viernes, 12 de abril de 2013

Javier Bardem se estrena al cuadrado en la cartelera.

¡¡¡Ya es viernes!!! Por fin, qué dura se ha hecho la semana... ¿o no? Pero ya podemos respirar tranquilos, relajarnos un poco y afrontar de lleno la tanda de estrenos que nos llegan a las carteleras españolas. Este fin de semana la cosa va de verdaderos tipos duros y es que llegan a las salas auténticos huesos duros de roer (en el buen sentido, pero también en el malo). Y como novedad absoluta, por primera vez en unas cuantas semanas, nos alegramos de que el cine americano toque el timbre de nuestras marquesinas, aunque sólo sea por el estreno de una determinada, determinante, película. Pero el cine español tampoco se ha quedado atrás y ha contraatacado soltando al ruedo uno de los títulos más esperados del año y a lo grande.

La(s) peli(s) del finde.


Ya está aquí. Ya ha llegado el día. Madrid está literalmente colapsada por los pósters promocionales del estreno español del fin de semana. Llega a las salas Alacrán enamorado, segundo largo del madrileño Santiago A. Zannou tras ganar el Goya al mejor director novel por El truco del manco (2008). Y lo hace, salvando las distancias, claro, un poco al estilo norteamericano: por las calles de Madrid uno puede ver no sólo el póster oficial de la película, sino también los individuales de cada uno de los personajes protagonistas. La apuesta es, claramente, muy fuerte. De hecho, lo es tanto que su distribuidora, la independiente Alta Films, se ha arriesgado notablemente a lanzar la película con nada menos que 206 copias. Quizás suponga demasiado riesgo para una película (además, española) con un marcado tinte social, pero se queda en agua de borrajas si atendemos al gancho popular de un reparto, literalmente, estelar: Álex González, Miguel Ángel Silvestre, Carlos Bardem y su recuperado hermano para nuestra cinematografía, nuestra estrella de la semana, Javier Bardem, todos ellos acompañados por la belleza de Judith Diakhate. La película, que nos cuenta la historia de amor entre un joven neonazi redimido por el boxeo (González) y una joven limpiadora mulata (Diakhate), pinta a cine duro, cruel e impactante, como es norma en su director, y se ha saldado (hasta el momento) con críticas por lo general positivas, como las publicadas ya en laButaca o en El Blog del Cine Español. Confiamos en que la opinión de la prensa especializada sea también favorable y que el boca a boca funcione para hacer de Alacrán enamorado uno de los títulos del año. Algo que la beneficiará de cara a los próximos Premios Goya, para los que dábamos como finalista seguro a Javier Bardem, a pesar de su corta intervención, pero quizás también haya que ir haciendo un hueco en nuestras quinielas para su hermano Carlos (autor de la novela homónima en la que se basa un guión co-escrito también por él y el director) y parece que se confirman las buenas expectativas hacia el trabajo del joven González, que afronta aquí un decisivo protagonista para su consolidación en nuestra industria.


Y de Bardem a Bardem. Y tiro porque me toca. ¡Anda! ¡Otra vez Bardem! Sí, señoras y señores. En actoresSinVergüenza no elegimos al calificado como el mejor actor español del momento como nuestra estrella de la semana porque se nos antojara o porque le admirásemos profundamente (¡que también!), sino porque este viernes estrena nada menos que dos películas (o no le vemos nunca o...). La alegría de volver a a ver a Javier por las salas de nuestro país no sólo es doble porque estrene dos pelis (¡qué también!), sino porque una de ellas pone de manifiesto la categoría artística del intérprete en el cine mundial y no es otra que To the Wonder (2012), donde ha disfrutado del privilegio de ser dirigido por ese bicho raro, venerado y odiado a partes iguales, fascinante y desconcertante director que responde al nombre de Terrence Malick. To the Wonder viene a seguir el camino iniciado en su anterior película, The Tree of Life (El árbol de la vida) (2011), tanto en la forma como en el contenido. Es decir, nos encontramos ante una película ciertamente compleja, sumamente reflexiva y existencial, que plantea preguntas al espectador en cada plano para jamás resolverlas, para invitarle a pensar, a devanarse los sesos intentando encontrar coherencia y sentido a lo que ven absortos sus ojos o escuchan ensimismados sus oídos. Si en El árbol de la vida la poética visual y sonora de Malick se ponía al servicio de una reflexión que ocupaba desde la misma creación del Universo hasta una posible vida después de la muerte, todo ello a través de una relación paterno-filial, en To the Wonder, el cineasta toma como excusa el triángulo amoroso que se establece entre un hombre, su actual pareja y su ex (interpretados por Ben Affleck, Rachel McAdams y Olga Kurylenko, respectivamente), para abordar sin tapujos el tema del amor, un amor pasional, intelectual y hasta religioso (aquí entra Bardem, en el papel de un cura que duda de su vocación). Porque Malick es un confeso creyente, místico (que no religioso) y como él, hay que tener mucha fe o mucha sensibilidad ante sus imágenes para no cruzar el límite que separa lo genial de lo ridículo, la belleza de lo grotesco, la grandeza de lo pueril. Sin duda, To the Wonder gustará a los incondicionales de un director como pocos hoy en día, de esos que aún mantienen viva la necesidad de generar un lenguaje propio, una profunda y respetuosa ambición de hacer un cine único, diferente, personal, confiriéndole al Cine, desde la más honesta de sus intenciones, la categoría de Arte al lograr mostrarnos lo cotidiano como algo sumamente trascendente. División de opiniones en la prensa especializada, no hay término medio en las críticas de una película que o bien entusiasma, como al crítico del New York Post, o repele, como leemos en el New York Times, para un Terrence Malick que nunca deja indiferente.

