sábado, 21 de diciembre de 2013

Quiniela a los Premios Goya 2014 (V): Mejor Actriz.

Con dos favoritas realmente claras desde hace meses, salidas de los festivales de San Sebastián y Valladolid, la categoría a la mejor actriz parece haberse ido clarificando en las últimas semanas, sobre todo tras conocer a las tres finalistas a los Premios Forqué, que prácticamente nos han proporcionado el nombre de la tercera nominada. Las dudas sobre quién ocupará la cuarta plaza siguen en el aire, sobre todo después de producirse un empate en las votaciones a los Premios Feroz y resultar finalmente seis y no cinco candidatas en el apartado a la mejor actriz principal.

1. Marián Álvarez, por La herida.
2. Nora Navas, por Todos queremos lo mejor para ella.
3. Aura Garrido, por Stockholm.
4. Inma Cuesta, por 3 bodas de más.
5. Candela Peña, por Ayer no termina nunca.
6. Belén Rueda, por Ismael.
7. Elena Anaya, por Pensé que iba a haber fiesta.
8. Ingrid Rubio, por La Estrella.
9. Marta Etura, por Presentimientos.
10. Carmen Maura, por Las brujas de Zugarramurdi.
11. Ariadna Gil, por Sola contigo.


Ni que decir tiene que ser la última Concha de Plata a la mejor actriz es sinónimo de posicionarse como la gran favorita al Goya del año. Marián Álvarez parecía no tener competencia alguna en esta categoría, pero tras la Seminci y el premio ganado por Nora Navas la incógnita se cierne sobre la condición de favorita indiscutible que poseía la protagonista de La herida, de Fernando Franco, quien además ha ganado el premio correspondiente a la mejor actriz en el festival Cinespaña de Toulouse y figura candidata tanto a los Forqué como a los Feroz. Presente en absolutamente todos los planos de un filme que reposa adecuada y confiadamente en su labor, Álvarez desborda la pantalla exponiendo sin tapujos, pormenorizadamente y de manera harto dolorosa y empática, el infierno interior que subyuga a su personaje. Hay quienes sostenían que los responsables de la cinta podrían proponerla en la categoría revelación, lo cual incluso favorecería sus opciones al Goya, pues ahí sí que no conocería competencia alguna. No obstante, lo justo es reconocer que su revelación ya se produjo hace unos años con Lo mejor de mí (2007), de Roser Aguilar, y que un trabajo de esta envergadura debe optar al Goya en la "categoría reina", donde ha sido propuesta finalmente.


Desde Valladolid, con la Espiga de Plata bajo el brazo a la mejor actriz, Nora Navas se ha impuesto como la otra gran favorita a ganar el Goya de este año. Su cabezón por Pa negre (Pan negro) (2010), de Agustí Villaronga, queda aún muy reciente en la memoria de los académicos, lo que podría restarle opciones. No obstante, merecería ganar (tanto como Marián Álvarez) por marcarse un magnífico trabajo en Todos queremos lo mejor para ella, de Mar Coll, donde Navas está en absoluto estado de gracia, recayendo también sobre ella todo el peso de una película que, ciertamente, no sería lo mismo sin su labor. Ya en la primera secuencia, con su cojera perfecta y el tartamudeo oportuno, la intérprete nos bosqueja un aplicado y preciso retrato de su personaje, que a lo largo de los siguientes minutos logrará desarrollar y desplegar ante la cámara con absoluta libertad, haciendo fácil lo difícil, logrando que las rarezas de su comportamiento nazcan y se expongan ante nosotros con pasmosa naturalidad, no siendo capaces en ningún momento de advertir de qué mecanismos o de qué métodos surge tal prodigio interpretativo, llegando incluso a brindarnos de manera magistral la exposición escrupulosa, medida y esmerada del desconcierto que embarga a su personaje. Es tan sublime el grado de perfección alcanzado por la actriz, que incluso hay momentos del filme en el que el cambio de registro ambiental, del drama a la comedia o viceversa (pues la cinta coquetea con ambos por igual), lo marca el propio trabajo de Nora Navas. Como Álvarez, también ha recibido nominaciones a los Forqué y a los Feroz y, muy seguramente, sea nominada (y gane) el Gaudí de la Academia del Cine Catalán.


