Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

viernes, 17 de enero de 2014

"Memoria de mis putas tristes", con 3 copias, y "El futuro", con 1, se cuelan en la cartelera.

¡¡¡Ya es viernes!!! Y tras la resaca de las nominaciones a los Oscar, con sus olvidos importantes y sus sorpresas que tampoco lo son tanto, nosotros seguimos poniendo el foco en los estrenos de ficción nacionales, que esta semana ofrecen un panorama lánguido y descorazonador. Menos mal, que la taquilla nos ha dejado estos días un dato conciliador: más de 278.000 personas acudieron a las salas el pasado miércoles, día en el que se implantaba por primera vez la bajada en el precio de las entradas acordada por los productores, en común acuerdo con distribuidores y exhibidores de nuestra industria. El dato supone más del doble que el miércoles anterior. Si el pasado 8 de enero fueron al cine algo más de 101.000 personas, el día 15 asistieron más de 278.000 según la consultora Rentrak. Una buena noticia que deja constancia de cual es el mal endémico que afecta directamente a la pérdida de espectadores que ha sacudido al sector cinematográfico en los últimos tiempos.

La peli del finde.


Con el retraso, a última hora, en la fecha de estreno de La hermandad, de Julio Martí, el único título nacional que se lanza a una carrera comercial hoy no es cien por cien español. Se trata de una coproducción entre México, España y Dinamarca, que llega a las salas con casi dos años de retraso. Memoria de mis putas tristes (2012), última película dirigida por el danés Henning Carlsen, de larga y escogida filmografía, intenta dar lustre en la gran pantalla a la célebre novela homónima del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, cuya prestigiosa obra en general no ha gozado de trasvases cinematográficos al mismo nivel, y muchos nos tememos que ésta de ahora tampoco ayudará a sentar cátedra en la dirección opuesta.


Presente en el 15º Festival de Málaga (2012), donde obtendría el Premio Especial del Jurado Joven, Memoria de mis putas tristes parte del guión escrito entre el propio director y el veterano y mítico guionista francés Jean-Claude Carrière, colaborador de, entre otros, Luis Buñuel, en El discreto encanto de la burguesía (1972), Luis García Berlanga, en Tamaño natural (1974), Philip Kaufman, en La insoportable levedad del ser (1988), o, más recientemente, Fernando Trueba, en El artista y la modelo (2012). En ella, "El sabio", longevo columnista en un periódico provincial, pasa la vida en soltería pagando a toda mujer con quien tiene encuentros sexuales. En la víspera de su 90 cumpleaños, decide celebrarlo dándose un buen regalo: una noche de locura amorosa con una jovencita virgen. Sin embargo, encuentra el amor en el final de su vida, cuando la única aventura que le quedaba era la muerte. Esta es la historia de una relación de amor y obsesión entre un anciano periodista y una niña de clase obrera, que vende su virginidad para ayudar a su familia.


La película supone la vuelta del actor mexicano Emilio Echevarría (Amores perros) a un papel de envergadura, netamente protagonista. A él, lo acompañan, por parte española, Ángela Molina y Olivia Molina, madre e hija en la vida real que dan vida al mismo personaje en diferentes épocas. Sobre ellas, sin embargo, destaca la participación de Geraldine Chaplin, en el personaje femenino más lucido de la función, el de la madame Rosa Cabarcas. Completando el elenco principal, Paola Medina y Luis Miguel Lombana, para una cinta que distribuye Kiss Distribució, heredera de la mítica Lauren Films, en tan sólo tres pantallas, lo cual invita a pensar en una más que oscura carrera comercial, duro revés para un título largamente guardado en un cajón.


La crítica ha sido unánime al calificarla como una obra fallida, incapaz de trasladar a 24 fotogramas/segundo el universo, tan caro al realismo mágico, inherente a su autor. Andrea G. Bermejo, en Cinemanía, sostiene que "la recreación de Carlsen, con guión de Jean Claude Carrière, es lánguida y vetusta como un canesú de señora y transcurre cansada como el caminar de un viejo"; mientras Carlos Bonfil, en Cine Premiere, señala que la cinta "frustra sus mejores intenciones con un improcedente tono de telenovela y con obviedades melodramáticas que vuelven la adaptación superficial e inverosímil". Opiniones que desde aquí suscribimos, salvando, para la ocasión, el carismático despliegue, en un papel secundario, de Geraldine Chaplin, único elemento que propiciará alguna alegría al respetable.

El otro Cine Español:


También desde hoy (y hasta el sábado día 8 de febrero, en pases aleatorios) podrá verse en la Cineteca de Madrid El futuro (2013), ópera prima en solitario de Luis López Carrasco, salido del colectivo de cine experimental y documental Los Hijos, compuesto además por Javier Fernández Vázquez y Natalia Marín Sancho, que se funda en 2008 y que alterna el registro documental con la experimentación formal. Las obras de este grupo se ubican en el terreno fronterizo en que se dan cita el cine de vanguardia, la investigación etnográfica y el vídeoarte.


El futuro parte de la premisa nada original del "metraje encontrado" para dar forma a una película diminuta de apenas 60 minutos de duración, que ha generado una saludable y llamativa rumorología acerca de sus virtudes, después de ser programada en la Sección Oficial del pasado Festival de Locarno, pudiéndose ver también en el reciente Festival de Sevilla. En ella, un grupo de jóvenes bailan y beben en una casa. La atmósfera es festiva y alegre. La victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982 parece reciente y la noche está contagiada de un espíritu de euforia y celebración. El intento de golpe de Estado del 23F, realizado tan solo un año antes, parece corresponder a otro tiempo, como si perteneciese a un pasado que se aleja a gran velocidad.
 Podríamos decir que en España, en 1982, todo estaba por venir, todo era futuro. Sin embargo, el futuro también parece aproximarse a enorme velocidad, como un agujero negro que devora todo lo que encuentra a su paso.


Protagonizada por un grupo de actores desconocidos, Lucía Alonso, Rafael Ayuso, Marta Bassols, Marina Blanco, Manuel Calvo, Sara Campos, Juan Ceacero Borja Domínguez, entre otros, El futuro se presenta como una obra de difícil asimilación por el gran público que, sin embargo, ha encandilado a la plana mayor de la crítica, como a Luis Martínez, quien en su crónica del Festival de Sevilla para El Mundo, la califica como "una genialidad tan magnética y visceral como, y esto es lo importante, inteligente". En la cobertura al mismo evento de la revista cinematográfica Dirigido por, escrita por Gerard Casau y publicada en el pasado número de diciembre de 2013 (nº439), se describe a la película como "la mirada extrañada de un 'hijo' de los ochenta que se pregunta dónde ha ido a parar el fervor de una época en que la democracia y la izquierda levantaron el puño".


