miércoles, 18 de diciembre de 2013

Quiniela a los Premios Goya 2014 (V): Mejor Actor Secundario.

Continuamos con nuestro particular ránking a las categorías interpretativas de los próximos Premios Goya 2014 y lo hacemos atendiendo una de las más imprevisible de todas, en la que, incluso, es frecuente el que el número final de candidatos se aumente de cuatro a cinco debido al empate de votos entre algunos de los nominados. Algunos de los favoritos de noviembre mantienen sus opciones intactas tras el anuncio de los candidatos oficiales por parte de la Academia, pero el factor sorpresa nunca desaparece del todo. Sin ir más lejos, tras el anuncio ayer mismo de los nominados a los Premios Feroz, es obligado ingresar en la quiniela a alguno de sus nominados y cuestionarse las entusiastas opciones que desde ActoresSinVergüenza les auguramos a los líderes del ránking, todos ellos ausentes en los Feroz.

1. Sergi López, por Ismael.
2. Ramón Fontserè, por Vivir es fácil con los ojos cerrados.
3. Ramón Madaula, por La por (El miedo).
4. Carlos Areces, por Los amantes pasajeros.
5. Carlos Bardem, por Alacrán enamorado.
6. Enrique Villén, por Las brujas de Zugarramurdi.
7. Roberto Álamo, por La gran familia española.
8. Joaquín Núñez, por ¿Quién mató a Bambi?
9. Raúl Arévalo, por Los amantes pasajeros.
10. Pau Durà, por Todos queremos los mejor para ella.
11. Julián Villagrán, por ¿Quién mató a Bambi?
12. Secun de la Rosa, por La mula.
13. Manolo Solo, por La herida.
14. Antonio de la Torre, por La gran familia española.
15. Ramón Barea, por La herida.
16. Héctor Colomé, por La gran familia española.
17. Jose Coronado, por Los últimos días.


Pocas opciones parece que presenta Ismael, de Marcelo Piñeyro, de conseguir nominaciones a los próximos Goya, aunque debería figurar presente, sí o sí, en este apartado gracias al excelente y deslumbrante trabajo que en la cinta lleva a cabo Sergi López, en auténtico estado de gracia, imponiéndose pronto, como quien no quiere la cosa, en lo mejor de la película, gracias a una irresistible exhibición de desparpajo como ese músico fracasado que aprovecha cada mínima ocasión para "lanzar fichas" a la, de muy buen ver, madre de su amigo. De sus intervenciones nacen los grandes y reconfortantes momentos cómicos de la película, así como también la mayor carga de humanidad y sensitiva verosimilitud que destila la puesta en escena de Ismael. Un trabajo tan holgadamente naturalizado y detallado no debería ser ignorado a la hora componer la definitiva lista de nominados de este año, además proveniente de uno de nuestros intérpretes que mayor prestigio gozan en el extranjero, que sumaría con esta su cuarta nominación al Goya.



Desde el estreno en salas de Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba, el veterano Ramón Fontserè ha venido ocupando la parte alta de todas las quinielas al mejor actor secundario, hasta su sorprendente ausencia entre los finalistas al Premio Feroz. Aún está por ver qué grado de influencia obtienen los recién nacidos premios de la Asociación de Informadores del Cine en las definitivas candidaturas de los premios de la Academia. Mientras tanto, es pronto para dilapidar las opciones de un actor que, nunca nominado a un Goya, posee un trabajo que es una de las grandes virtudes de la película, pues carga con solemne empatía con uno de esos personajes desbordados de magia y humanismo, de tan larga tradición cinematográfica, una especie de viejo lobo de mar anclado a tierra cargado de nobleza y honestidad por obra y gracia del extraordinario dominio del actor. Creemos que lo tiene fácil este año y es que su película se cuenta entre las favoritas a acumular un mayor número de nominaciones.


Tampoco ha sido nunca finalista a un Goya Ramón Madaula y, en contra de nuestros deseos, parece que este año lo tendrá difícil: la competencia es dura y muy amplia y su película, La por (El miedo), de Jordi Cadena, apenas ha llamado la atención mediática (ni tan siquiera figura entre las finalistas a alguna categoría en los Premios Feroz concedidos por la crítica nacional). Sin embargo, estamos ante uno de los trabajos más logrados y redondos vistos en una película española este año, resultando intachable la labor de Ramón Madaula, quien apenas necesita levantar la voz para transmitir y justificar toda la aprensión que destila la película. Rotundo y circunspecto, el trabajo de Madaula inserta incluso amargos apuntes que nos hablan incluso de ese otro 'miedo', el que padece el maltratador a quedarse irremediablemente solo. Puede que no llegue a la final por el Goya, pero se alza como uno de los más justos merecedores de la nominación.