Ha llegado tarde a las salas, pero lo ha hecho a tiempo como para posicionar a su protagonista entre las favoritas en la carrera por los Premios Goya. Stockholm, de Rodrigo Sorogoyen, aparte de ser uno de los mejores títulos del año, viene de ser uno de los triunfadores del ya lejano Festival de Málaga, donde Aura Garrido se alzó con la Biznaga de Plata a la mejor actriz. Había ganas de visionar su trabajo y, una vez visto, es justo reconocer que la joven actriz merece figurar entre el cuarteto finalista al Goya y es que Garrido lidia con el arco dramático más complicado de los dos únicos personajes de la función y logra al final una actuación gigantesca, de puro perfecta, porque el comportamiento esquivo de su personaje al inicio no es sólo una pose, sino que encierra siempre algo enfermizo y endémico, algo que vertebra toda su actuación y que Garrido logra transmitir a lo largo de todo el metraje, por mucho que también, y al mismo tiempo, nos obsequie un esmerado y detallado transcurrir de emociones y actitudes, hilvanadas con sensatez y armonía. Aunque en Málaga compartió premio interpretativo con Candela Peña, Garrido le ha sacado ventaja a su oponente en la carrera por el Goya, pues figura candidata ya a los Premios Forqué y a los Feroz, lo cual nos invita a pensar que la tercera plaza tiene ya grabado su nombre.


El arrollador éxito de taquilla de 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, supone un aval más que suficiente para considerar las opciones de Inma Cuesta al Goya como bastante serias. Pero es que, además, la crítica se ha deshecho en elogios hacia su trabajo y ya figura candidata a los Premios Feroz, donde de existir una división de categorías entre actrices dramáticas y cómicas, Cuesta triunfaría en la segunda sin discusión alguna. Y es que la actriz está en 3 bodas de más sencillamente espectacular. Inma Cuesta se entrega con deslumbrante ingenio a su difícil cometido, consciente tal vez de tener entre manos uno de los personajes femeninos más jugosos y ricos que se hayan escrito para una comedia en mucho tiempo. Sería injusto no reconocer que parte de las virtudes que encierra 3 bodas de más tienen su origen en el desternillante trabajo de su actriz, capaz de sortear las limitaciones que su (atractivo) físico podían propinar a la consecución de la verosimilitud de su rol y, a través de una hilarante y atinada manifestación de tics y mohínes, dar con la medida justa del carácter anodino y patoso del personaje. Un enorme triunfo personal el conseguido por la actriz en esta película que podría redondearse con una merecidísima nominación al Goya.


Única candidata segura desde principios de año, Candela Peña ha ido perdiendo posiciones a medida que han ido viendo la luz los previos trabajos reseñados. Y todo porque el estreno de su película se produjo con demasiada antelación para el calendario académico. Sería una lástima porque su heróico, demoledor y desgarrador tour de force, principal gancho indiscutible de Ayer no termina nunca, de Isabel Coixet, supone la mejor interpretación de su carrera, aún jugando peligrosamente, en algunos momentos, con una afectación excesiva. Un mal menor que no impidió que ganara la Biznaga de Plata a la mejor actriz en el Festival de Málaga. A su favor también cuenta el hecho de que, haga lo que haga, siempre cuenta con el beneplácito de una Academia que la ha premiado ya en tres ocasiones y que, además, ha sido incluida entre las seis finalistas en la misma categoría a los Premios Feroz.


Otra habitual en las quinielas es Belén Rueda. Descartadas sus opciones de aspirar al Goya por el flojo thriller Séptimo, de Patxi Amezcua, la actriz ha logrado colarse entre las finalistas a los Premios Feroz como mejor actriz principal por Ismael, de Marcelo Piñeyro, lo que ha provocado que se sume a la lista de grandes favoritas por este melodrama sentimental del que la actriz puede presumir de ser de lo mejorcito de la función, pues se marca una interpretación muy ajustada y precisa, por momentos incluso encantadoramente cómica, aportando esa naturalizada proximidad tan inherente a ella, así como una notable autenticidad en un personaje para el que, sobre el papel, podría no ser la intérprete más indicada. Sin embargo, con una desbordante simpatía, Rueda logra hacerse verosímil en la piel de esa abuela aún de buen ver mientras va desplegando, sin aspavientos y con mucha sobriedad, el despertar de emociones encontradas que asaltan a su personaje en la extraña e intensa jornada retratada por el filme de Piñeyro.


