viernes, 19 de abril de 2013

Sacristán se hace con su tercer Sant Jordi y Dolera con su primer premio importante.

Ahora sí que sí podemos afirmar que el 2012 es un año que pertenece, por derecho propio, a José Sacristán y es que el veterano intérprete lo ha venido ganando todo (o casi todo) desde mucho antes de que comenzara la temporada de premios. Ya el pasado septiembre se hacía con su segundo premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián por su espléndido trabajo en El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo, película que además le brindó la oportunidad de ganar un más que merecido Goya al mejor actor, en la que era su primera nominación (una deuda que la Academia pagaba al fin). Pero su otra película del año, la estupenda Madrid, 1987 (2011), de David Trueba, tampoco ha dejado de reportarle alegrías. Dejando a un lado las excelentes críticas recibidas por su trabajo (literalmente, impagable), Madrid, 1987 le dejó a las puertas de ganar un Premio del CEC y le ha reportado su tercer Premio Sant Jordi al mejor actor (posee dos anteriores ganados en los años 70), que concede cada año RNE a través de su delegación en Barcelona y que elige un jurado compuesto por distintos críticos de cine. El pasado 15 de abril, se le hacía entrega de un premio cuyo fallo se conocía hace ya unos meses y que tiene el honor de ser el premio cinematográfico más antiguo de nuestra industria que sigue vigente en la actualidad.


El premio Sant Jordi a la mejor actriz del año 2012 ha ido a parar, de manera insólita, a las manos de la joven Leticia Dolera. Decimos de manera insólita pues el Sant Jordi significa el primer premio cinematográfico importante para una intérprete que no contó en las quinielas de la pasada temporada de premios. Desde actoresSinVergüenza nos alegramos enormemente de este reconocimiento merecido gracias a la enorme y entusiasta versatilidad demostrada por la actriz a lo largo de 2012, donde primeramente nos conmovió con muy pocos elementos en la bonita De tu ventana a la mía (2011), de Paula Ortiz, y más tarde nos dejó a todos absolutamente perplejos sacándose de la manga (y de ese cuerpecito frágil) una interpretación descomunalmente salvaje, inmensa y pasmosamente expresiva, en la fantástica [·REC]3 Génesis, de Paco Plaza. Merecido este Sant Jordi por ambos trabajos, primero porque viene a paliar el injusto olvido sufrido por el último en el resto de premios cinematográficos y, segundo, porque reconoce la categoría de una intérprete a la que deberíamos empezar a tener mucho más en cuenta.


Los premios al mejor director y a la mejor película han venido a ratificar lo que todos ya sabíamos debido al reparto de anteriores galardones en nuestra cinematografía: las grandes cintas (en todos los sentidos) del pasado año fueron Lo imposible (Sant Jordi al mejor director) y Blancanieves (mejor película). Como cada año (y cada galardón que se precie), los Sant Jordi también conceden un premio honorífico, que esta edición ha ido a parar a las veteranas y seguras manos de un grande de la interpretación, nada menos que Emilio Gutiérrez Caba. Pronto, debido a este homenaje maravilloso, dedicaremos un amplio recorrido a la trayectoria de tan importante y espléndido intérprete de nuestro cine.

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