Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

viernes, 21 de febrero de 2014

José Sazatornil, un grande inolvidable, Premio de Honor de la Unión de Actores.


La Unión de Actores y Actrices de Madrid ha hecho público el nombre del intérprete homenajeado en su XXIII edición de los Premios del conocido sindicato y, muy merecidamente, este año el Premio Toda Una Vida irá a parar a las manos de uno de los grandes entre los grandes de nuestro cine: José Sazatornil 'Saza' (Barcelona, 1925). Con este premio, los integrantes del gremio quieren reconocer a "un emblema del cine y del teatro español, con cuyo talento han disfrutado varias generaciones", según señalan en un comunicado. El premio se le otorgará durante la ceremonia de entrega de estos galardones, que se celebrará en el teatro Coliseum el próximo 10 de marzo. Por lo pronto, nosotros nos adelantamos al homenaje y celebramos la noticia abordando la figura artística de Sazatornil como realmente merece: con un repaso a su filmografía. Integrante de esa galería de ilustres secundarios que poblaron nuestro cine durante las últimas décadas del franquismo, 'Saza' brilló con luz propia en el terreno cómico gracias a la inteligente inclusión en su registro de esa mordacidad tan intrínsecamente catalana, tanto fue así que el mismísimo Berlanga se valió de ella para confeccionar una de sus grandes obras maestras. Fueron pocos los protagonistas de los que disfrutó en la gran pantalla, sin embargo José Sazatornil siempre logró lucirse a base de bien en cualquiera de los personajes que le cayeran en gracia, poco importaba su extensión: su peculiar e inconfundible físico (esa boca de buzón, esa nariz prominente), su aún más inconfundible voz y su distinguido, recio porte que denotaba no poca seguridad y aplomo, deben contarse entre los mitos por antonomasia que parió nuestro cine.

Con Paco Martínez Soria, en ¿Qué hacemos con los hijos? (1967).
Educado en el Colegio de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, a lo que debe sus férreos planteamientos morales, José Sazatornil comenzó trabajando como actor amateur a los 7 años de edad para luego pasar a desempeñar una continuada labor sobre las tablas en grupos teatrales catalanes, que compaginaba con su trabajo como dependiente en el negocio familiar. Debutó profesionalmente en 1946 en el Teatro Victoria de Barcelona, con la Compañía de María Vila y Pío Daví, adquiriendo pronto cierta celebridad como intérprete teatral, hasta que llamó la atención de la esposa del actor Paco Martínez Soria, que lo contrata para su compañía. En 1957 se montó una él solo y pasó cerca de ocho años deambulando por España con tres o cuatro obras, de las cuales algunas eran suyas y, casi siempre, en el campo de la comedia o la Revista. Su salto al cine, al igual que su acreditación artística (‘Saza’), se la debe a Ignacio F. Iquino, que lo contrató en 1953 para Fantasía española, de Javier Setó, pasando a formar parte de los repartos de un buen número de filmes catalanes de escasa repercusión, con predilección por el cine de Iquino: El golfo que vio una estrella (1955), La pecadora (1956), hasta su esporádica incursión en la obra maestra El verdugo (1963), de Luis García Berlanga, pasaporte a la producción oficialista del momento y que benefició el que el actor cambiara la ciudad condal por la capital del Estado como lugar de residencia.

Verano 70 (1969).

Desde ese momento, ‘Saza’ frecuentó durante la mayor parte de su trayectoria artística en los sesenta algunas de las comedias más importantes de la época, aunque no destaquen precisamente por sus valores artísticos, comenzando por el tremendo éxito de temporada que supuso La ciudad no es para mí (1966), de Pedro Lazaga, y a la que siguieron nuevos cometidos secundarios que dieron testimonio de su enorme potencial para la caricatura en toda clase de comedias típicas de aquella época de desarrollismo: ¿Qué hacemos con los hijos? (1967), de nuevo para Lazaga, Las que tienen que servir (1967), de José María Forqué, Amor en el aire (1967), de Luis César Amadori, Las secretarias (1968), de Lazaga, La vil seducción (1968), de Forqué, Los que tocan el piano (1968) y Una vez al año, ser hippie no hace daño (1968), ambas de Javier Aguirre, Carola de día, Carola de noche (1969), de Jaime de Armiñán, o Verano 70 (1969), de nuevo para Lazaga.

