, Jim Sturges. ¡Pobre Kirsten Dunst, qué cosas hay que hacer para mantenerse en los primeros puestos de las agendas de unos productores en las que abundan tantas y tantas y tantas rubias guapas! Lo cierto es que, tras ver el tráiler, pocas expectativas levanta en este humilde mortal una película de Ciencia-ficción que parece jugar con un contexto en verdad muy sugestivo (dos planetas, uno sobre el otro, cuyos habitantes tienen terminantemente prohibido el subir/bajar al otro lado), pero que me da la impresión de querer seguir la estela, desafortunadamente exitosa, impuesta por productos del tipo Crepúsculo, al centrarse en la relación sentimental que se establece entre dos jóvenes provenientes de mundos completamente opuestos. El componente visual de Upside Down (¡otro horrible título en castellano para añadir a la interminable lista!) resulta en verdad sobrecogedor, pero hace mucho tiempo que esto dejó de ser un gancho para este servidor.

Los ecos de Buen Cine vuelven a provenir de este lado del Atlántico y es que desde Alemania nos llega (por fin) Bárbara (2012), de Christian Petzold, ganador del Oso de Plata al mejor director en la edición de la Berlinale del año pasado. La película, nominada además a los pasados Premios del Cine Europeo, aparte de confirmar como estupenda actriz dramática a la guapa Nina Hoss, a la que ya intuíamos posibilidades en su única película conocida en nuestro país, La masai blanca (2005), de Hermine Huntgeburth; nos sirve además para reencontrarnos con ese cine alemán que tanto gustó y convenció hace unos años gracias La vida de los otros (2006). La película nos cuenta la historia de la Bárbara del título, una doctora de la Alemania Oriental que estuvo presa en el Berlín Occidental. Cuando sale en libertad, la mandan al hospital de un pueblo de la RDA. Al principio, su estancia allí es una tortura, pues se ve sometida a constantes inspecciones, pero pronto acaba adaptándose gracias a la ayuda del jefe del hospital. Contada a través de ese tono seco y frío, tan germano, que tanto nos gusta, Bárbara complacerá a todos los cinéfilos de pro, ávidos de nuevas y estimulantes propuestas nacidas en la Vieja Europa.



La peli del finde.

Ahora ya sí. Entramos de lleno a hablar del estreno español de la semana. Bueno, semi-español, que se trata concretamente de un co-producción entre nuestro país y Argentina. Precisamente, llega avalada por la excelente acogida crítica que recibió allí, pero también sabemos que estamos ante un éxito de taquilla y es que se ha convertido ya en la película argentina más taquillera, superando con creces el millón de espectadores (un hito que no había logrado otra película nacional desde El secreto de sus ojos (2010), de Juan José Campanella). Hablamos del thriller Tesis sobre un homicidio, de Hernán A. Golfrid. La cinta, que nos pone en la piel de Roberto Bermúdez, abogado y profesor especializado en Derecho Penal, y que está convencido de que Gonzalo, uno de sus alumnos más brillantes, es el autor del brutal asesinato de una chica cometido frente a la Facultad de Derecho, ante lo que está decidido a demostrar su versión del crimen, emprendiendo por su cuenta una investigación que acabará obsesionándolo, tiene una de sus principales bazas en la confrontación de un dúo estelar de altura: el magnífico y brillante mago de la actuación Ricardo Darín y el joven y apuntamaneras Alberto Ammann. ¿Quién vencerá? La respuesta, en el cine.


Porque sí, si este fin de semana hay que pagar por ver una peli al alto coste al que están las entradas (y más durante los fines de semana), que sea Tesis sobre un homicidio, que asistir al despliegue artístico, sumamente invisible siempre, de ese monstruo de la pantalla apellidado Darín es todo un lujo. ¿Fan confeso de don Ricardo? ¿Yo? ¡Venga, hombre! ¿Tanto se nota? Lo dicho, todos al cine y si puede ser, mejor la Versión Original Subtitulada (en el idioma que queráis, la versión... y los subtítulos, pues si sabéis chino y queréis...).

¡¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!!!

Primeras imágenes de "Kamikaze", protagonizada por Álex García.


