viernes, 10 de mayo de 2013

"La mula" de Mario Casas ya camina por la cartelera.

¡¡Ya es viernes!! Después unos largos, larguísimos diez días sin movimientos en las carteleras vuelven las novedades a traer aires frescos al ensimismado panorama actual. Hoy es día de estrenos, algunos francamente especiales, lo que no quiere decir que se prevea un gran taquillazo a la vista, más bien al contrario. Así que, no nos vamos a andar por las ramas y entramos de lleno en la materia.

La(s) peli(s) del finde.


Con nada menos que 120 copias en circulación, Wanda saca este viernes a la luz la esperadísima La mula, a la que (por fin) han dejado de disputársela en los tribunales, de hacer sangre sobre lo aparatoso de su rodaje y de sus problemas financieros. Está claro que nosotros queríamos ver ya, sea como fuere, la película, aunque luego todos estos inconvenientes repercutan en nuestra valoración final de un título que llega a las salas sin la firma de su principal responsable, el británico Michael Radford, que abandonó el rodaje casi al final del mismo, siendo sustituido por un director cuyo nombre nadie ha querido desvelarnos. Es esto, precisamente, lo que le ocurre a Beatriz Martínez a la hora de enfrentarse a su artículo crítico sobre la película en el presente Nº433 de la revista Dirigido por...: "¿Cómo valorar pues una película de cuyas imágenes no parece querer hacerse responsable nadie? ¿Cómo no sentir desasosiego y extrañeza en los títulos de crédito cuando el director aparece como Anónimo?". A su paso por el reciente Festival de Málaga, la película dejó impresiones encontradas y es que, parece, se hace demasiado patente la ausencia de Radford en algunos momentos, sobre todo, por la no supervisión del director de un montaje final que, parece, dista mucho de lo que él tenía pensado. Aún así, o precisamente por todo esto, la expectación ante su llegada a las salas es máxima y La mula se prevé éxito de público, para lo que además cuenta con el concurso en su reparto de un nutrido elenco de estrellas made in Spain, con el infalible gancho comercial que supone el protagonismo de Mario Casas, además premiado en Málaga por este trabajo, bien arropado por María Valverde, Secun de la Rosa, Jesús Carroza, Eduardo Velasco, Luis Callejo o Daniel Grao; todos ellos tratando de dar cordura a una propuesta ambientada en la Guerra Civil pero contada como tan pocas veces antes (por desgracia) nos lo han hecho: a través del tono conciliador y humanizador de la comedia.


El otro título nacional que se asoma este fin de semana a las marquesinas tiene pocas opciones de llamar la atención ante la competencia furiosa que supone lidiar con productos que poseen grandes posibilidades en circuitos muy concretos y limitados. Lo más probable es que Mussolini va a morir, lo nuevo de Rafael Gordon, basada en la obra de teatro homónima, pase desapercibida por las salas cinematográficas nacionales. Estamos frente a un drama histórico que narra las últimas horas que en 1945 pasaron juntos el dictador Mussolini y su amante Chiaretta Petacci antes de ser fusilados y colgados públicamente, hasta aquí todo muy bien, salvo que la película está narrada bajo los modus operandi del personalísimo director, que nos presenta una puesta en escena de inspiración fuertemente teatral para servirnos este diálogo entre un personaje histórico francamente fascinante y la mujer que pasó con él sus últimas horas de vida, a través de dos únicos intérpretes desconocidos para el gran público, como son Miguel Torres y Julia Quintana.

¿Bienvenido, Mr. Marshall?


Este viernes, para llevarnos un poco la contraria, Hollywood nos ofrece un poco de todo. Aunque, siendo mucho más específicos, habría que señalar que ellos, en sí mismos, nos ofrecen lo mismo de siempre. Lo que pasa es que han logrado reclutar para su industria a uno de los más interesantes y brillantes cineastas orientales del presente cinematográfico y, claro, es obvio resaltar que Stoker es, de lejos, el estreno más sugestivo de la semana. De todos modos, no hay que llamarse a engaño, Hollywood no ha abducido el talento de Park Chan-wook, sino que, más bien, el realizador, llevado por su ambiciosa sed de explorar nuevas vías cinematográficas, ha sabido aprovechar la coyuntura y lanzarse a ampliar territorios donde poder seguir manifestando esa potente y demoledora, aunque siempre bella por encima de todo, concepción visual suya. Stoker cuenta, a su salida a las salas, con el factor que supone el estar dirigida por un director que  posee un entregado público que le es fiel y aunque supone un film difícil, cuenta con muchos elementos fuertes para una audiencia más masiva, como el trío de estrellas protagonistas: una cada vez más consolidada Mia Wasikowska, un inquietante Matthew Goode y una Nicole Kidman, aferrándose ya a sólidos personajes secundarios en lo que se aventura su decadencia artística. Aunque los responsables de su distribución saben a la perfección que no manejan un producto convencional, de ahí su limitado estreno en Estados Unidos y sus pobres cifras finales, en España, donde se ocupa de esta tarea Fox, es de esperar que lo haga con una presencia en torno a los 80 cines. No está nada mal para un título que puede quedarse fácilmente en minoritario, pues el público no ha respondido convenientemente en USA, aunque la crítica se ha mostrado, por lo general, bastante entusiasta, como corroboran los artículos publicados en la británcia Empire o en el Chicago Sun-Times.