Con Antonio Ozores en Venta por pisos (1972).
Inició la siguiente década considerado ya como un auténtico valor seguro dentro la denostada “comedia a la española”, aumentando la filmografía de Sazatornil gracias a un volumen considerable de títulos en los que intervenía casi siempre en cometidos de reparto, pero la mayoría de ellos son considerados hoy día auténticos bodrios de la cinematografía patria, casi siempre protagonizados por alguna célebre estrella dentro del género, como Tony Leblanc, al que secundó en El astronauta (1970), de Aguirre, Gracita Morales, con la que acometió un rol casi protagónico en la más plausible comedia Cómo casarse en siete días (1971), precisamente por estar dirigida por Fernando Fernán Gómez, Concha Velasco en Venta por pisos (1972), de Mariano Ozores, Lina Morgan en Una monja y un Don Juan (1973) y La llamaban La Madrina (1973), ambas también de Ozores. Pero sobre todos, destacaron sus cometidos en las cintas protagonizadas por el cantante, también catalán, Peret, al que acompañó en prácticamente todos sus desafortunados vehículos musicales: Amor a todo gas (1969), de Ramón Torrado, El mesón del gitano (1970), de Antonio Román, o las comedias A mí las mujeres ni fu ni fa (1971) y Si Fulano fuese Mengano (1974), debidas también a Mariano Ozores, o ¡Qué cosas tiene el amor! (1973), de Germán Lorente.

El insólito embarazo de los Martínez (1974).

Logró desmarcarse del género en pocas ocasiones, siendo una de las más destacables su participación en el intento de cine negro llevado a cabo por José Luis Sáenz de Heredia en Los gallos de la madrugada (1971), pero a mediados de la década ya accedía con pleno derecho a ejercer de protagonista de otros deleznables títulos del género cómico gracias a El insólito embarazo de los Martínez (1974), de Javier Aguirre, y a la popularidad obtenida a nivel nacional debido al éxito de la serie Los maniáticos (1974), de Fernando García de la Vega, donde era la cabeza de una estrafalaria familia. Para Aguirre protagonizó de inmediato otra comedia al lado de Esperanza Roy, Ligeramente viudas (1975), y regresó al cine de Iquino para participar del despropósito de La zorrita en bikini (1976). Sin embargo, fue aquél el momento de demostrar que con un buen material en sus manos, "Saza" poseía el don especial para convertir esa caricatura estereotipada que tan buenos resultados le había venido dando, en una mordaz y satírica encarnación crítica de señores pequeñoburgueses, como puso de manifiesto en El love feroz o Cuando los hijos juegan al amor (1973) y Colorín, colorado (1976), las dos de José Luis García Sánchez, como padre de rancia moral desconcertado ante el despertar amoroso de sus rebeldes y librepensantes hijos, y cuya máxima expresión la vimos en La escopeta nacional (1977), de Berlanga, donde asumía el papel protagonista del empresario catalán Jaume Canivell que hace pasar a su secretaria y amante por esposa en la cacería que organiza.

Con Petra Martínez, Mary Carrillo, Fiorella Faltoyano, Teresa Rabal y Antonio Gamero en Colorín, colorado (1976).

Hiperbólicamente divertido y corrosivo, la actuación del intérprete ha pasado a los anales como una de las más perfectas y poderosas interpretaciones de la comedia española, gracias a la grandilocuencia de sus maneras y ademanes y a la vertiginosa oratoria que la caracteriza, rasgos que son ya marca de fábrica de la casa. Volvió a dejar constancia de su magnitud artística como marido cornudo de la Velasco en Cinco tenedores (1979), de nuevo a las órdenes de Fernán Gómez, para luego protagonizar un nuevo ciclo de despropósitos, con pérdida de categoría interpretativa incluida, secundando a estrellas tan poco consistentes como el cantante Manolo Escobar, en Alejandra, mon amour (1979), de Julio Saraceni, el showman Torrebruno, en Rocky Carambola (1981), de Aguirre, la ex Miss Universo Amparo Muñoz, en Si las mujeres mandaran (o mandasen), de José María Palacio, o el cómico Fernando Esteso, en El hijo del cura (1982), de Ozores.

Con Antonio Ferrandis en La escopeta nacional (1977).

Logró un pertinaz baño de prestigio al formar parte del abultado reparto de la estupenda La colmena (1982), de Mario Camus, que no logró alejarlo de la mala producción cómica del momento, donde siguió siendo un secundario habitual hasta ser reclamado por un joven Fernando Trueba, que le otorgó el tronchante papel de cura de pueblo armado con escopeta para azuzar a las palomas alojadas en su iglesia en la estupenda El año de las luces (1986). El rescate definitivo, a nivel artístico, se acabaría de producir con Espérame en el cielo (1988), de Antonio Mercero, gracias a la que José Sazatornil se permitía el lujo de llevar a cabo una actuación que rayaba en lo excepcional como ese Alberto Sinsoles, miembro del equipo de propaganda franquista encargado de instruir convenientemente al futuro doble de Franco. Desenvolviéndose a lo largo de toda su, por fortuna, casi protagónica intervención con entusiasmo fervoroso y siempre dentro de esa impertérrita rigidez militar que define eficazmente a su personaje, la actuación de ‘Saza’ no está exenta de un corrosivo sentido de la ironía, perfecto para alcanzar el tono adecuado de su rol dentro de una película que es, esencialmente, amable. Un soberbio trabajo que permitió obtener a este inigualable característico del cine español el reconocimiento que tan largo tiempo le había dado la espalda, materializado en la consecución de un merecidísimo Goya al mejor actor de reparto, que significaba además el primer premio importante logrado por José Sazatornil ‘Saza’ en su fecunda carrera cinematográfica.