Hasta aquí este breve y semanal repaso a las novedades de una cartelera que petarán en las próximas semanas nuevas y publicitadas películas con múltiples candidaturas a los Oscar. No os dejéis embaucar fácilmente, que aunque Scorsese o Spike Jonze sigan siendo únicos e inimitables, hay mucho más cine en el extrarradio.

¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!!

Crítica de "Història de la meva mort (Historia de mi muerte)": ¿cine para eruditos?


Història de la meva mort (Historia de mi muerte), lo último del llamado por muchos enfant terrible del cine español, no es una película para ser exhibida en salas comerciales al uso. Y no porque su duración cercana a las dos hora y media de metraje resulte un elemento disuasorio, sino porque su razón de ser, como obra cinematográfica, dista mucho de la convencional intencionalidad de la plana mayor de las obras cinematográficas. Albert Serra no ha rodado su película para que la vean (y la juzguen) vulgares mortales ávidos de consumismo industrial, no. Historia de mi muerte está hecha como pieza museística, careciendo de valor estrictamente cinematográfico y alzándose como monumental obra de ensayo, reflexiva y metafórica, díficil de degustar por paladares quizás no instruidos. No debemos andar muy equivocados cuando su primera proyección pública tuvo lugar en el Museo Reina Sofía de Madrid y es uno de los siete films escogidos por el elitista MoMA de Nueva York para participar en la 43ª edición de la muestra New Directors/New Films.


Sin embargo, la alardeada complejidad de la que hace gala Historia de mi muerte se nos antoja en exceso planificada. Como si Serra, buscando a posta distanciarse de las simpatías del espectador, se afanase por generar una película de gélida temperatura, a través de una puesta en escena bellísima en lo formal, qué duda cabe, pero soporíferamente dilatada, compuesta por una acumulación de parsimoniosos y aletargados planos fijos, muchos de excesiva duración, rebosantes del más intrascendente de los vacíos. De este modo, el director erige un improbable encuentro entre dos mitos literarios, Casanova y Drácula, en pleno trasvase del siglo XVIII al XIX, personificando cada uno de ellos la corriente de pensamiento imperante en la filosofía y la cultura europeas (razionalismo y romanticismo, respectivamente), sin que a nosotros, impertérritos espectadores, nos llegue a quedar realmente claro qué dista a uno del otro; es decir, qué de especial y subversivo aportan los tratamientos dados por Serra a ambos personajes para valorar Historia de mi muerte como la pretendida obra de arte a que aspira a ser.


Nada más lejos de la realidad: a Casanova nos lo muestra como a un estridente aristócrata, de gustos y apetitos exquisitos, de amplia y arrogante verborrea intelectualoide, voraz lector pero a la vez grosero y sarcástico devorador de las más bajas pasiones, aquellas que con el trasvase de siglo le llevarán a la perdición, personificadas en el conde Drácula, ambiguo y desconocido habitante del bosque al que, por medio de una malsana seducción, acabarán sucumbiendo todos los personajes. La película, así, a grandes rasgos, parte de una idea bastante sugestiva. El problema radica en que, una vez puesta en práctica, la idea se diluye en un mar de secuencias de impostada transcendencia, colmadas de silencios y parálisis visual y cuyo propósito principal parece que fuera el de golpear al espectador con la considerable carga de solemnidad con la que se deben afrontar los grandes temas de la vida; consiguiendo solamente hastiarle ante la pretendida escala de provocación que contienen sus imágenes, como tratando de generar con su secuencialidad algo parecido a los discursos críticos que originan las imágenes del cine de vanguardia.


Sí, se puede asociar ciertos pasajes de Història de la meva mort con el cine soviético de los años 10 del pasado siglo, incluso se permite la comparación con Ingmar Bergman en el tratamiento dado por Serra al paisaje como elemento perturbador. Aunque quizás sea más acertada la comparación con el frío y alambicado ascetismo desarrollado por Robert Bresson, produciéndose en la cinta no poco despojamiento de elementos narrativos al uso, tratando con ello de hallar, a través de la simpleza visual y sonora, un nuevo lenguaje cinematográfico a través del cual exponer lo abstracto y lo divino del mensaje. Por desgracia, lo único que encontramos en Historia de mi muerte es la ególatra vocación de un autor dispuesto a embaucarnos, a plantarnos ante nuestras narices planos de construcción casi pictórica, bellísimos encuadres fotografiados a través de un uso muy depurado y premeditado del color, que no bastan para maquillar la altiva oquedad en la que se sustenta todo el conjunto. Puede que un servidor no esté lo suficientemente instruido como para valorar en justicia las virtudes de una cinta como esta, pero una cosa tengo clara: hay en Historia de mi muerte buena materia prima para, sin la mema y engolada superchería de la que hace gala, haber generado una estupenda película.


jueves, 16 de enero de 2014

"La hermandad", de Julio Martí, que se estrenaba mañana, se retrasa hasta marzo.


Un día antes del que ya parecía definitivo, se ha vuelto a retrasar el día de estreno definitivo de La hermandad, de Julio Martí, que vuelve a ver aplazada su llegada a las salas hasta el 21 de marzo de 2014. Por razones que aún no se han especificado, Rentrak Spain, a través de su cuenta en Twitter, ha informado del retraso en el tweet que reproducimos: 


Supone, eso sí, un mal augurio para una cinta que, rodada hace dos años, sigue sin encontrar su hueco en el calendario de estrenos. Quizás la voluntad de estrenarla en plena temporada de premios respondiese a una estrategia comercial con la sana intención de rascar alguna que otra nominación a premios importantes y, no habiendo sido así, se ha optado por retrasarla por miedo a que perdiera visibilidad entre la avalancha de estrenos (sobre todo, internacionales) relacionados con los distintos galardones cinematográficos, prevista para las próximas semanas.


La hermandad, ópera prima de su director, reincide en el clásico y mil veces abordado esquema de "casas encantadas" con madura heroína en continuo y desconocido peligro, para la ocasión el argumento gira en torno a un apartado monasterio, donde una rama de monjes benedictinos, que sigue al pie de la letra unas estrictas normas de pobreza y obediencia, curan las heridas de Sara, una afamada escritora de novelas de terror y misterio que acaba de sufrir un grave accidente y deberá guardar cama en el monasterio, donde la electricidad o el teléfono carecen de sentido. La curiosidad de escritora de Sara no tarda en despertar gracias ciertos detalles que llaman su atención. Extrañas manchas en el techo, llantos infantiles en la noche, una vieja fotografía, un escalofriante libro sobre la Hermandad, sus extrañas costumbres, una cripta escondida... Algo se mueve entre los muros del monasterio y un oscuro secreto se encierra en su interior.