Por lo demás, Hollywood tiene el gusto de ofrecernos este fin de semana otro blockbuster dedicado a arrasar la taquilla. Se trata de Olympus Has Fallen (Objetivo: la Casa Blanca), el nuevo ejercicio de pirotecnia visual remezclado por el experto en cine de acción Antoine Fuqua, que nos cuenta el asalto de un comando norcoreano a la Casa Blanca que toma como rehenes al Presidente y a su equipo, lo que obligará al gobierno en funciones a tomar una única solución: introducir en la residencia presidencial a un antiguo agente del Servicio Secreto para que, él solito, acabe uno por uno con todos los terroristas y libere al denostado Presidente. Y no, no está protagonizada ni por Jean Claude Van Damme ni por Chuck Norris. Creo que es lo más flagrante de este título, el que posee un colosal reparto de estrellas entregadas a la causa patriotera y heróica, en el sentido más norteamericano del término, como son Gerard Butler, Aaron Eckhart, Morgan Freeman, Dylan McDermott, Ashley Judd, Radha Mitchell, Melissa Leo o una recuperada para el cine palomitero Angela Bassett. Nueva muestra de cómo el cine yanqui bucea de nuevo en la paranoia y el miedo a ser atacados dentro de nuestras propias fronteras, Objetivo: la Casa Blanca juega a ganar proponiendo un enorme espectáculo repleto de efectos especiales que no ha convencido en modo alguno a la crítica, como leemos en el New Yorker, el New York Post o el Wall Street Journal. Como suele ser habitual en este tipo de productos, la respuesta del público ha sido invariablemente contraria, recaudando en Estados Unidos unos excelentes 72,9 millones de € desde su estreno. 

El último título anglosajón que llega este fin de semana a las salas es The Imposter (El impostor), de Bart Layton, especie de documental cuya sinopsis es la siguiente: En junio de 1994, Nicholas Barclay, un niño tejano de 13 años, desapareció sin dejar rastro. Tres años después, se reciben noticias sorprendentes sobre el caso: el chico, que ha sido hallado en España, afirma que ha sido torturado por sus secuestradores. Tras la inicial alegría de la familia al recuperarlo, se plantea un problema inexplicable: ¿cómo es posible que el hijo rubio de los Barclay sea ahora moreno? La película ha ido obteniendo un enorme prestigio a través del circuito de festivales por donde ha ido viéndose y ha sabido enganchar público a su paso por las salas estadounidenses y británicas, países en los que ha encandilado a la prensa especializada, como demuestran las críticas recogidas en The Washington Post, en The New York Times o en The Hollywood Reporter. No habrá, por tanto, que dejar escapar este propuesta, distribuida en nuestro país por una gran conocedora de este tipo de productos, Avalon, contada, parece ser, a modo de thriller y con un final sorprendente.

Rebelde (War Witch), de Kim Nguyen, fue el film canadiense nominado al Oscar este año a la mejor película de habla no inglesa y que se estrena, ahora, en nuestro país de la mano de Good Films, después de su buen éxito en Estados Unidos. La película está contada a través de la voz y los ojos de Komana, una niña de catorce años, que le cuenta al hijo que crece dentro de ella la historia de su vida durante la guerra. Todo empezó cuando, a los doce años, fue secuestrada por el ejército rebelde y convertida en niña soldado. Dotada de un lirismo pavoroso y mostrando la violencia africana sin amarillismos de ninguna clase, Rebelde se descubre en una interesante propuesta, arriesgada y comprometida, para este fin de semana. Una película que, como es norma en todas las finalistas al Oscar en su categoría, ha puesto de acuerdo a toda la prensa de manera bastante positiva, como leemos en USA Today o en Los Angeles Times.

El último de los estrenos de la semana nos llega desde Italia y también se trata de una película dura, contada en estilo casi documental. Hablamos de Díaz: Non pulire questo sangue (Díaz: no limpiéis esta sangre) (2012), dirigida por Daniele Vicari, Una película basada en los hechos ocurridos en 2001, en Génova, durante la conferencia del G8. Aunque la ciudad se había blindado para recibir a los dirigentes de las potencias mundiales, un grupo de activistas, la mayoría estudiantes, se encerraron en la escuela Díaz y fueron desalojados brutalmente por la policía. Según denunció Amnistía Internacional, en Génova tuvo lugar la violación de los derechos humanos más grave desde la II Guerra Mundial (1939-1945). Jordi Costa, en su pertinente crítica en El País acusa a Vicari de poner en pie un "acercamiento sensacionalista, coral y lastrado por los trazos gruesos de la peor propaganda a la brutal represión policial". Puede estar en lo cierto Costa, pero también no lo es menos el que estamos ante una película del todo pertinente y muy necesaria debido a la crispación social que vivimos en la actualidad, reflejo de la valentía de una cinematografía de la que la española podría y debería tomar ejemplo rápido, al menos para comenzar a abordar temáticas y conflictos que afecten a la cúpula de poder imperante en nuestro país y al momento social que se vive en las calles.

Sin más, me despido hasta la semana que viene, recordándoos la urgente necesidad de que acudáis al cine más cercano (si es en Versión Original Subtitulada, mejor) y paséis por la taquilla (si es para ver Cine Español, mejor, si no, también me vale), que la cosa está muy mal, que el precio de las entradas anda por las nubes (yo lo sufro en mis carnes), pero que merece la pena recuperar una forma de ocio, casi un ritual, que de seguir así vamos a terminar perdiendo irremisiblemente.

¡¡¡Un saludos, Sinvergüenzas!!!

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