Karra Elejalde regresa el viernes a los cines.

Repasamos la filmografía del actor cuando regresa a la comedia con "Ocho apellidos vascos".

Palmarés XXIII Premios de la Unión de Actores.

"Caníbal", de Manuel Martín Cuenca, una de las vencedoras con 2 premios.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

La Sección Oficial está compuesta por 15 largometrajes muy esperados para este 2014.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Seis títulos integran la sección paralela, competitiva, Zonazine, el espacio independiente.

17º Festival de Málaga. Cine Español.

Málaga Premiere y Estrenos Especiales completan la oferta de novedades del certamen.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Noviembre aterriza repleto de títulos de (casi) todos los géneros (parte II)

Cerramos aquí el repaso previo a los estrenos del mes que acabamos de empezar y lo hacemos en la misma tónica que en la primera parte, haciendo hincapié en la diversidad de géneros, estilos y temáticas que inundarán las salas de nuestros cines a lo largo de este penúltimo mes del año. Cine fantástico o, directamente, de terror, comedias y dramas de denuncia social se las tendrán que ver con la piroctecnia armamentística del cine estadounidense, nuestro principal y más cabreante colonizador. Por nuestra parte, trataremos de hacer caja en la taquilla desde nuestras humildes premisas presupuestarias, a sabiendas que muy probablemente no lograremos llamar mucho la atención, aunque siempre hay excepciones y (esperemos) también sorpresas. 

¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo.


El día 15 de noviembre se dejará caer, por fin, uno de los estrenos más esperados del año, la (muy) publicitada ¿Quién mató a Bambi?, que viene a ser la tercera película del interesante Santi Amodeo (si no contamos su ópera prima, El factor Pilgrim (2000), dirigida junto a Alberto Rodríguez) y en la que, parece ser, el director sevillano abandona los tonos agridulces de sus anteriores películas para construir una comedia disparatada y muy, muy gamberra, a tenor de lo que parecen indicar las imágenes de su promocionado tráiler. Narra la historia de dos jóvenes amigos que tienen que encontrar la manera de que el presidente de la compañía en la que trabajan (y suegro de uno de ellos) regrese sano y salvo a su casa, ya que por extrañas circunstancias se encuentra encerrado semidesnudo en el maletero de su coche. Paralelamente, un empresario acuciado por las deudas y su socio intentan un secuestro exprés, aunque por una serie de desafortunadas coincidencias acaban secuestrando a su padre por equivocación. A partir de ahí los problemas aumentan.
Producida por Rodar y Rodar y participada por TVE, resulta una de las películas que mayor expectación ha venido levantando desde el inicio mismo de su rodaje y que más bombo está dando en los medios de comunicación (mucha culpa de ello la tuvo la noticia de que el futbolista Andrés Iniesta protagonizaría un cameo). Con un reparto formado por cómicos de contrastada eficacia como Ernesto Alterio y Julián Villagrán, unidos a un divertidísimo Quim Gutiérrez (en el tráiler), a las guapas Úrsula Corberó y Clara Lago, al más desconocido Enrico Vecchi (habitual de las cintas de Amodeo) y a una galería de estrafalarios personajes secundarios a los que dan vida Joaquín Núñez, Carmina Barrios, Manolo Solo o José Ángel Egido, la diversión parece estar más que asegurada. ¿Alguien pone en duda que es muy probable que sea ésta la gran comedia del año?

Los chicos del puerto, de Alberto Morais.


Con mucho menos ruido llegará a las salas, el mismo día, esta producción valenciana, tercer trabajo tras las cámaras de su director, tras el ensayo fílmico que era el documental Un lugar en el cine (2007) y la desapercibida obra de ficción Las olas (2011), de estilo bergmaniano. Como en esta última, Los chicos del puerto también nos cuenta la historia de un viaje, el que hace Miguel porque su abuelo no puede, ya que está encerrado por su propia familia. La misión es muy sencilla, ir a un funeral y depositar una guerrera militar en la tumba de un viejo hombre, amigo de su abuelo. Miguel, acompañado por Lola y Guillermo, sale de esa isla dentro de Valencia que es el barrio de Nazaret y deambula por la periferia un cementerio, y enfrentándose en definitiva a una ciudad desierta, al menos por un día. El viaje se convierte poco a poco en un azaroso trayecto lleno de incertidumbres, y mucho más largo de lo que su mente infantil podía prever. Junto a Lola y Guillermo, tendrá que enfrentarse continuamente a una sensación de abandono y soledad, sin dinero y sin demasiada ayuda de los adultos que se van encontrando por el camino.


Producida por Olivo Films, Los chicos del puerto cuenta con un reparto de pequeños actores no profesionales en los papeles protagonistas, Omar Krim, Blanca Bautista y Mikel Sarasa, secundados por el veterano actor José Luis de Madariaga, rostro familiar en la pequeña pantalla. Todo apunta a que pasará de puntillas por la cartelera y, además, con un número reducido de copias, algo francamente a lamentar tratándose de un título de tan buena voluntad que ya participara en los festivales de Moscú y Toronto.

Retornados, de Manuel Carballo.


Tercer largo también de su director, Retornados vuelve a incidir sobra una de las temáticas más en boga del terror moderno: los zombies. Para la ocasión, el director pone en imágenes un guión de Hatem Khraiche, de premisa más que interesante: la humanidad convive con los "Retornados", gente de apariencia normal que ha sido infectada por un virus devastador. Sólo la inyección diaria de una Proteína evita que se transformen en zombies. Kate trabaja en una unidad de investigación intentando encontrar urgentemente una vacuna definitiva que impida que la epidemia se expanda. Además, oculta una poderosa razón: su pareja, Álex, es un "retornado". El caos se desata cuando el Gobierno anuncia la escasez de la Proteína y la paralización de las investigaciones, obligando a todos los infectados a ingresar en un centro militar de alta seguridad. Temiendo lo peor, Kate y Álex deciden no acatar las órdenes y huir. Su cuenta atrás por la supervivencia ha comenzado.


Como ya hiciera en su anterior película, La posesión de Emma Evans (2010), Carballo ha rodado su película en inglés y con actores extranjeros (a excepción de la guapa Claudia Bassols) con miras a una más que cantada distribución en el exterior, Estados Unidos como primer y obligado destino. Ensalzada casi con unanimidad por la crítica especializada y por los amantes del género a su paso por el reciente Festival de Sitges, donde concurría a la Sección Oficial, Retornados propone una vuelta de tuerca a la tan manida temática de zombies: una película de zombies sin zombies. Algo que nos invita a pensar que, quizás, estemos ante una de las mejores muestras del fantástico español reciente, que, ¡cómo no!, será lanzada al mercado el mismo día 15 por Filmax, en su decidido empeño por dar alas al género en nuestro país.

La por (El miedo), de Jordi Cadena.