Otra vez hablamos aquí de Antena 3 Films (parece que nos pagan y todo... ¡ojalá!). Y es que gracias a la web losExtras, hemos podido ver las primeras imágenes de la película que prepara la productora cinematográfica del grupo Antena 3 junto a Cangrejo Films y Globomedia Cine, Kamikaze, que significará el debut en la dirección de Álex Pina, habitual guionista de televisión, sobre un original propio y de Iván Escobar. La sinopsis reza así: Slatan es un hombre corriente de Karadjistan enfrentado a una situación extrema: hacerse estallar en un avión de pasajeros de Moscú con destino a Madrid. Sin embargo, los planes de Slatan se tuercen cuando una tormenta de nieve retrasa el vuelo y todos los pasajeros son alojados en un hotel de montaña hasta que pase el temporal. Este retraso obliga a Slatan a convivir, durante tres días, con sus futuras víctimas. Unos pasajeros con una visión positiva y optimista de la vida… A 20 grados bajo cero la vida no siempre sigue el plan previsto.


A priori, la cosa no pinta nada mal, la verdad. Y por el aspecto de su protagonista principal, mejor pinta aún. Él es Álex García, actor tinerfeño famoso en la pequeña pantalla gracias a series de tanta audiencia como Sin tetas no hay paraíso (2008-2009) o Tierra de lobos (2010-2011) y al que descubrimos, cinematográficamente hablando, en la sección ZonaZine del Festival de Málaga 2009 con la película independiente Entre esquelas (2009), de Adán Martín. Ahora, tras ganar popularidad en la tele, da el salto a la primera fila de la producción nacional al liderar una de las comedias más interesantes en fase de rodaje.


A García, le acompañan en el reparto un grupo de solventes intérpretes, entre los que destaca el concurso de dos de las mejores actrices jóvenes del panorama actual: Leticia Dolera y Verónica Echegui (que ya coincidió con Álex García en la bonita e injustamente desapercibida Seis puntos sobre Emma (2011), de Roberto Pérez Toledo). Pero también es obligado mencionar a los argentinos y brillantes Eduardo Blanco y Héctor Alterio, así como la siempre grata presencia de Carmen Machi. Sin olvidarnos, del cada vez más en boga Iván Massagué, actualmente en cartel con un pequeño trabajo en Los últimos días.


Kamikaze, que será distribuida por Warner Bros, se encuentra en estos momentos en fase de rodaje (desde principios de marzo), que se prolongará hasta finales de este mes en localizaciones del Pirineo Aragonés, Guadalajara y Madrid. Todavía no hay fechas estimadas de un posible estreno, aunque de salir todo bien, quizás podamos verla en los cines hacia finales de este mismo año.


jueves, 4 de abril de 2013

Mario Casas podría aspirar al Goya 2014 por "Ismael".


Así es. Las múltiples fans de Mario Casas deben estar de celebración. Y no por esta conjetura lanzada por este servidor en el título de esta entrada a modo de gancho. Sino porque leemos en el Twitter de Rentrak algo bastante curioso: la película Ismael, de Marcelo Piñeyro, llegará a los cines antes de lo esperado, a finales del presente año. Concretamente, el 25 de diciembre, coincidiendo con unas fechas navideñas que, según cuenta su director, encajan maravillosamente con el tono amable y tierno de la película, de cuyo rodaje ya os informamos hace pocas semanas.


La cinta, que está producida por AtresMedia Cine, la compañía surgida de la fusión entre Antena 3 y LaSexta, será distribuida nada menos que por la todopoderosa Sony, algo que (aparte de la publicidad extra que desde sus respectivos medios televisivos obtendrá) le garantiza una adecuada y envidiable salida comercial. El riesgo de esta producción tampoco es tan grande si tenemos en cuenta que su protagonista cuenta con un más que contrastado tirón en taquilla y que esta cinta promete el tan ansiado cambio de registro de un actor que necesita demostrar cuanto antes su preparación para afrontar papeles que le alejen de su imagen establecida si quiere permanecer con pies de plomo en la industria. A Casas, le acompañan en el reparto Belén Rueda, Sergi López y Juan Diego Botto, entre otros.


Por último, señalar que su estreno previsto para el 25 de diciembre, le permitirá concurrir en la próxima edición de los Premios Goya 2014, lo que hace pensar que de cumplir con las expectativas, estamos ante una de las grandes favoritas en la lucha por los próximos cabezones. ¿Logrará convencer Mario Casas también a los académicos? Seguiremos informando... 

Javier Cámara rueda en Nueva York "La vida inesperada".

Desde hace unas semanas, Jorge Torregrossa rueda en Nueva York la que está llamada a ser una de las grandes comedias del cine español del próximo año, La vida inesperada, con guión original de Elvira Lindo, que llevaba algo más de cinco años preparando. La película, que contará la historia de un actor español afincado en Nueva York desde hace tiempo y al que no le han ido nada bien las cosas, hasta que recibe la visita de un primo suyo que le hará replantearse muy seriamente su situación en la gran metrópoli, cuenta con la producción de Ruleta Media y Belladona Productions.