Aunque estrenada a principios de año, una película de Pedro Almodóvar siempre es susceptible de acaparar nominaciones. Los amantes pasajeros no parece que vaya a arrasar, aunque su reciente nominación a los Premios del Cine Europeo, en la categoría de mejor comedia, y las inesperadas 5 candidaturas que atesora en los Premios Feroz parecen haber ampliado sus expectativas. No obstante, el miembro del abultado reparto de la cinta que parte con mayor ventaja sigue siendo Carlos Areces. Y es que el camaleonismo demostrado por el actor alcanza tal grado de estupefacción en el respetable que si algo permanece aún hoy en el recuerdo de la película es precisamente él. Cada leve gesto, cada mirada, cada aparición suya son una invitación descarada a la risotada.


Cuenta con el hándicap de que Alacrán enamorado pasó casi sin pena ni gloria por la cartelera y ha llovido mucho desde entonces. Por el contrario y para sorpresa de muchos, la película de Santiago A. Zannou se vio reforzada en la carrera a los Goya tras ser incluida dentro de las cuatro pre-seleccionadas por la Academia para competir por el Oscar. Esto ha evitado que el trabajo de Carlos Bardem pierda opciones, lo cual es de agradecer pues el actor se marca una interpretación implacablemente humanista y sobrecogedora, sobre ese acabado y fracasado boxeador retirado, redimido en entrenador, el personaje más interesante de la función a pesar de su obviedad manifiesta, pero que fue ensalzada como la mejor actuación de la película de manera unánime por toda la crítica especializada, algo que se ha visto refrendado con su reciente nominación a los Premios Feroz.


A estas alturas de la película pensar que un actor de la talla de Enrique Villén aún no tenga un Goya en su poder nos hace preguntarnos si el mundo se ha vuelto loco. Pero así es. Por esta razón, se hace casi obligado pensar en él como uno de los grandes favoritos en esta categoría y porque, además, lleva a cabo un estrambótico trabajo en Las brujas de Zugarramurdi, en una caracterización delirante, hiperbólica, libre de tabúes y prejuicios, por momentos despreciable, otros sumamente divertido, rebosando la maestría que le corresponde a un grande. Rodeado de esa atmósfera insana que recorre toda la película de Álex de la Iglesia, parece como si su trabajo fuera un homenaje encubierto al Igor que inmortalizara Marty Feldman en el clásico Young Frankenstein (El jovencito Frankenstein) (1974), de Mel Brooks. Las recientes 7 nominaciones recibidas por la película a los Premios Feroz, con su compañero de reparto, el nominado en esta categoría Mario Casas, fuera de circulación al haber sido propuesto por los productores como principal, dan alas a las opciones de Villén de ser incluido entre los finalistas.


Ha llegado la hora de incluir en la posición de privilegio que se merece en este ránking el trabajo de Roberto Álamo en La gran familia española, de Daniel Sánchez Arévalo. Siendo sinceros, no le veíamos con opciones dada la categoría de sus compañeros de reparto también presentes en esta categoría, pero su nombre no ha dejado de sonar fuerte entre los posibles en multitudes de quinielas a lo largo de estos meses y que han culminado en su nominación al mejor actor reparto en los Premios Feroz. No sería extraño, por tanto, que Álamo accediese a su primera nominación al Goya por un trabajo enormemente efectivo en su primaria intención de obtener las simpatías del espectador, como ese hermano deficiente que en su inconsciencia casi infantil evidencia incluso hasta mayor madurez que el resto de su familia, cargado de una magnífica ternura y expuesto a través de una detallista y brillante caracterización física del mismo.


Tachada de "colaboración", la participación de Joaquín Núñez en ¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo se alza pronto como la gran sorpresa en el campo interpretativo que ofrece tan disparatada comedia, un género, por lo general, poco dado a recibir recompensas goyescas. No obstante, Núñez se postula como uno de los grandes favoritos por un papel de irresistible ingenio que el actor malagueño literalmente borda, en un tono de intachable bufonada que no rehúsa las comparaciones con ciertos arquetipos presentes en la comedia americana más estrafalaria y revulsiva. Lo tiene difícil frente a verdaderos pesos pesados de nuestro cine, pero el estreno de su película va a quedar muy reciente cuando se inicie la fase de votación, lo que podría favorecerle.


El descubrimiento del registro plumífero de Raúl Arévalo en Los amantes pasajeros nos dejó a todos en verdadero estado de shock. La exacerbada feminidad de la que hacía gala y la descreída frescura con la que llevaba a cabo toda su intervención, convierten su trabajo en uno de los más desternillantemente disfrutables del año. El actor, verdaderamente radiante en la piel de ese exagerado azafato, se ha reintegrado a las quinielas por el Goya tras su reciente nominación a los Premios Feroz. Y, aunque creemos que las verdaderas opciones de la cinta de Almodóvar en esta categoría pasan por Carlos Areces, no está de más señalar que Arévalo es un actor que cuenta con las simpatías manifiestas de la Academia, que le ha nominado ya, para su corta trayectoria, en cuatro ocasiones.