Presente en la Sección Oficia de la pasada Seminci de Valladolid, La por (El miedo), es lo último del veterano director barcelonés Jordi Cadena, adaptación cinematográfica de la novela juvenil "M", de Lolita Bosch, la misma autora de la que partió el texto de su película inmediatamente anterior, la aplaudida Elisa K (2010), dirigida junto a Judith Colell. Ahora vuelve en solitario para contarnos la historia de Manel, un joven que tiene 17 años y nunca habla con nadie de lo que pasa en su familia. Nunca habla de que, por las mañanas, cuando su padre se levanta, él ya está despierto. Nunca habla de los morados que su madre tiene en diferentes partes del cuerpo. Ni tampoco habla del miedo que él, su madre y su hermana pequeña sienten cuando están en casa con su padre. Por eso a Manel le gusta ir al instituto, porque mientras está allí no está en casa.


Cine de denuncia social sobre un estigma que aún lastra nuestra sociedad, el tema de la violencia de género, la película fue acogido con cierta tibieza emocional en sus pases en el marco de la Seminci, aunque más que por un mal acabado final de la misma, pudiera deberse al particular tratamiento visual de la que hace gala. Protagonizado por el joven y desconocido Igor Szpakowski, al que acompañan en los papeles principales los veteranos Ramón Madaula (éste, en una aplaudida interpretación) y Roser Camí, así como la niña Alícia Falcó, el filme será distribuido por Splendor Films y llegará a los cines el próximo 22 de noviembre.

Diamantes negros, de Miguel Alcantud.


El día 29 de noviembre desembarca, tras muchos meses de espera, una de las triunfadoras del último Festival de Málaga. Cine Español. Ganadora del Premio del Público, Diamantes negros podría significar la confirmación definitiva como director de Miguel Alcantud, tras su desigual ópera prima, Impulsos (2002) y el thriller, aún sin estrenar en nuestro país, Anastezsi (2007). Con ésta que ahora nos ocupa, abandona el cine de género para abordar una realidad social que, hasta ahora, no había sido llevada a la gran pantalla: el tráfico de personas que maneja en la sombra el negocio del fútbol. Para ello, Alcantud narra el viaje de Amadou y Moussa, que son captados en Mali por un ojeador de fútbol, separados de sus familias y llevados a Madrid para triunfar. Vivirán entonces un periplo por España, Portugal y el norte de Europa que les enseñará de primera mano las sombras del deporte rey.


Elogiada casi por la gran mayoría de medios desplazados al citado festival, Diamantes negros está protagonizada por los actores no profesionales Setigui Diallo y Hamidou Samake y cuenta con rostros conocidos de nuestro star system en papeles secundarios, como son Guillermo Toledo o Carlos Bardem. Denuncia social servida a través de un estilo reconocible ya en el cine español (patentado por algunos títulos de Fernando León de Aranoa, entre otros), Diamantes negros podría encontrar a su público de manera fácil si lograra acceder a una distribución medianamente normalizada. De momento, su tráiler ya anda abriendo boca en los cines desde hace unas semanas, a más de un mes de su estreno. ¿Dará la sorpresa?

Viral, de Lucas Figueroa.


Más cine de género para finalizar el mes y, de nuevo, volvemos al fantástico. En esta ocasión, hablamos de una nueva ópera prima que se acoge al tan demandado y agradecido por el público esquema de thriller paranormal. Raúl, un joven de 25 años, resulta elegido para protagonizar un concurso sin precedentes: tendrá que vivir una semana en el edificio FNAC de la plaza de Callao, de donde no podrá salir bajo ningún concepto. Su único contacto con el exterior será a través de las redes sociales. Su objetivo: conseguir 100.000 fans. Sin embargo, muy pronto, ganar no será su única meta: además de intentar conquistar a Lucía (una de las cajeras, de la que está enamorado) y superar su miedo patológico a los espacios cerrados, Raúl tendrá que enfrentarse a los inquietantes sucesos que tienen lugar en el interior de la tienda por las noches.


Buena factura técnica y un reparto de jóvenes y guapas caras conocidas de la pequeña pantalla (Juan Blanco, Aura Garrido, Dafne Fernández, Miguel Ángel Muñoz y Pablo Rivero), a los que secundan los veteranos Pedro Casablanc, Enrique Villén y Amparo Valle, son el gancho perfecto para que esta cinta no defraude a su llegada a las salas el día 29 de noviembre. No obstante, habrá que andarse con ojo y es que fue recibida en el pasado Festival de Málaga, donde compitió en la sección paralela Zonazine, con notable división de opiniones por parte de la prensa especializada. Sin duda, los amantes del (sub)género no deberían perdérsela.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Silvia Abascal regresa al trabajo como imagen de la firma Rochas.


Aunque nos desmarquemos de la que es nuestra exclusiva materia, el cine, no podemos dejar pasar la oportunidad de hacernos eco de una de las mejores noticias que hayamos leído en los últimos tiempos. Se trata de la vuelta al trabajo de Silvia Abascal y es que, según leemos en Hola, la actriz se ha convertido en la nueva embajadora en suelo español de la firma de perfumería francesa Rochas. Para todos aquellos que admiramos profundamente a la intérprete, la noticia supone una tenue luz de esperanza, un pasito pequeño más hacia la recuperación para la pantalla grande de una de las actrices más talentosas y completas del panorama artístico nacional.


La Abascal, que sigue recuperándose con calma del ictus cerebral sufrido durante el Festival de Málaga de 2011 y que, como principal secuela, le ha provocado una aguda sensibilidad al sonido, es la protagonista de la campaña de Navidad de las fragancias Rochas: Momentos Mágicos, Momentos Rochas, sustituyendo a la anterior imagen de la firma, Maribel Verdú. De momento, aún queda lejos el día del regreso a los platós de Silvia Abascal, quien aseguraba durante la presentación de su libro, "Todo un viaje", en el que narra su traumática experiencia con no poco optimismo, que volvería a actuar cuando "sienta que ha llegado la ocasión", aunque también reconocía con lucidez que "si no puedo volver a actuar, iniciaré otro camino".

En su reaparición en la gala de los Premios Goya celebrada en 2012.

Desde aquí, deseamos y esperamos que uno de los rostros más bellos del Cine Español encuentre pronto la fuerza y el ánimo ideales para retomar la brillante trayectoria profesional que venía protagonizando y que acumula ya tres nominaciones al Goya, con excelentes trabajos en películas como El tiempo de la felicidad (1997), de Manuel Iborra, La fuente amarilla (1999), de Miguel Santesmases, La voz de su amo (2001), de Emilio Martínez Lázaro, El lobo (2004), de Miguel Courtois, o La dama boba (2006), también de Iborra.

David Trueba nos obsequia con una luminosa y melancólica gran película.


Reconforta salir del cine y que te invadan las ganas de esbozar una cálida sonrisa, como de chiquillo engatusado por un bocadillo de Nocilla, o de extasiarte en la caricia cálida y acogedora de un ser querido, como preámbulo a un tierno abrazo o a un beso inocente, en la mejilla o en los labios. Vivir es fácil con los ojos cerrados logra eso tan difícil, en el cine de hoy en día, que es apelar al lado sensible del espectador sin caer en una sensiblería de manual, logrando sortear muy hábilmente la torpe y efectista cursilería mainstream en aras de una eficaz ternura, en este filme con cimientos bien sujetos a los buenos sentimientos. Superando aquello que ya hiciera en su debut cinematográfico, La buena vida (1996), David Trueba construye un relato amable y bondadoso sobre la capacidad del ser humano para, sobre todas las adversidades, alzar la frente y tirar para adelante, tomando como excusa el viaje físico (pero también emocional) que los tres personajes protagonistas emprenden como huida de una existencia gris y constrictiva y que, lejos de conducirles a una meta que implique un punto de ruptura con el pasado, les llevará a indagar en sus propios miedos y miserias.