Protagonizada por Lydia Bosch, que regresa a la pantalla grande tras un paréntesis cinematográfico de (nada menos) que trece años, desde que protagonizara de forma magnífica You're the one (una historia de entonces) (2000), de José Luis Garci, nominación al Goya a la mejor actriz incluida, el reparto de la cinta lo completan Manuel Tallafé, Alejandro Jornet, Borga Elgea, José Luis de Madariaga, José S. Isbert Joan Vidal.

Quiniela Premios Goya 2014: Ganador Mejor Actor Revelación.


Parece ya una norma no escrita dentro de las bases que rigen la participación a los Premios Goya y es que de unos años para acá viene siendo una constante el que intérpretes veteranos, de conocida trayectoria cinematográfica, aspiren al cabezón en la categoría revelación. Algo que se ha intensificado en los últimos años al estipularse claramente el que si un actor o actriz no había recibido nominación alguna a los Goya en años anteriores, sería susceptible de poder ser candidato en las categorías revelación. La polémica, para los inconformistas de pro, está servida. Sin embargo, echando un vistazo al asunto desde el lado positivo, que lo hay, con esta resolución se permite a intérpretes hasta el momento ninguneados en las nominaciones aspirar por primera vez a un premio al que no hubieran logrado ser nominados de competir en otras categorías, llamémoslas estándar (principal y secundaria), debido al numeroso plantel de candidatos importantes que siempre optan a ambas. En esta 28ª edición de los Premios Goya, se ha vuelto a cumplir con la tradición de nominar en la categoría revelación a un intérprete ya firmemente curtido, así como también la de incluir en la liza a un conocido personaje público procedente de la televisión, quizás para captar más atención mediática para la pertinente ceremonia.

Patrick Criado, por La gran familia española.
1 Nom/0 Prem. PALMARÉS PREVIO: 0 Noms.


En nuestras quinielas previas a esta categoría siempre lanzamos una baza a favor de Miquel Fernández en representación de La gran familia española y le veíamos pocas posibilidades de éxito al joven y televisivo Patrick Criado, primeramente por vérselas con su compañero de reparto, pero también por formar parte de una generación de actores, el bien llamado relevo generacional del cine español del futuro, a la que también pertenecen Arón Piper y Igor Szpakowski y a los que considerábamos con mucha mayor ventaja en la carrera por el Goya. De las 11 nominaciones recibidas por la cinta de Daniel Sánchez Arévalo, la de Criado es una de las que mayor sorpresa nos generó, precisamente por los motivos antes expuestos. Ahora que la nominación es un hecho, el joven Criado no lo tiene nada fácil. Estamos de acuerdo en que el actor se beneficia del loable nivel interpretativo contenido en La gran familia española, dando de sí un trabajo que rebosa naturalidad y frescura, para nada alambicado, sosteniendo no sólo la relación romántico-adolescente a tres bandas situada en el centro de la película con admirable tesón, sino también logrando no quedar reducido a escombro en las escenas compartidas con el resto de ilustres y expertos veteranos. Sin embargo, y a pesar de representar a la película con mayor número de nominaciones del año, Patrick Criado parte con desventaja al no ostentar una condición clara de favorito, como evidencia el que, frente a sus tres contrincantes, es el único que no figura nominado a ningún otro premio cinematográfico de la temporada.

Hovik Keuchkerian, por Alacrán enamorado.
1 Nom/0 Prem. PALMARÉS PREVIO: Medallas del CEC (Nom.).


Favorito en la categoría desde el mismo estreno de la película, allá por el mes de abril del pasado 2013, la aparición en el último tramo del año de nuevos e importantes contendientes nos hizo pensar que sus posibilidades de llegar a la final habían menguado. Sin embargo, aún cabía la posibilidad dada la inclusión de Alacrán enamorado entre las cuatro pre-seleccionadas a los Oscar por parte de la Academia. Con 4 candidaturas, la película de Santiago A. Zannou se ha visto resarcida del injusto olvido padecido en su carrera comercial, pero Keuchkerian tampoco puede presumir de ser el favorito en esta categoría, aunque sería un justo y moralmente válido vencedor, sobre todo por la naturalidad y el dinamismo con el que lleva a cabo todo su trabajo en la piel de ese entrenador de gimnasio, honesto y leal, de contagiosa humanidad este exboxeador, campeón de España de los pesos pesados, poeta, monologuista y ahora actor en pleno auge, pues ya tiene lista su siguiente película y en calidad de protagonista. Dato que señala que el futuro próximo de Keuchkerian en el cine español se avecina sólido y con relativa continuidad, lo que podría inclinar la balanza del Goya a su favor.

Javier Pereira, por Stockholm.
1 Nom/0 Prem. PALMARÉS PREVIO: Medallas del CEC (Nom.).


Retomando la introducción, Javier Pereira ha sido designado por los productores de Stockholm en el apartado revelación, acogiéndose a la cláusula en las bases que admite tal posibilidad siempre y cuando el intérprete no haya sido candidato a ningún Goya previamente. Con opciones también, aunque limitadas dados los contendientes, en la categoría principal, este veterano ha logrado por la cinta de Rodrigo Sorogoyen la nominación que ya hubiera merecido hace bastante tiempo, por cintas como Heroína (2005), de Gerardo Herrero, o Tu vida en 65' (2006), de María Ripoll. No obstante, se hace obligado aplaudir el estratégico cambio de categoría pues, de otro modo, nos tememos que el trabajo de Javier Pereira se hubiera quedado fuera de las nominaciones y hubiera sido una verdadera lástima y es que en Stockholm el intérprete se marca la que, con diferencia, se debe contar ya como su mejor interpretación para el cine. Despliega primeramente un contagioso encanto, derrochando sensualidad a través de una mirada de fingida inocencia y una sonrisa que, cual zorro, se sabe arma infalible para conseguir sus propósitos; para luego desvelar sus cartas atropelladamente y acabar estampando en la pantalla la idiosincrasia necia e incongruente de un auténtico capullo acosado en su propio hogar, deseoso de salvaguardar su espacio vital y su territorio personal. Un empeño que Pereira, literalmente, borda, en uno de los, además, mejores títulos del año, siendo el único de los candidatos que ostenta la condición protagonista de su película. Por todas estas razones, Javier Pereira debería partir como el máximo favorito al Goya revelación 2014.

Berto Romero, por 3 bodas de más.
1 Nom/0 Prem. PALMARÉS PREVIO: Medallas del CEC (Nom.).