Con José Soriano en Espérame en el cielo (1988).

Con la altanería acostumbrada en sus intervenciones humorísticas, el estupendo José Sazatornil volvió a merecerse figurar entre los finalistas al Goya justo un año después de haber triunfado por todo lo alto gracias a Amanece, que no es poco (1989), de José Luis Cuerda, donde el intérprete lidiaba con el personaje del guardia civil que trata de poner orden y concierto en el sinsentido generalizado de toda la puesta en escena del filme. Desplegando una maestría y solemnidad descomunales, Sazatornil se ganaba a pulso ser considerado uno de los grandes olvidados a los Goya de aquel año, sobre todo por el excelente ritmo aplicado a sus réplicas, lo que añade un significativo valor humorístico a todas sus intervenciones, que solo por su sola presencia brillan ya a gran altura. La inmediata ascensión de prestigio que se produjo hacia su persona a finales de los ochenta tuvo como respuesta el que el actor accediera a un nuevo protagonismo interpretativo, esta vez en la televisión, con la serie Todo un señor (1989).

Entre Fedra Lorente, Cassen y Gabino Diego en Amanece, que no es poco (1989).

En el cine, sin embargo, tuvo que verse relegado a seguir desempeñando papeles secundarios, eso sí, eficazmente defendidos siempre, en comedias que, directamente, no le merecían. Tal fue el caso de Don Juan, mi querido fantasma (1990), un patinazo de Mercero, o ¿Lo sabe el ministro? (1991), de Josep María Forn, lidiando en sorna catalana con una divertidísima Rosa María Sardà. Aunque mucho peor serían Tretas de mujer (1993), chusca e impresentable comedia de Rafael Monleón, producida por el inefable José Frade, o Pelotazo nacional (1993), su vuelta a la filmografía de un irreductible Ozores. Menos mal que aquél mismo año lo recuperaba Berlanga para hacerle interpretar al personaje central de esa locura coral que era Todos a la cárcel (1993), un título menor en la filmografía del ilustre director, aunque siempre superior, por lo tanto preferible, a los cuasi subproductos con los que la comedia de signo conservador y retrógrado nos asaetaba de tanto en tanto. Todos a la cárcel ganó aquella edición los Goya más importantes (película y director) y bien hubiera merecido también uno para Sazatornil, en calidad de protagonista, pues el intérprete está literalmente sublime acarreando con el desconcierto y la perplejidad que embargan a su personaje en esa descacharrante jornada de encierro en la cárcel. No llegó ni a ser nominado, aunque el Círculo de Escritores Cinematográficos de España le concedió la Medalla al mejor actor del año.

Todos a la cárcel (1993).

Inmediatamente después regresó a la chabacanería y al humor caduco de comedias del tipo de El cianuro... ¿sólo o con leche? (1994), de José Miguel Ganga, o Historias de la puta mili (1994), de Manuel Esteban, que volvían a condenarle a encarnar estereotipados personajes secundarios. A partir de la mitad de los noventa, Sazatornil comenzó a espaciar tenuamente sus intervenciones en la gran pantalla: le vimos en un corto papel en la comedia Adiós, tiburón (1996), de Carlos Suárez, vehículo de lucimiento para el cómico televisivo Josema Yuste, y en calidad ya casi de 'estrella invitada' en Mátame mucho (1997), desapercibida comedia negra, más meritoria de lo que cabría suponer, dirigida por José Ángel Bohollo. Y cuando ya no lo esperábamos, regresó en papel protagonista con Una pareja perfecta (1998), de Francesc Betriú, una de las cintas encargadas de inaugurar la primera edición del Festival de Málaga y con la que 'Saza' nos regalaba una entrañable y divertida actuación como un rico y viejo poeta, homosexual para más señas, que vive de las rentas. Un trabajo de significativa y otoñal inspiración, felizmente aprovechado por un Sazatornil que, de nuevo, volvía a erigirse en uno de los grandes olvidados al Goya.

Con Antonio Resines en Una pareja perfecta (1998).