Torregrossa, que cambia abruptamente de género tras abordar el Apocalipsis en su ópera prima, Fin (2012), y que cuenta con una amplia experiencia como director en la pequeña pantalla, contará en La vida inesperada con el aval que suponen las presencias protagónicas de dos experimentados comediantes de la categoría de Javier Cámara y Raúl Arévalo, ambos en plena forma artística. Les acompaña la estimulante presencia de la televisiva Carmen Ruiz, que podría encontrar en La vida inesperada el vehículo perfecto para ganarse una merecida consolidación dentro de nuestra industria.


Mientras tanto, para los impacientes, recordamos que Cámara volverá a asomarse a las carteleras españolas a finales de mes, con el estreno de la última película de Isabel Coixet, Ayer no termina nunca, que muy probablemente le convertirá en uno de los favoritos indiscutibles a los Premios Goya 2014.

Mariví Bilbao (1930-2013), actriz en corto.

A mediodía de ayer nos dejaba para siempre, por causas naturales y rodeada de su familia, la veterana actriz Mariví Bilbao a los 83 años. Desde actoresSinVergüenza nos sumamos al sentido pésame que toda la profesión siente por su marcha recordando la trayectoria de una intérprete verdaderamente carismática, de las que ya no abundan en un panorama artístico repleto de caras y figuras tan parecidas unas a otras. Una actriz con una larga carrera a sus espaldas, que el cine siempre tachó de secundona y a la que la pequeña pantalla terminaría convirtiendo en estrella a nivel nacional justo a tiempo para que su marcha ya no pase desapercibida.


Nacida en Bilbao, un 22 de enero de 1930, María Victoria Bilbao-Goyoaga Álvarez se inició muy pronto como actriz de teatro en un marco de aficionados hasta llegar a participar en la fundación del grupo teatral Akelarre. En lo estrictamente cinematográfico, la actriz debutó en la gran pantalla tras intervenir aisladamente en una serie de cortometrajes durante los sesenta y setenta, cuando los cineastas Juanma Ortuoste y Javier Rebollo, con los que había trabajado en un corto (Agur Txomin), la volvieron a reclamar para dar vida a una de las siete protagonistas de la comedia coral Siete calles (1981). Se inicia así una primera etapa cinematográfica ciertamente errática, en la que Bilbao acometería principalmente pequeños papelitos en producciones mayoritariamente vascas o ambientadas en Euskadi. Así, aparecería en el sobrio y desapercibido drama histórico que Pedro Olea ambientó en la Navarra del siglo XVI y llevó por título, precisamente, Akelarre (1984); o en la cinta autonómica del guipuzcuano Ernesto Tellería, Eskorpion (1989), que apenas conoció distribución fuera de las fronteras vascas. Algo similiar a lo ocurrido con El mar es azul (1989), cinta dirigida por Ortuoste y producida por Rebollo, con protagonismo estelar del francés Feodor Atkine y el español Juan Diego, acerca de un violinista vasco de regreso en su Bilbao natal tras exiliarse en Checoslovaquia, que a día de hoy resulta una pieza curiosa por la condición de 'película maldita' que la sobrevuela desde su estreno. Tampoco hubo suerte con su siguiente aparición cinematográfica a las órdenes de su paisano Ernesto del Río en la romántica y desapercibida No me compliques la vida (1991).

Sálvate si puedes (1995).

Refugiada, de nuevo, durante los siguientes años en el atractivo mundo del cortometraje, volvió al formato largo ante la llamada del productor Joaquín Trincado, responsable de los dos primeros largometrajes de Enrique Urbizu, Tu novia está loca (1988) y Todo por la pasta (1991), decidido a emprender una trayectoria también como realizador, avalado por el concurso del plantel de estrellas prototípico en la comedia española del momento (Imanol Arias, María Barranco, Antonio Resines) y entre los que Mariví Bilbao disponía de alguna que otra posibilidad de lucimiento, a pesar de que el resultado final de Sálvate si puedes (1995) fuese a todas luces desangelado y desastroso. Pero de nada tendría que preocuparse, pues por suerte apareció en su vida laboral el joven Daniel Calparsoro, que la fichó para su ópera prima Salto al vacío (1995) y le regaló a la Bilbao el aborrecible papel de la madre de la protagonista, una intervención secundaria que figura como la mejor actuación registrada de la actriz para la gran pantalla, en la que ya daba forma con absoluta perfección al registro de vieja cascarrabias que luego tanta fama le daría.

Salto al vacío (1995).