Todo ello sin cargar nunca las tintas en los traumas o los dramas personales de cada uno, aunque tampoco en la parte cómica del asunto (que la hay y es de órdago). Muy al contrario, la cámara de Trueba mira hacia otro lado y filma con sencillez y desenvoltura la peripecia del trío por carreteras secundarias, ahondando de manera inteligente en el entrañable y delicioso afecto que nace entre ellos, mientras la delirante idea de partida (la búsqueda del profesor de su idolatrado John Lennon) se erige en el perfecto telón de fondo para una película que, como en la contemplación de las fotos viejas en color sepia, se disfruta suavemente sin ser del todo conscientes de la honda y conmovedora razón de ser que encierra bajo su liviana y luminosa apariencia. Porque a través de una cuidada y meticulosa puesta en escena, donde brillan con luz propia una planificación ajustada y certera que logra captar cada matiz, cada leve detalle del encuadre, una fotografía resplandeciente de gran belleza plástica en su nostálgico tratamiento de la luz, un diseño de decorados y atrezo altamente pormenorizado, donde no sobra ni falta nada, logrando un fantástico realismo, del que muchas otras ficciones recientes ambientadas en la misma época están exentas, un montaje invisible que confiere a la historia un ritmo cadencioso, pero vitalista gracias a su reposada condición de ser, y una banda sonora debida a los míticos Charlie Haden y Pat Metheny, que logran con sus compases traspasar la función establecida de la música en el cine, adquiriendo ésta la magnífica cualidad de ser el reflejo de las emociones de los personajes; Vivir es fácil con los ojos cerrados encierra un exultante subtexto que eleva el alcance último de sus imágenes.


Nos encontramos ante un guión complejo, repleto de situaciones del todo verosímiles y de soberbios diálogos, de una capacidad de análisis sentimental elogiable, que no siente pudor en demostrar un profundo amor por cada uno de los personajes y que esconde un competente estudio de una España atrasada con respecto al exterior, un país enclaustrado en sí mismo, incapaz siquiera de atisbar, aún menos de comprender, sus propias carencias. Y, como contrapunto, Vivir es fácil con los ojos cerrados también contiene una agridulce perspectiva de los anhelos y esperanzas de una juventud que pugna por desmarcarse de las oscuras y arcaicas normas establecidas, a lo que la película arroja como vía de salvación el camino de la educación, representada en ese gris y acomodado profesor de inglés protagonista, al que da vida con plena convicción Javier Cámara, en un trabajo de enorme aprehensión, que invita a descartar a cualquier otro actor para tal empeño, incapaces todos de abordarlo de forma tan sobresaliente como él lo hace. Cámara parece haber nacido para interpretar a este personaje, pues resulta un intérprete especialmente dotado para reflejar sin coartadas ante las cámaras todo el patetismo de sus criaturas, sin caer nunca en convencionalismos pueriles o en falsas y amaneradas caricaturas, estériles siempre de emoción. El actor está literalmente espléndido a lo largo de todo el filme, sin alardes desorbitados, desde una agradecida y primorosa contención, plasmando con una naturalidad cercana a la espontaneidad todos los claroscuros de un personaje eminentemente ingenuo.


A su lado, brilla muy especialmente la ejecución candorosa que la debutante Natalia de Molina efectúa de su personaje, sonando en cada una de sus réplicas conmovedoramente auténtica, rezumando una belleza templada y delicada que redunda en el exquisito alcance de la vertiente dramática de su intervención. Por el contrario, el tercero en discordia, Francesc Colomer no llega a aguantar el tipo frente a ellos, por culpa de un trabajo de escaso y torpe acabado emocional, que da como resultado una interpretación a veces impostada, otras directamente falta de algo de chispa y convicción, de garra y personalidad. Única pega que achacar a una función en la que, a mitad de la misma, emerge otra de sus grandes virtudes: un Ramón Fontserè que carga con solemne empatía con uno de esos personajes desbordados de magia y humanismo, de tan larga tradición cinematográfica, una especie de viejo lobo de mar anclado a tierra cargado de nobleza y honestidad por obra y gracia del extraordinario dominio del actor. Aunque más anecdóticas, también es preciso mencionar la caricatura efectista y efectiva que lleva a cabo Jorge Sanz de su personaje, sacándolo del esquematismo, y la fugaz intervención de una aplicada Ariadna Gil, reducida a un mero elemento decorador en una película rebosante de un melancólico aliento de optimistas intenciones y felices resultados.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Película.
- Mejor Director: David Trueba.
- Mejor Guión Original: David Trueba.
- Mejor Actor: Javier Cámara.
- Mejor Actor Secundario: Ramón Fontserè.
- Mejor Actriz Revelación: Natalia de Molina.
- Mejor Música Original: Charlie Haden y Pat Metheny.
- Mejor Dirección de Fotografía: Daniel Vilar.
- Mejor Dirección Artística: Pilar Revuelta.
- Mejor Diseño de Vestuario: Lala Huete.
- Mejor Maquillaje y/o Peluquería: Almudena Fonseca y Pepito Juez.
- Mejor Montaje: Marta Velasco.
- Mejor Sonido: Álvaro Silva Wuth y Eduardo G. Castro.

Noviembre aterriza repleto de títulos de (casi) todos los géneros (parte I).

Entramos en la recta final del año (las Navidades están a la vuelta de la esquina, ya mismo están montando Cortilandia en Madrid) y el Cine Español dispara algunas de las balas más importantes que tenía guardadas en la recámara. Nada menos que 13 títulos de ficción de nacionalidad española intentarán hacerse un hueco en la cartelera este mes (seis de ellos -ahí es nada- se estrenan el mismo día, 8 de noviembre). Y es que llega el momento de poner toda la carne en el asador y apostar, sí o sí, a levantar la raquítica taquilla de nuestro cine, a intentar que los grandes porcentajes de espectadores no se repartan solo entre dos o tres películas y, de paso, hacer campaña a los Premios Goya: noviembre es el mes perfecto para colarse en la selectiva memoria de los académicos, por la cercanía del inicio de las votaciones. Por ello, no es de extrañar que este mes vayan a estrenarse algunos de los títulos que, a priori, menos posibilidades cuentan para rascar nominaciones, por su carácter independiente y de poco alcance comercial o, bien, por su adscripción a un género tan poco agraciado (salvo gloriosas excepciones) en esto de los Premios Goya como es el fantástico. Pero también hay sitio para títulos amasadores de premios o buenas críticas en pasados festivales y algún que otro hit más que cantado, con el aval que supone una fuerte campaña promocional atada a la espalda.

Séptimo, de Patxi Amezcua.