El de Una pareja perfecta fue el último gran papel que el cine le ofreció a Sazatornil, que ya no regresó hasta intervenir brevemente en Hotel Danubio (2003), de Antonio Giménez Rico, uno de los pocos remakes que nuestro cine contemporáneo se ha atrevido a perpetrar de grandes clásicos (para la ocasión, la obra maestra del policiaco nacional Los peces rojos (1955), de José Antonio Nieves Conde); y, más tarde, le vimos compartiendo créditos con una de sus grandes partenaires de antaño, Esperanza Roy, ambos nostálgicamente recuperados por Víctor García León para casi interpretarse a sí mismos en la magnífica Vete de mí (2006). A partir de aquí, José Sazatornil se ha mantenido alejado de las cámaras y, de un tiempo a esta parte, le han comenzado a llover los homenajes y los premios honoríficos por todos los frentes. Dieron el pistoletazo de salida en la revista Fotogramas, que le entregó su Fotogramas de Plata de Honor del año 2009; después, el mismo Círculo le premiaría con su segunda Medalla, esta vez de Honor. Y ahora, la Unión de Actores. Son reconocimientos que sitúan la categoría del intérprete en el nivel de excelencia que merece, a pesar de tantos años de desaprovechamiento artístico en títulos, por lo general, muy por debajo de su extraordinario y magistral talento interpretativo, ese inherente a esos "actores de tripa" que tanto le gustaban al maestro Berlanga. 

Recogiendo el Fotogramas de Plata de manos de Amparo Soler Leal (2009).

miércoles, 19 de febrero de 2014

Tronchante tráiler final para "Ocho apellidos vascos", de Emilio Martínez Lázaro.


A menos de un mes de que aterrice en las salas españolas, se ha hecho público (por fin) el tráiler definitivo de Ocho apellidos vascos, la cinta que no sólo parece que está llamada a convertirse en la primera y gran comedia de la temporada en este 2014, sino que podría significar el primer éxito de taquilla del Cine Español para este curso cinematográfico que recién andamos inaugurando. La película, con estreno previsto para el 14 de marzo, se trata de la esperada vuelta del director Emilio Martínez Lázaro a la comedia, tras el paso en falso que supuso La montaña rusa (2012). Para la ocasión, Martínez Lázaro se sirve de un guión de Borja Cobeaga y Diego San José, tándem en el que muchos hemos puesto nuestras esperanzas como renovadores del género tras sus trabajos anteriores: Pagafantas (2009) y No controles (2010), dirigidos por Cobeaga, y cuyo gamberrismo para la comedia parece haberse apoderado del habitualmente clásico estilo del director, a juzgar por las imágenes de este tráiler final.


La película contará como Rafa, un señorito andaluz, conoce un buen día a una preciosa chica vasca en la Feria de Sevilla. Completamente enamorado tras su primer encuentro y cuando la chica ha vuelto a su ciudad, el joven se da cuenta de que no le queda más remedio que viajar al norte para intentar recuperarla, venciendo el miedo a encontrarse como un pez fuera del agua en un ambiente que le resulta completamente desconocido y que está a años luz de su mundo. Una vez allí, su peor pesadilla se hace realidad: para contar con la aprobación del padre de la chica, tendrá que hacerse pasar por vasco.


Producen Lazona Films, Kowalski Films y Telecinco Cinema y está protagonizada por el joven Dani Rovira, actor malagueño conocido por sus intervenciones en el programa de monólogos El club de la comedia, y que podría erigirse en una de las revelaciones interpretativas masculinas del año por este, su debut en la gran pantalla. A su lado, liderando el reparto encontramos a Clara Lago, para quien Ocho apellidos vascos podría suponer el vehículo perfecto que hace tiempo viene demandando para lograr consagrarse definitivamente en la industria con perfecta autonomía. Junto a ellos también estarán los veteranos Karra Elejalde, en el papel del padre de la protagonista, y Carmen Machi, que interpretará a una extremeña residente en el País Vasco y que se hará pasar por la madre del atribulado protagonista. Completan el reparto Alfonso Sánchez y Alberto López, el inconfundible dúo protagonista de El mundo es nuestro (2012), dirigida por Sánchez, la comedia que reveló el cine low cost para el gran público.

Andrés Velencoso vuelve al cine en "Summer Camp", debut de Alberto Marini.


El próximo 24 de febrero comienza el rodaje de Summer Camp, la cinta con la que Alberto Marini debuta al frente de la dirección de un largometraje. Se trata de una coproducción entre España y Estados Unidos, de la mano de Filmax, The Safran Company, Pantelion Films y Rebelión Terrestre y viene apadrinada por el cineasta Jaume Balagueró, quien se embarca también por primera vez en la producción ejecutiva.

