sábado, 25 de febrero de 2012

La melena de Madeleine Stowe


¿A que os suena su cara? ¿A que esos ojos (ojazos) oscuros os dicen algo, algo familiar? ¿Y qué me decís de ese pelo (pelazo)? No, no es un pelo Pantene, no os tiene que sonar por eso. Se trata, probablemente, de la melena más famosa del cine americano de los noventa. En el cine ha habido melenas y melenas, y muchas de ellas más famosas que sus dueñas (el caso más famoso, el de Veronica Lake) y ésta que véis ahí arriba es una de las más fascinantes de la última década del siglo pasado. ¿Y su dueña? Su dueña es una absoluta desconocida para los cinéfilos más jóvenes y una 'olvidada' para los otros. ¿Es que ya nadie se acuerda de Madeleine Stowe? En Desparecidos en Combate recupero a la estrella para averiguar dónde diablos se ha metido.


Su última película estrenada en nuestro país data de 2002. ¿Por qué han pasado tantos años sin que sepamos de ella? Sorprende el dato si tenemos en cuenta el hecho de que durante la mayor parte de los noventa la industria la considerase una estrella, quizás no jugaba en la misma liga que otras compañeras de generación (Michelle Pfeiffer, Sharon Stone o Annette Bening), pero Hollywood la mimó a base de bien y le regaló protagonismos muy golosos que la mantuvieron en el candelero incluso cuando apartó su carrera para ser madre (1995-1998). Hizo mucha tele desde finales de los setenta hasta que le llegó su primer papel relevante en la comedia Procedimiento ilegal (Stakeout), de John Badham, en 1987. Era guapa, muy guapa, su melena enamoró a Hollywood que no tardó en alzarla a una categoría semiestelar colocándola en 1990 como vértice de un triángulo peligroso compuesto por Anthony Quinn y el ídolo de masas Kevin Costner en Venganza (Revenge), de Tony Scott (1990). Se la enmarcó en papeles duros, ásperos y en historias con ciertos tintes oscuros, como la interesante Tierra de armarios (Closet Land), de Radha Bharadwaj, donde estaba estupenda junto a Alan Rickman, o la fallida Falsa seducción (Unlawful Entry), de Jonathan Kaplan, de nuevo como único elemento femenino en otro triángulo peligroso, esta vez entre Kurt Russell y Ray Liotta; pero también dio el tipo como heroína romántica, apuntándose probablemente su trabajo más laureado y recordado en la épica El último mohicano (The Last of the Mohicans), de Michael Mann, ahora ya como estrella junto a, nada menos, que un ganador del Oscar: Daniel Day-Lewis.


Aunque no accedió a nominación alguna aquella temporada de premios, la Stowe se coló en el reparto coral de la imprescindible Vidas cruzadas (Shorts Cuts), de Robert Altman, y aseguró su posición en la industria volviendo a participar en historias turbias, donde la intérprete encajaba a la perfección en esos personajes de difícil psicología, con demasiados secretos que guardar. Ocurría así en Luna de porcelana (China Moon), de John Bailey, junto a Ed Harris. Pero no en Sola en la penumbra (Blink), de Michael Apted, donde interpretaba a una mujer con escasa visibilidad que es acosada por un asesino. Y a estas alturas ya se había confirmado que, aún tratándose de una actriz eficiente, bastante solvente, le costaba encajar en ciertos registros. No era (y el tiempo así lo ha confirmado) una actriz que pudiera brillar con luz propia lejos de cierta tipología de personajes. Y, evidentemente, protagonizar un bodrio del tamaño de Cuatro mujeres y un destino (Bad Girls), de nuevo a las órdenes de Kaplan, no la iba a ayudar demasiado. Eso sí, volvió a estar estupenda en 12 monos (Twelve Monkeys), de Terry Gilliam, que a día de hoy se alza como su interpretación más redonda, la más trabajada y lograda.

Doce monos (1995).

Y justo cuando nos regala un trabajo como éste decide dejar el cine para ser madre. Eso sí, Hollywood no la despreció en su retorno tres años después: la volvieron a colocar en un triángulo, esta vez dentro de un melodrama romántico y no en una cinta de suspense, entre un Kenneth Branagh con sotana y un maduro William Hurt y la actriz demostró que sabía lo que se hacía. Viendo Promesas incumplidas (The Proposition), de Lesli Linka Glatter, parece que los tres años de retiro habían servido para que la Stowe madurase interpretativamente hablando. ¿Podíamos albergar la ilusión de una segunda carrera, ahora sí, más brillante? Podíamos. Pero Hollywood, o el representante de la actriz, o alguno de sus asesores, o ella misma, nos echaron por tierra toda esperanza. Después de un pequeño papel en la coral Jugando con el corazón (Playing with the Heart), de Willard Carroll, apoyó a John Travolta en la nefasta La hija del general (The General's Daughter), de Simon West; fue mera comparsa en la cinta de ciencia ficción Infiltrado (Impostor), de Gary Fleder, y terminó de hundir su carrera primero junto a Mel Gibson ("Oh My God!") en Cuando éramos soldados (We Were Soldiers), de Randall Wallace, y después secundando a Sylvester Stallone ("What That Fuck!") en la imposible comedia El protector (Avenging Angelo), de Martyn Burke.


¿Y qué es lo que puedes esperar de tu carrera después de haber salido en una de Stallone? Pues lo más suave es que tu próxima película (si al menos ruedas una peli más) salga directamente en DVD. Y eso fue lo que le pasó a Octane: Rescate infernal (Pulse), de Marcus Adams, un bodrio sonrojante (¿peor que rodar con Stallone? ¡Madre mía!) que la lanzó de cabeza, cuesta abajo y sin frenos al mundo del telefilme, pero eso sí, no el de calidad, sino ese de baja estofa y que aquí en España consumimos a la hora de la siesta. ¡Pobre Madeleine! Te dejaste 'usar' por Hollywood y así te lo pagaba. De telefilme en telefilme, con alguna que otra serie, se ha ido alimentando la trayectoria de Madeleine Stowe hasta el momento. Ahora ya ha cumplido (y bien cumplidos) los 50 años. Se ha retocado aquí y allá (se nota, Madeleine, se te nota) y lidera el reparto de un nuevo culebrón USA, además en el papel antagonista, de señora ricachona, divina arpía con muchos trapos sucios debajo de la cama. La serie lleva por título Revenge, comenzó a emitirse en la ABC en octubre pasado (parece que aquí la están a punto de pasar en Tele5) y le ha reportado a la actriz su primera nominación al Globo de Oro en la categoría de mejor actriz en serie dramática. Sí, parece que a la Stowe no le va mal. Quizás le vaya bien en la tele, diez años después de cagarla con Stallone, y esa primera nominación al Globo de Oro sea una buena señal de que con Revenge va a iniciar una nueva etapa en su carrera, quizás ya sí una etapa afortunada. Quizás que la serie que le ha reportado esa nominación se titule exactamente igual que la película que la elevó al estrellato no sea tan buen augurio, dado el estrellato final al que acabó estrellada. Lo que es seguro es que no le voy a perder la pista y siempre que pueda volveré a extasiarme con su melena allá donde mejor supieron emplearla.


La recordaremos siempre por:
- Tierra de armarios (Closet Stand), de Radha Bharadwaj (1991).
- El último mohicano (The Last of the Mohicans), de Michael Mann (1992).
- Doce monos (Twelve Monkeys), de Terry Gilliam (1995).
- Promesas incumplidas (The Proposition), de Lesli Linka Glatter (1998).

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