Calparsoro la tomó pronto en una de sus habituales, y con él, regresó paulatinamente a los cines tanto en Pasajes (1996) y A ciegas (1997), también en pequeñas intervenciones. Entre una y otra colaboración con el cineasta barcelonés, la actriz se asomó a la producción de primera fila del cine nacional al participar en Malena es un  nombre de tango (1996), de Gerardo Herrero, y se reencontró con Rebollo en la comedia desfasada Calor y celos (1996). Hizo lo propio con Ortuoste en el poco interesante drama carcelario Entre todas las mujeres (1998), antes de formar parte del divertido y experimentado elenco femenino de la comedia Pecata minuta (1999), dirigida con ritmo por el habitual actor Ramón Barea. El relativo éxito de esta comedia coincidió en el tiempo con la buena acogida recibida por la sentimental Las huellas borradas (1999), de Enrique Gabriel, donde volvía a destacar a pesar de compartir planos con Asunción Balaguer y Federico Luppi

Las huellas borradas (1999).

Siguió participando en producciones netamente autonómicas como Ione, sube al cielo (1999), de Joseba Salegi. Y prueba de la veneración de la que disfrutaba en Euskadi fue el que la llamara el mismísimo Álex de la Iglesia para formar parte del abultado y brillante reparto de La comunidad (2000). Por esa época se convirtió en la musa de una nueva generación de cineastas, que la reclamaron para protagonizar algunos de los cortometrajes más premiados del cine español: Jardines deshabitados (2000), de Pablo Malo, La primera vez (2001), de Borja Cobeaga -mención especial a la mejor actriz en el Festival de Málaga-, y, sobre todo, Éramos pocos (2005), de nuevo con Cobeaga, candidato nada menos que al Oscar en el año 2007.


Entre medias, siguió apareciendo de forma fugaz en toda suerte de títulos de alcance nacional: Marujas asesinas (2001), de Javier Rebollo, Torremolinos 73 (2003), de Pablo Berger, Carmen (2003), de Vicente Aranda,  El séptimo día (2004), de Carlos Saura, o El calentito (2005), de Chus Gutiérrez. Para entonces ya se había convertido en un rostro sumamente popular gracias a la televisión, donde apenas había trabajado para algún que otro episodio de alguna que otra serie nacional hasta que en el 2003 Antena 3 estrenó por todo lo alto la comedia coral, producida por José Luis Moreno, Aquí no hay quien viva (2003-2006) y que le reportó una descomunal fama en todo el país, aquella que ni el teatro ni el cine le habían logrado dar. Formando una divertidísima pareja cómica junto a la inigualable Gemma Cuervo (e incluso a veces trío con la enorme Emma Penella), Mariví Bilbao se convirtió en uno de los grandes aciertos de una sitcom que explotó hasta la saciedad la extraordinaria vena macarra de una deslenguada y sin escrúpulos anciana actriz. Algo de lo que también se encargaría la continuación de este éxito, finiquitado con el cambio de emisora y que llevó por título La que se avecina (2007-2012), ahora en Tele 5. Elevada a los altares de la popularidad en un abrir y cerrar de ojos, premiada por la Unión de Actores en 2005 y por la Academia de la TV en 2006, pero también sumamente encasillada desde entonces, la Bilbao ha pisado bastante poco los platós cinematográficos. Algo en cierta medida sorprendente, pues la notoriedad obtenida a raíz de su trabajo televisivo bien podría haberle brindado mejores y suculentos empeños cinematográficos. Sin embargo, se conformó con protagonizar el prestigioso cortometraje Alumbramiento (2007), de Eduardo Chapero Jackson, y desempeñar roles secundarios en el segundo largometraje de Borja Cobeaga, la divertida No controles (2010), y en la ópera prima de Paco Arango, la sentimentaloide Maktub (2011).


Por cansancio, se negó a intervenir en la ya próxima Las brujas de Zugarramurdi (2013), que hubiera significado su retorno al universo de Álex de la Iglesia, y abandonó de manera inesperada el rodaje de la serie La que se avecina. Precisamente, este mes de abril tiene prevista su llegada a los cines el que se ha convertido ya en el testamento interpretativo de Mariví Bilbao, la coral La venta del paraíso (2012), de Emilio Ruiz Barrachina, que indudablemente ya no visionaremos con los mismos ojos y es que ya no pensaremos en que asistimos a un nuevo y frustrante desaprovechamiento de esta vieja carismática, sino que recordaremos que esa figura huesuda y casi raquítica, donde sobresalían unas manos que siempre portaban un cigarro, y ese rostro temperamental, con aquellos ojos tan llenos de picardía y buenrrollismo, hubo un tiempo que apoyó con su presencia segura y callada a las estrellas de turno en los largometrajes para, cuando nadie lo esperaba, terminar brillando con entrañable cariño en nuestro cinéfilo recuerdo, siempre "en corto". 

miércoles, 3 de abril de 2013

Presentimos "Los últimos días" de "Los amantes pasajeros" en la taquilla española.