Director que debutara hace unos años con el compacto thriller 25 kilates (2009), un título a rescatar urgentemente del olvido, Patxi Amezcua regresa al género para su segunda película, aunque esta vez se aleja del policíaco y aborda el lado psicológico de una trama ciertamente inquietante: un padre y sus dos hijos juegan a ver quién llega primero a la calle desde un séptimo piso: si el padre en el ascensor o los niños por las escaleras. Cuando el padre llega a la planta baja, resulta que los niños no aparecen, no hay ni rastro de ellos. A partir de ahí, comienza la búsqueda frenética de un padre y una madre por encontrar a sus hijos. ¿Dónde están? ¿Qué les ha ocurrido? ¿Por qué a ellos?


Con tremendo punto de partida, Amezcua ha dado forma a una cinta que llegará a nuestras pantallas avalada por su descomunal éxito en Argentina (país co-productor), donde después de siete semanas de su estreno, lleva recaudado algo más de cinco millones y medio de dólares (algo más de 33 millones en pesos). El tirón, obviamente, se debe a la presencia protagónica de la máxima estrella del cine porteño (dentro y fuera): Ricardo Darín, que, parece ser, compone un excelente trabajo interpretativo, como viene siendo norma en él. Junto a él, compartiendo cabecera de cartel, la estrella femenina por antonomasia del fantástico nacional reciente: Belén Rueda. Ambos forman una pareja que seguro atraerá a una audiencia fiel, para todos los demás ya se está encargando Telecinco Cinema de promocionar por todo lo alto la llegada a las salas el próximo viernes 8 de, sin duda, uno de los títulos clave del año y, muy probablemente, la última esperanza blanca de nuestro cine para obtener un taquillazo este año.

Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen.


Después de un tour festivalero de lo más variado y prestigioso (Málaga, Toronto, Londres, Bruselas, Valladolid), aterriza en las salas una de las máximas triunfadoras del pasado Festival de Málaga. Cine Español. Ganadora de 3 premios (y de los gordos: dirección, actriz y guión novel), Stockholm no sólo supone el debut en solitario en la dirección de largometrajes de su director, sino también una de las primeras y más representativas películas de la alternativa de moda a las subvenciones oficiales, llamada crowdfunding. Con un presupuesto mínimo, supone además la primera aventura en la producción de la productora Caballo Films y su sinopsis reza así: una noche, en una discoteca, ves a una chica y te enamoras automáticamente. Se lo dices, pero no te hace caso. Insistes y consigues estar con ella el resto de la noche. La convences y terminas en la cama con ella. ¿Qué ocurriría si al día siguiente no es la chica que parecía ser? Una noche, en una discoteca, estás cansada y viene el típico chico que dice que se ha enamorado de ti. Le dices que se vaya, pero él insiste. Compruebas que no es el típico chico, es gracioso, encantador y además se ha enamorado. Notas que te gusta y terminas accediendo a pasar la noche con él. ¿Qué ocurriría si al día siguiente no es el chico que parecía ser?


Calificada en su recorrido festivalero como una pequeña gran joya, Stockholm se alza pronto como uno de los estrenos más interesantes no ya sólo del mes que arranca hoy, sino también de todo el presente curso cinematográfico. Buena culpa de ello parecen tenerla las modélicas y remarcables interpretaciones de una pareja protagonista del todo sugestiva. Por un lado, Javier Pereira regresa a los protagonismos cinematográficos tras sus esplendorosos inicios y lo hace aportando toda la experiencia ganada con el tiempo, logrando que su nombre suene fuerte a los Premios Goya. Por el otro, la que sí que tiene más puntos de resultar finalmente nominada, Aura Garrido, actriz de inmensa versatilidad que compartió Biznaga de Plata con Candela Peña en el Festival de Málaga. ¿Podrá Stockholm arrebatarle el puesto de 'ópera prima del año' a la espléndida La herida, de Fernando Franco? La respuesta, en los cines el próximo 8 de noviembre.

Alpha, de Joan Cutrina.


También ópera prima, aunque en esta ocasión sin otra experiencia previa en el largometraje, esta Alpha se adscribe al género policíaco para contarnos la historia de tres amigos que se ven obligados a separarse tras un atraco frustrado. Ocho años más tarde, la vida los vuelve a unir por azar a pesar de haber tomado caminos muy distintos. Eric sale de prisión tras ocho años de encierro durante los que ha perdido lo que más quería; Toni ha decidido dejar de vivir al margen de la ley y se ha convertido en policía; por último, Tom es el capo de una banda de criminales que actúa con la complicidad de la policía de la ciudad.


A priori, da la sensación de querer abarcar demasiado esta cinta de bajo presupuesto y míticos referentes. Eso y el amateurismo más que palpable de su acabado formal puede restarle alcance a su llegada a las salas el mismo 8 de noviembre. No obstante, se juega la baza de apostar por el protagonismo de un trío de lo más variado: una de las revelaciones interpretativas del año dando muestras de su contrastada versatilidad (Miquel Fernández), una cara bonita de la televisión dispuesto a ser algo más que un ídolo de adolescentes (Álex Barahona) y un secundario eficiente afrontando el papel más jugoso de los que han debido caer en sus manos (Juan Carlos Vellido). Secundándoles, la estupenda Irene Montalà y el veterano Adolfo Fernández.

Del lado del verano, de Antonia San Juan.


A través de su propia productora, la más conocida por su trabajo como actriz, Antonia San Juan regresa a la pantalla grande no solo ante las cámaras, sino también reincidiendo en su faceta de guionista y realizadora, tras la decepcionante experiencia que supuso su debut como directora, Tú eliges (2009), decepcionante sobre todo por las buenas expectativas que habían generado sus anteriores trabajos tras las cámaras en el campo del cortometraje (especialmente, V.O., nominado al Goya en 2002). Para la ocasión, la San Juan vuelve a localizar su película en las Islas Canarias, para construir un retrato de la peculiar forma de ser de los isleños a través de la historia de una familia, cuya vida rutinaria se ve alterada cuando el padre fallece. Una de sus hijas, Tana, tiene un sueño: volar lejos del entorno familiar pero… ¿cómo desertar de la familia sin perder a la familia? y ¿cómo abandonar a la familia para poder ayudarla?


Tras todo un año viajando alrededor del mundo (Alicante, Barcelona, Londres, Sydney, San Francisco), de festival en festival, de donde volvió con el Premio del Público en el Festival de Cine Gay y Lésbico de Barcelona, así como los relativos a la mejor película y a la mejor actriz en el Festival de Alicante, Del lado del verano se pone al servicio del particular talento de Macarena Gómez, actriz a la que San Juan cede el protagonismo de la cinta, reservándose para sí un destacado papel secundario. Junto a ellas, el marido de San Juan (también productor del filme), el televisivo Luis Miguel Seguí, el siempre bienvenido Secun de la Rosa y el popular (también gracias a la pequeña pantalla) Eduardo Casanova. A diferencia de su primera película, la crítica parece haber recibido bastante bien este segundo intento de la San Juan por aunar en una pantalla grande drama y comedia, reflejo de la vida misma que llegará a las salas, también, el 8 de noviembre.

