lunes, 10 de junio de 2013

"15 años y un día" que no emocionan.


Dedicada a su padre, el tristemente fallecido ayer Elías Querejeta, la última película de Gracia Querejeta viene a sumarse al cómputo de cine lánguido, apuntamaneras, pero nunca redondo o completamente conseguido del último cine nacional. Por desgracia, la plana mayor de títulos españoles que han venido aterrizando en los últimos meses en las salas figura también en esta incómoda lista. 15 años y un día supone un descalabro de las expectativas en ella depositadas. Quizás el juicio de valor que podamos emitir sobre ella se deba a la experiencia de un solo y único visionado. Quizás, con el tiempo y con nuevas y exhaustivas oportunidades, 15 años y un día gane puntos en nuestra cinefilia. De momento, su descubrimiento ha sido decepcionante.


Y no es porque la que es ya la sexta película de ficción de la directora madrileña sea una mala película. Todo lo contrario, 15 años y un día está lejos de serlo, entre otras cosas porque la cinta resulta un efectivo análisis teórico sobre una materia que tanto y tan bien ha sabido impartir clase el cine de la directora: las relaciones parternofiliales. Desde Cuando vuelvas a mi lado (1999) hasta la anterior Siete mesas de billar francés (2007), incluso en Héctor (2004), el cine de Gracia Querejeta ha tratado de arrojar luz sobre las bisagras de esas relaciones impuestas por la vida y que, sí o sí, hemos de aceptar como primordiales en nuestra existencia, a pesar de que muchas veces estemos ante un absoluto desconocido, por mucho que nos hayamos acostumbrado a llamarle padre o madre o hijo. En el caso de la película que nos ocupa, el conflicto es doble: el de una madre que asiste estupefacta a la siniestralidad manifiesta de su hijo adolescente y el que luego se produce entre éste y su abuelo cuando le es confiado para que lo meta en cintura.


Querejeta dispone de manera conveniente en su guión, coescrito junto a Santos Mercero, todos los entresijos, todas las claves, todos los matices para que su película termine resultando una obra magníficamente narrada, pulcra y sin altibajos en el ritmo. Eso y una puesta en escena prácticamente transparente, que reposa confiada y sosegadamente en el trabajo de los intérpretes, dan de sí una cinta que, además, tiene el don de no cargar las tintas demasiado en el componente dramático de la historia y es que, a pesar de que éste sea completamente omnipresente en el último tercio del metraje, el tono de 15 años y un día jamás se desmarca de ese aire de liviano optimismo, influenciado por la luminosa y transparente fotografía de Juan Carlos Gómez, que recorre toda la cinta desde su inicio a medio camino entre la comedia costumbrista y el melodrama familiar y que influye incluso en las escenas de carácter más policial. Paradojas del destino, es precisamente esta levedad tonal lo que echa al traste el alcance último de la película.


Porque, a pesar de que lo que nos cuentan nos interesa y mucho y de que, además, nos lo están contando muy bien y de una manera sumamente respetuosa. A pesar, también de que, para más inri, 15 años y un día contiene trabajos interpretativos bastante admirables y compactos: Tito Valverde está estoico y estupendo, Susi Sánchez se luce comiendo planos sin parar, Belén López da una lección de clase con el personaje menos descrito y peor dibujado de todos, y Maribel Verdú vuelve a demostrar que si hay una actriz que todo lo puede en nuestro cine es ella, marcándose una interpretación ajustadísima, de muchos matices, y apechugando con un arriesgado monólogo en un largo plano secuencia. A pesar de todo esto, la película de Gracia Querejeta no nos conmueve, no nos remueve por dentro, no nos llega ni a rozar un poquito las vísceras sensibles que tanto desearíamos que una historia como esta nos alborotara. A la propuesta de Querejeta le sobra clase y elegancia y le falta riesgo y cojones. Porque, además, resulta cabreante que no siendo la primera vez que vemos a chavales quinceañeros conflictivos en el cine español, ésta vez sea la primera en la que éstos resulten a la vez planos, esquemáticos y teatrales (por mucho que Aron Piper se esfuerce en describir el carácter de su personaje), en definitiva, tan poco creíbles. Eso y que el clímax final, la resolución de la intriga, se efectúe a través de un recurso tan manido como el flash-back.


Puntos fuertes a los Goya 2014:
-Mejor Actriz: Maribel Verdú.
-Mejor Actor Secundario: Fernando Valverde.
-Mejor Actriz Secundaria: Susi Sánchez.
-Mejor Actriz Secundaria: Belén López.
-Mejor Actor Revelación: Aron Piper.
-Mejor Guión Original: Gracia Querejeta y Santos Mercero.
-Mejor Dirección de Fotografía: Juan Carlos Gómez.
-Mejor Música Original: Pablo Salinas.
-Mejor Montaje: Nacho Ruiz Capillas.

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