miércoles, 8 de mayo de 2013

Carlos Bardem se afianza como el primero en nuestra quiniela a los Goya 2014.


A pesar de la poco afortunada carrera comercial de Alacrán enamorado, Carlos Bardem puede sentirse satisfecho, pues a la más que decente dignidad global de la película hay que sumar su trabajo interpretativo, que le ha colocado como el líder de nuestra primera quiniela oficial a los Premios Goya 2014 en la categoría al mejor actor secundario. Tomando esto como excusa, repasamos la filmografía como actor de este guionista y escritor, perteneciente a una de las sagas familiares más importantes del mundo del espectáculo en nuestro país. Licenciado en Historia por la UAM (Universidad Autónoma de Madrid), Carlos Bardem se inició en esto de la interpretación más como favor familiar, debutando como actor con un breve cometido en la generacional y disparatada comedia Más que amor, frenesí (1996), debut en la dirección de largometrajes de su primo Miguel Bardem, en labores conjuntas con el dúo formado por Alfonso Albacete y David Menkes, algo después de la eclosión artística de su hermano pequeño, Javier Bardem. A la sombra del apellido Bardem, siguió Carlos Bardem haciendo sus pinitos en el cine: otro pequeño papel en la producción protagonizada por su hermano Javier Perdita Durango (1997), debida a Álex de la Iglesia, lo mismo en el decepcionante último filme de su tío, el fundamental Juan Antonio Bardem, Resultado final (1998), tedioso drama al servicio de una incompetente Mar Flores. Tras nuevas participaciones episódicas, de carácter casi cameístico para Santiago Segura, en Torrente, el brazo tonto de la ley (1998), o Bigas Luna, en Volavérunt (1999), Bardem se reveló como un eficiente novelista al publicar su primera novela, de título "Muertes ejemplares" (1999), por la que recibió una Mención Especial del jurado del Premio Nadal de 1999.

Código natural (2000).

Puesto al servicio rápidamente del director Vicente Pérez Herrero, realizó papeles algo destacados en títulos mal recibidos por la crítica y de oscuras carreras comerciales, como Código natural (2000), Bestiario (2002), en cuyo guión también participó, y Cien maneras de acabar con el amor (2004), haciéndose con un lugar propio dentro de los repartos de algunas muestras del cine independiente del momento o, por lo menos, el más a contracorriente, como fue el caso de El desenlace (2005), de Juan Pinzás, cierre de una petulante trilogía filmada en estilo Dogma. Al mismo tiempo se hacía un hueco en la producción comercial o, dicho de otro modo, más convencional de nuestro cine como sempiterno matón, portero de discoteca o camello, debido a un más que visible encasillamiento provocado por sus aptitudes físicas. De esta guisa le vimos en La gran vida (2000), recuperable comedia de Antonio Cuadri, Juego de Luna (2001), sórdido drama de Mónica LagunaPrincesas (2005), incoherente drama social de Fernando León de Aranoa, o La bicicleta (2006), de Sigfrid Monleón, tierna y desapercibida película en la que, además de coincidir en el reparto con su madre, Pilar Bardem, lograba atrapar uno de los primeros papeles realmente lucidos de su trayectoria.

La Zona (2007).

Tras nuevos cameos en grandes producciones como Alatriste (2006), de Agustín Díaz Yanes, o Los fantasmas de Goya (2006), de Milos Forman, Carlos Bardem adquirió no poca notoriedad cinematográfica al incorporar un papel secundario en el angustioso y magnífico thriller facturado en México La Zona (2007), de Rodrigo Plá, de nuevo en un rol despreciable y sumamente áspero y violento que Bardem logró ejecutar con notoria brillantez ganándose un merecido Premio a la Revelación Masculina otorgado por la Unión de Actores. Le vimos entonces en otro papel de colaboración en Latinoamérica, en la cinta argentina La señal (2007), de Ricardo Darín y Martin Hodara, y conseguir cierto lucimiento dentro del abultado reparto de Ché: Guerrilla (2008), segunda parte del díptico montado por Steven Soderbergh sobre la figura mítica del conocido ideólogo revolucionario Ernesto Ché Guevara. Tras un nuevo cameo para Díaz Yanes en Sólo quiero caminar (2008), reincidió en la cinematografía argentina con un papel importante en El niño pez (2009), de Lucía Puenzo, antes de fraguarse un merecido puesto de honor entre los mejores trabajos interpretativos del año gracias a su encarnación del Apache en la estupenda Celda 211 (2009), de Daniel Monzón, éxito crítico-comercial en el que Carlos Bardem se extralimitaba de su firmemente encasillada imagen cinematográfica ejerciendo de narcotraficante colombiano reconvertido en hampón barriobajero dentro de la prisión protagonista, siendo justamente nominado como mejor actor secundario a los Premios del Círculo de Escritores Cinematográficos y a los Premios Goya y ganando los correspondientes premios de la Unión de Actores y de la Asociación de Cronistas del Espectáculo de Nueva York. Este indiscutible y merecido éxito del actor no sólo llegó para demostrar la autonomía artística de Bardem lejos del resto de miembros de su familia, sino que también logró hacer pasar inadvertida su presencia en Malamuerte (2009), a la postre otra pésima muestra del entusiasta sentido autoral de Vicente Pérez Herrero.

Celda 211 (2009).

Entrelobos (2010), de Gerardo Olivares, le permitió rebajar el tono de sus habituales cometidos cinematográficos y afrontar un papel menos extremista en esta loable y bienintencionada película de aventuras con mensaje ecologista. Pero desde ese momento, la filmografía de Carlos Bardem se ha nutrido principalmente de productos minoritarios, que han gozado de pésimas condiciones de distribución, rodando a caballo entre Europa y Latinoamérica. La mexicana Días de gracia (2011), de Everardo Gout, la francesa Americano (2011), de Mathieu Demy, o la española Transgression (2011), de Enric Alberich, preceden a la puesta en marcha de la adaptación de su segunda novela "Alacrán enamorado" (2009), versión actualizada de "Romeo y Julieta", ambientada en un contexto hostil y marginal, de cuyo guión cinematográfico se ocupó él mismo, en colaboración con el director Santiago A. Zannou y que le ha llevado a realizar su segundo mejor trabajo para la gran pantalla, encarnando a Carlomonte, ese boxeador fracasado redimido en entrenador aficionado a la botella que, a día de hoy, le posiciona como el más firme candidato a luchar por el futuro Goya 2014 al mejor actor de reparto. Sumaría así su segunda nominación al Goya en un año en el que también podría tener opciones como guionista y en el que, además, presenta otro trabajo de reparto en una de las que (se rumorea) pueden ser de las grandes películas del año: Diamantes negros, de Miguel Alcantud, sobre el tráfico de personas relacionado con el mundo del fútbol y que ha obtenido una recepción bastante positiva a su paso por el reciente Festival de Málaga.


A Carlos Bardem le aguardan dos proyectos biográficos de corte internacional realmente sugestivos para el futuro más próximo: el biopic de Roberto Durán, boxeador panameño, que prepara Jonathan Jakubowicz, que llevará por título Hands of Stone y le permitirá formar parte de un elenco de campanillas en el que destacan Gael García Bernal, Robert De Niro, Andy García y Óscar Jaenada; y la película sobre Carlos Gardel para la que se rumorea el fichaje protagonista del reciente ganador del Oscar Jean Dujardin, que llevará por título Gardel y dirigirá Armand Mastroianni. Mientras tanto, estaremos pendientes de si se confirman o no nuestras pesquisas sobre las posibilidades de su Carlomonte de colarlo en la final de los próximos Premios Goya.


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