El efecto K. El montador de Stalin, de Valentí Figueres.


Ninguneada en el pasado Festival de Málaga, donde compitió en la sección paralela Zonazine sin obtener recompensa alguna por parte del Jurado, este filme mezcla elementos de historia, narrativa y películas caseras para contar la insólita historia de Maxime Stransky, actor, revolucionario, falsificador, productor en Hollywood y colaborador cercano de Josef Stalin. Es, en definitiva, la odisea personal de alguien que se atrevió a soñar y fue devorado por sus sueños: amigo de Sergei Eisenstein, Stransky fue actor en el Moscú de los 20, y eventualmente se convirtió en un personaje digno de leyenda: espía, participe en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, ejecutor de la operación Borodino – durante la cual obtuvo los planos de la bomba atómica –, tuvo dos familias (una rusa y otra estadounidense) y vivió muchas otras anécdotas. Maxime presta su voz a las aventuras narradas y se deja ver como un héroe imperfecto, uno de los personajes más extraordinarios del siglo XX de quien casi nadie, hasta ahora, había tenido noticias más allá del telón de hierro. La película es un relato de ficción maquillado de documental y está producido por la productora valenciana independiente Los Sueños de la Hormiga Roja.


Con un reparto en el que no figura ningún intérprete conocido por el gran público (Jordi Collado, Marisa Ibañez, Anthony Senen, Valentí Piñot, Joan RagaVictoria Cuevas), posee un interminable palmarés que cuenta con premios en festivales tan diversos como el de Nevada, el de Honolulu, el Sunscreen Film Festival o el de México, El efecto K. El montador de Stalin supone el regreso a la dirección del director Valentí Figueres, padre del documental sobre la Guerra Civil Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera (2009), que tan buenas críticas recogió en su día. Las de la presente, que también llegará a los cines el próximo día 8, tampoco han sido nada desdeñables, lo que nos invita a intuir que se trate de un filme absolutamente de culto, que no habría que dejar pasar si se posee verdadera curiosidad cinematográfica. 

Esto no es una cita, de Guillermo Fernández Groizard.


Compañera de la anterior en la citada sección paralela del Festival de Málaga, Esto no es una cita juega la baza de apostar por uno de los géneros predilectos del gran público, la comedia romántica, y está narrada de manera convencional, lo que explica que fuera una de las grandes vencedoras de aquél palmarés, con dos premios: el del público y el relativo a la mejor actriz. Segundo largometraje del director, tras una abultada trayectoria en la ficción televisiva, medio en el que ha seguido trabajando tras el fiasco de su ópera prima Proyecto Dos (2008), Groizard posee un caballo ganador con esta historia sencilla en la que Roberto y Paula, compañeros de oficina, comienzan una relación, llena de altibajos, para olvidar a sus respectivos ex.


El clásico esquema 'chico conoce a chica-chico pierde a chica-chico recupera a chica', ahora con bajo presupuesto y una falta de pretensiones digna de alabar, unido al contagioso encanto que desprenden sus imágenes y a las buenas críticas recibidas en su periplo festivalero (Alicante, Austin, Bogotá), yendo a parar buena parte de ellas al trabajo de su pareja protagonista: el desconocido Darío Frías (Premio al Mejor Actor en el Festival de Alicante) y la televisiva Virginia Rodríguez (Compañeros), última y talentosa miembro del clan Aragón. Junto a ellos, los más conocidos Fernando Cayo y Alexandra Jiménez, máximos representantes de la obligada galería de divertidos personajes secundarios que deben poblar las películas pertenecientes al género. ¿Se convertirá Esto no es una cita en la comedia inesperada del año a partir del 8 de noviembre?

El pequeño mago, de Roque Cameselle.



Para terminar este primer avance de los títulos españoles que llegarán a las carteleras este mes de noviembre, lo hacemos con el único título de animación que anda de estreno, concretamente el día 15 de noviembre. Eso sí, dos años después de su realización. Se trata de O mago dubidoso (El pequeño mago) (2011), cinta infantil protagonista de una enorme polémica hace dos temporadas cuando, tras ser seleccionada por la Academia como una de las cuatro candidatas al Goya en la categoría de mejor película de animación, la Junta Directiva de la misma decidió retirar su nominación por "incumplimiento de las bases de participación" y cuyas correcciones se habían entregado a la Academia fuera del plazo establecido.


Tristemente célebre por ello, El pequeño mago es un filme de pocas pretensiones elaborado según el sistema tradicional de animación en 2D (dibujo a dibujo) y se encuentra rodado en gallego. Su argumento, basado en la novela de inspiración histórica “Bieito Dubidoso” escrita también por Roque Cameselle, comienza cuando unos piratas normandos asaltan el barco de Pedro Cabaledo, atracado en el muelle de su casa. Mediante la magia, su hijo Bieito Dubidoso, de nueve años, consigue que los guerreros huyan despavoridos. A raíz de esto, su fama traspasa los muros de la casa, conoce a Destreza, su inseparable compañera, y se gana la admiración de los vecinos. Pero el obispo Juan, dueño y señor de la ciudad, no le perdonará que lo haya hecho pasar por un cobarde delante de sus vasallos.


Y mañana, en la segunda parte:
Los chicos del puerto, de Alberto Morais.
Retornados, de Manuel Carballo.
¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo.
La por (El miedo), de Jordi Cadena.
Diamantes negros, de Miguel Alcantud.
Viral, de Lucas Figueroa.

jueves, 31 de octubre de 2013

Ya se conoce el cartel definitivo de "Tres bodas de más".


A falta de un mes de su llegada oficial a las salas, una de las que podría convertirse con facilidad en la Comedia del Año ya presume de cartel definitivo y de tráiler final. Hablamos, claro está, de Tres bodas de más, la nueva película de Javier Ruiz Caldera, director de indispensables cantos al humor grueso, gamberro y soez, como fueron Spanish Movie (2009) y Promoción fantasma (2012). Ahora regresa con el punto de mira clavado en la taquilla, para ello nada mejor que un póster que deja claro el gamberrismo tonal de la propuesta y pretende hacer caja tirando del gancho comercial de los populares, guapos y carismáticos rostros de sus protagonistas, entre los que nos congratula encontrar el de la estupenda María Botto.


Tres bodas de más ofrecerá además el aliciente de disfrutar de una desalmada vis cómica por parte de la actriz Inma Cuesta, presente ya en muchas quinielas a los Premios Goya por esta película. Secundada además de por Botto, por el omnipresente en las pantallas españolas de este año Quim Gutiérrez, en el reparto también destacan Paco León, Rossy De Palma, Martiño Rivas, la revelación Bárbara Santa Cruz y los debuts cinematográficos del humorista Berto Romero y de la modelo Laura Sánchez, además de la colaboración de Joaquín Reyes y Sílvia Abril.