Nos llegan buenas noticias para el cine español desde la taquilla. Y es que Los últimos días, de Álex y David Pastor ha terminado pasando holgadamente la barrera del millón de euros tras su primer largo fin de semana de carrera comercial. Según informa la web BoxOffice España, la película ha alcanzado unos nada desdeñables 1,22 millones de € entre el miércoles y el domingo. Se estrenó en la quinta posición de la tabla, tras recaudar unos 300.000€ entre el miércoles (día de su estreno) y el jueves (festivo en gran parte del país) y subió inmediatamente al tercer puesto durante el fin de semana para bajar al cuarto tras el cómputo general de datos, recaudando otros 784.000€. Presente en más de 270 cines y ocupando casi las 300 pantallas, Los últimos días obtiene así una media de 2.671€ por copia, superando en un 7,4% la del otro estreno fuerte de las pasadas vacaciones: G.I. Joe 2, que aterrizaba en las salas con más de 500 copias en circulación y unos ajustados 1,33 millones de € durante el fin de semana, colocándose en el tercer puesto de un ránking que lidera, holgadamente, Los Croods, con 8,6 millones de € recaudados y 1,18 millones de espectadores.

Los buenos datos de taquilla de Los últimos días hacen pensar que de responder a un buen mantenimiento, podría llegar a los 2,7 millones o, siendo muy optimistas, a los 3 millones de euros, en su recaudación final en nuestro país. Datos que tampoco llegan a ser la panacea, pero que si tenemos en cuenta las más que posibles ventas internacionales que obtendrá la película, nos invitan a hablar de un relativo éxito de taquilla del cine español. Veremos cómo le afecta en su mantenimiento la llegada a los cines, el próximo fin de semana, de dos títulos dirigidos a su mismo sector de audiencia: Efectos secundarios, de Steven Soderbergh, y Tesis sobre un homicidio, de Hernán Golfrid.


En el ránking de las más vistas durante el fin de semana, vuelve a perder posiciones la otra gran película española aún en cartel: Los amantes pasajeros, de Pedro Almodóvar, que ha descendido de la sexta a la séptima posición tras los primeros días de vacaciones, sumando 325.000€ más, con una recaudación total de 4,56 millones de €. Pero hay más buenas noticias para la cinta de Almodóvar. La película, que ya comienza a estrenarse en otros territorios, ha logrado entrar por todo lo alto en la taquillas griega y francesa. En el país heleno, la película salió al ruedo con tan solo 21 copias y ha logrado una recaudación de 140.000 euros (es la segunda más vista), con un sobresaliente promedio por cine de 6.660 euros. En Francia, donde el director manchego es reverenciado como un auténtico mesías y a la espera de conocer los resultados oficiales, ha trascendido que la película se ha estrenado también en el segundo puesto de las más vistas en la capital el pasado fin de semana.

Buenos datos, al fin y al cabo, cuando hemos cerrado un trimestre de lo más positivo para la taquilla nacional y es que en tan solo tres meses, 6 títulos han pasado la crucial barrera del millón de euros, no está nada mal en comparación con los 16 que lo lograron durante todo el año 2012. Los últimos días es la última en llegar a una lista que lidera el éxito hispano-canadiense Mamá, con una recaudación de 8 millones de €, y a la que sigue la cinta de Almodóvar. Pero también encontramos los buenos datos obtenidos por El cuerpo, con 3,4 millones, Volver a nacer, con 1,5, o el megaéxito Lo imposible, que tras la resaca de los Premios Goya, sumó otro millón más a su espectacular recaudación.

martes, 2 de abril de 2013

TVE estrena el tráiler del reencuentro entre Gracia Querejeta y Maribel Verdú.

Acabamos de asistir al visionado de la esperada nueva película de Gracia Querejeta, que lleva por título 15 años y un día y que participará en la Sección Oficial a concurso del próximo, ya al caer, Festival de Málaga. Y tras este suculento adelanto, en actoresSinVergüenza estamos completamente convencidos (ahora mucho más que antes) de estar ante uno de los títulos más potentes del año, con bastantes posibilidades de permanecer en la memoria de los académicos para los próximos Premios Goya 2014, como ya aventurábamos en nuestra primera quiniela.