Aunque cabía la posibilidad, no nos creíamos que la candidatura de este conocido cómico televisivo pudiera pesar más para los académicos que las de otros intérpretes con empeños magníficos en importantes producciones (el mencionado Fernández de La gran familia española, o el Jaime Ordóñez de Las brujas de Zugarramurdi, de Álex de la Iglesia). Pero así ha sido. Y no sólo los académicos nos han dejado con la boca abierta con esta decisión, sino que el mismo Círculo de Escritores Cinematográficos ha incluido entre sus nominados al premio revelación el simpático y carismático empeño llevado a cabo por Berto Romero en 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, en sólo tres secuencias, en las que el actor ejercita con indulgente campechanía una locuaz y ácida verborrea, dando vida con prestancia a ese soso e impresentable exnovio enemigo acérrimo del matrimonio, que lleva a cabo a través de una reconfortante gracia personal, aunque sin lograr apartar al espectador del obvio guiño extracinematográfico que supone su presencia en la pantalla. Un hándicap que le resta opciones, unido al hecho de que de los cuatro finalistas, es el único con menor tiempo en pantalla y, además, por una intervención que se puede tildar, por comparación con las anteriores, de fácil y simplista ejecución.

Debería ganar: Javier Pereira, por Stockholm.
Ganará: Javier Pereira, por Stockholm.

Primera imagen de "Little Galicia", comedia romántica de Alber Ponte.


Ya podemos ofreceros la primera imagen de Little Galicia, comedia romántica que desembarcará en los cines este 2014 y que supone el debut en el largometraje de Alber Ponte, premiado y fecundo cortometrajista (el primero data de 1991, Cal dous estraños) y director de documentales, además de una TV movie, que se estrena por todo lo alto con una película rodada a caballo entre Estados Unidos (Nueva York, New Jersey) y España (Noia -Galicia- y Madrid).

Con guión del propio Ponte, Little Galicia nos contará el trepidante fin de semana que vivirán dos jóvenes españoles en Nueva York, durante el que ninguno de los dos podrá evitar que sus planes cambien, hasta el punto de llegar a un desenlace más que inesperado. Humor, acción, sorpresas y unas gotas de amor se combinarán en la trama de esta historia que demuestra que, en ocasiones, las mentiras son necesarias.

Producida por Numérica Films y Zanks Producciones Audiovisuales, con la colaboración de TVE, TVG, el ICAA y Estrella Gallicia, Little Galicia posee estará protagonizada por Gustavo Salmerón, Fran Grela, Paloma Bloyd y los veteranos Mabel Rivera, José Ángel Egido y Fermí Reixach, además de ofrecer una pequeña intervención de Luis Tosar.

miércoles, 15 de enero de 2014

"Història de la meva mort (Historia de mi muerte)", de Albert Serra, ya puede verse en salas de Madrid.


Este viernes 10 de enero llegaba a las salas de Madrid (dos exactamente) Història de la meva mort (Historia de mi muerte), la última película de Albert Serra, que a partir de este viernes 17 podrá verse también en Barcelona. Se trata de un personalísimo film de época, centrado en la transición entre el siglo XVIII, el del racionalismo, el siglo de las luces y la sensualidad, y los principios del siglo XIX, el del romanticismo, el oscurantismo y la violencia. Dos famosas figuras personifican estos mundos, Casanova y Drácula. En Francia, en una atmósfera de corrupción y alegría artística, un veterano marqués, siempre acompañado por su sirviente de las tierras del norte, vive en un pequeño pueblo agrícola rodeado de bosques. El Marqués es conocido por sus espectaculares conquistas sexuales. Sin embargo, con la llegada del Conde, la atmósfera en el pequeño pueblo llegará a ser oscura y opresiva, llevándonos hasta un repentino, extraño y misterioso final.


Con Historia de mi muerte, Serra continúa ese distanciamiento tan caro a su cine de la narrativa convencional. Con un total de 400 horas de grabación, rodada sin un guión concreto, con actores no profesionales y supeditándolo todo a la labor de montaje, lo último de Serra obtuvo su primera proyección pública en nuestro país en un museo de arte contemporáneo, más concretamente en el Reina Sofía de Madrid, y cuenta ya con el Leopardo de Oro ganado en el pasado Festival de Locarno, así como 4 nominaciones a los Premios Gaudí que otorga la Academia de Cine Catalán: mejor fotografía, dirección artística, maquillaje y peluquería y vestuario.


Ante tan arriesgada y atípica propuesta, la crítica se ha mostrado dividida. Hay quienes, como Javier Ocaña, en El País, le tildan de mero provocador, definiendo la película como "radical, pero con poco interés, ni formal ni narrativo, aunque quizá sea una metáfora de algo, en una obra que, a través de planos fijos alargados en el tiempo, esta vez reparando más en los rostros que en sus anteriores películas, lleva la duración hasta las innecesarias dos horas y media"; o como Sergi Sánchez, en La Razón, para quien "Serra conoce a sus modelos pero se aburre un poco imitándolos. Si se trataba de convertir la torpeza en arte –o la mierda en oro, como se dice en el filme–, Serra se ha quedado a medio camino". Por el contrario, al crítico Phillipp Engel, en Fotogramas, Historia de mi muerte es un "film extraordinario donde vuelven a resucitarse mitos para despojarlos de inútiles oropeles y dejarlos a su aire en un espacio de libertad total que nos llega retratado con el arte de una innegable belleza absolutamente inconformista y antiacadémica". Pablo González Taboada, en su crónica del Festival de Gijón para Cinemanía, matiza las virtudes de la cinta, admitiendo que "no es un cine fácil pero ofrece recompensas: magníficas imágenes de exteriores, con composición pictórica y un tratamiento del color muy saturado, buscando los contrates".

Geraldine Chaplin, emblema de hiperactividad laboral, está de estreno.


A punto de cumplir los 70 años de edad, Geraldine Chaplin continúa trabajando a pleno rendimiento para la gran pantalla. Musa y emblema del llamado Nuevo Cine Español surgido en los años sesenta, la legendaria intérprete regresa esta semana a los cines con el estreno tardío de Memoria de mis putas tristes (2011), de Henning Carlsen, drama basado en la homónima novela de Gabriel García Márquez del que lo mejor que se puede decir de él es, precisamente, el contar en su reparto con la inconfundible presencia de esta actriz, de genuina genética, capaz de abordar desde su fachada de fragilidad cualquier tipo de personaje. A lo largo de sus casi cincuenta años de trayectoria, la 'Gerarda' (como se la llamaba en tiempos por estos lares) ha compaginado trabajos meramente alimenticios con proyectos a las órdenes de algunos de los mejores realizadores del séptimo arte, configurando una filmografía exultante y de difícil catalogación, como corresponde a un actriz de fuerte e intrépida personalidad.

