¡¡¡Ya es viernes!!! Y este fin de semana, en España, estamos de enhorabuena. Sí, ya sé que las cosas no andan muy bien por ahí, en la taquilla, pero vamos a ser optimistas, porque la cartelera se renueva con ocho títulos más y, esta es la buena noticia, tres son españoles, dos franceses, uno italiano, otro danés y un último norteamericano. Sí, sí, habéis leído bien. Sólo un estreno USA se cuela esta semana en las marquesinas, así que a ver si a nuestros productos les da por aprovechar la coyuntura y levantan un poco los ánimos del personal. Y es que, además, los tres títulos españoles que recalan en las carteleras este fin de semana parecen estar dirigidos a audiencias diametralmente distintas, lo que puede jugar a favor de las tres y lograr que ninguna de ellas se quede sin encontrar su merecido hueco, su indispensable público, en las salas.
La(s) peli(s) del finde.
Con el Festival de Málaga a punto de clausurarse, aterrizan comercialmente dos de las propuestas que compiten por colarse en el palmarés final, precisamente el fin de semana en el que conoceremos el fallo del Jurado, que de incluirlos entre los premiados, quizás sirva de acicate para llevar a la gente en masa a los cines en busca de las propuestas nacionales. El más esperado de ellos es, ¡qué duda cabe!, Ayer no termina nunca, último trabajo de Isabel Coixet, cuyo nombre ya de por sí supone un gancho difícil de pasar por alto. Aunque no arrancará con unas cifras muy elevadas en su estreno, lo más seguro es que la película guste a los incondicionales de la directora catalana, genere entre ellos un buen boca-oreja y logre hacer una carrera comercial bastante digna, sobre todo tratándose de una producción en modo alguno ambiciosa, al menos desde un punto de vista económico. En esta ocasión, la directora vuelve al terreno que mejor conoce, contarnos una historia de amor desde el personalísimo universo que la caracteriza, para a través de ella o, tomándola como excusa, explorar un futuro próximo (2017) masacrado por la crisis económica. Carlos Boyero, como es costumbre, se mostró absolutamente en contra de la propuesta de la directora en su pertinente crónica del Festival de Berlín (donde la película fue programada en la Sección Panorama), publicada en El País, mientras que Luis Martínez, durante la cobertura del mismo certamen, en su correspondiente crónica en El Mundo, tampoco se mostró excesivamente receptivo. Un poco menos duro se muestra José Arce en La Butaca. De todos modos, no descubro nada nuevo si atendemos al natural rechazo que la crítica española suele procurar a los films de Coixet. En Málaga, la película fue recibida con aplausos y elogios, así que mientras la crítica le da la espalda, nosotros abogamos por juzgarla por nosotros mismos, sobre todo para asistir al cacareado duelo interpretativo de su pareja protagonista: unos, parece ser, Javier Cámara y Candela Peña, en auténtico estado de gracia.
El segundo título español, que también viene de dividir al personal en su pase dentro de la Sección Oficial del Festival de Málaga, es Combustión, lo nuevo del artificioso y efectista Daniel Calparsoro, que esta vez llega respaldado por una importante campaña promocional a través del grupo Antena 3. Sí señores, Combustión llega a las salas dispuesta a reventar las taquillas. ¿Lo logrará? Mirad que tenemos ejemplos recientes de títulos que prometían el oro y el moro y luego se han quedado con una mano delante y otra detrás. Por el bien de los creadores de Combustión (y por el del índice de la recaudación española), esperemos que el batacazo no se vuelva a repetir. En principio, la película posee numerosos ingredientes para atraer al público (sobre todo, al joven) a las salas: acción trepidante, carreras de coches que se prometen adrenalínicas, una historia que vagabundea por el territorio del thriller y un trío protagonista de absoluto infarto tanto para ellas (nada menos que los guapos Alberto Ammann y Álex González), como para ellos (Adriana Ugarte, más sexy y explosiva que nunca). ¿Colará la fórmula? El cóctel puede resultar molotov, pero recordemos que el encargado de agitarlo ha sido el eficiente Calparsoro, al que se le presume bastante crédito en productos de estas características, sobre todo después de títulos como Invasor (2012) o Guerreros (2002), algo así es lo que se desprende de las palabras publicadas en El País por Gregorio Belinchón en su crónica del presente Festival de Málaga, mientras Arce, en La Butaca, no se muestra tan considerado con el resultado final de la película, como tampoco la salva Juan Carlos Ferrer en Mundocine.