La sinopsis oficial de la película nos habla de la relación entre Jon (el debutante Aron Piper), un adolescente conflictivo, y su abuelo Max (Tito Valverde), un militar retirado que vive en un pueblo de la Costa de la Luz. Cuando Jon es expulsado del colegio, Margo, su madre (Maribel Verdú), decide enviarlo lejos para que Max lo meta en cintura. No le será fácil. A Jon le gusta bordear el peligro, y el ex militar es un hombre de costumbres que se ha asentado en un punto muy cómodo de la vida. Los dos se enfrentarán a sus limitaciones y a sus miedos.


Acompañan a Valverde y Verdú (firmes aspirantes al Goya), Belén López, en el papel de una policía investigadora, y Susi Sánchez, como la abuela solitaria de Jon, en lo que podría suponer un vehículo perfecto para llevar a este portento de actriz a luchar, por primera vez en su carrera, por un Goya. La cinta, que tiene previsto su estreno el próximo 15 de julio (según informan en la web del ente público), parte de un guión escrito conjuntamente entre Querejeta y Antonio Santos Mercero y está producida por Tornasol Films y Catástrofe Films, con la participación de TVE.


Marta Etura, la estrella desperdiciada.


Empecemos dejando claro un punto al respecto de este artículo: amamos, adoramos, idolatramos a Marta Etura. Pero tras el visionado de Los úlimos días, de Álex y David Pastor, su último estreno cinematográfico, en actoresSinVergüenza no podemos evitar recuperar esa sección tan ingrata como esta "Estrellados" para, a través de su figura, abordar una problemática que comienza a ser acuciante en el reciente cine español. Nos referimos a la escasez o, literalmente, ausencia de buenos, suculentos y potentes personajes femeninos en la producción cinematográfica actual, aunque el escenario tampoco es como señalaba la actriz en una reciente entrevista publicada en El País, haciendo hincapié en que sólo Pedro Almodóvar escribe actualmente personajes femeninos realmente fuertes. El problema surge no sólo de que no se creen personajes femeninos con sustancia, sino que aún existiendo historias que presentan protagonismo femenino absoluto (lejos incluso del universo almodovariano), éstas recaen siempre en las mismas manos. Pero sí, en líneas generales, aún podemos hablar de un considerable machismo en la construcción de las tramas de cine en nuestro país, sin lugar a dudas, un paso atrás con respecto a la producción española de, por ejemplo, finales del siglo XX, cuando actrices emergentes por aquél entonces, encabezaban los repartos y se posicionaban en una industria que todavía mimaba a consolidadas veteranas con adecuados y atractivos vehículos para su exclusivo lucimiento. Entre las primeras, se me vienen a la cabeza los casos de Ariadna Gil, Aitana Sánchez Gijón, Penélope Cruz o Maribel Verdú. Entre las segundas, Verónica Forqué, Carmen Maura o Victoria Abril. En el panorama actual, una actriz con poco recorrido (como Etura) difícilmente encontrará vehículos que ayuden a consolidarla y a procurarle una posición de respeto, no hablemos ya de brillo estelar, dentro de la industria. Con respecto a las veteranas, exceptuando los casos de Cruz o Verdú, deberían darse con un canto en los dientes si logran incorporar, como mínimo, un secundario decente al año.

Cuando Etura saltó a la palestra cinematográfica con el cambio de siglo, la situación era bien distinta y existía una relativa igualdad de género en lo que a los protagonistas cinematográficos se refiere. Por ello, cuando esta donostiarra se reveló por todo lo alto con su primera experiencia profesional recién terminada su formación en la escuela de Cristina Rota, muchos quisimos ver en ella a una solvente futura estrella de nuestra cinematografía. Joaquín Oristrell puso en pie una de las últimas mejores comedias españolas que se recuerdan como vehículo de una todavía rentable Verónica Forqué y la rodeó de un destacado grupo de caras nuevas, todas ellas alumnos recién diplomados de Rota, para dar forma a la historia de esa directora de una escuela de interpretación con serios y divertidos problemas sentimentales, en los que jugaba un papel muy importante la figura de su hija, aspirante a actriz, a la que daba vida Etura. Sin vergüenza (2001) no extrajo de la joven intérprete vis cómica alguna, éste era un campo reservado a los "adultos" de la función, pero le permitió responder con ahínco y precisión al prototipo de hija rebelde e independiente, aunque en el fondo vulnerable, por el que habían transitado otras tantas actrices jóvenes en nuestra cinematografía, aunque ninguna de ellas resultara tan fuertemente empática como ella. Hay en el trabajo de Marta Etura en Sin vergüenza motivos más que suficientes para considerarla una de las olvidadas a los Premios Goya en la categoría revelación, nominación que se ganó a pulso al siguiente año. Un 2002 en el que ejerció de guapa y fugaz Dulcinea para Manuel Gutiérrez Aragón en su visión de El caballero Don Quijote y de mero elemento decorativo en la trama de suspense de Trece campanadas, de Xavier Villaverde, pequeños y obligados pasos para una recién llegada, que terminaría por seducir no sólo a Jose Coronado en La vida de nadie, de Eduard Cortés, manifestando un insólito aplomo dramático mientras extraía de un físico presentado de forma algo convencional una excelente capacidad de atracción. Eso y evitar quedar reducida a escombro frente a una excepcional Adriana Ozores son motivos suficientes como para merecer aquella nominación al Goya a la mejor actriz revelación.