Protagonizan la película el mexicano afincado en Hollywood Diego Boneta, protagonista de aquel disparate musical llamado Rock of Ages (2012), de Adam Shankman; las americanas Jocelin Donahue, conocida por las cintas de terror The House of the Devil (La casa del diablo) (2009), de Ti West, e Insidious 2 (2013), de James Wan; y Maiara Walsh, compañera de Boneta en Mean Girls 2 (Chicas malas 2) (2011), de Melanie Mayron; y el modelo español Andrés Velencoso, que sustituye al inicialmente anunciado Álex González, en su segunda experiencia como actor tras su debut en Fin (2012), de Jorge Torregrossa. El rodaje, en inglés, se prolongará durante 5 semanas en varias localizaciones de Barcelona.


La película ya se ha vendido en todo el continente americano donde será distribuida por Pantelion Films (asociación entre Lionsgate Entertainment y Grupo Televisa), el primer gran estudio latino de Hollywood y la nueva cara del entretenimiento hispano. Otros territorios a los que ya se ha vendido la película son: Oriente Medio, Hong Kong, Malasia, Rusia, Comunidad de Estados Independientes (CEI), países Bálticos, Polonia e Indonesia.

Además de dirigir el filme, Alberto Marini es coguionista de la historia junto a Danielle Schleif. Pablo Rosso (director de fotografía), Silvia Steinbrecht (directora de arte) o Álex de Molina (montaje) son algunos de los profesionales que acompañarán a Marini en esta aventura que sumerge al espectador en un viaje cargado de adrenalina aportando una visión innovadora al concepto clásico de adolescentes perdidos en los bosques. Filmax además de producir la película se encargará de las ventas internacionales y también de la distribución nacional en cines.

Aura Garrido ya rueda "Asesinos inocentes", junto a Maxi Iglesias en Sevilla.


De que Aura Garrido es una de las más firmes candidatas a engrosar en las listas de las figuras más destacadas de nuestro particular star system da fe el hecho de que no pare de acumular proyectos. Si hace unos días nos hacíamos eco de que protagonizaría el interesante thriller sobrenatural Vulcania, puesta de largo del cortometrajista José Skaf, con producción nada menos que de Zentropa, la filial española de la productora del danés Lars Von Trier, previsto su rodaje a partir del próximo mes de mayo; ahora la actriz madrileña es noticia porque se encuentra inmersa en pleno rodaje de Asesinos inocentes, otro thriller, esta vez con elementos de enredo y humor que supondrá también el debut en el largometraje de su director, el habitual productor y cortometrajista Gonzalo Bendala.


La película estará producida por Áralan Films, de la que el propio Bendala es socio junto a Marta Velasco, y parte de un guión escrito por el propio director en colaboración con José Manuel Asensio y se inspira libremente en los intentos frustrados de asesinato que sufrió Michael Malloy, un exbombero irlandés que vivió en la década de los años 20 en Nueva York, como parte de una trama para cobrar una indemnización de la compañía aseguradora, según ha explicado el director. Asesinos inocentes cuenta la historia de Francisco Garralda, un joven universitario que, en una situación personal muy comprometida, recibe una oferta para matar a Espinosa, su profesor de Psicología, con la peculiaridad de que dicho encargo parte de la propia víctima.


Poco se sabe del papel que efectuará Garrido en la trama, pero sí que el atribulado protagonista lo encarnará Maxi Iglesias, mientras que al oportunista profesor le dará vida un veterano de la talla de Miguel Ángel Solá. En el reparto figura también el televisivo Luis Fernández. El equipo rueda, desde el pasado 17 de febrero, en la ciudad de Sevilla, que continúa su escalada ascendente como escenario cinematográfico de primer nivel tras albergar los rodajes de otras destacadas producciones como La isla mínima, de Alberto Rodríguez, o La ignorancia de la sangre, de Manuel Gómez Pereira.


Tráiler y póster de "The Food Guide to Love (Mesa para dos)", lo nuevo de Leonor Watling.


Ya podemos mostraros uno de los pósters oficiales y el tráiler, en su versión original, con los que se da el pistoletazo de salida a la promoción de The Food Guide to Love, que llevará por título en España el de Mesa para dos. La cinta, que pudo verse en el último Festival de Berlín, dentro de la sección no competitiva Culinary, dedicada a la gastronomía, supone el regreso a la dirección del dúo formado por Teresa de Pelegri y Dominic Harari, responsables de Seres queridos (2004). Se trata de una coproducción entre España (Tornasol Films), Irlanda (Parallel Films) y Francia (Haut et Court), con la participación de Telefónica Studios y Bord Scannán Na Héireann//The Irish Film Board, Fox International Production, TVE, Canal + y el ICAA. La película será distribuida en España por Hispano Foxfilm.