Con Omar Sharif, en Doctor Zhivago (1965).

Aunque apareció fugazmente en la obra maestra dirigida por su padre, Candilejas (1952), cuando aún era una niña, la hija mayor de Charles Chaplin y Oona O'Neill, nieta por tanto del prestigioso dramaturno Eugene O'Neill, se decantó primeramente por el ballet, donde llegó a emprender una carrera artística en el Reino Unido, que interrumpió definitivamente por el cine, medio en el que debutaría oficialmente en la cinta de gángsters Par un beau matin d'été (Secuestro bajo el sol) (1965), de Jacques Deray, dando la réplica nada menos que a la estrella europea del momento, Jean-Paul Belmondo. Sin embargo, su revelación internacional se produciría con su siguiente proyecto, nada menos que dando vida a la Tonya de Doctor Zhivago (1965), de David Lean, histórica y monumental obra maestra por la que fue nominada al Globo de Oro en calidad de estrella femenina revelación. Lanzada al estrellato hollywoodiense de la noche a la mañana, la Chaplin prefirió dar cobertura a una trayectoria de prestigio antes de amoldarse a los clichés impuestos por la industria estadounidense y recaló en Italia, donde protagonizaría el drama bélico Andremo in città (Iremos a la ciudad) (1966), de Nelo Risi; intervino en la comedia romántica que supondría la última obra de su padre, A Countess from Honk Kong (La condesa de Hong Kong) (1967), que protagonizaron Marlon Brando y Sophia Loren; y formó parte de la lustrosa cinta de época, también de ambiente moscovita, J'ai tué Raspoutine (Tormenta en San Petersburgo) (1967), de Robert Hossein, antes de dar vida a la hija de otro grande, James Mason, al frente del elenco de Stranger in the House (Generación en conflicto) (1967), de Pierre Rouve, thriller judicial rodado en Gran Bretaña.

Con José Luis López Vázquez, en Peppermint Frappé (1967).

Protagonista de una fulgurante carrera ascendente, donde gozaba de categoría casi estelar en la vieja Europa, la actriz no dudó a la hora de trasladarse a vivir a la autárquica y enclaustrada España de los sesenta, seducida por el talento de un joven cineasta llamado Carlos Saura, con el que emprendería una relación sentimental convirtiéndose pronto en su musa cinematográfica por excelencia. Así, durante el resto de la década de los sesenta y los setenta, Geraldine Chaplin desplegó su fisionomía larguirucha y su rostro anguloso en las dos orillas del Atlántico, evidenciando una primera preferencia por sus trabajos a las órdenes del director aragonés, con quien debutaría en Peppermint Frappé (1967), una historia de obsesión y represión sexual con la actriz en doble papel: recatada y poco agraciada mujer española, por un lado, y fascinante y tentadora extranjera, por el otro. La Chaplin servía así, por primera vez, a los intereses creativos de un Saura empeñado en hurgar en la llaga de nuestra cerrada idiosincrasia, imponiéndose ella en reflejo de ese elemento perturbador y extranjero, capaz de hacer tambalear los cimientos de nuestra encorsetada y dogmática sociedad. Sucedería así también en sus siguientes filmes con Saura, Stress-es tres-tres (1968) y La madriguera (1969), donde además la actriz colaboró en la elaboración del guión y ganó por su trabajo un Fotogramas de Plata a la mejor actriz del año.

Con Fernando Fernán Gómez, en Ana y los lobos (1972).

Centrada en su trayectoria peninsular, Geraldine Chaplin no abandonó su labor internacional y protagonizó para Estados Unidos, junto a Charlton Heston, la exótica aventura de The Hawaiians (Los indomables) (1970), de Tom Gries, antes de efectuar un cameo en la siguiente alegoría de su pareja, El jardín de las delicias (1970) y efectuar su debut en la cinematografía gala secundando al cómico Louis de Funès en un vehículo a su medida, Sur un arbre perché (Caídos sobre un árbol) (1971), de Serge Korber. Viajó entonces a Berlin, donde concursó en Sección Oficial el cuento macabro La casa sin fronteras (1972), de Pedro Olea, uno de los escasos protagonismos de los que disfrutaría la actriz en nuestro cine lejos de la segura protección de Saura, con quien retornaría ese mismo año para poner en pie la más obvia de las metáforas castrenses en Ana y los lobos (1972), en un papel de institutriz extranjera inmersa en una fauna represiva e intransigente en lo moral, que ganó dos premios interpretativos otorgados por el Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC), aunque ninguno sería para Chaplin, quien se resarciría con el correspondiente a la mejor actriz en el Festival de Sitges de ese año, por Z.P.G. (Zero Population Growth) (Edicto Siglo XXI: Prohibido tener hijos) (1972), de Michael Campus, fábula futurista de sobria e incómoda denuncia que se hace obligado rescatar del olvido cuanto antes.

Nashville (1975).

Convertida en una especie de musa para la intelectualidad europea, Geraldine Chaplin también cedió al cine de consumo, como fue su protagonismo en la cinta de espías Innocent Bystanders (De Oriente a Occidente para matar) (1972), de Peter Collinson; su participación en el western Verflucht, dies Amerika (La banda de Jaider) (1973), bodrio surgido en plena euforia de las coproducciones europeas (en este caso, España con Alemania), continuación de otro film sobre Jaider también dirigido por Volker Vogeler; o su inclusión en el lujoso reparto de la entretenida, con sabor a clásico de aventuras, The Three Musketeers (Los tres mosqueteros -Los diamantes de la reina-) (1973), versión de la primera novela de Alejandro Dumas llevada a cabo por el británico Richard Lester, al igual que su continuación, The Four Musketeers (Los cuatro mosqueteros) (1974). Regresó a España para protagonizar un sugestivo drama sobre trasplantes de órganos, ¿...Y el prójimo? (1974), primer largometraje del actor Ángel del Pozo, antes de ingresar en el abultado reparto de Nashville (1975), maravilla dirigida por Robert Altman, sátira social maquillada de fresco musical a través del country de una ciudad, por la que Chaplin volvió a aspirar a un Globo de Oro, en calidad de mejor actriz de reparto.

Cría cuervos (1976).