¿Bienvenido Mr. Marshall?

Pues, exceptuando la película de Malick, no. Seamos sinceros. Un verdadero hueso duro de roer se deja caer esta semana por nuestras carteleras para evidenciar (una vez más) lo mucho que le gusta eso de amasar dinero a raudales. Hablamos de la megraestrella Tom Cruise, que vuelve a la carga con otro blockbuster dispuesto a poner la taquilla patas arriba. Regresa al género de la Ciencia ficción para abanderar una historia original de Joseph Kosinski (Tron Legacy), en la que en un lejano futuro, la Tierra, tras haberse librado una cruenta guerra planetaria, es un lugar inhóspito y deshabitado, donde Jack Harper (Crusie, no podía ser de otro modo) es uno de los pocos seres humanos que aún permanecen en el planeta, patrulla diariamente los cielos como parte de su misión, sin que nada inusual suceda hasta que rescata a una desconocida mujer de una nave espacial. La llegada de esta joven desencadena una serie de acontecimientos que lo obligan a cuestionar sus convicciones y lo hacen responsable del destino de la humanidad. ¿Os suena? Pues lo dicho, nada nuevo bajo el sol. Apabullantes y espectaculares efectos especiales, mucha acción y un mensaje con no poca moralina (al estilo hollywoodiense) es lo que parece ofrecernos Oblivion, una nueva y más que rentable pirueta comercial al servicio del lucimiento de un divo verdaderamente cansino y cuyos trabajos hace mucho tiempo que nos dejaron de sorprender. Para darle algo de prestigio al asunto, se ha reclutado al siempre competente Morgan Freeman para un rol que guarda no pocas concomitancias con el Morfeo que mitificó Lawrence Fishburne en la saga Matrix. Las similitudes con la trilogía de los Wachowski no terminan ahí y a Oblivion parece ocurrirle algo similar a lo que desgastaba la eficacia y el alcance de las otras: mucho y muy espectacular revestimiento formal para, finalmente, no aportar nada nuevo al género, salvo ruido, mucho ruido. Con una larga lista de detractores, como Peter Bradshaw en The Guardian o Kevin Harley en Total Film, pero también con algún que otro benévolo defensor, caso de Tim Grierson en Screendaily, Oblivion gustará a los amantes de un cine obvio y explícito, de rápida y fácil digestión, pero nos espanta a todos los que ya no nos conformamos con tan poco.

A priori, que nos digan que llega a los cines una película que reúne en la pantalla a tres grandes glorias del cine americano de la talla de Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, tres intérpretes fundamentales de la Historia del Cine reciente, puede resultar una tentación que difícilmente podríamos resistir. Sin embargo, tras echarle un ojo al tráiler de Stand Up Guys (Tipos legales) (2012), del también actor Fisher Stevens, a uno le da por echarse las manos a la cabeza, invocar al Dios del Cine y gritar a pleno pulmón, desde la montaña más recóndita del mundo, algo así como: ¡¡SACRILEGIO!! Ya sabemos que la cosa no anda muy bien al otro lado del charco, que los que antes fueron imprescindibles, ahora son pasto para el ganado. Es la ley de la selva, hay que ir dejando espacio para las nuevas generaciones. Vale, sí, eso está muy bien. Mucha deportividad pero, ¡por favor!, ¿por qué las viejas glorias, aquéllos a los que cualquier cinéfilo con un mínimo de conocimiento admira más que a su propia vida, están tan empeñados en echar por tierra el recuerdo que teníamos de ellos? Con Tipos legales, las tres estrellonas se empeñan en protagonizar una comedia adolescente que habla de nostalgia, del final de una era y de viagra, entre otras cosas, todo ello enmarcado en un ambiente fuera de la ley, con estos dinosaurios ejerciendo de viejos y experimentados gángsters viviendo una (última) noche loca en sus vidas. Todo demasiado grotesco y vulgar, en una cinta vapuleada en su gran mayoría por la crítica especializada, ahí os dejo las opiniones publicadas en el New York Post o en el Wall Street Journal, pero que, como dice Peter Travers en Rolling Stones, hagan lo que hagan, ver a Pacino, Walken y Arkin juntos quizás sí merezca el precio de una entrada o, como en mi caso, que ando bastante pobre, una siesta en el sofá durante su pertinente y futuro pase televisivo.