Las mejores opciones de Todos queremos lo mejor para ella de resultar candidata a los Premios Goya son, ¡qué duda cabe!, el trabajo de su realizadora y el de su actriz protagonista, pero Pau Durà se presenta como un digno contrincante en esta categoría, al conseguir que el espectador comprenda e, incluso, comparta la posición de su personaje, a través de un cuidado humanismo y no poca ternura, así como también se atreve a exponer el miedo a afrontar cambios que se desmarquen de lo establecido que padece su rol y que degenerará en una incómoda violencia temperamental.


Aunque su rol pueda ser considerado co-protagonista, es cierto que Julián Villagrán goza de mayores opciones de resultar finalmente nominado como secundario, aunque debe competir con las opciones de su compañero en el reparto Joaquín Núñez. No obstante, Villagrán se marca una divertida interpretación en ¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo, entablando un jugoso juego interpretativo con Quim Gutiérrez, donde prevalece su contenido y ácido trabajo.



Parecía improbable por la multitud de problemas que habían impedido su estreno, pero La mula, la película que Michael Radford se negó a firmar, nos dejó mejor sabor de boca de lo que esperábamos. Parte de la culpa la tuvo el trabajo de Secun de la Rosa, en un papel poco desarrollado, pero que el actor supo sacar adelante imponiéndose pronto como el elemento cómico del relato, evolucionando con entusiasta soltura y campechanía por toda la película, tantas que aún permanece grabado en la memoria del respetable con no poca ternura y candidez, razones más que suficientes para valorarlo seriamente al Goya.


Las opciones de Manolo Solo de resultar finalmente nominado son tenues, no obstante ha dado dos trabajos bastante remarcables para el Cine Español de este año: uno sobrio, sencillo, cargado de humanismo y serenidad en uno de los mejores títulos del 2013, La herida, de Fernando Franco, una de las cintas que más presencia en las candidaturas importantes debería tener. El otro, la incorporación de un personaje desquiciado y casi caricaturesco en ¿Quién mató a Bambi?, de Santi Amodeo, una actuación delirante que causa un tronchante efecto en todo momento.


Otro que haga lo haga siempre estará presente ya en todas las quinielas y más si es, como en este caso, por un nuevo papel al servicio del director que le ha dado su único Goya hasta la fecha, Daniel Sánchez Arévalo. Su compañero Roberto Álamo en La gran familia española,  es el que parece mejor posicionado de cara a la nominación, sin embargo, Antonio de la Torre siempre es susceptible de recibir una nominación y es que su labor en la película roza la genialidad por momentos, siempre ajustado y casi impertérrito en ocasiones, De la Torre logra traspasar la pantalla y exponer sin concesiones los traumas de su personaje con el mínimo de elementos.


La herida debería suponer también el estreno en esto de los Premios Goya de un intérprete de larga trayectoria, ninguneado como pocos por la Academia: Ramón Barea, que en breves secuencias, logra encogernos el ánimo con su tierna y admirable actuación de ese anciano enfermo que se erige en un confortable bálsamo para la inestabilidad de la protagonista.


Lo mismo que con Barea habría que decir sobre Héctor Colomé, la diferencia es que a éste último nunca le han nominado. Quizás vaya siendo hora de enmendar ciertas deudas y esta categoría es muy dada a ello. Puede que el trabajo, cargado de humildad y entereza, que lleva a cabo este veterano de forma admirable en La gran familia española no sea el más acertado para propiciar una más que merecida nominación al Goya que sirva de homenaje a toda una trayectoria, precisamente por el escaso tiempo que se le ofrece en pantalla, pero no lo es menos el que cualquier empeño que se le encomiende a un actor de su categoría merecerá mil veces más una nominación al Goya que cualquier otro.


Queda muy lejos en el tiempo ya el estreno de Los últimos días, de los hermanos Pastor, lo cual nos hace pensar que las verdaderas opciones de la película siguen estando en las categorías técnicas. Por lo cual, el trabajo de Jose Coronado parece estar ya fuera de cualquier apuesta. No obstante, recordemos que llevaba a cabo una espléndida labor que superaba el esquematismo de su rol propiciándonos otro retrato de sucio y fracasado anti-héroe de esos que tan bien sabe sacar adelante y que terminaba siendo inolvidable en el diálogo frente a la hoguera en el interior de la iglesia, donde con pocas y escuetas palabras, lograba conmover el doble que toda la película entera.

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