A las órdenes de Altman volvería a repetir en el western crepuscular Buffalo Bill and the Indians, or Sitting Bull's History Lesson (Buffalo Bill y los indios) (1976), junto a Paul Newman y Burt Lancaster; y con Saura regresaría para otro doble papel en Cría cuervos (1976), el filme que consolidó al director fuera de nuestras fronteras, ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes, del César francés a la mejor película extranjera y del relativo a la mejor actriz para Chaplin por la Asociación de Críticos de Nueva York (ACE), entre otros galardones. Premio al que la intérprete habría de sumar también una nominación a los BAFTA británicos, como mejor actriz de reparto, por su intervención en Welcome to L.A. (Bienvenido a Los Ángeles) (1976), de Alan Rudolph, habitual ayudante de dirección, por lo tanto discípulo, de Robert Altman. Interpretó acto seguido a una mujer resuelta a vengar la muerte de su hermano a manos de una banda de espadachinas, capitaneada por la veterana actriz de la Nouvelle Vague Bernadette Lafont, en la extraña producción francesa Noroît (Viento del Noroeste) (1976), del prestigioso Jacques Rivette. Y regresó a los brazos de Saura para ofrecer una de sus mejores interpretaciones, de una gelidez abrumadora, en Elisa, vida mía (1977), complejo muestrario de los elementos tradicionales en el cine del autor (la infancia, la familia, las relaciones presente-pasado).

Recuerda mi nombre (1978).

Efectuó entonces otro de sus contados trabajos para el cine español lejos de la batuta de Saura, en el apreciable drama romántico, de vocación fantástica, In memoriam (1977), de Enrique Brasó, y encadenó suculentos proyectos al otro lado del charco, empezando por la interesante Roseland (1977), de James Ivory, o nuevas prestaciones para Alan Rudolph, en el thriller Remember My Name (Recuerda mi nombre) (1978), del que fue protagonista obteniendo el premio a la mejor actriz en el Festival de París; o Robert Altman, en un papel destacado en la divertida y ácida comedia coral A Wedding (Un día de boda) (1978). Protagonizó entonces el desconocido drama francés Une page d'amour (1978), de Maurice Rabinowicz, antes de desembarcar por última vez en el cine de Carlos Saura, primero con el intenso y comprometido drama sobre la tortura que es Los ojos vendados (1978), y luego con la continuación alegórica de la crucial Ana y los lobos, que fue Mamá cumple 100 años (1979), ahora en clave tragicómica y esperpéntica, recompensada con una nominación al Oscar a la mejor película extranjera.

Con Dominique Sanda, en Le voyage en douce (1980).

Finiquitada su relación personal con el director español, también finalizó la laboral y Geraldine Chaplin no volvería a tener vehículos cinematográficos tan a la medida de su talento como los que había disfrutado hasta entonces. Vagabundeó por el cine de numerosas cinematografías internacionales en los ochenta, reduciendo considerablemente su actividad laboral, que recaló primeramente en Francia, donde protagonizaría los dramas intelectuales L'adoption (1979), de Marc Grunebaum, y Mais où et donc Ornicar (1979), de Bertrand von Effenterre; y luego de nuevo en México, donde protagonizó el drama La viuda de Montiel (1979), de Miguel Littin, por la que aspiró al Premio Ariel a la mejor actriz. Con el cambio de década, la trayectoria de Chaplin parecía bien encarrilada y su prestigio en Europa no pareció amilanarse tras su separación con Saura: estuvo espléndida en el drama de tintes lésbicos Le voyage en douce (1980), de Michel Deville; se prestó a participar del reparto de campanillas y viejas glorias del Hollywood clásico como Angela Lansbury, Rock Hudson, Tony Curtis o Elizabeth Taylor, en una nueva y rudimentaria adaptación de Agatha Christie, The Mirror Crack'd (El espejo roto) (1980), de Guy Hamilton; y estuvo en el drama coral francés sobre la II Guerra Mundial, Les uns et les autres (Los unos y los otros) (1981), dirigido por Claude Lelouch, convertida luego en serie de televisión.

Con Keith Carradine, en Los modernos (1988).

En la pequeña pantalla permaneció un tiempo, mientras efectuaba puntuales e insuficientes cometidos para el cine en los años sucesivos, eso sí, para destacados y reputados realizadores europeos, como fue un papel secundario en el drama histórico La vie est un roman (1983), de Alain Resnais, u otro en calidad de protagonista en el drama de ambientación teatral L'amour par terre (El amor por tierra) (1984), de Jacques Rivette. Tras un breve paréntesis cinematográfico, regresó con un papel secundario en el drama de frívola personalidad White Mischief (Pasiones en Kenia) (1987), de Michael Radford, que evidenciaba la escalonada pérdida de categoría estelar con la era recibida la actriz y que también ejemplificó su vuelta a las órdenes de Alan Rudolph, dentro del reparto coral de The Moderns (Los modernos) (1988). Anticuada e innecesaria resultó la reincidencia en las aventuras de los personajes de Dumas que fue The Return of the Musketeers (El regreso de los mosqueteros) (1989), de nuevo con Lester en la dirección y sus caducos intérpretes recuperando sus briosos personajes originales.

Con Robert Downey Jr. (dcha), en Chaplin (1992).

Nuevos cometidos secundarios la saludaron con el cambio de década, como en la comedia Je veux rentrer à la maison (Quiero volver a casa) (1989), de nuevo a las órdenes de Resnais, en el drama The Children (1990), de Tony Palmer, la alemana Buster's Bedroom (1991), de Rebeca Horn, o la edulcorada comedia franco-suiza Zwischensaison (Fuera de temporada) (1992), de Daniel Schmid, que antecedieron a la puesta en marcha del famoso biopic al modo hollywoodiense sobre su padre. En Chaplin (1992), de Richard Attenborough, dio vida nada más y nada menos que a su propia abuela, la madre del genio británico, logrando una tercera nominación al Globo de Oro, de nuevo como secundaria. Su actuación la redescubrió para la industria americana, donde comenzó a efectuar pequeñas intervenciones en cintas de considerable prestigio, como fue The Age of Innocence (La edad de la inocencia) (1993), la depurada maravilla de Martin Scorsese, o de vocación puramente comercial, como la comedia Home for the Holidays (A casa por vacaciones) (1995), de Jodie Foster. De nuevo en Gran Bretaña, intervino en la pomposa adaptación que Franco Zeffirelli llevó a cabo del texto de Jane Eyre (1996), en el thriller Crimetime (La hora del crimen) (1996), de George Sluizer, y obtuvo su primer protagonista en años con el biopic, de estética más cercana al telefilme, Mother Teresa: In the Name of God's Poor (Madre Teresa: en el nombre de los pobres) (1997), donde el director Kevin Connor se servía de la fragilidad y la ternura inherentes a la presencia de la actriz para humanizar a la mítica religiosa.