Por desgracia, el trabajo de Elena Anaya en Pensé que iba a haber fiesta, de Victoria Galardi, llegará demasiado tarde a las pantallas como para generar la más que necesaria 'rumorología' que beneficie sus opciones al Goya. Eso y que la condición de co-producción de la película puede jugar a la contra de unas posibilidades que, para más inri, pasan por la excelente acogida que han recibido todos los trabajos arriba mencionados. El suyo no merece menos, pues apechuga con el mayor tiempo en pantalla de la película y, como tal, tira del carro de la función, conduciéndonos de manera armoniosa gracias a una interpretación limpia e íntegra, absolutamente irreprochable, sostenida sobre un esmerado muestrario de las motivaciones de su personaje, por mucho que también represente de forma precisa sus esfuerzos por disimularlos. Un trabajo magnífico y reposado en el que, además, la actriz sabe imponer y hacer visible el espacio privado de su personaje, logrando con ello que compartamos la inquietud y el desasosiego que la acompañan a lo largo y ancho de una película que merecería correr mejor suerte en los Goya de la que, a buen seguro, tendrá.


Presente en el cuarteto favorito de hace unos meses, Ingrid Rubio ha abandonado por completo su puesto de honor y es que sus opciones de llegar a la final, en este momento, son remotas; primero, por el alto y comentado nivel en los trabajos que la preceden y, segundo, por el escaso bombo suscitado por La Estrella, de Alberto Aranda, cinta que pasó más desapercibida por las carteleras de lo que realmente merecía. Sobre todo por el protagonismo exhultante, arrollador y entregado de una fantástica Ingrid Rubio. Sólo ella, su fresca fotogenia y su radiante exposición de talento, justificaban el visionado de la película. Como la Estrella del título, la actriz se marca uno de los mejores trabajos cinematográficos de toda su carrera, recorrido por una frescura contagiosa, que hace irresistibles sus puntuales momentos cómicos, y una implicación emocional con su rol pasmosa, puesta de manifiesto a lo largo de todo el metraje y cuyo punto álgido es la trágica y brillante transición emocional que protagoniza en una de las clases de flamenco y en la que el trabajo metódico de la actriz queda sensacionalmente oculto tras la plasmación vívida de los pensamientos del personaje. Una interpretación luminosa y desenvuelta que no desmerecería figurar entre las favoritas a los próximos Premios Goya.


Como el de Anaya, también el trabajo de Marta Etura en el thriller Presentimientos, de Santiago Tabernero, llega muy tarde a las salas como para suponerlo con verdaderas opciones, reales, de resultar finalmente nominado. Tiene en contra, además, el proceder de un filme en verdad fallido, donde ella se gana a pulso el ser considerada lo mejor de una película que, vistos los resultados, desmerece de tan brillante ejercicio de introspección psicológica, exhibido a través de una pormenorizada y sensitiva sucesión de matices, lo que evidencia el sumo nivel de profesionalidad y talento de una intérprete particularmente dotada para representar ante la cámara, de forma excelente, las tragedias y traumas internos de sus personajes. Una verdadera lástima pues Presentimientos suponía la vuelta de Etura a los personajes protagonistas y de considerable lucimiento.


Último Premio Donostia, la Academia podría aprovechar la racha de homenajes a Carmen Maura y adjudicarle una nueva nominación en la categoría principal, donde no ha vuelto a quedar finalista desde que ganara su tercer Goya por La comunidad (2000), de Álex de la Iglesia. Su cometido en Las brujas de Zugarramurdi está lejos de ser protagónico, pero la clase y la maestría de una actriz de su categoría se imponen pronto en uno de los puntos fuertes de una función que, a buen seguro, acumulará nominaciones por doquier. Si los Académicos tienen el día juguetón, muchos votos irán a parar también a Carmen Maura.


Protagonista absoluta de un filme que pasó sin pena ni gloria por las carteleras, a pesar del interés que podría despertar su trama y su tono de thriller psicológico, Ariadna Gil es, sin duda, lo mejor de una función desperdiciada. Y es que lleva a cabo en Sola contigo, de Alberto Lecchi, un admirable y generoso ejercicio de exposición dramática, del todo introspectivo. La condición de co-producción entre Argentina y España suma peros a sus opciones, junto a la media calidad de la película. No obstante, la vuelta de una de nuestras mejores actrices a la categoría principal de los Goya siempre es bien recibida, sobre todo si se trata de Ariadna Gil.

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