Y llegamos ya a los dos últimos estrenos norteamericanos del fin de semana. A cada cual más estimulante. Estaba siendo irónico, por supuesto. October Baby (2011), dirigida por Andrew Erwin y Jon Erwin, llega con casi dos años de retraso a nuestro país, algo muy común en producciones independientes y pequeñas. El caso reciente más famoso fue el de Blue Valentine (2010), de Derek Cianfrance, interesante y trágica cinta romántica con una pareja protagonista de infarto (Ryan Gosling y una nominada al Oscar Michelle Williams). Pues bien, si aquélla tardó casi tres años en estrenarse por estos lares y con unos más que atrayentes ganchos comerciales (pareja estelar, nominación al Oscar a la mejor actriz), no nos extraña que October Baby haya tardado también lo suyo en llegar. Sobre todo teniendo en cuenta una sinopsis como la que sigue a continuación: una joven de 19 años se derrumba sobre el escenario del teatro de la Universidad ante la atónita mirada de los espectadores. Después de ciertas pruebas médicas, se llega a la conclusión de que el problema está relacionado con su nacimiento. Pero lo peor es que se entera de que sus padres la han adoptado, tras ser rechazada por su madre biológica después de un aborto fallido. Descentrada, enojada y confundida, Hannah emprende un viaje por carretera para averiguar su pasado. Con un reparto lleno de caras absolutamente desconocidas (al menos para este servidor), October Baby apesta a telefilme de sobremesa que tira para atrás. Pero ¿por qué tienen que ocupar pantallas en nuestro país productos como éste? Literalmente masacrada por la crítica de su país, donde la han tachado de torpe, obvia e inerte, esperemos que October Baby pase sin pena ni gloria también por nuestras salas, demostrando a los distribuidores que nosotros tampoco nos chupamos el dedo.

Lo mismo debería suceder con LOL, de Lisa Azuelos, producto marcadamente mainstream, nueva muestra de la falta de ideas imperante en Hollywood y es que estamos ante otro remake americano de una película francesa, concretamente LOL (Laughing Out Loud) (2008), también de Azuelos y con una magnífica Sophie Marceu, en la que se nos cuenta la complicada existencia de una adolescente que, tras ser abandonada por su novio, busca el apoyo de su mejor amigo, mientras su madre, una divorciada de 40 años, se esfuerza por salir adelante. Típico argumento para adolescentes que si, al menos en el original, tenía su encanto y estaba contado desde una agradecida falta de ambiciones, en su copia americana, Azuelos ha tirado a la basura el prestigio obtenido para demostrar que ella también sabe hacer cine palomitero, directamente dirigido a un público adolescente y poco exigente, donde el acertado tono empleado en la primera para retratar los problemas y sufrimientos de la adolescencia, es elevado a la máxima chorrada en esta nueva versión al dejarla, literalmente, en manos del protagonismo de la estrella teenager Miley Cyrus, tratando de convencer en el papel de una quinceañera del montón y obteniendo más que una interpretación, un sonoro, doloroso y merecido traspiés. Para colmo de males, la grata presencia de una actriz como Marceu se ha sustituido esta vez por el servilismo al magnífico estado de forma físico de Demi Moore, que está de mejor ver que hace veinte años, sí, pero agradeceríamos que hubiera dedicado, por lo menos, la mitad del tiempo invertido en quirófanos y gimnasios a recibir algunas clases de interpretación. ¿Que qué ha dicho la crítica? ¿Acaso lo dudáis?

Cerramos este repaso a las novedades del finde con el único estreno extranjero no estadounidense que ha logrado hacerse un hueco en nuestra cartelera. Se trata de la co-producción entre Alemania, Rusia y Ucrania, 4 Tage im Mai (Cuatro días de mayo), de Achim von Borries. La cinta, nos cuenta como al final de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de soldados rusos, enviados al norte de Alemania, ocupan un orfanato cerca de una unidad militar alemana. En este contexto, nace una entrañable relación entre un huérfano alemán y un capitán soviético sin hijos. Con una factura técnica en verdad brillante, esta co-producción europea tienes todos los alicientes para destacar entre los aficionados al melodrama bélico (con niño) que tan buenos dividendos suele dar en la taquilla. Sin embargo, nos da la sensación de no encontrarnos con nada absolutamente brillante en una película cuyas imágenes nos suenan a mil veces vistas con anterioridad.

Hasta aquí esta nueva entrega semanal. Espero que el fin de semana sea largo y aprovechéis para pasaros un rato por vuestro cine de cabecera (si proyectan en Versión Original Subtitulada, mejor que mejor) y echarle un ojo a alguna cinta que verdaderamente merezca la pena (los factores que hagan que esto sea así ya os los dejo a vuestro propio criterio).

¡¡Un saludo, Sinvergüenzas!!

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