Entre Michelle Pfeiffer y Winona Ryder, en La edad de la inocencia (1993).

Tras un nuevo secundario en Estados Unidos, en Cousin Bette (La prima Bette) (1998), de Des McAnuff, adaptando la novela de Honoré de Balzac, el cine español recuperó a la Gerarda después de veinte años, olvido que podría tener su razón de ser en el hecho de que Chaplin había representado durante el final de la dictadura a aquel tipo de cine a contracorriente y subversivo, incómodo y simbólico que con la llegada de la democracia había dejado de tener sentido y cabida en nuestra cinematografía. Su regreso a nuestro país se lo debemos a Finisterre, donde termina el mundo (1998), de Xavier Villaverde, donde incorporaba a la madre hippie de los personajes protagonistas. Sin embargo, Geraldine Chaplin andaba un tanto desubicada con el cambio de siglo, trabajó en Canadá en un desconocido biopic sobre George Adamson, conservacionista de la vida salvaje, amigo de los leones, al que daría vida Richard Harris en To Walk with Lions (1999), de Carl Schutlz; en Suiza obtuvo un papel destacado en Beresina oder Die letzten Tage der Schweiz (Beresina) (1999), de nuevo a las órdenes de Daniel Schmid; y en México volvió a coincidir con una Ana Torrent ya adulta, veinticinco años después de Cría cuervos, en la película Las caras de la luna (2001), de Guita Schyfter.

Entre Javier Cámara y Leonor Watling, en Hable con ella (2002).

En medio de tan itinerante trayectoria, fue una alegría comprobar que la actriz terminaba asentándose definitivamente en el cine español, a donde regresó para aportar todo su saber hacer en un rol secundario, de nuevo en el papel de madre, en la fallida ópera prima del hijo de Carlos Saura, Carlos Saura Medrano, ¿Tú qué harías por amor? (2001). No obstante, inmediatamente la fichó Pedro Almodóvar, para el que retomó su inicial vocación artística al encarnar a la vivaz e inolvidable profesora de danza de Hable con ella (2002), por la que ganó un nuevo Premio ACE a la mejor secundaria, y nos ofreció un impresionante recital interpretativo en otro de sus acostumbrados papeles secundarios en En la ciudad sin límites (2002), de Antonio Hernández, en una contundente y extraordinaria interpretación de aborrecible matriarca por la que fue nominada en la categoría secundaria a los Premios de la Unión de Actores, además de recibir por parte de la Academia de Cine Española un merecido Goya a la mejor actriz secundaria, que debe verse también como un sentido agradecimiento por su imprescindible aportación a la mejora artística de nuestra cinematografía.

Con Álex Casanovas, en En la ciudad sin límites (2002).

Tras tan triunfal año laboral, Chaplin se recluyó por un breve espacio de tiempo en la televisión, regresando más tarde para formar parte del reparto de estrellas que se dieron cita en la histórica necedad que supuso The Bridge of San Luis Rey (El puente de San Luis Rey) (2004), de Mary McGuckian, tras la que se rebajó a incorporar a la mítica Señorita Rottenmeier en la versión cinematográfica que Paul Marcus llevó a cabo de Heidi (2005). Ese mismo año, Hernández la volvió a reclamar para dar vida a un pequeño personaje en el poco conseguido thriller psicológico Oculto (2005) y sirvió de gancho de prestigio a la polémica adaptación que de Melissa P. (2005) realizó Luca Guadagnino. Por desgracia, Geraldine Chaplin evidenciaba una molesta falta de exigencia a lo hora de elegir los proyectos en los que participar, lo que conllevaba que su filmografía se colmase de títulos y personajes muy por debajo de su talento y estuviese a punto de echar por la borda el recuerdo de la otrora sublime, embelesante y turbadora actriz que sedujo a la intelectualidad europea en los sesenta y setenta del pasado siglo. Tampoco la comedia de época Miguel & William (2007), de Inés París, ni mucho menos Teresa: el cuerpo de Cristo (2007), de Ray Loriga, por no hablar de la idiotez infantil que fue Los Totenwackers (2007), de Ibón Cormenzana, resultaron títulos dignos de contar con una intérprete de semejante genética.

El orfanato (2007).

Por suerte, llegó El orfanato (2007), de Juan Antonio Bayona, cine-fórmula con casas encantadas en la que Chaplin disponía de un breve papel como una sensitiva y emocionante medium que sólo su talento elevó como una de las grandes virtudes del filme, logrando el Premio de la Unión de Actores a la mejor secundaria, así como un nuevo Premio ACE de Nueva York y su segunda nominación al Goya a la mejor actriz secundaria. Debido al éxito internacional de El orfanato, la carrera de Geraldine Chaplin ha vuelto a gozar de proyección internacional, volviendo a ser reclamada desde diversas cinematografías, aunque ella ha seguido mostrando su prioridad por la española. Estuvo en la romántica italiana Parlami d'amore (Háblame de amor), de Silvio Muccino, en la francesa Parc (2008), de Arnaud des Pallières, donde coincidió con el español Sergi López, de nuevo en Canadá, con Inconceivable (2008), de nuevo con McGuckian y en donde también aparecía otro español, Jordi Mollà; mientras en nuestro país encadenaba rodaje tras rodaje, acumulando título tras título, casi siempre en pequeñas y alimenticias intervenciones, que dan fe de un frenético ritmo de trabajo en los últimos años: el thriller de extrarradio Ramírez (2008), de Albert Arizza, la desastrosa Diario de una ninfómana (2008), de Christian Molina, el risible cuento de terror que terminó siendo Imago mortis (2009), de Stefano Bessoni, donde también trabajara su hija pequeña, Oona Chaplin, o el imprescindible y certero drama familiar que fue La isla interior (2009), con Chaplin como madre de, nada menos, que Alberto San Juan, Candela Peña y Cristina Marcos.

El hombre lobo (2010).

Viajo entonces a Hollywood para intervenir en la superproducción The Wolf Man (El hombre lobo) (2010), de Joe Johnston, puntual y divertido regreso a la industria que la lanzó al estrellato con su segunda película, una industría que el talento de su padre había forjado y a la que Chaplin ya evita pertenecer, volviendo al instante a España para efectuar un sensible y tierno personaje en la estupenda comedia negra La mosquitera (2010), de Agustí Vila. También rodó en Italia L'imbroglio nel lenzuolo (La trampa de la luz) (2010), de Alfonso Arau, sobre los inicios del cinematógrafo, y en Francia Le moine (El monje) (2011), de Dominik Moll, sobre la novela gótica del siglo XVIII de Matthew Gregory Lewis. Estuvo, como no podía ser de otro modo, en la coproducción entre Estados Unidos, España y Argentina There Be Dragons (Encontrarás dragones) (2011), de Roland Joffé, ambientada en nuestra Guerra Civil y sobre la personalidad del fundador del Opus Dei.