Mesa para dos posee ya pinta de deliciosa comedia romántica, a tenor de las imágenes que nos ofrece su bien estructurado tráiler. Localizada en Dublín, la película cuenta la relación sentimental entre un crítico gastronómico irlandés y una apasionada española totalmente diferente a él. Su divertida relación, con la cocina y los sentimientos de por medio, será el eje sobre el que discurra una trama que se inicia cuando Oliver Byrne, periodista gastronómico, en crisis sentimental perpetua, conozca a Bibiana, comisaria de arte española. Oliver siente una insólita e innegable atracción por ella a pesar de que no tienen nada en común. A ella le van las buenas causas, a él la buena comida. Ella es una kamikaze en el amor, lanzándose de cabeza a relaciones imposibles, mientras que a él le aterran los compromisos. ¿Es su romance una receta desastrosa o ha encontrado Oliver finalmente los ingredientes para el amor verdadero?


El plato fuerte de esta producción lo ofrece el regreso de la estupenda Leonor Watling a los protagonismos cinematográficos, donde no la vemos desde que liderara el reparto del fallido thriller Lo mejor de Eva (2011), de Mariano Barroso. Este año, además de aquí, podremos verla también en un pequeño papel para una de sus directoras recurrentes, Isabel Coixet, que la ha incluido en su cast internacional de Another Me (Mi otro yo), con estreno previsto para el próximo 9 de mayo de 2014. Junto a Watling, el reparto de Mesa para dos lo encabeza Richard Coyle, secundario inglés conocido primordialmente por su trabajo en la pequeña pantalla y por su intervención en la superproducción Prince of Persia (Prince of Persia: las arenas del tiempo) (2010), de Mike Newell. Entre la nómina de actores extranjeros que completan el reparto destaca la presencia del español Ginés García Millán, en uno de sus eventuales paréntesis en su carrera televisiva.

Crítica de "Sólo para dos": ineficaz enredo para la risa.


Van a tener razón aquellos que afirman que es mucho más difícil hacer reír que hacer llorar. Y si no, que se lo digan a Roberto Santiago, director y guionista de esta Sólo para dos, comedia que bebe sin disimulo de referentes clásicos para contarnos lo que muchas otras muestras del género ya nos contaron: el típico enredo de amores y desamores, de fidelidades e infidelidades, de equívocos y aciertos que se establece entre un grupo reducido de personajes. Sí, sí, eso que lleva décadas siendo motor y razón de ser de buena parte de la producción cinematográfica adscrita al género que más instantáneas adhesiones establece con el gran público. Un género que, dado el número de muestras verdaderamente remarcables e inolvidables que podemos mencionar de las llegadas en los últimos tiempos, las tan imprescindibles obras maestras de la comedia, no pasa por su mejor momento. El Cine Español posee una larga tradición en esto de abordar los conflictos sentimentales de unas determinadas parejas desde una óptica ligeramente desenfadada, sin embargo, hace tiempo que la comedia nacional no se adentra en tales derroteros precisamente por la saturación y desgaste evidente que padeció la fórmula a lo largo de la década de los noventa.


Por esta razón, Sólo para dos emerge como un oasis en el desierto, tratando de aportar un punto de frescura al secarral en el que habita la comedia de enredo nacional. Sin embargo, pese al puntual gozo que pueda suponer el recuperar para la gran pantalla un patrón que creíamos asfixiado por culpa de la reiteración y la casi nula capacidad para dotarlo de elementos mínimamente originales que manifestaron algunos de sus artífices tiempo atrás, la existencia de un producto como este en la cartelera deviene bastante innecesaria. En primer lugar, porque Santiago, en su doble labor de guionista y director, se muestra torpemente capacitado para desmarcar su película del grueso de producciones que degradaron al género hasta convertirlo en un chabacano vodevil exagerada e irrisoriamente erotizado, cumpliendo a rajatabla con las normas establecidas para este tipo de tramas tanto en el acartonado y esquemático dibujo de los personajes, como en la descripción y trenzado de las situaciones. Dada esta fidelidad hacia el modelo, Santiago anula en su película toda posibilidad de sorpresa, facilitando con ello que la puesta en pie de los equívocos que hacen avanzar la película y sus posterior desarrollo desluzcan por su alta previsibilidad.


