martes, 27 de marzo de 2012

Clarice Starling será la madre de la 'nueva' Carrie.


Hollywood no se cansa y nunca duerme. Aunque no pasa las noches en vela dando vueltas a nuevas historias que convertir en posibles éxitos de taquilla en el futuro. Sino que debe pasarse las noches contemplando aquéllos viejos éxitos de su Historia con el fin de encontrar material que reciclar y renovar para, actualizándolo, llegar a las nuevas generaciones. Parece ser que dudan de la capacidad de los espectadores de poder revisar, por sí mismos, los grandes clásicos. La noticia es que Hollywood prepara un remake. ¡Oh, qué novedad! Sí, sí, un remake de un clásico del cine de terror. ¿A que ya nos sabemos el final de la historia? Pues eso, esta vez la Metro quiere rescatar uno de sus grandes éxitos de todos los tiempos, la adaptación de la novela de Stephen King Carrie, cuya primera y célebre puesta en imágenes llevó a cabo un joven Brian De Palma en 1976. Como siempre que Hollywood anuncia que decide acometer la actualización de uno de sus clásicos, surge la inevitable pregunta: ¿realmente es necesario?


El nuevo proyecto no anda excesivamente avanzado. De hecho, si es noticia estos días es porque aún no se ha cerrado el casting definitivo pero se barajan nombres importantes. El que parece que sí que estará es el de Kimberly Peirce, directora y guionista que saltó a la fama hace más de diez años con la independiente Boys Don't Cry (1999). Peirce se hará cargo, por tanto, de una adaptación que, según han prometido, será mucho más fiel al original literario de lo que lo fue la película de De Palma. ¡Pues vale! Ciertamente, el sentido visual de éste era motivo suficiente para perdonar las licencias de su adaptación de la famosa primera novela de Stephen King, publicada en 1974. Y no creo que Peirce logre superar (ni siquiera igualar) en su nueva versión esa creación de atmósfera insana que respiraba el clásico de 1976.

Bennett y Moretz se pelean por Carrie.
Con respecto al reparto, el papel principal se le ofreció en un primer momento a Shailene Woodley, joven actriz de moda en Hollywood gracias al éxito (y a una magnífica interpretación, todo hay que decirlo) de Los descendientes (The Descendants), de Alexander Payne. Woodley, poco interesada tal vez en aclimatar (tan pronto) su previsiblemente brillante futuro profesional como actriz a las pautas comerciales de la industria, ha rechazado el papel demostrando que o bien no posee instinto de supervivencia o, al contrario, es mucho más inteligente que la mayoría. Con Woodley fuera de juego, la Metro baraja dos nombres por encima del resto: Chloë Moretz y Haley Bennett. A la primera, de apenas 15 añitos, la hemos disfrutado a base de bien en la espectacular La invención de Hugo (Hugo), de Martin Scorsese, pero lleva unos años incorporando roles infantiles (por edad, no le quedaba otra) en películas como Kick-Ass - Listo para machacar (Kick-Ass) (2010), de Matthew Vaughn, o el remake de la imprescindible Déjame entrar (Let Me In) (2010), que llevó a cabo Matt Reeves. Quizás sea éste último papel el que mejor crédito le otorgue para acceder a su primer papel "adulto" en la nueva versión de Carrie. Por contra, Haley Bennett es más mayor, cuenta con 24 años, y ha venido desarrollando una carrera cinematográfica bastante corta, en roles bastante secundarios, y aún no ha dispuesto de un personaje de cierto peso en ninguna producción. Sin embargo, su candidatura al personaje principal del nuevo remake se ha impuesto a la de otras jóvenes estrellas de la industria, mucho más experimentadas y conocidas, como la reciente Blancanieves (Mirror, Mirror), de Tarsem Singh, la anodina Lily Collins, o la ex niña prodigio, Dakota Fanning.

La mirada de Sissy Spacek hizo inmortal a Carrie.
No es de extrañar que la búsqueda de la futura nueva Carrie sea algo tan comentado estos días, no olvidemos que con su encarnación saltó a la fama a finales de los años setenta una joven actriz, discípula de Lee Strasberg, que con el paso del tiempo no sólo ganaría un Oscar y varias nominaciones más (la primera, precisamente, por Carrie), sino que además se erigiría en una de las mejores intérpretes del cine americano de la década de los 80 en adelante: Sissy Spacek. Claro que los tiempos han cambiado y actrices como Spacek hace tiempo que no se hacen. De todos modos, la nueva Carrie sí puede significar el afianzamiento popular de la estrella femenina que la protagonice, aunque ya no le vaya a garantizar una perdurabilidad artística equiparable con la de su predecesora. Igual puede ocurrirle al resto del reparto, pues no olvidemos que la película de 1976, con casting mayoritariamente adolescente, situó en órbita los rostros de jóvenes actores como John Travolta, Amy Irving, William Katt o Nancy Allen.


De igual forma que se hacen quinielas sobre el nombre de la actriz que protagonizará la nueva versión, también han saltado a la palestra los nombres que se barajan para dar vida a la madre de la protagonista, papel de suma importancia en la trama y que en 1976 significó un resurgimiento artístico para la excelente Piper Laurie (con nominación al Oscar Secundario incluida). Y, en este apartado, he de confesar no poca expectación al enterarme de qué dos actrices se barajan para llevarse el gato al agua: Jodie Foster y Julianne Moore. Es una pena que, talentos de este calibre ya únicamente cuenten en Hollywood para tareas de apoyo, pero me seduce mucho la idea de ver (a cualquiera de las dos) en el rol de esa madre fanática del cristianismo, absoluta inestable mental, que ha educado y criado a su hija Carrie con perpleja dominación. Sin lugar a dudas, un personaje "bombón" que va a permitir a la actriz que lo interprete un despliegue de recursos que, a buen seguro, le robará la película al más que posible casting teenager. Esperemos que, sea Foster o sea Moore, las dejen hacer, eso sí, confiando en que ninguna se tome la licencia de relajarse y ofrecer una interpretación de fácil resolución, pues el personaje invita con no poco peligro a un histrionismo gratuito. Como dato curioso, recordemos que la gloria de ambas actrices pasa, además, por interpretar a un mismo personaje (también mito en el género de terror): Clarice Starling, que dio a Jodie Foster su segundo Oscar a la Mejor Actriz por El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs) (1991), de Jonathan Demme; y a la que Julianne Moore logró que no echásemos de menos cuando lo incorporó en Hannibal (2000), de Ridley Scott.

Sin más, mientras que llegan nuevas noticias acerca de la nueva Carrie que nos aporten más evidencias de cómo podrá ser este innecesario remake, propongo un ejercicio muy estimulante de revisión de la original de Brian De Palma.


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