Encontrarás dragones (2011).

De nuevo con su hija volvió a coincidir en la insatisfactoria comedia ¿Para qué sirve un oso? (2011), de Tom Fernández, con la que ganó una Biznaga de Plata a la mejor secundaria en el Festival de Málaga, antes de estrenar las francesas Americano (2011), de Mathieu Demy, y Et si on vivait tous ensemble? (¿Y si vivimos todos juntos?) (2011), edulcorada comedia sobre la vejez dirigida por Stéphane Robelin. En el 2012 la pudimos ver fugazmente como una de las supervivientes al tsunami protagonista de Lo imposible, su reencuentro con Juan Antonio Bayona, además de escuchar su voz en uno de los personajes de la cinta de animación O Apóstolo (2012), de Fernando Cortizo. Este 2013 la hemos podido ver, también brevemente, en el thriller para adolescentes Tres60, de Alejandro Ezcurdia, y este mismo viernes llega a las salas Memoria de mis putas tristes, coproducción entre España, México y Dinamarca, rodada en 2011 y vista en el Festival de Málaga de 2012 donde fue recibida con una tibia acogida. No es de extrañar, porque sólo la actuación que lleva a cabo Geraldine Chaplin del personaje de Rosa Cabarcas, aún postrada en una silla de ruedas, supone lo único verdaderamente memorable de un filme en exceso soporífero.

Memoria de mis putas tristes (2011).

Es el pistoletazo de salida para un año en el que la Gerarda va a estar más presente que nunca en nuestras pantallas: tiene cinco proyectos recién salidos del horno y esperando a encontrar su sitio en el calendario de estrenos. Reincidirá en el género fantástico con la visionaria Panzer Chocolate, de Robert Figueras, y la gótica Wax, de Víctor Matellano; se estrenará en el particular universo de Isabel Coixet, para quien ha rodado Another Me y que ya tuvo su premiere mundial en el pasado Festival de Cine de Roma; participará en la alemana Ich und Kaminski, de Wolfgang Becker, y en la argentina Amapola, de Eugenio Zanetti, mientras aún rueda Spiritismes, thriller de Guy Maddin en el que coincide con la también legendaria Charlotte Rampling. En otras palabras, nos queda Gerarda para rato.

Delirante primer teaser tráiler para "Justi&Cia", de Ignacio Estaregui.


Con el nuevo año no dejan de hacerse públicos adelantos de algunos de los títulos más interesantes que nos están por llegar a las carteleras. El último en sumarse a la lista es Justi&Cia, debut en el largometraje del cortometrajista aragonés Ignacio Estaregui, que versará sobre el mundo de la corrupción. La película relata como Justino, un exminero que, harto de la situación corrupta de nuestros políticos, decide salir a la calle a dar un correctivo a quien ha hecho un uso indebido del dinero público. En este propósito se encuentra con Ramón, un jubilado que no tiene nada que perder y que se suma a sus aventuras, como si de Sancho en "El Quijote" se tratara.

Cinta de denuncia maquillada de road movie, Justi&Cia parte de una idea original de Estaregui, pero el guión ha sido escrito por Enrique León y Borja Monclús. Cuenta con un presupuesto cercano a los 200.000€ y ofrecerá el primer protagonista a una de las revelaciones interpretativas de este año, Hovik Keuchkerian, bicampeón de España de los Pesos Pesados cuyo trabajo secundario a las órdenes de Santiago A. Zannou en Alacrán enamorado le ha proporcionado su primera nominación al Goya en la categoría revelación. Junto a él, Estaregui le concede el papel de co-protagonista a un curtido y excelente intérprete patrio: Álex Angulo. Nominado en tres ocasiones al Goya, apetece volver a ver a Angulo en un papel principal como será éste, aunque también podremos verle este año en un papel de reparto en el drama de temática gay A escondidas, de Mikel Rueda. Junto a ellos, también en el reparto, figuran Marta Larralde, Antonio Dechent y Cristina de Inza.

Los I Premios Feroz homenajearán a José Sacristán y a la película "Ilusión", de Daniel Castro.


Al actor José Sacristán no dejan de lloverle los homenajes. El último es el Premio Feroz de Honor 2014, que el Comité Organizador de los I Premios Feroz, que entregará la Asociación de Informadores Cinematográficos de España, ha decidido otorgarle como premio en reconocimiento a una trayectoria con más de 50 años en el cine, el teatro y la televisión. Por unanimidad, los integrantes del comité han destacado que José Sacristán es “uno de los actores más brillantes y versátiles de la historia del cine español y por tanto de su generación, que se sobrepuso a su modesto físico de 'español cualquiera' para elevar a sus personajes a la dignidad del héroe”. En la nota de prensa enviada a los medios, el comité resalta “su prodigiosa voz y su exquisita dicción que, además de permitirle una rutilante carrera teatral y televisiva, lo han convertido para el cine en el vehículo de personajes inolvidables e inspiradores”. La nota concluye con un rotundo: “Sacristán es uno de los más grandes”. “Estoy encantado de poder recibir este premio mientras sigo en activo”, ha asegurado el actor tras conocer la noticia, para después destacar su tradicional buena relación con los medios de comunicación.


Por otro lado, la película Ilusión, de Daniel Castro, ha sido elegida para recibir el Premio Especial de esta edición, que según los estatutos de los galardones, corresponde a la cinta que, “a juicio del Comité Organizador, hubiera merecido mejor suerte en su carrera comercial”. La exposición de motivos resalta que "Ilusión, estrenada con éxito en festivales y circuitos alternativos, pese a ser un filme modesto, contagia el amor al cine de su director, guionista y protagonista, Daniel Castro, contando la peripecia de un director novel que trata de hacer a toda costa su primera película". Estrenada con muy poca difusión el pasado junio, Ilusión se cuenta entre las grandes olvidadas de este año en la temporada de premios, con los Goya a la cabeza. No obstante, la película se estrenó en la sección paralela Zonazine del Festival de Málaga 2013, donde ganó varios galardones: la Biznaga de Plata a la Mejor Película, la Biznaga de Plata al Mejor Guión y la Mejor Película para el jurado de las Escuelas de Cine.


Tanto Sacristán como Castro recogerán sus galardones en la ceremonia de los premios, que se celebrará el próximo lunes 27 de enero de 2014 en los Cines Callao de Madrid, durante una ceremonia conducida por la actriz Alexandra Jiménez y dirigida por el cineasta Paco Cabezas.