Pero el problema no está en que Sólo para dos se ajuste tan impersonalmente a los cánones conocidos, pues a estas alturas resulta casi imposible encontrar un producto de género que no sea ampliamente reconocible en virtud de sus referentes. El gran hándicap de la película estriba en que ni aún jugando con elementos de contrastada efectividad tanto en el apartado narrativo como también en la construcción de una competente puesta en escena, de inconfundible aire clásico aunque sin lograr evitar cierto deje televisivo, de sitcom con posibles, Roberto Santiago da en la diana de lo que ha de ser una comedia, en cualquiera de sus variantes: la risa. Sólo uno de los gags, si me apuran dos, pero no más, consigue su propósito. El resto se suceden por la pantalla altamente desangelados, aportando un puntito de ligereza a toda la función, lo que evita el tedio, pero sin lograr aportarle un mínimo de interés a una película que, en definitiva, se halla falta de verdadero punch, de auténtica chispa, de una más que necesaria garra corrosiva para impactar como debiera. Situaciones y chistes mal escritos o directamente alargados, lo que conlleva su correspondiente pérdida de efecto, por no hablar de algunos literalmente desfasados (el relativo a los tríos parece rescatado de una cinta de Mariano Ozores) y escenas mal estructuradas, con altibajos en el tempo del todo inadmisibles en una comedia, podrían ser las principales causas del desastre.


Del que, mal que nos pese, tampoco se libran unos intérpretes que no aciertan con el tono, ni en su propio trabajo con el texto ni con el de sus compañeros de reparto. Martina Gusmán tira de mohínes y tics varios para hacer gracia con su personaje de mujer en perpetua crisis sentimental, mientras su compatriota Nicolás Cabré opta por hacerlo todo 'a lo grande', recurriendo a aspavientos varios que pueden colar según el momento y más por su indiscutible encanto personal, el cual tampoco le ayuda a soliviantar la nula química que posee con Gusmán. La parte española del reparto tampoco sale bien parada, siendo una discreta Dafne Fernández la que menos vilipendio merece: Antonio Garrido y Santi Millán formarían un competente dúo cómico si no fuera porque ambos reinciden en la archiconocida y arquetípica representación de sus más conocidos registros y tipos. El desequilibrio interpretativo habrá que achacárselo, en última instancia, a un Santiago que aquí ha defraudado las expectativas que en el pasado hubiéramos podido tener sobre él como uno de los más funcionales y edificantes artesanos de la comedia española, en virtud del oficio del que Sólo para dos carece.


martes, 18 de febrero de 2014

Crítica de "Family Tour": ficción vs. documental.


Si uno desconociera la naturaleza de un film como Family Tour, la ópera prima de Liliana Torres, probablemente se sentiría un tanto desconcertado ante su visionado. Si lo tomara como una más entre las propuestas de ficción paridas por nuestra cinematografía, probablemente uno advertiría sin mucha dilación los patentes desequilibrios interpretativos que tienen lugar a lo largo de su metraje, que achacaría a un visible amauterismo por parte de la gran mayoría de los intérpretes que se dan cita en la trama. Admiraría el tesón y la exquisita naturalidad de la protagonista y disfrutaría complacido ante la contemplación de ese regreso al hogar que se torna pronto en un viaje sin retorno al sombrío universo de la madurez.


Como obra de ficción, esta Family Tour se desenvuelve resultona, sin estridencias ni grandes ambiciones, dentro de un tono de comedia negra (a veces negrísima), con algunos de los mejores gags visuales que el que suscribe recuerda, desentrañando la disfuncionalidad particularísima de una familia cualquiera española, donde el humor nace de la confrontación de nuestra huidiza heroína con un entorno que, a pesar de servir de contexto a su inconsciente infancia, se le muestra irremisiblemente hostil tras la erosión sufrida a causa del tiempo y la distancia. La sensación de extrañeza, de profunda desubicación y de infinito desarraigo que embarga al personaje central se erige pronto en el estímulo más efectivo para encauzar la comicidad de una película que, en su seno, está compuesta por el retrato agrio e incómodo de los defectos de esos familiares.


Evaluada como ficción, la cinta de Liliana Torres emergería de este modo como una ingeniosa y corrosiva evidencia de que la comedia española también es capaz de transgredir las normas y ser políticamente incorrecta sin caer en el humor grueso o chabacano. El problema es que la línea que separa la ficción de la realidad en Family Tour viene a ser terriblemente difusa y es que esa familia con la que tanto se ceba la directora, no sin un delicado cariño, no es otra que la suya propia en la vida real, siendo Núria Gago la única intérprete profesional de todo el elenco (dando vida a la misma Liliana), lo que justifica la irregularidad y hasta planicie interpretativa de unos voluntariosos familiares capaces (valientes) de interpretarse a sí mismos, aunque pocos (o casi ninguno) logre infundar verdad en sus cometidos.


Valorada entonces como documental, a Family Tour le falta algo tan necesario como el de transmitir Verdad desde sus imágenes y es que la gran virtud de la película (la presencia de Gago) se convierte en este apartado en la gran desventaja de toda la propuesta: resulta imposible no visionar cada escena como algo plenamente guionado, premeditadamente ensayado. Al final, lo que prevalece del film es más su extraordinaria capacidad para transmitir la desolación y la angustia interior de aquellos seres incapaces de sentirse miembro de un núcleo familiar que perciben como inhóspito o, directamente, ajeno y no tanto su pretendida intención de servir de plasmación verídica de la propia experiencia de la directora al toparse con la casi nula afinidad que en la edad adulta mantenía ya con el entorno de su niñez.


lunes, 17 de febrero de 2014

Póster para "Justi&Cia", que protagonizan los nominados al Goya Hovik Keuchkerian y Álex Angulo.