La vida de nadie (2002).

Estaba claro: Marta Etura había llegado para quedarse. En tan sólo dos años, ya encabezaba el reparto de lo nuevo de Gutiérrez Aragón, La vida que te espera (2004), en la que por fin supimos qué hacía de aquella recién llegada algo tan especial, tan sumamente bueno: la naturalidad. Allí, en medio de un ambiente rural y hostil, Etura volvía a vestirse las ropas de su nuevo personaje y nos lo regalaba con una desenvoltura aplastante en una actriz con tan poco bagaje, más mérito aún si atendemos que la película permitía a la actriz merodear por un registro diferente a los anteriores, donde podíamos intuir una sólida vena salvaje que no llegó a explotar como hubiéramos deseado (o no la dejaron). De la mano del debutante Pablo Malo regresó al esquema que mejores resultados le había venido dando, el de la hija amargada e inconformista en Frío sol de invierno (2004), donde su presencia, por primera vez, pasaba prácticamente inadvertida. Tampoco llegó a calar del todo su personaje, entre tierno y enamoradizo, compartido con la Maura, en la fallida comedia Entre vivir y soñar (2004), de Alfonso Albacete y David Menkes, directores que no supieron (o quisieron) sacar todo el potencial de una joven intérprete que buscaba (un poco a ciegas) su confirmación definitiva. Ésta llegó con su siguiente trabajo, su co-protagonismo en Para que no me olvides (2005), de Patricia Ferreira, intenso drama que permitió a la intérprete lucir su lado más trágico, evidenciando la enorme capacidad de la actriz para traspasar los lugares comunes y ahondar con insoportable arrojo en los entresijos del dolor más acusado. Este perfecto despliegue, transmitido sin mácula al espectador a través de esa (en este caso) insoportable (por dolorosa) naturalidad suya, no sólo se ganó a pulso las mejores críticas en su todavía naciente carrera cinematográfica, sino que además la colocó finalista en la categoría secundaria tanto a los Premios del CEC, como a los de la Unión de Actores y le proporcionó su segunda nominación al Goya.

Para que no me olvides (2005).

Justo un año después, su nombre sonaba fuerte como uno de los favoritos a ganar el premio de interpretación en el prestigioso Festival de Málaga, certamen donde presentó sus dos proyectos del año: Remake, de Roger Gual, donde ofrecía una creación bastante lineal, espontánea y corriente, recorrida por un punto algo vanidoso y antipático; y AzulOscuroCasiNegro, del debutante Daniel Sánchez Arévalo, donde su actuación resulta mucho más admirable por la complejidad intrínseca que lleva consigo el mismo personaje: una joven reclusa que aspira a quedarse pronto embarazada para escapar del infierno en el que vive, temerosa de perder la vida en una de las incontables peleas con otras presas, y que requería de una voluntad de acero para hacer frente con dignidad y templanza la fuerte carga dramática que acarrea su personaje. Etura, con su aspecto frágil de niña bien, no parecía la actriz más indicada para un rol de estas características. Sin embargo, la intérprete se apoya en sus expresivos ojillos para indagar y extraer ante la cámara el dolor desgarrado que guarda su personaje y supera las limitaciones de su físico, contagiando esa rabia del personaje a su porte y su actitud presencial, apareciendo hermosa y explosiva cuando no es ninguna de las dos cosas, con lo que el trabajo de aprehensión llevado a cabo por la actriz resulta encomiable. Nominada nuevamente a los CEC y por la Unión de Actores, Marta Etura ganaba también su tercera nominación a los Premios Goya, ahora como principal, en el tiempo récord de cuatro años, convirtiéndose así en la primera figura femenina de una hornada de intérpretes que llegaban con la clara intención de renovar por completo, desde dentro y con muy buena preparación, todo el aparato artístico de la industria.

