jueves, 24 de octubre de 2013

Todos queremos lo mejor para Nora Navas.


Cuando hace tres años se anunció el nombre de la ganadora de la Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival de San Sebastián, muchos de nosotros, no habitantes en territorio catalán, pensamos que Nora Navas era uno de esos casos de actrices cuyo descubrimiento para el cine se produce relativamente tarde. Y no andábamos equivocados, lo que no sabíamos era que la actriz poseía una fecunda trayectoria ante las cámaras labrada principalmente para la televisión autonómica de su comunidad autónoma. Ahora, regresa a las pantallas liderando el reparto de una de las que, parece, está llamada a ser película del año en el Cine Español, Tots volem il millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella), segundo largometraje de la más que prometedora directora catalana Mar Coll. Lejos de toda duda, a Nora Navas le ha llegado el momento de convertirse en una estrella también en la gran pantalla.

Con Aitor Merino en el programa Más o menos multiplicado o dividido.

De padre arquitecto y madre interiorista, Nora Navas siempre sintió la vocación dramática pugnando en su interior desde muy joven, por lo que se formó en danza clásica y jazz siendo todavía una niña, haciendo pronto su debut como conductora del programa infantil de Canal + Más o menos multiplicado o dividido, al que estuvo ligada profesionalmente desde 1996 hasta 1999. Durante ese tiempo, comenzó a formarse también sobre las tablas en el campo del teatro independiente o de pequeño formato. Su debut cinematográfico propiamente dicho se registra en Un banco en el parque (1999), de Agustí Vila, con un cometido francamente diminuto. Muy al contrario, su labor para la pequeña pantalla se dispara con el cambio de siglo y encadena trabajos destacados en series reputadas de la televisión catalana como Crims (2000), Ventdelplà (2005), Porca misèria (2005-2006) y El cor de la ciutat (2006-2007).

Pa negre (2010).

Cualquiera (2003), voluntarista aunque reiterativa ópera prima debida a David Marqués, le brindó su segundo papel para el cine, ahora ya incorporando el principal papel femenino de la función, aunque su presencia la limitara simplemente a ejercer de "la chica de la peli". Por el contrario, para el cine de alcance directamente popular, la Navas tuvo que seguir conformándose con roles episódicos y de fugaz peso en la trama, como sucedía en su tercera película Las vidas de Celia (2006), denso y respetable thriller social de Antonio Chavarrías, protagonizado por Luis TosarNajwa Nimri, Daniel Giménez Cacho y Álex Casanovas. O también en la siguiente, el drama romántico Lo bueno de llorar (2007), de Matías Bize, de ritmo aletargado y llena de silencios, protagonizada por Àlex Brendemühl y Vicenta N'dongo.


No parecía llegarle el momento de dar consistencia a su carrera cinematográfica cuando, con los 35 años cumplidos, llegó el personaje de Florencia, una madre azotada por la Guerra Civil en Pa negre (Pan negro) (2010), de Agustí Villaronga, personaje claramente secundario a la labor de los niños protagonistas de la función, pero que se erige desde su misma aparición en el bálsamo hondo y tierno para la truculenta historia que se sucede a través de las impresionantes imágenes de la película. En una actuación brillante, Nora Navas se hizo casi sin proponérselo con toda la función, ganando muy merecidamente no sólo aquella Concha de Plata a la mejor actriz a la que aludíamos más arriba, sino también el Premio Forqué a la mejor actriz del año (compartido ex-aequo con Emma Suárez), el Premio Gaudí de la Academia del Cine Catalán y el codiciado Goya, que sacaba definitivamente del anonimato artístico a la depurada y modélica intérprete.

Miel de naranjas (2012).

Tras dos años de tanteo, invertidos en nuevos trabajos para la televisión en algunas tv-movies, la actriz volvió al cine de la mano de Chavarrías, que la volvió a reclutar para un empeño secundario en el thriller Dictado; y de Imanol Uribe, que le regaló un breve pero significativo papel en su drama histórico Miel de naranjas (2012). Ahora vuelve con su primer papel netamente protagonista en Tots volem il millor per a ella (Todos queremos lo mejor para ella), título del todo profético acerca de las esperanzas depositadas por cualquier cinéfilo con algo de sensibilidad: y es que el talento y la solidez interpretativas demostrados por Nora Navas en sus pocos empeños cinematográficos dan fe de un triste desaprovechamiento artístico por parte de la industria, donde la actriz debería heredar limpiamente el puesto de honor que quedó vacante tras la deserción de Adriana Ozores de la pantalla grande. La cinta de Mar Coll muy probablemente la vuelva a incluir entre las finalistas al Goya a la mejor actriz de este año, nominación que podría repetir el año que viene gracias al drama social Tres mentiras, de Ana Murugarren, en el que la actriz dará vida a una mujer que trata de averiguar la verdad sobre unos casos de bebés robados, siendo ella uno de ellos. Ojalá no nos equivoquemos y podamos decir pronto que "ha nacido una estrella", de momento "todos queremos lo mejor para ella".

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