Si hace unas semanas os mostrábamos el primer teaser promocional, hoy os ofrecemos el genuino póster con el que cuenta ya la película Justi&Cia, debut en el largometraje del cortometrajista aragonés Ignacio Estaregui, que versará sobre el mundo de la corrupción. La película relata como Justino, un exminero que, harto de la situación corrupta de nuestros políticos, decide salir a la calle a dar un correctivo a quien ha hecho un uso indebido del dinero público. En este propósito se encuentra con Ramón, un jubilado que no tiene nada que perder y que se suma a sus aventuras, como si de Sancho en "El Quijote" se tratara.

Va tomando forma, con la presentación de su póster oficial, este interesante proyecto que aún carece de fecha confirmada de estreno en salas. Justi&Cia parte de una idea original de Estaregui, pero el guión ha sido escrito por Enrique León y Borja Monclús. Con un presupuesto cercano a los 200.000€, la película ofrecerá el primer protagonista al nominado al Goya al mejor actor revelación de este año por su papel secundario en Alacrán enamorado, de Santiago A. ZannouHovik Keuchkerian. Junto a él, Estaregui le concede el papel de co-protagonista a un curtido y excelente intérprete patrio: Álex Angulo. Nominado en tres ocasiones al Goya, Angulo vuelve a recibir una más que merecida cancha interpretativa en la gran pantalla con esta película, en un año en el que también podremos verle en un papel de reparto en el drama de temática gay A escondidas, de Mikel Rueda. Junto a ellos, también en el reparto, figuran Marta Larralde, Antonio Dechent y Cristina de Inza.

Mención especial para "ärtico", de Gabriel Velázquez, en el 64 Festival de Berlín.



Presente en la Sección Generation, especializada en la juventud, donde competía por el Oso de Cristal, la española ärtico, de Gabriel Velázquez, ha saldado su participación en el recién clausurado 64 Festival de Berlín con una admirable Mención Especial del jurado joven, que se traduce en la única presencia nacional en el palmarés de esta edición, donde sólo Aloft (No llores, vuela), de la peruana Claudia Llosa, luchaba por los grandes premios en la Sección Oficial.


Cuarta película de este director y productor salmantino, tras Sud Express (2005, codirigida con Chema de la Peña), Amateurs (2008) e Iceberg (2011), ärtico nos cuenta la historia de dos jóvenes quinquis de 20 años que cada día salen a la calle para buscarse la vida con lo que les salga. Pero además de sus cotidianos robos y trapicheos, algo les revuelve en su interior. Cada uno desea lo que no tiene. Simón quiere ser libre. Está harto de vivir rodeado de su gran familia de feriantes, incluyendo a su mujer y a su hijo. Jota, por el contrario, no quiere seguir estando solo y lo único que desea es hacer su nido y tener su propia familia, por encima de lo que sea. Mientras tanto, cada día que se juntan, se sienten unos Robin Hood y piensan que no tienen nada que perder.


Nacida de la admiración del director por el llamado 'cine quinqui' de los ochenta, ärtico se presenta como todo un homenaje a las películas de Carlos SauraEloy de la Iglesia o Juan Antonio de la Loma o a personajes tan conocidos del movimiento como el Pirri. La cinta, que produce el propio Velázquez y cuenta con el apoyo en la financiación de la Junta de Casilla y León, el Ayuntamiento de Salamanca, la Diputación de Salamanca y Caja España-Duero, está protagonizada por un elenco de desconocidos actores, ninguno profesional, que encabezan Víctor GarcíaJuanlu SevillanoDeborah BorgesLucía Martínez y Alba Nieto. La distribuidora Pirámide Films, que confió en el proyecto antes de ser rodado, estrenará el largometraje en las salas españolas el próximo 4 de abril del 2014.


Para Cinema ad hoc, "el cine de Velázquez parece una apuesta por superar las barreras que limitan la producción cinéfila nacional y tiene elementos loables: su honestidad, la notable elección de los encuadres, un estupendo y evidente trabajo de preproducción. Sin embargo donde nos parece que falla ärtico es quizás en lo más importante, en su intento de resultar natural, en que esos chicos de la calle no den la impresión de estar declamando, actuando, de no ser conscientes de la presencia de la cámara… a veces la naturalidad es algo muy artificial o al menos lo son las vías para llegar a ella, con todo eso lo que intenta ärtico nos parece muy loable".