Seleccionada para competir en la Sección Oficial del próximo Festival de Cine Europeo de Sevilla, que se celebrará del 8 al 16 de noviembre, Tres bodas de más está participada por Atresmedia Cine, con guión de Breixo Corral y Pablo Alen, y nos contará el suplicio de Ruth, una joven investigadora de una universidad, que asiste a las sucesivas bodas de sus ex, de los que fueron sus "hombres de su vida", sin que ella consiga encontrar a su media naranja. ¿Hay algo peor que tu ex novio se case con otra y te invite a su boda? Sí, que te pase tres veces en un mes, no saber decir que no, y que el único al que consigas convencer para que te acompañe sea tu nuevo becario. Un alérgico al compromiso (Romero), un surfista pasado de rosca (León) y un transexual convertido en pibón (Sánchez)... Tres ex novios para tres bodas. Un cóctel explosivo para Ruth, que tendrá que enfrentarse a su pasado y decidir con quién quiere compartir su futuro.
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"Con los ojos cerrados" para asistir a un fin del mundo diferente.

¡¡¡Ya es viernes!!! Bueno, no, es jueves, pero como si lo fuera porque hoy da comienzo uno de los puentes más esperados por la mayoría, razón por la que los estrenos de la semana se adelantan un día y llegan a las salas algunas novedades más que esperadas. Así que, confiemos en que todos aquellos que vayáis a disfrutar de tan merecidos y gratos días de descanso, los aprovechéis para hacer cola y pasar por la taquilla de algún cine. Y si, para rizar el rizo, lo hacéis para ver algún título nacional, mejor que mejor. Propuestas para todos los gustos las hay en las marquesinas y películas buenas también, y si no echar un vistazo a los dos títulos españoles que inician hoy su carrera comercial.

La peli del finde.


Presentada con enorme éxito de crítica en la pasada edición del Festival de San Sebastián, se estrena por fin Vivir es fácil con los ojos cerrados, la esperadísima sexta película de ficción de David Trueba. Road movie de carácter nostálgico, la cinta nos cuenta como Antonio, un profesor que utiliza las canciones de The Beatles para enseñar inglés en la España de 1966, cuando se entera de que su ídolo John Lennon está en Almería rodando una película, decide viajar hasta allí para conocerle. En su ruta recoge a Juanjo, un chico de 16 años que se ha fugado de casa, y a Belén, una joven de 21 que aparenta estar también escapando de algo. Rodada este mismo año y terminada a toda prisa para ser incluida dentro de la selección de títulos presentes en San Sebastián, Vivir es fácil con los ojos cerrados se ha ganado a pulso el ser considerada uno de los títulos clave del año, con toda la rumorología que esto conlleva de cara a los próximos Premios Goya.

Sobre todo, por el trabajo protagonista de Javier Cámara, al que le han llovido los elogios desde todos los frentes y que, no sólo sonó muy fuerte para ganar el premio de interpretación masculina en Zinemaldia, sino que además comparte el liderazgo con el Antonio de la Torre de Caníbal en la carrera al Goya al mejor actor de este año. A su lado, el joven Francesc Colomer (Goya revelación en 2010 por Pa negre) y Natalia de Molina, actriz de amplia formación que está llamada a ser la gran revelación de la película. Con papeles secundarios para Ramón Fontserè, Ariadna Gil y Jorge Sanz, Vivir es fácil con los ojos cerrados sale al mercado con nada menos que 140 copias, cortesía de su distribuidora Universal, que difieren (y mucho) de las escasas nueve que se distribuyeron en su día de la anterior y fundamental película del director, Madrid 1987 (2011) y es que ésta ha logrado lo que hasta la fecha ningún título nacional había conseguido de manera tan limpia y honesta: poner de acuerdo a toda la prensa especializada, sin excepciones.


Luis Martínez, en su crónica de San Sebatián para El Mundo, escribió: "Trueba, y ahí el mérito de la cinta, reconstruye sin el más mínimo pudor, sin coartadas académicas y, lo más importante, con total precisión, lo que queda cuando ya se ha olvidado todo". Carlos Boyero, en El País: "esta historia con desarrollo peligroso, que se prestaba al edulcoramiento, la anécdota alargada, la poetización simplista, la conclusión de que en el fondo todo el mundo es bueno, está contada por David Trueba con arte, sutileza, emoción y gracia. Están en ella el estilo, la capacidad de observación, el humor agridulce, la fluidez descriptiva, el lirismo, la ternura y la complejidad sentimental"; teniendo palabras incluso para el protagonista: "No suelo conectar con Javier Cámara, es un actor que casi siempre me resulta amanerado, de una cargante intensidad emocional, redicho, falsamente natural, especializado en caídas de ojos. Aquí me parece que hace un trabajo espléndido, a los cinco minutos me he olvidado de que me cae mal, me resulta espontáneo, gracioso y brillante". Ricardo Aldarondo, en Fotogramas, añade: "sostiene con decisión esa voluntad de hacer una película con su trasfondo de amargura y frustración, pero bañada por una luminosidad en las imágenes y una inocencia y llaneza en los personajes. Y, para finalizar, Javier Cortijo, en Cinemanía, remata: "casi todo es creíble, auténtico, soñador, honesto y franco en este notable filme".

El fin del mundo sin un duro.


Por fin aterriza también en las salas el meteorito, de diámetro tres veces Zaragoza, culpable de la existencia de una película como Al final todos mueren, curioso proyecto que retoma los, en un tiempo, tan socorridos filmes de sketches para la cinematografía patria. En este caso, se trata de cuatro episodios, dirigidos por cuatro directores emergentes cada uno (Javier Botet, David Galán Galindo, Roberto Pérez Toledo y Pablo Vara), que versan sobre cuatro formas distintas de afrontar el fin del mundo, apadrinados todos ellos por Javier Fesser, encargado de dirigir el prólogo y el epílogo correspondiente. Presentada con entusiasmo en el pasado Festival de Málaga. Cine Español, dentro de la sección paralela Zonazine, Al final todos mueren es una cinta de bajo coste y más bajas pretensiones, que apuesta por contarnos la sempiterna historia que tantas y rimbombantes veces ya nos han contado (sobre todo, desde el cine americano), a través de una óptica diferente y, a todas luces, más interesante que ve la luz con sólo 39 copias.

Con un abultado plantel de actores, en cuyo reparto destacan los más conocidos Manuela Vellés, Macarena Gómez, Miguel Ángel Muñoz, el mismo Botet y los televisivos Andrea Duro y Alejandro Albarracín, el filme cuenta con alabados trabajos por parte de intérpretes menos conocidos a los que convendría no perder la pista desde ahora: Elisa Mouilaá, Juan Blanco, Laura Díaz o Ismael Fritschi. A pesar de pertenecer a un tipo de películas que, por lo general, no gozan de excesiva buena prensa, Al final todos mueren ha logrado convencer a la crítica, de manera algo más templada en la rama, digamos, más profesional, como el caso de Pere Vall en Fotogramas, ("en Al final todos mueren se mezclan, además de géneros, diferentes grados de profesionalidad y experiencia, y se nota a la legua, pero esto no impide que el producto final se recuerde más por sus logros (que los tiene)") y verdaderamente encendida en el círculo de blogs y webs especializadas, como el caso de Zona Negativa ("un pelín inconexa por la elección formal, sí, pero brutalmente honesta en premisa, hasta la médula. Hablar de Al final todos mueren es hablar de cine, pero de ese cine de verdad, del que nace por necesidad y no por mercadotecnia"), El Séptimo Arte ("una cinta que a pesar de su cantidad de altibajos e irregularidades consigue, con éxito, demostrar que la falta de medios técnicos a veces se puede remontar con grandes ideas") o Vavel ("tiene un estilo visual bastante cohesionado y todas las historias funcionan correcta e independientemente unas de otras. El punto más positivo que ofrecen es precisamente la diferencia: todas ofrecen algo distinto y consiguen su objetivo. Es decir, divertir y emocionar. Buenos diálogos, situaciones sorprendentes e interpretaciones ajustadas con las que es fácil empatizar").


Lo dicho, amigos, tenemos por delante tres lustrosos días llenos de tiempo libre (quien lo tenga, claro) y resultaría fatídico que no dedicáramos un poco tiempo a sentarnos en una sala oscura. Sinceramente, pienso que merece la pena.

¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!! ¡¡Y Feliz Halloween o, para los costumbristas, Feliz Día de Todos los Santos!!

miércoles, 30 de octubre de 2013

Se estrena el tráiler de "10.000 noches en ninguna parte", lo nuevo de Ramón Salazar.


Justo ayer se hacía público el tráiler de 10.000 noches en ninguna parte, película que supone el regreso a la dirección del malagueño Ramón Salazar. Tras un debut prometedor, con Piedras (2002), considerada por un determinado espectro de los cinéfilos casi como una película de culto, y un segundo largo ambicioso pero fallido, 20 centímetros (2005), Salazar retoma el timón del que, se prevee, podría ser uno de los títulos del presente curso cinematográfico, ya casi a punto de clausurar, tras sus labores como guionista de las adaptaciones de las novelas de Federico Moccia Tres metros sobre el cielo (2010) y Tengo ganas de ti (2012), ambas de Fernando González Molina.


Seleccionado para competir por el Giraldillo de Oro en la próxima edición del Festival de Sevilla, que se celebrará del 8 al 16 de noviembre, 10.000 noches en ninguna parte se trata de: "un film que salta sin red, destinado a ser de culto, extrañamente sublime e hipnótico" donde "un joven de desconcertante ingenuidad vive tres vidas paralelas (¿quizás un limbo?). Una, gris y monótona, marcada por una madre que podría ser una Margot Tenenbaum decrépita y alcohólica. Otra, un romance en París con una especie de Amélie bizarra y fuera de lugar. Y la tercera, con un trío en el piso berlinés de una pintora que podría salir en un reportaje sobre nuevas relaciones sexuales de la Vice. El tiempo/espacio retorcido de Gondry, filmado a la Malick". Según el texto de presentación de la película recogido en la web del mencionado festival.


Para la ocasión, Salazar le otorga el protagonismo a Andrés Gertrúdix, para quien éste podría suponer el papel decisivo en su consagración cinematográfica, tras una larga trayectoria con mayoría de papeles secundarios en su haber; y vuelve a contar con el concurso de dos de sus actrices fetiche, Lola Dueñas y Najwa Nimri, ésta además se ocupa de la banda sonora junto a Iván Valdés. Junto a ellos, papeles destacados para Susi Sánchez, Andrés Lima, Rut Santamaría, Beatriz Ortega, Paula Medina y Manuel Castillo. El tráiler, que desborda atmósfera y estética, nos invita a albergar serias esperanzas de hallarnos ante una nueva joya del Cine Español.

martes, 29 de octubre de 2013

Un esplendoroso piano sin nada en su interior.


Contar la sinopsis de Grand Piano, tercer largometraje de Eugenio Mira, es contarlo ya todo de su trama, porque lo que viene a ser la premisa de la función termina revelándose como el "todo" de una película que posee en su entramado argumental el gran fallo que acaba por arruinar un idea de base, en verdad, altamente sugestiva. Que el guionista Damien Chazelle pretenda construir una historia de suspense a partir de una situación tan inverosímil como la planteada en Grand Piano no deja de tener su gracia, pero que el desarrollo de esa idea se vea decorado por una colección de acciones y sucesos tan rebuscados, de remota credibilidad, no consigue otra cosa que echar por tierra las posibilidades de la idea matriz, reduciendo todo el conjunto a una sucesión de absurdos giros argumentales, de guión, con el denominador común de menguar la pretensión de sorpresa intrínseca al género thriller.


De este modo, Grand Piano naufraga en su intención primera, la de conferir elementos de intriga a una situación impredecible, logrando que el espectador se desentienda por completo de unos personajes, para más inri, pobremente dibujados, todos ellos estereotipos de un género bien distinto como es el terror; por lo que tanto la presencia en escena del amigo buenazo que es el primero en caer o de la rubia tonta que no sabe donde se ha metido, genera confusión de géneros e resta puntos cruciales a la edificación de la consabida intriga, algo que, además, sucede fatalmente casi al inicio. Suprimido el interés por lo que pueda acontecerle al atribulado protagonista, un pianista de talento mundialmente reconocido (Elijah Wood, ajustado, llevando muy bien el peso de la película), amenazado de muerte durante el concierto de su reaparición cinco años después de haberse retirado tras un fracaso artístico; al humilde espectador no le queda otra que deleitarse con la deslumbrante puesta en escena de Grand Piano.


Y, en esto, se obtiene un gran disfrute. Porque si algo evita que podamos hablar de Grand Piano como de una mala película (en todos los sentidos) es la fascinante factura técnica con la que su director demuestra el oficio que posee, a la par que deja entrever no poca cinefilia, lo que siempre es de agradecer. Tal y como se ha repetido hasta la saciedad desde que inaugurara el pasado Festival de Sitges, Grand Piano transporta ecos del mejor Brian De Palma, incluso de Dario Argento, pero sobre todo huele a Alfred Hitchcock y no sólo porque toda la película se sustente en un consabido macguffin que el genio británico tan bien supo practicar, sino porque, al igual que ocurre en la obra del maestro del suspense, en ésta brillan con luz propia soluciones de puesta en escena realmente prodigiosas, con una inspiradísima planificación, a través de una cámara que, literalmente, vuela a lo largo de prácticamente toda la función. O una bellísima música diegética que acompasa maravillosamente el discurrir de una trama que, de no ser por la música, pasaría prácticamente inadvertida.


Elegante, evocadora y fascinante, toda la parafernalia empleada por Mira para poner en imágenes este increíble macguffin alargado hasta el paroxismo, sirve para mantener los ojos del espectador bien abiertos, ensimismado en la belleza casi plástica de muchos planos e hipnotizado por un montaje que, como la cámara, siempre está en continuo movimiento. No es algo que sea negativo en sí, pero en el caso que nos ocupa, todo resulta contraproducente a la generación de la tan anhelada intriga, pues distraen al respetable sin que haya nada verdaderamente sustancioso y remarcable aconteciendo bajo tan llamativa envoltura. Al final, terminamos pensando que dentro de Grand Piano existen dos cintas antitéticas condenadas a entenderse: por un lado, la de un guión imperfecto y mal acabado, que hubiera necesitado de una puesta en escena algo más humilde y sencilla para lograr el alcance perturbador deseado; y otra, la de una magnífica y deslumbrante peripecia visual, de un empaque técnico apabullante, que precisaba de un guión realmente redondo y original para no terminar condenada al olvido.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Música Original: Víctor Reyes.
- Mejor Dirección de Fotografía: Unax Mendía.
- Mejor Dirección Artística: Javier Alvariño.
- Mejor Diseño de Vestuario: Patricia Monné.
- Mejor Maquillaje y/o Peluquería: Ana López Puigcerver y Belén López Puigcerver.
- Mejor Montaje: Jose Luis Romeu.
- Mejor Sonido: Francisco Elías Toro Ramírez y Albert Manera.
- Mejores Efectos Especiales: Javier Jal y Marcos Sagasta.

lunes, 28 de octubre de 2013

"Todos queremos lo mejor para ella" porque es una de las mejores películas del año.


