viernes, 23 de marzo de 2012

Por una "Redención" entre tanta pastelada!!

¿¿Ya es viernes?? Ni yo mismo me lo creo, se me ha pasado la semana volando, en un suspiro. Ni siquiera me ha dado tiempo a ir al cine. Aunque, como buen aficionado, he sucumbido a algunas (muy buenas) dosis diarias de cine en casa. Pero no estoy aquí para hablaros de estos pequeños placeres, sino para hacer el repaso semanal a las novedades que aterrizan hoy en nuestras carteleras. Poca cosa, a pesar de la cantidad de títulos. Digo poca cosa porque la oferta de novedades tampoco despierta especial interés, salvo por la excepción de un par de títulos. ¡Vamos allá!

Y empiezo por nuestro país. Se estrena, después de bastante tiempo buscando un hueco libre en la agenda de estrenos, el segundo largometraje del interesante realizador Nacho Vigalondo, Extraterrestre, que supone una nueva vuelta de tuerca al género de la ciencia-ficción, donde ya experimentó (con bastante buen tino) en su debut en el largometraje, Los cronocrímenes (2007). La premisa argumental de Extraterrestre es muy simple: un chico y una chica, que no se conocen, despiertan en la misma cama después de una borrachera de la que nada recuerdan. Él se enamora al instante y ella no. Aquí tenemos la base para una comedia, sí, pero resulta que nuestros protagonistas no pueden abandonar la casa en la que se encuentra porque un OVNI gigantesco flota sobre la ciudad. La crítica se ha deshecho en halagos hacia la propuesta, haciendo hincapié en el particular lirismo y sentido del humor que destila lo nuevo de Vigalondo. Claro, que con cómicos como Julián Villagrán y Carlos Areces liderando el reparto, el buen rato está más que asegurado. Sí, pero... Ciertamente, y a pesar de la predisposición inicial que me genera la opinión de la prensa especializada (que también ha señalado que a pesar de la altura cómica que se alcanza en la mayoría de su metraje, Extraterrestre tampoco puede evitar caer en ciertos momentos en cierta falta de ritmo y reiteraciones), no me siento especialmente inclinado a pasar por la taquilla. No sé... ¿Prejuicios tal vez?

Consigue un hueco también la pequeña y con escasa promoción El perfecto desconocido, debut en el largo de Toni Bestard, y eso que cuenta en su reparto con actores de contrastada solvencia como la reciente ganadora del Goya a la Mejor Secundaria Ana Wagener, la estupenda Vicky Peña o el interesante (a pesar de su juventud) Biel Durán, arropando el protagonismo del genial actor irlandés Colm Meaney, en la piel de un extranjero que no entiende nada de español y que recaba en un pueblecito de Mallorca donde, simplemente escuchando al personal, logrará generar un clima de buen rollo a su alrededor. Meaney dispone de poco diálogo, pero todos coinciden en que su interpretación roza lo sublime. Me lo creo, de verdad. Y la película no tiene mala pinta. Por ello, quizás también por el escaso eco mediático que ha suscitado su estreno, llama mi atención de forma extraña y es que no sería la primera vez que "descubro" una deliciosa sorpresa fílmica en un título español estrenado bajo similares circunstancias. Y, ciertamente, antes de dejarme llevar por el criterio de la "masa" y ayudar a hacer caja a Extraterrestre, la opción patria que seguro elegirá la mayoría este fin de semana, prefiero pecar de exquisito y minoritario y darle una oportunidad a El perfecto desconocido, aún a riesgo de que, al finalizar la proyección, me invada cierta sensación de "ya visto".


El último título nacional en estrenarse hoy es un documental, más que largometraje, mediometraje (apenas llega a la hora de duración) en el que diez intelectuales españoles (entre ellos, Santiago Carrillo, Fernando Savater y Román Gubern) filosofan sobre diferentes aspectos de la vida y la condición humana. El título Queridísimos intelectuales (Del placer y el dolor) ya nos da una idea de las divagaciones a las que se prestan los entrevistados para este proyecto de Carlos Cañeque. No soy yo muy fan del género documental y no por falta de ganas, sino porque peco de excesivo fanatismo al arte de la interpretación y a sus creadores, simple y llanamente. No quiero pecar de prejuicioso, por tanto, aunque me da la impresión de que Queridísimos intelectuales se erigen más en un "catálogo de citas" que en un experiencia cinematográfica realmente sólida.

Cruzo nuestras fronteras y desembarco en Alemania, desde donde nos llega Almanya: Bienvenido a Alemania (Almanya - Willkommen in Deutschland), largometraje amable y bienintencionado de Yasemin Sandereli, sobre una familia turca emigrada a Alemania que, cuarenta años después, toma la decisión de volver a su país natal. A lo largo del metraje, la directora nos disecciona con sentido del humor, no exento de cierto tipismo, primero la adaptación de la familia protagonista a la cultura germana y, también, la vuelta a los orígenes olvidados. Pinta bien, a película sencilla y sin ambiciones, de esas que te garantizan y consiguen hacerte pasar un buen rato; aunque también pinta a película ligera, de esas que no profundizan en los temas sociales y humanos por los que pasea un guión quizás demasiado tópico y que depara al final un olvido de la misma bastante agudo. En definitiva, Almanya: Bienvenido a Alemania no debe proporcionar más que una cómoda sensación de bienestar temporal, justo la hora y media que dura su metraje.