El tercer y último título nacional también va dirigido a una audiencia eminentemente joven, pero juega a las de ganar, pues apuesta por uno de los géneros predilectos de este target de audiencia: el terror paranormal. Se trata de Emergo, debut en la dirección del catalán Carles Torrens, que lleva a la pantalla un guión escrito nada menos que por Rodrigo Cortés, sí, sí, el director de Buried (2010), quién también firma el montaje de la cinta. La película, rodada en inglés con el concurso de un desconocido reparto internacional, donde tienen cabida los españoles Fermí Reixach y Francesc Garrido, atrajo no pocos adeptos a su paso por el Festival de Sitges del 2011, de donde, no obstante, salió sin ningún premio, pero dejando claro el potencial de su director, como recogían en su pertinente crónica del festival en la web losExtras. La cinta nos cuenta cómo tres expertos en lo paranormal intentan ayudar a un hombre viudo y sus dos hijos a entender qué sucede en su casa, donde las cosas se mueven solas y sucesos extraños tienen lugar. Todo ello, a través de una puesta en escena que bebe claramente de influencias muy reconocibles en el género gracias a títulos recientes como la saga Rec (2007), de Jaume Balagueró y Paco Plaza, o Paranormal Activity (2007), de Oren Peli. Quizás Emergo no aporte nada nuevo al género, pero seguro interesará a los fans del fantástico, como bien parece ocurrirle a Arce, desde La Butaca.
¿Bienvenido, Mr. Marshall?
Bueno, hoy vamos a ser buenos. Pero porque ellos lo han sido primero y no nos han bombardeado con sus megaproducciones con presupuestos de escándalo o, peor aún, con sus productillos de relleno que no hay ni por donde coger. Como viene siendo norma, de Estados Unidos nos llega un más que previsible taquillazo, previsible porque se estrena en nuestro país una semana antes que en el suyo: Iron Man 3 (¿Ya van por la tercera?), que esta vez dirige Shane Black, director con la estrambótica comedia negra Kiss, Kiss, Bang, Bang (2005) en sus créditos. Vaya por adelantado mi más profundo respeto ante esta saga por el simple hecho de dar de comer (y muy bien) a actorazos como Robert Downey Jr., Ben Kingsley, Gwyneth Paltrow o Don Cheadle, que, ciertamente, no se vieron en otra y es que participar en esta franquicia les ha devuelto la vida, cinematográficamente hablando. Dicho esto, he de reconocer mi más inabarcable indiferencia ante la colosal llegada a los cines de esta película. Claro, que ni soy fan de los cómics originales, ni tan si quiera he visto las dos anteriores películas (ni The Avengers (Los vengadores), de Joss Whedon, de la que también es secuela). Y tampoco creo que lo haga como excusa para poder ver esta tercera entrega, por mucho que la crítica norteamericana se haya deshecho en elogios con ella, como demuestran las críticas escritas por el prestigioso Todd McCarthy en The Hollywood Reporter, destacando la excelente interpretación de Downey Jr., o el siempre interesante, el británico Peter Bradshaw en The Guardian. Sí, la recepción de esta gran superproducción entre la prensa especializada ha sido escandalosamente positiva, pero con tres nuevos títulos nacionales en las marquesinas, yo me quedo con el producto interior, por muy bruto que éste llegue a ser (llamadme patriota, si queréis).
Aunque, eso sí, también hay que tener en cuenta la estimulante oferta que nos llega a los cines desde la Vieja Europa. Como decíamos al principio, este fin de semana nos visitan de casi todas partes. Empecemos por nuestros vecinos, los franceses, que nos ofrecen dos especímenes de los más representativos de su filmografía. Por un lado, se estrena la comedia Les seigneurs (Un gran equipo) (2012), de Olivier Dahan, interesante realizador responsable del Oscar a la mejor actriz que ganó la estupenda Marion Cotillard por La Môme -La vie en rose- (La vida en rosa) (2007). Con Un gran equipo, el director se pasa a la comedia (algo chabacana, de chistes fáciles y burdos) para contarnos la historia de Patrick Orbéra, una vieja gloria del fútbol que no ha logrado reconducir su vida. Sin trabajo y arruinado, ha perdido incluso el derecho a ver a su hija Laura. Apremiado por un juez para que consiga un empleo estable, no le queda otra elección más que irse a una pequeña isla bretona para entrenar al equipo de fútbol local. Si consiguen ganar los tres próximos partidos, habrán conseguido reunir el suficiente dinero para salvar a la fábrica de conservas de la isla, que da empleo a la mitad de sus habitantes, y que está en situación de suspensión de pagos. Patrick se encuentra inmediatamente ante un obstáculo aún mayor: transformar a pescadores en futbolistas casi profesionales. Con semejante sinopsis tampoco es que logre convencernos del todo, aunque la protagonice el español, afincado en Francia (donde es considerado una auténtica estrella del cine), José García. Eso sí, parece que esta vez todas las miradas han ido a parar a uno de los miembros de tan impresentable equipo de fútbol, interpretado por el actor de moda en el país galo: Omar Sy.
Mejor pinta tiene L'exercice de l'État (El ejercicio del poder) (2011), de Pierre Schöller, intriga política que fija su mirada en Bertrand Saint-Jean, ministro de Transporte, al que despierta en plena noche su secretario personal para comunicarle que un autobús ha caído por un barranco. No tiene más remedio que dirigirse inmediatamente al lugar del accidente. Empieza así la odisea de un político que debe moverse en un mundo cada vez más complejo y hostil: luchas de poder, caos y crisis económica. Avalada por el Premio FIPRESCI que obtuvo en el Festival de Cannes 2011 dentro de la sección paralela Un Certain Regard y por sus contundentes once nominaciones a los Premios César de la Academia de Cine Francesa, ganando tres: guión original, sonido y actor de reparto (Michel Blanc), la cinta se posiciona como uno de los estrenos europeos más interesantes de los últimos meses por tratarse de una ficción que indaga en la cotidianeidad del poder político, temática muy en boga en el cine francés y que, con la que está cayendo por estos lares, bien podríamos comenzar a poner en práctica también en nuestra cinematografía (que los titulares de la prensa diaria estos meses dan para muchas pelis). No obstante, su recepción ha sido más bien imprecisa y poco concluyente en la prensa especializada, como demuestra la mala crítica que leemos en Film-Foward a la que se opone la buena crítica publicada en Slant Magazine. Habrá que verla para juzgarla, aunque nos sirva de excusa el, aparentemente, excelente trabajo de su protagonista, Olivier Gourmet.
Seguimos de ruta por Europa y recalamos en el país de la bota, Italia, que vuelve a lanzarnos una muestra más de su denostada (por desconocida) cinematografía, esta vez la propuesta llega respaldada por un sonado palmarés de premios dentro del circuito de festivales, entre los que destacan el Premio al Mejor Actor del Festival de Cannes 2010 (compartido con nuestro Javier Bardem en Biutiful), la nominación al mejor actor en los Premios del Cine Europeo 2010 y nada menos que ocho nominaciones a los Premios David de Donatello, los Goya italianos, de los que ganó finalmente tres: director, actor y sonido. Estamos hablando de La nostra vita (2010), de Daniele Luchetti, que llega con nada menos que tres años de retraso a nuestro país (no es la primera ni será la última película italiana a la que le sucede esto en los últimos tiempos y más a partir del cierre de Alta Films, la más importante distribuidora de cine de autor en España). La película nos cuenta la historia de Claudio, un albañil que está muy enamorado de su mujer y espera la llegada de su tercer hijo, cuando un golpe inesperado del destino cambia su vida, lo que provocará que Claudio afronte con rabia la injusticia personal y social que se ha abatido sobre él. Intenso drama que, no obstante, recibió una acogida bastante tibia por parte de la prensa en su presentación en Cannes, como leímos en las crónicas de Boyero en El País o en la de Jay Weissberg en Variety. De todos modos, un premio en Cannes al mejor actor, para Elio Germano, siempre es una buena razón para reconciliarse con una cinematografía como la italiana, tan grandiosa antaño y tan perdida últimamente.
Y cerramos este interesantísimo viaje por Europa en Dinamarca (pero también en Argentina), desde donde nos llega la comedia SuperClásico (Noches de vino y copas) (2011), de Ole Christian Madsen, quizás el estreno más altamente refrescante no ya sólo de la semana, sino también de lo que llevamos de año. Su sinopsis es la siguiente: Christian (Anders W. Berthelsen), un danés de 40 años, viaja a Buenos Aires con Oscar (Jamie Morton), su extravagante hijo adolescente. Su propósito es recuperar a su mujer (Paprika Steen), que los abandonó para convertirse en novia y representante de un famosísimo futbolista argentino (Sebastián Estévanez). Christian se presenta con la excusa de firmar los papeles del divorcio, pero sus planes se verán trastocados debido a una serie de enredos y acontecimientos inesperados. La crítica se ha mostrado ligeramente entusiasta, como leemos en Cinemanía o en Cine Maldito y es que, tal y como está el ambiente, no pasan en balde unas buenas risas, algo que parece garantizar de sobra este título que si bien no dejará una huella remarcable en la Historia del Cine, al menos sabrá mitigar nuestras presentes preocupaciones, y todo gracias a una galería de situaciones de lo más excéntrica.
Pues hasta aquí este repaso puntual a los estrenos de una semana en la que sí o sí estamos obligados a ir al cine, primero para levantar los precarios resultados de los dos fines de semana anteriores y, segundo, porque desembarcan títulos de lo más interesantes que bien que merecen el precio de una entrada. Y recordad: a poder ser, en Versión Original Subtitulada.
¡¡Un saludo, SinVergüenzas!!
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