AzulOscuroCasiNegro (2006).

Pero la industria no estaba dispuesta a admitir tremenda osadía. Tras unos primeros y suculentos pasos en firme en esta dirección, como fue liderar el espléndido elenco femenino de una de las grandes apuestas del cine nacional reciente: Las 13 rosas (2007), de Emilio Martínez Lázaro, que la volvió a reunir con su cara más dulce y romántica, aunque también volvió a recordarnos lo buena que era conmoviéndonos desde la pantalla grande, ganándose una nueva candidatura a los Premios de la Unión de Actores. O formar parte del elenco protagonista de la comedia coral Siete minutos (2009), de Daniela Fejerman, donde su más que evidente escaso apego al género se veía reforzado por protagonizar la historia menos interesante del conjunto. Entre una y otra, el único vehículo para su exclusivo lucimiento, el papel donde más y mejor disfrutable resultaría le vino del otro lado del Atlántico, con la co-producción con Chile Desierto Sur (2008), de Shawn Garry. Aquí comenzaban ya a escasear los buenos protagonistas femeninos o, al menos, no pusieron sus miradas sobre una Etura que pasaría figurar como una presencia destacada y poco o nada desarrollada en los repartos eminentemente masculinos de producciones fervorosamente masculinizadas. Así, el que su bello y cada vez más sugerente rostro se asomase en la gran pantalla en cintas como Flores negras (2009), de David Carreras, o el taquillazo de Celda 211 (2009), de Daniel Monzón, no aporta nada a una trayectoria artística que, de pronto, comenzó a languidecer y a conformarse con dar bien (y hacerlo muy bien) el tipo de la chica dulce, amorosa y paciente del protagonista metido en problemas de turno, por mucho que con el incorporado en breves y episódicas secuencias, caracterizadas por el dominio de la actriz de la naturalidad, que roza la perfección en Celda 211, ganara el Goya a la mejor secundaria del año. Más que un reconocimiento artístico, el cabezón podía verse como un premio de consolación por adelantado de una industria que ya no iba a ofrecerle a una de sus intérpretes con más futuro posibilidades de ampliar su abanico profesional. Estábamos en crisis y había que hacer sacrificios. Y encumbrar como se merecía una intérprete que podía no resultar rentable, al menos no tanto como otras procedentes de la televisión y con una audiencia más que garantizada, era un riesgo que no se podía asumir.

Celda 211 (2009).

De este modo, nos hemos tenido que conformar con ver prácticamente infravalorado el talento de una de las actrices jóvenes mejor preparadas del momento en papeles que no la merecían, aunque como es norma en ella, siempre bien ejecutados, dejando de brillar para acomodarse a una corrección que, aún servida con la frescura habitual, ya no entusiasma sino que cabrea. Y es que, además, ha formado parte en algunos de los títulos más destacados de los últimos dos años: la estupenda sorpresa que significó Eva (2011), de Kike Maíllo, donde se desaprovechaba tan perfecta sonrisa; o el vehículo dispuesto para un magnífico (como siempre) Luis TosarMientras duermes (2011), de Jaume Balagueró, donde el director únicamente se limitaba a explotar el encanto seductor que desprendía una actriz que se transformaba para la ocasión en una belleza inesperada; o Lo imposible (2012), de J.A. Bayona, en un trabajo de colaboración, que roza el cameo, única participación destacada de un intérprete español en esta superproducción. Hasta llegar a Los últimos días, de nuevo con personaje de 'chica del prota' en el que Etura comienza ya a encasillarse, que no especializarse, de manera alarmante y preocupante. ¿Por qué con semejante trayectoria ascendente, en tan poco tiempo se le ha negado el acceso a protagonistas a una actriz de su categoría? ¿Tendrá algo que ver su actual cargo de Vicepresidenta de la Academia? ¿Acaso se tratará de la rumoreada maldición del Goya? Fuera de tan banales conjeturas que no llevan a ningún sitio, desde actoresSinVergüenza ansiamos con ferviente pasión la llegada a las salas de su próximo proyecto: Presentimientos, de Santiago Tabernero, donde aparentemente recae sobre ella todo el peso de una trama que la emparejará con Eduardo Noriega. ¿O volverá a hacer de 'la chica del prota'? Ojalá el Dios del Cine Español oiga pronto nuestros ruegos y le caigan a Marta Etura los protagonismos que la afiancen en lo que hace tiempo viene mereciendo ser: una de las primeras figuras de nuestro star system actual.