Mucho más interesantes son las propuestas que nos llegan del Reino Unido. De la primera ya hemos hablado hace unos días, se trata de la también bienintencionado y sin ambiciones El exótico hotel Marigold (The Best Exotic Marigold Hotel), nuevo largometraje de John Madden, que como viene siendo habitual, demuestra una total carencia de estilo propio y se aclimata a realizar un trabajo tras la cámara absolutamente lineal y plano, aunque correcto. El gran atractivo de esta cinta (como de casi todas las que ha dirigido el realizador) es, ¡qué duda cabe!, el glorioso reparto cargado de estupendos buques insignia de la interpretación británica. Con nombres como los de Judi Dench, Tom Wilkinson, Maggie Smith, Bill Nighy o Penelope Wilton en su cartel, se nos hace apetecible ir a echar el rato al cine. La historia que nos cuentan tampoco es que brille por su originalidad y, seguramente, también caiga en más de un tópico: un grupo de jubilados británicos deciden pasar su retiro en un lujoso hotel de la India, pero al llegar al mismo, éste se encuentra en ruinas. Sin embargo, nuestros aguerridos protagonistas sabrán encontrar razones para disfrutar de la vida en circunstancias tan adversas. Es una comedia, sí, y promete el típico mensaje conciliador con el género humano en particular y con la vida en general, sí. Tópicos sobre el ya manido tema del "extranjero en tierra desconocida" aparte, El exótico hotel Marigold, para qué nos vamos a engañar, merece únicamente la pena por asistir al brillante juego actoral de su reparto, del que a buen seguro no saldremos nunca decepcionados.


La película que sí o sí hay que ir a ver este fin de semana (o cuando se pueda) es Redención (Tyrannosaur), debut en el largometraje del actor Paddy Considine, al que deberían recordar por su estupendo trabajo protagonista en En América (In America) (2003), de Jim Sheridan. Para su puesta de largo, Considine ha arriesgado hasta su pescuezo y nos ofrece una de las cintas más duras y viscerales que hayamos podido visionar en una pantalla de cine no ya sólo este año, sino también en los últimos tiempos. Nos cuenta la historia de Joseph y Hannah, dos desconocidos que a raíz de un altercado se ven empujados a conocerse. El amor y la amistad surgirá entre ellos a pesar de que él es un viudo alcohólico y violento y ella una mujer religiosa llena de dolor y confusión. La redención del título es la clave de este drama que la crítica no sólo ha definido como uno de los mejores del año, sino que también se erige en una película de imprescindible visionado por el retrato profundo y corrosivo de la condición humana. Sólo las imágenes del tráiler ya erizan el vello y tocan hondamente la sensibilidad del espectador, sobre todo por lo bien que parecen estar sus dos actores protagonistas: un Peter Mullan que parece haber encontrado (¡por fin!) el gran papel de su carrera, y una desconocida Olivia Colman, que se posiciona como la gran revelación interpretativa del año. Las críticas a sus respectivos trabajos han sido contundentemente positivas, a las que dan crédito el cuantioso palmarés de la cinta, que empezó ganando premios en el pasado Festival de Sundance para su director y pareja protagonista, y acabó obteniendo 3 nominaciones a los Satellite (guión, actor y actriz), una a los Independente Spirit Award (Película Extranjera), tres Premios del Cine Independiente Británico (Película, Director Novel y Actriz) y el BAFTA correspondiente al Mejor Debut del año. Olvidada a los Grandes Premios, Redención no debe, a mi modesto entender, pasar por alto para todo aquél con un mínimo de interés, juicio y gusto cinematográfico.


Cruzamos el charco y nos tropezamos con otra cinta de género generada por Hollywood, Al borde del abismo (Man on a Ledge), de Asger Leth, sobre un convicto que, tras escapar de prisión, no tiene otra cosa que hacer que irse al Hotel Roosevelt de Nueva York para subirse a una de las cornisas y así desenmascarar a los culpables de su encierro. O eso es lo que se destila de la campaña promocional de un filme que, a pesar de la increíble factura técnica que dejan entrever sus imágenes, creo no equivocarme si sentencio que se encontrará absolutamente hueco, carente de contenido, pues todo parece responder al típico esquema de puzzle narrativo cuyas piezas se van a ir descubriendo y encajando a lo largo de una trama desbordada de trampas de guión y, finalmente, demasiado obvia. Un mero entretenimiento más proporcionado por la fábrica de sueños por excelencia que algunos críticos equiparan con alguna película del mismísimo Alfred Hitchcock. ¡Venga ya! Sam Worthington, actor aún de moda en la industria gracias al éxito de Avatar (2009), de James Cameron, pone rostro y cuerpo al protagonista y, según dicen, ejecuta un trabajo estupendo. ¡Vale! Tampoco Worthington es garantía de nada. Ni siquiera lo es que en el reparto, en un rol de apoyo, se encuentre alguien de la talla de Ed Harris, cuya presencia en esta nadería entiendo como una mera necesidad económica, un sustento alimenticio. Así que no voy a pagar por ver rebajado el enorme talento de Ed Harris, ni tampoco por ver al crecido Billy Elliot Jamie Bell, ni al también desaparecido últimamente Edward Burns, ni tampoco a la chica de la función, misión que recae esta vez en la guapa Elizabeth Banks. No, no, a mí no me engañan.