Con un trabajo presentación tan respetable como fue Tres dies amb la família (Tres días con la familia) (2009), Mar Coll no las tenía todas consigo para su siguiente paso tras las cámaras: la presión podía ser alta y las expectativas mucho más. No obstante, a tenor de lo hecho con Tots volem el millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella), la joven directora catalana puede dormir tranquila. No solo porque ha firmado una pieza cinematográfica de exquisita y espléndida construcción, sino porque además ha logrado lo que muchos otros jóvenes directores no consiguen con su segunda obra: fomentar, ahondar, en definitiva, patentar las bases de un estilo propio, colmado de referencias (obviamente, y a cada cual más sugerente), pero de una integridad y honestidad inauditas en otros aventurados cineastas recién llegados, manteniendo de forma completamente rigurosa una fidelidad consigo misma, con las reflexiones que quiere generar con sus imágenes y con la forma en que estas traspasen la pantalla. Si no fuera porque aún resulta precipitado, podríamos comenzar a referirnos a Mar Coll en términos de autora y no tanto de realizadora.


Como en su ópera prima, en Todos queremos lo mejor para ella Coll vuelve a fijar su mirada en el seno de una familia disfuncional dentro de la acomodada burguesía catalana para, a través de la perspectiva de uno de sus miembros, desentrañar ante el espectador la precariedad emocional, la ambivalencia afectiva y, sobre todo, la mascarada despreocupada tras la que todos ellos se esconden. Con mayor sutileza que en la anterior, Mar Coll y su coguionista habitual, Valentina Viso, han rebajado el tono analítico de Tres días con la familia y, en una opción que las honra, han optado por escribir una historia en la que cada personaje posee aire a su alrededor para exponerse, donde ninguno de ellos se halla constringido ni por la acción ni mucho menos por un discurso que brilla por su ausencia. Y este es uno de los grandes aciertos del inteligentísimo guión de la película, que el texto jamás tomará partido por ninguno de los polos expuestos alrededor del personaje central y, gracias a esto, tampoco el espectador se verá obligado a posicionarse ni a favor ni en contra. Lo único que se pretende es el, por otro lado, doloroso ejercicio de observación sobre el comportamiento de una mujer que trata de dilucidar qué lugar ocupa en la pequeña parcela del mundo en la que le ha tocado vivir, mientras intenta superar el duro golpe que significó un (casi) accidente mortal un año antes y cuyas secuelas (físicas, pero también psíquicas y emocionales) aún colean en su universo.


Para ello, Coll pega su cámara a la nuca de su protagonista y, a través de una planificación invisible, que rezuma elegancia y buen gusto en cada encuadre, en cada leve movimiento, nos estampa la experiencia vital de una mujer que se halla completamente fuera de lugar, sobrepasada por la impotencia de no encontrar el punto de rotura a partir del cual todo comenzó a desquebrajarse. En esto, resulta vital el trabajo de su actriz, una Nora Navas en absoluto estado de gracia, sobre la que la directora hace recaer todo el peso de una película que, ciertamente, no sería lo mismo sin ella. Ya en la primera secuencia, con su cojera perfecta y el tartamudeo oportuno, la intérprete nos bosqueja un aplicado y preciso retrato de su personaje, que a lo largo de los siguientes minutos logrará desarrollar y desplegar ante la cámara con absoluta libertad, haciendo fácil lo difícil, logrando que las rarezas de su comportamiento nazcan y se expongan ante nosotros con pasmosa naturalidad, no siendo capaces en ningún momento de advertir de qué mecanismos o de qué métodos surge tal prodigio interpretativo, llegando incluso a brindarnos de manera magistral la exposición escrupulosa, medida y esmerada del desconcierto que embarga a su personaje, no por nada El desconcierto era el título que manejaba la película durante su rodaje. Es tan sublime el grado de perfección alcanzado por la actriz, que incluso hay momentos del filme en el que el cambio de registro ambiental, del drama a la comedia o viceversa (pues la cinta coquetea con ambos por igual), lo marca el propio trabajo de Nora Navas.


Es ella la que, principalmente, nos conduce por la vía emocional a lo largo de una puesta en escena que, a pesar de su acertada concepción formal, jamás se caldea por dentro, dando como resultado una película quizás algo más fría de lo que hubiera sido necesario. Menos mal que el pertinaz y brillante empleo de la música extradiegética logra rebajar notablemente el grado de amargura y tragedia interior que llegan a alcanzar las imágenes por momentos. Por último, pero no menos importante, cabe hablar de la labor del resto del elenco que secundan (y de qué manera) el modélico empeño de la protagonista. Clara Segura exhibe su talento sin complejos, llegando incluso a resultar deseable tras esa apariencia de madre de familia distendida; Àgata Roca pone en evidencia el desperdicio cinematográfico al que se encuentra sometida, dada la agudísima y soterrada vis cómica con la que afronta la práctica totalidad de su participación en la piel de esa neurótica hermana; Pau Durà consigue que el espectador comprenda e, incluso, comparta la posición de su personaje, a través de un cuidado humanismo y no poca ternura, así como también se atreve a exponer el miedo a afrontar cambios que se desmarquen de lo establecido que padece su rol y que degenerará en una incómoda violencia temperamental. Finalmente, Valeria Bertuccelli, desde una práctica y cómoda sencillez, arroja luz al cómputo global del filme, erigiéndose con su desinhibida y cálida creación en el bálsamo equivocadamente utópico de la protagonista. En suma, una colección de virtudes que convierten a Todos queremos lo mejor para ella en uno de los títulos clave del año en el cine español y erige a su creadora en una de las más destacadas figuras creativas del relevo generacional que está viviendo nuestra cinematografía.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
- Mejor Película.
- Mejor Dirección: Mar Coll.
- Mejor Guión Original: Mar Coll y Valentina Viso.
- Mejor Actriz: Nora Navas.
- Mejor Actor Secundario: Pau Durà.
- Mejor Actriz Secundaria: Valeria Bertuccelli.
- Mejor Actriz Secundaria: Àgata Roca.
- Mejor Actriz Secundaria: Clara Segura.
- Mejor Música Original: Maik Maier.
- Mejor Dirección de Fotografía: Neus Ollé-Soronellas.
- Mejor Dirección Artística: Xènia Besora.
- Mejor Montaje: Aina Calleja.