Indiscutiblemente, la que ni se me ocurre ir a ver es Todos los días de mi vida (The Vow), de Michael Sucsy, nueva vuelta de Hollywood al drama romántico con exceso de glucosa destinado primordialmente al público femenino adolescente, auspiciado por el protagonismo de uno de los nuevos 'guapos' de la industria, Channing Tatum (cuyos encantos físicos funcionan descaradamente como reclamo promocional). Le acompaña la ya experta en estas lides, Rachel McAdams, a la que todos recordamos como entusiasta protagonista de El diario de Noa (The Notebook) (2004), de Nick Cassavetes, sin lugar a dudas, filme de referencia obligada para todos los que se dejen seducir por Todos los días de mi vida. La historia no podía ser más nauseabunda: una joven pareja tiene un accidente de coche que provoca en ella un coma que desencadenará una pérdida de la memoria, haciendo que no recuerde nada de su vida con su joven, guapo, romántico y estupendo esposo. Él, dolido y compungido, hará todo lo posible para volver a enamorarla. ¿No os entran ganas de vomitar? ¿Y si os digo que, además, está basada en hechos reales? ¿A que ahora sí queréis vomitar? Por muchos hechos reales en los que se escuden, viniendo del mismo corazón de Hollywood, esta nadería jamás podrá alejarse de la falsedad que Hollywood piensa que necesitan todos sus productos para resultar altamente rentables en un mercado global. Y ahí es donde a mi me entra el cabreo, me irrito y me tiro de los pelos llevado por la indignación. ¿Acaso necesitamos que nos cuenten historias como éstas de una forma como ésta? La respuesta es tajante: NO. No somos tontos. Hace mucho que no nos chupamos el dedo. ¡Ya está bien de tanta tontería barata, de tanta estupidez sensiblera y facilona! Ya tenemos a Spielberg (que es un grande), no necesitamos más. Y encima nos bombardean con su mastodóntica campaña promocional. Casi estoy a punto de sacarme los ojos de sus cuencas con tal de no volver a ver su empalagoso y cursi cartel en otra marquesina más.

Voy a relajarme porque toca hablar de Julia Roberts. Se estrena Blancanieves (Mirror, Mirror), de Tarsem Singh, director al que debemos engendros estilísticos (que no narrativos, puesto que carecían absolutamente de este apartado) como La celda (The Cell) (2000) o la reciente Inmortals (2011). Blancanieves no parece alejarse, a simple visa, del fastuoso y neobarroco sentido visual del inefable director, puesto que las imágenes que hemos podido ver destilan preciosismo y virtuosismo por los cuatro costados. Bien. También parece que este nuevo acercamiento al célebre cuento infantil de los Hermanos Grimm viene cargado de bastante mala uva y poco sentido del ridículo. Bien también. De hecho, parece que de entre las dos versiones que nos van a llegar este año del mito de Blancanieves, ésta es la que menos en serio se toma a sí misma. Es un punto a su favor el que el papel de la madrastra recaiga sobre la mismísima Julia Roberts, a la que siempre hay ganas de volver a ver sonreír, haga lo que haga. Sin embargo y, a pesar de que el trabajo de la estrella parezca muy divertido, me da a mi que Blancanieves no va a pasar de ser una nueva vuelta de tuerca orquestada por el Hollywood mainstream a otro cuento infantil más, auspiciados por el sentido irónico (ahora ya desfasado) que puso de moda la saga Shreck, es decir, chistes fáciles y sin chicha sobre los mismos tópicos de los que ya se reía el célebre ogro verde. Pobre Roberts, inmersa (imagino que como mero pasatiempo) en una aventura fílmica demasiado blanda y trivial, a todas luces, inferior a la estrella que un día fue. 

Sin más, hasta aquí llega el repaso a los estrenos de este fin de semana, que espero se me haga más largo que el resto de la semana. Al menos, para que me dé tiempo a ponerme un poco al día con la cartelera y, si puedo, a ver esa maravilla que tiene que ser Redención. ¿Y vosotros, cuál vais a ver? Os recomiendo la agradable y enriquecedora experiencia de, vayáis a ver la que vayáis a ver, escuchar la voz original de sus actores. ¡Increíble, de verdad!

¡Un saludo, Sinvergúenzas! ^^

1 comentarios:

Perfida Canalla dijo...

Interesantísimo y muy completo. Gracias a ti alguna va a caer fijo...

Por cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita